Brasil, crisis en cámara lenta
por Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@elnuevoherald.com
por Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@elnuevoherald.com
Aunque gran parte de la atención mundial sobre América Latina esta centrada en Venezuela, hay una crisis en cámara lenta que está ocurriendo en un país mucho más grande —Brasil — que podría tener consecuencias mucho mayores para toda la región.
Días atrás, la encuesta semanal del Banco Central de Brasil, que reúne las opiniones de casi un centenar de los principales economistas del país, reveló una proyección según la cual la economía brasileña se contraerá en un 0.58 por ciento este año, su peor desempeño económico en los últimos 25 años.
Al mismo tiempo, cada vez más políticos y analistas brasileños están especulando públicamente sobre un tema que hasta hace poco era tabú: la posibilidad de que la presidenta Dilma Rousseff sea encausada por el escándalo político de Petrobras.
Según los fiscales, la gigantesca compañía petrolera brasileña habría pagado unos $3,800 millones en sobornos a funcionarios del gobierno y líderes empresariales cuando el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva era presidente, y Rousseff era presidenta del Consejo de Administración de Petrobras.
Aunque un juicio político a Rousseff es poco probable, al menos por el momento, la palabra ‘impeachment’ ya es parte de toda conversación política en Brasil.
El fiscal general Rodrigo Janot ha pedido a la Corte Suprema que investigue a 54 personas supuestamente vinculadas al escándalo de Petrobras. Sus nombres aún no han sido revelados, pero se cree que muchos de ellos son importantes políticos del gobernante Partido de los Trabajadores.
Muchos comentaristas políticos brasileños coinciden en que Brasil está sufriendo su peor crisis política en más de dos décadas.
“Tenemos una combinación de tres crisis, por lo cual no es una exageración decir que esta es la peor crisis en mucho tiempo”, me dijo Murillo de Aragao, presidente de la empresa de consultoría política brasileña Arko Adviceo. “Tenemos una gran crisis fiscal, y una gran crisis política, en medio de una desaceleración económica”.
Al igual que la mayoría de los analistas políticos, De Aragao cree que la investigación sobre el escándalo de Petrobras se extenderá hasta bien entrado el 2016, si no más. A pesar de que no cree que Rousseff sea enjuiciada, ya que esto requeriría pruebas que tendrían que vincularla directamente con los sobornos, no hay duda de que la investigación en curso debilitará a la presidenta, dijo.
Debido al escándalo de Petrobras, Rousseff ya enfrenta una creciente rebelión de sus aliados en el Congreso, lo que está dificultando la aprobación de medidas fiscales y otros proyectos de leyes necesarios para revivir la economía.
“Mirando hacia adelante, creo que se harán los ajustes fiscales para restaurar la credibilidad, y que vamos a ser capaces de iniciar un nuevo ciclo de crecimiento en alrededor de un año y medio”, me dijo De Aragao. “Pero hasta entonces, vamos a tener tiempos difíciles”.
Otros analistas son menos optimistas sobre una recuperación en el corto plazo.
Joao Augusto de Castro Neves, analista de Brasil de la empresa consultora Eurasia Group, escribió recientemente que el hecho de que la investigación de Petrobras probablemente se extienda por muchos meses, sino años, “elevará el riesgo de que el escándalo crezca e implique a miembros de la coalición gobernante, lo que podría socavar los esfuerzos del gobierno para apuntalar las cuentas fiscales y tomar medidas para impulsar la actividad económica”.
Además, existe el riesgo de una ruptura entre Rousseff y Lula, su principal fuente de apoyo político. Si la investigación de Petrobras encuentra vínculos entre el ex presidente y los sobornos — que tuvieron lugar durante su mandato — Rousseff se vería obligada a tomar distancia de él, y perdería su apoyo político.
Mi opinión: Además de tener que hacer frente al escándalo de Petrobras, un Congreso cada vez más independiente y la recesión económica del país, Rousseff también podría enfrentar un resurgimiento de las protestas sociales que sacudieron al país el año pasado. Según las encuestas, la mayoría de los brasileños creen que Rousseff sabía acerca de los sobornos cuando estaba en la junta directiva de Petrobras.
Lo que está claro es que la caída de la economía de Brasil y la creciente debilidad política de Rousseff impactarán a toda América Latina.
Habrá un impacto económico, porque Brasil es de lejos la mayor economía de la región, y compra una buena parte de las exportaciones de sus vecinos. Y habrá un impacto político, porque Brasil tiene una voz preponderante en los asuntos regionales, como en la actual crisis en Venezuela.
Un Brasil debilitado económica y políticamente podría verse urgido a tomar medidas favorables al mercado para atraer inversiones nacionales y extranjeras, y podría ser más proclive a mejorar sus frías relaciones con Estados Unidos y Europa. Pase lo que pase, la crisis en cámara lenta de Brasil tendrá un impacto regional, que hoy día pocos toman en cuenta.
Días atrás, la encuesta semanal del Banco Central de Brasil, que reúne las opiniones de casi un centenar de los principales economistas del país, reveló una proyección según la cual la economía brasileña se contraerá en un 0.58 por ciento este año, su peor desempeño económico en los últimos 25 años.
Al mismo tiempo, cada vez más políticos y analistas brasileños están especulando públicamente sobre un tema que hasta hace poco era tabú: la posibilidad de que la presidenta Dilma Rousseff sea encausada por el escándalo político de Petrobras.
Según los fiscales, la gigantesca compañía petrolera brasileña habría pagado unos $3,800 millones en sobornos a funcionarios del gobierno y líderes empresariales cuando el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva era presidente, y Rousseff era presidenta del Consejo de Administración de Petrobras.
Aunque un juicio político a Rousseff es poco probable, al menos por el momento, la palabra ‘impeachment’ ya es parte de toda conversación política en Brasil.
El fiscal general Rodrigo Janot ha pedido a la Corte Suprema que investigue a 54 personas supuestamente vinculadas al escándalo de Petrobras. Sus nombres aún no han sido revelados, pero se cree que muchos de ellos son importantes políticos del gobernante Partido de los Trabajadores.
Muchos comentaristas políticos brasileños coinciden en que Brasil está sufriendo su peor crisis política en más de dos décadas.
“Tenemos una combinación de tres crisis, por lo cual no es una exageración decir que esta es la peor crisis en mucho tiempo”, me dijo Murillo de Aragao, presidente de la empresa de consultoría política brasileña Arko Adviceo. “Tenemos una gran crisis fiscal, y una gran crisis política, en medio de una desaceleración económica”.
Al igual que la mayoría de los analistas políticos, De Aragao cree que la investigación sobre el escándalo de Petrobras se extenderá hasta bien entrado el 2016, si no más. A pesar de que no cree que Rousseff sea enjuiciada, ya que esto requeriría pruebas que tendrían que vincularla directamente con los sobornos, no hay duda de que la investigación en curso debilitará a la presidenta, dijo.
Debido al escándalo de Petrobras, Rousseff ya enfrenta una creciente rebelión de sus aliados en el Congreso, lo que está dificultando la aprobación de medidas fiscales y otros proyectos de leyes necesarios para revivir la economía.
“Mirando hacia adelante, creo que se harán los ajustes fiscales para restaurar la credibilidad, y que vamos a ser capaces de iniciar un nuevo ciclo de crecimiento en alrededor de un año y medio”, me dijo De Aragao. “Pero hasta entonces, vamos a tener tiempos difíciles”.
Otros analistas son menos optimistas sobre una recuperación en el corto plazo.
Joao Augusto de Castro Neves, analista de Brasil de la empresa consultora Eurasia Group, escribió recientemente que el hecho de que la investigación de Petrobras probablemente se extienda por muchos meses, sino años, “elevará el riesgo de que el escándalo crezca e implique a miembros de la coalición gobernante, lo que podría socavar los esfuerzos del gobierno para apuntalar las cuentas fiscales y tomar medidas para impulsar la actividad económica”.
Además, existe el riesgo de una ruptura entre Rousseff y Lula, su principal fuente de apoyo político. Si la investigación de Petrobras encuentra vínculos entre el ex presidente y los sobornos — que tuvieron lugar durante su mandato — Rousseff se vería obligada a tomar distancia de él, y perdería su apoyo político.
Mi opinión: Además de tener que hacer frente al escándalo de Petrobras, un Congreso cada vez más independiente y la recesión económica del país, Rousseff también podría enfrentar un resurgimiento de las protestas sociales que sacudieron al país el año pasado. Según las encuestas, la mayoría de los brasileños creen que Rousseff sabía acerca de los sobornos cuando estaba en la junta directiva de Petrobras.
Lo que está claro es que la caída de la economía de Brasil y la creciente debilidad política de Rousseff impactarán a toda América Latina.
Habrá un impacto económico, porque Brasil es de lejos la mayor economía de la región, y compra una buena parte de las exportaciones de sus vecinos. Y habrá un impacto político, porque Brasil tiene una voz preponderante en los asuntos regionales, como en la actual crisis en Venezuela.
Un Brasil debilitado económica y políticamente podría verse urgido a tomar medidas favorables al mercado para atraer inversiones nacionales y extranjeras, y podría ser más proclive a mejorar sus frías relaciones con Estados Unidos y Europa. Pase lo que pase, la crisis en cámara lenta de Brasil tendrá un impacto regional, que hoy día pocos toman en cuenta.