Abril Scarano y Vicente Navarini dicen tener personalidades muy distintas. “A mí me gusta planificar cada detalle de antemano”, reconoce el ingeniero mecánico de 29 años. Ella, fotógrafa y artista, prefiere “resolver sobre la marcha”. Tal vez esa combinación tan opuesta los hace encontrar el equilibrio. Ambos son de San Antonio de Areco y se conocieron hace una década en una noche de verano. “Somos pocos en el pueblo, unos 15 mil habitantes, así que intercambiamos nuestros contactos y empezamos a hablar por messenger”, le cuenta Vicente a Infobae. Así nació el amor. La vida pasó. Allá por 2019 a él le surgió una propuesta que no pudo rechazar. “Me emplearon de una reconocida empresa petrolera. Tenía un contrato de expatriado para vivir en Villa Hermosa, en México”. Entusiasmados por emigrar, ni lo dudaron, armaron las valijas y volaron a lo desconocido. Llegaron en febrero del 2020. Una vez instalados, y con todo el proyecto de vida en marcha, la pandemia sorprendió al mundo y golpeó de lleno en la industria del petróleo. “Con la caída del valor, más la falta de trabajo, los que me habían contratado decidieron echarme de un día para el otro”, recuerda aún en shock. Frente a la noticia inesperada, tenían dos opciones. “Era volver a casa o hacer un gran viaje, algo con lo que anhelaba hace años, aunque un poco distinto a lo que salió”, reconoce. Aquel deseo lo materializaron rápidamente. “Viajamos hasta Guadalajara a comprar una camioneta Chevrolet C 20 de 1974. Es un modelo especial con un motor grande 7.4 litros, es una reliquia que vino hasta con su manual original”, dice ella, que a esta altura ya se da maña para arreglar su nuevo hogar. La bautizaron La Chela, como le dicen a la cerveza en México. “Es nuestro homenaje a este país”, sonríen. El primer paso fue ponerla a punto. Vicente se ocupó de la parte mecánica y ella del diseño del camper. Transformaron el pequeño espacio en su lugar en el mundo, con cocina con heladera a gas, comedor, baño y cama. “Invertimos un poco más de 12.000 dólares, y quedó divina. Lo único malo es que consume mucha nafta”, conceden. Así fue como el 23 de septiembre de 2020, estos dos argentinos pusieron primera. A los pocos días llegaron a Guadalajara, luego transitaron por Ciudad del Carmen, Campeche, Mérida, la Riviera Maya, y hoy están en El Cuyo, un lugar de la península de Yucatán donde se practica kite surf. Hace seis meses que están en ruta. El objetivo final no es quedarse allí, sino llegar hasta al fin del mundo: Ushuaia. “Lo pensamos para fines de 2022, aunque no tenemos apuro”, coinciden. No están solos, sumaron a India, una perrita rescatada en Areco que es una integrante más de esta familia nómade. “Adora la playa, y viajar como nosotros”. Porque esa es la pregunta que le hacen todos los usuarios. Cómo solventan el viaje. “Es la inquietud por lo que más nos escriben. La respuesta es sencilla: solo gastamos en nafta y comida, y para vivir hacemos marketing digital para marcas. No ganamos fortunas, no vivimos de una herencia, ni nadie nos paga nada, trabajamos para vivir. Recién empezamos, ganaremos unos 600 dólares por mes”. Ellos incentivan a otros a salir a explorar el mundo. “La plata no es la excusa para no hacerlo, hay mil maneras de pagarlo”, coinciden. Vicente ha arreglado autos y bicicletas. Abi brindó servicios en restaurantes o asesorando en el mundo digital. Para poder generar contenido de calidad dedican varias horas. “Abi es fotógrafa y entiende del tema, y yo la ayudo. Lo que la gente no sabe, porque no lo ve, es todo el trabajo de edición que nos insume obtener un lindo resultado”. Desafíos cotidianos
Los días para la pareja nunca son iguales ni rutinarios. A lo que jamás escapan es al desayuno. “A Abi le encanta, y de eso se encarga ella”. Una vez que cargaron energías salen a explorar el escenario, un poco para conocer y otro poco, como dijimos, para ganar algo de dinero.
La ropa se lava en un balde, y el resto se soluciona dentro de la Chela. “Vamos livianos y tenemos todo lo que necesitamos”, aseguran.
Para Abi, los escollos de este estilo de vida son pocos y los que le aparecen los sortea sobre la marcha. A Vicente le cuesta un poco más la incertidumbre “porque soy un ingeniero cuadrado”, dice. Y añade que “no tener un sueldo fijo a fin de mes a veces me inquieta’'. Aunque de eso se trate la gran aventura nómade que emprendieron hace seis meses.