domingo, 20 de junio de 2021

13.911 restos arqueológicos: los incómodos obstáculos desenterrados en la ruta del Tren Maya

 

El hallazgo de vestigios precolombinos de valor desconocido entorpecen la construcción del proyecto ferroviario en sus primeras etapas ante el temor de las comunidades locales a más expolios
MICAELA VARELA México - 20 JUN 2021 - 19:19 GMT-3 

En una mina de tesoros arqueológicos todavía por explorar como es la Península de Yucatán, cualquier surco en la tierra puede destapar un fragmento de hace cientos de años. Con la construcción de la infraestructura de 1.500 kilómetros para el megaproyecto turístico del Tren Maya, los hallazgos no han tardado en aflorar del suelo. El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) ha recolectado hasta el momento 13.911 piezas arqueológicas, pero tanto su naturaleza, valor y tamaño —escondidos bajo el hermetismo del Instituto— aún están por conocerse. 

Mientras tanto, la construcción del proyecto avanza sin alteraciones de ruta y a trompicones en sus primeros tramos a causa de los yacimientos que va descubriendo a su paso, todavía con la polémica candente por un proyecto rechazado por las comunidades locales debido a su impacto. Ante el secretismo de las autoridades, la comunidad maya repite su propia historia y teme que su patrimonio cultural vuelva a ser víctima de saqueos, expolios o destrucción en nombre del progreso. 

 El tren, que adopta el nombre de la civilización que habita las tierras por las que discurre, es una promesa de desarrollo para los Estados del sureste del país. Además de turismo, comercio, infraestructura y actividad económica, el proyecto asegura la protección y enaltecimiento de la herencia arqueológica que encuentre a su paso. Para ello, un equipo de más de 80 operativos arqueológicos trabajan en conjunto con el INAH para realizar las tareas de salvamento del “patrimonio material no identificado” en la zona de construcción. 

Con la ayuda de mapeos topográficos con tecnología láser y excavaciones se han desenterrado miles de piezas, pero el Instituto no ha detallado ante la petición de información de este diario si se trata de vasijas, abalorios u objetos ceremoniales de mayor valor.

 Las joyas turísticas en la ruta del Tren Maya Hasta ahora, las autoridades han informado sobre los restos arqueológicos encontrados en los primeros cuatro tramos de la construcción de la ruta del tren. En el trayecto de selva de Palenque a Escárcega se han hallado 2.429; en el que va a Calkini, otros 2.211; de ahí a Izamal, las obras han sacado a la luz 6.269 piezas; y en el tramo que conecta hacia Cancún, otras 3.002. El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) ha informado de que se trata de muebles e inmuebles que formarán parte del “acervo histórico, científico y cultural del país” y que pasarán por los protocolos de protección. En caso de que lo consideren, se detendrá la obra y se canalizará a los arqueólogos para la atención de los hallazgos. 

 Sin embargo, los últimos descubrimientos dentro del derecho de vía en Campeche han tambaleado el proyecto. Se trata de bienes inmuebles como caminos, plataformas, zonas habitacionales y estructuras, pero también de cerámica, lítica y restos óseos cerca del paso de las vías. “En el caso específico de la zona en Campeche, efectivamente es un sitio que posee arquitectura monumental, la cual se va a registrar, a proteger y, en el mediano plazo, se verá la factibilidad de su apertura”, ha informado el INAH, quien recuerda que abrir una zona arqueológica implica “un proceso dilatado que tiene que ver con la exploración, conservación y puesta en valor del sitio para ofrecer las condiciones que implica recibir la visita pública”.

 Aun así, no se ha reportado ninguna modificación en la ruta inicial del tren. El doctor en Arqueología e investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas, Rodrigo Liendo, explica que por el número tan elevado de hallazgos, las piezas arqueológicas en cuestión pueden ser meros fragmentos de menor valor. “Ese conteo puede deberse a objetos pequeños como un abalorio o un pedazo de una vasija rota, o solamente pedazos de cerámica. No creo que sea mucho más que eso”. Sin embargo, una de las preocupaciones del investigador es que las obras de excavación —que abarcan medio kilómetro a cada lado de la vía y avanzan a velocidad de crucero para inaugurar el primer tramo en 2023— requieren de maquinaria pesada que podría dañar los vestigios enterrados y de valor desconocido.

 Además, reconoce que en este primer tramo del tren es donde se esperaba encontrar menos monumentos, ya que la ruta sigue una vía ferroviaria ya existente para la que se realizaron las respectivas excavaciones hace 40 años. La zona sureste de Campeche y todo el Estado de Quintana Roo, la siguiente por la que avanzarán las máquinas, son las menos exploradas y donde la posibilidad de encontrar yacimientos relevantes es mayor. Ivan Šprajc, arqueólogo esloveno y descubridor de varios sitios arqueológicos en Campeche, recuerda que toda la República Mexicana está llena de vestigios, “por lo que algunos colegas –arqueólogos mexicanos– han comentado que, si quisiéramos conservar todo, habría que construir un segundo piso en todo el país para la población actual”. Šprajc defiende que la arqueología no debe considerarse como un obstáculo al desarrollo moderno, pero “la destrucción descontrolada” del patrimonio arqueológico resultaría en la “pérdida irreemplazable de la información imprescindible” para entender tanto la historia prehispánica como los procesos de evolución cultural de la humanidad. 

“Más aún, sería paradójico que una obra del tipo Tren Maya, destinada también al desarrollo turístico de la región, conllevaría la destrucción del patrimonio que podría ser de alto potencial turístico”, agrega el arqueólogo. Antes de que se aprobara el proyecto, las comunidades locales manifestaron su preocupación por el impacto del tren en el patrimonio cultural de la zona, además de los daños ecológicos y en el estilo de vida. Jorge Fernández, abogado de la organización en defensa de los derechos humanos Indignación, ha presentado varios amparos para reconsiderar la construcción del tren basados en la protección de los yacimientos arqueológicos desde el año pasado. Pero se han quedado atascados en los tribunales. 

En consecuencia, las obras comenzaron y desenterraron lo que los lugareños a los que representa Fernández temían: vestigios de sus ancestros. “El problema es que en este caso, como en muchos otros, no hay información de ninguna naturaleza sobre los impactos, sobre los trabajos, sobre las prospecciones, sobre la tecnología que se esté utilizando, sobre qué están haciendo con las piezas que encuentran o a dónde se las van a llevar”, denuncia. “La Península tiene más de un 50% de población indígena maya. Esos edificios arqueológicos [los asentamientos precolombinos como los encontrados en Campeche] son también de titularidad cultural y parte su patrimonio”, subraya. Pedro Uc Be, portavoz de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Muuch Xiinbal, describe el sentimiento en su comunidad como una “tristeza tremenda” y “una impotencia” generalizada. “El INAH no da información, no rinden informes al respecto.

 Se ha mantenido una especie de silencio muy cerrado y no han informado de lo que está sucediendo”, denuncia. La poca información que tiene sobre los hallazgos, se la filtran algunos trabajadores de la obra, gente de la comunidad indígena que ha encontrado un trabajo temporal limpiando la zona o en tareas de construcción menores. “Han visto como desentierran cualquier cantidad de vestigios como platos, vasijas, figuras humanas de todo tipo y tamaño. Describen que gente extraña, que no parece mexicana, o los mismos ingenieros de la obra, recogen las piezas y luego desaparecen”, detalla Uc Be, quien reconoce que sus compañeros no son expertos ni tampoco hablan mucho de lo que ven por miedo a represalias o a perder su trabajo. “Les han advertido de que no tienen por qué averiguar ni meterse. Es un saqueo, es una destrucción lo que el Fonatur está haciendo en las vías”, lamenta, con el recuerdo vivo del expolio que sufrió su comunidad desde la conquista española. “Si al menos lo conservaran en el Museo Nacional aún podríamos ir a verlo, pero me parece que este saqueo posiblemente termine en otros países”, lamenta.

Confesiones de la aburrida mamá de Boston que era una espía rusa

 

Elena Vavilova, que pasó más de dos décadas encubierta en Occidente junto a su esposo e inspiró la serie ‘The Americans’, cuenta detalles de su oficio en un libro
MARÍA R. SAHUQUILLO Moscú - 20 JUN 2021 - 05:27 GMT-3 

 Tracey Ann Foley fue durante años la viva imagen de la clase media acomodada de Estados Unidos. Una bonita casa en las afueras de Boston. Dos hijos. Una buena vida. Aburrida vista desde fuera, tal vez. Foley había decidido junto a su esposo, Donald Heathfield, también francocanadiense, que ella se quedaría en casa cuidando de los niños. Así que se convirtió en una de esas ”mamás del fútbol”, que van a los entrenamientos y partidos, y organiza excursiones y barbacoas. Hasta que los hijos se hicieron mayores y empezó a trabajar de agente inmobiliaria. 

 Les iba bien. Su marido, que tenía un posgrado en Harvard, trabajaba de consultor en una empresa y se había forjado una jugosa cartera de clientes, desde General Electric a T-Mobile. Mandaron a los chicos, Tim y Alex, a excelentes instituciones educativas, y cada vez que podían daban un salto a Europa. Era una familia educada, cosmopolita, que había vivido en varios países occidentales y tenía una especial pasión por viajar. Hasta que hace 11 años, en la cuidada y descomunal Operación Ghost Stories, el FBI se adentró en su casa de Cambridge (Massachusetts) ante la mirada atónita de sus hijos y arrestó a la pareja. Toda su vida era una fabulosa fachada. Una tapadera. Foley y Heathfield eran espías rusos. Foley se llama en realidad Elena Vavilova. Nació en Rusia en 1962 y fue captada por el KGB soviético cuando era estudiante de Historia en una universidad siberiana; casi a la vez que su esposo, Andréi Bezrúkov. 

En aquella época eran novios. Se casaron en la URSS, ya como agentes. Y volvieron a conocerse, enamorarse y casarse en Montreal, en uno de sus primeros destinos como encubiertos. “Tuvimos que construirnos una vida discreta, de ‘personas promedio’; así son los buenos espías”, describe Vavilova mientras da pequeños sorbos a un capuchino en un restaurante italiano del centro de Moscú y cuenta retazos de una vida extraordinaria que inspiró la exitosa serie The Americans. Estuvieron más de dos décadas como espías ilegales, lo que en el lenguaje de inteligencia implica sólidas y limpias identidades, sin pasado: en su caso, occidentales, las de dos niños canadienses fallecidos de muy pequeños que el KGB había logrado robar. Un tipo de agente de “especialidad y tradición” rusa desde la época de la revolución que no todos los países cultivan, señala Vavilova. 


Es una mujer estilosa, con una conversación cautivadora y envolvente, en un inglés perfecto, aunque con acento eslavo; un deje que explicaba de manera muy conveniente en EE UU por su origen francocanadiense. Elena Vavilova y Andréi Bezrúkov, en Moscú en la época de su entrenamiento en el KGB. Elena Vavilova y Andréi Bezrúkov, en Moscú en la época de su entrenamiento en el KGB. Vavilova, que alcanzó el grado de coronel, está hoy retirada del oficio y desgrana parte de aquella vida extraordinaria en la novela La mujer que sabe guardar secretos, que la editorial Roca ha publicado en español esta semana (con traducción de Josep Alay) y que ofrece un vistazo poco común al sistema de entrenamiento de los agentes ilegales soviéticos. 

Las prácticas de evasión de la vigilancia, codificación de mensajes, estudio de los mapas y criptografía y, sobre todo, largas horas de estudio y lecciones de idiomas eran fundamentales en el programa. También recibieron entrenamiento en armas y aprendieron artes marciales. La exespía da además algunos detalles de su reclutamiento y sus motivaciones. “La Unión Soviética era entonces un país poderoso, la lucha y la competencia con el bloque occidental estaban calientes y la decisión de unirnos a la organización para defender la patria fue en realidad extremadamente sencilla de tomar”. 

 La misión de Vavilova y Bezrúkov era recabar información de inteligencia. Primero, para la URSS, y cuando esta se derrumbó, para Rusia; y enviar mensajes encriptados a sus superiores en Moscú. Junto al matrimonio, dentro de la Operación Ghost Stories, el FBI capturó a otros ocho agentes rusos. Todos fueron víctimas de una traición, explica Vavilova. Uno de sus superiores cambió de bando y entregó a los estadounidenses las identidades del grupo de agentes encubiertos. Semanas después, Washington y Moscú intercambiaron espías en el aeropuerto de Viena; el mayor cambio de cromos de agentes desde la Guerra Fría, entre ellos Serguéi Skripal, que en 2018 fue envenenado con la neurotoxina novichok en el Reino Unido por agentes rusos, según la inteligencia británica. A su llegada a Moscú les trataron como héroes, “defensores, guerreros secretos”. 

Vladímir Putin, él mismo un antiguo agente soviético (destinado en Alemania) y en aquel momento primer ministro de Rusia, les recibió y condecoró. “Trató de animarnos, nos remarcó que aunque la misión hubiera terminado aún teníamos años por delante y podíamos hacer algo interesante y útil en el país”, rememora Vavilova. El Gobierno les ayudó, les asesoró y les buscó buenos empleos. Ahora, la antigua espía trabaja en Nornickel, una potente compañía minera rusa que tiene los mayores depósitos de níquel y paladio de mundo. Allí se dedica a estudiar a los competidores internacionales. Su esposo es profesor en una prestigiosa universidad y asesor de una gran compañía estatal. La vuelta, sin embargo, no fue fácil, reconoce. 

Habían ido regresando cada tres o cuatro años para despachar en largas e intensas sesiones con sus superiores y para ver a la familia. Sus padres creían que trabajaban como traductores especializados en una agencia similar a la ONU. Habían contado que, por motivos de seguridad de la compañía, no podían dar más detalles ni comunicarse a menudo. Y cuando internet hizo las cosas más sencillas, les explicaron que por razones de privacidad de sus empleos no podían usarlo para charlar. Sus respectivos padres, como buenos soviéticos, aceptaron sin hacer demasiadas preguntas. 

Vavilova y Bezrúkov se fueron de la URSS y volvieron a un país que ya no existía, con dos hijos que no sabían una palabra de ruso y que, aseguran, no conocían en absoluto la verdadera identidad de sus padres. Hace unos años, tras una pelea en los tribunales, Tim y Alex recuperaron la nacionalidad canadiense, que se les había retirado tras el arresto de sus progenitores. En 2019, después del boom de The Americans y con la ayuda del escritor Andréi Bronnikov, Vavilova decidió escribir su novela —un “80% real”, dice— para contar la “realidad” del oficio. “La serie capta muy bien el ambiente y el trasfondo psicológico, los dilemas emocionales y familiares, pero en esta profesión no hay tanta acción. Y no hay asesinatos”, asegura encogiéndose de hombros. 

“Un agente encubierto debe pasar desapercibido. El trabajo requiere mucha paciencia, mucha fuerza intelectual y, a veces, cuando te traicionan, como nos sucedió a nosotros, puede ser un poco frustrante”, sonríe. “También quise escribir para dar ejemplo a los jóvenes. No significa que tengan que ser todos espías, aunque quizá alguien se sienta inspirado. Quería demostrar que es bueno hacer algo útil por tu patria. Hicimos algo importante y muy gratificante. No fuimos allí para hacernos millonarios o famosos, sino para servir a nuestro país. Esa era la misión; mi misión”, remarca. Vavilova, que alcanzó el grado de coronel, desgrana parte de aquella vida extraordinaria en la novela ‘La mujer que sabe guardar secretos’ Asistieron al derrumbe de la URSS por televisión. “Para nosotros fue como una pérdida, la de un país enorme y poderoso. 

Pero nos mantuvimos fieles a la promesa porque nunca trabajamos para un régimen específico o para un presidente concreto; sino para nuestra tierra y las personas que vivían allí. Y seguían siendo los mismos”, abunda. “Además, el país atravesaba un periodo difícil —los turbulentos años noventa— y eso nos dio más ganas de prevenir algunas conspiraciones, ataques. Entendimos que nuestra patria estaba enferma y que nos necesitaba”. Vavilova se muestra convencida de que el trabajo de espía ilegal es todavía fundamental en la actualidad. Aunque también asume que es cada vez más difícil, con la expansión de las redes sociales, los documentos biométricos, los sistemas de videovigilancia y las nuevas tecnologías, que hacen muy complicado construir una identidad de cero. Se dejan rendijas que no solo atisban otros servicios de inteligencia. 

De hecho, ha sido así, cruzando datos y revisando las redes sociales, como algunas investigaciones han destapado los últimos escándalos del espionaje ruso. “Nosotros trabajamos durante la Guerra Fría, cuando claramente había dos bandos. Ahora mucha gente dice que nos enfrentamos a una segunda guerra fría, porque el mundo está dividido; incluso Occidente. El valor de la inteligencia sobre el terreno sigue siendo clave, especialmente en el mundo actual, donde abundan las noticias falsas. Cuando la decisión está tomada, incluso si se detalla en documentos que están en algún lugar de internet —aunque estén protegidos— se puede acceder a ella. Lo importante es saber cuándo se está pensando en tomar una decisión, predecir las acciones y así prevenirlas o estar preparado para enfrentarlas”, opina. Y remarca: “Para evitar una verdadera guerra, caliente, con armas, alguien necesita hacer una guerra secreta, invisible, pero muy importante porque evita llegar al punto de conflicto duro. Incluso hoy: hay que conocer a los adversarios para estar bien protegidos y tener ese derecho de paridad entre los países. Y eso no es solo una misión de las agencias del espionaje rusas, sino de todas las del mundo”

El regreso de Perón: las peleas y los insultos con Cámpora y su preocupación por “los marxistas infiltrados en el gobierno”

 

El 20 de junio de 1973 Juan Domingo Perón regresó definitivamente al país. Lo recibió una verdadera guerra campal que hizo desviar su vuelo a Morón. Antes y después discutió duramente con el entonces presidente Héctor J. Cámpora. Poco después lo desplazaría y tomaría su lugar
Por Juan Bautista Tata Yofre 

En la Argentina de 1973, sumergida en la Guerra Fría, soplaban vientos que mucho tenían que ver con “ideologías foráneas”, dispuestas a todo, como le gustaba decir a Juan Domingo Perón. A éstas les presentó una barrera infranqueable. En esos días, Perón dijo en referencia a Montoneros: “Ellos creían que yo era uno de los de ellos pero yo no era uno de ellos, yo era uno de los nuestros”, entendiendo por el “nuestros” a la ortodoxia, es decir los peronistas. 

Los graves incidentes que ocurrieron en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, el día de su retorno definitivo al país, no marca el inicio de la crisis entre el jefe del Movimiento y Montoneros. La crisis comenzó antes y Ezeiza es solo un eslabón. Luego vino la expulsión de Héctor J. Cámpora y el capítulo final se concretó el 1° de Mayo de 1974. La semana previa a su retorno a la Argentina se dieron aspectos desconocidos por gran parte de los lectores. En Madrid, Cámpora -y todo lo que él representaba- inició su vía crucis. Estos son apenas algunos episodios: En la primera semana de junio de 1973, Juan Domingo Perón fue a la clínica del doctor Antonio Puigvert en Barcelona, para que lo revisase y para despedirse. 

El afamado médico urólogo contó: “Aunque su aspecto no lo denotara tenía ya ochenta años. Y no volvía a la Argentina para pasar bajo arcos triunfales entre aclamaciones y en olor a multitud. Volvía para luchar (…) A mi me lo explicó muy claro y en muy pocas palabras: “No me queda otra solución que volver allá y poner las cosas en orden. Cámpora ha abierto las cárceles y ha infiltrado a los comunistas por todas partes.” También le confesó: “Mire, Puigvert. En estos años he estudiado mucho, he revisado mucho y me he dado cuenta de los errores que cometí en mi primer período. Errores que voy a hacer lo posible de no repetir. 

Como yo ya tengo conciencia de lo que es gobernar, no volveré a caer en ellos”. En otras palabras, como dijo su amigo el periodista Emilio Romero, “de Puerta de Hierro había salido Perón no ya para hacer una revolución, sino para contenerla. Perón estaba ya más cerca de la filosofía que de la política”. Al parecer había cambiado porque no mucho tiempo antes decía otra cosa, o hacía creer otra postura. Una perspectiva que tan bien definió a Romero, un íntimo amigo del ex presidente: “Yo no he cambiado nada. Ha cambiado el tiempo a mí alrededor. Sigo permaneciendo fiel a la media docena de cosas que merecen la pena. 

Y leal a mi tiempo, que es quien nos muda a todos”. El descenso por la escalerilla, con Cámpora detrás El descenso por la escalerilla, con Cámpora detrás El martes 12 de junio de 1973, Armando Puente fue invitado por Perón a conversar un rato en la quinta “17 de Octubre”. El periodista tenía una relación de larga data con el ex presidente. Fue el primer extranjero que entrevistó a Perón cuando llegó a vivir a España en 1961 y desde ese momento va a cubrir periodísticamente su largo exilio en la península Ibérica. 

“Perón me recibió brevemente para hacerme un par de comentarios que le interesaban. Me dijo que “andan diciendo que estoy enfermo… no tengo otra cosa que un pequeño resfriado.” Además, le expresó, entre guiños y medias frases, que las cosas no andaban bien en la Argentina y “que estaba preocupado porque estos aventureros marxistas están entrando en el gobierno… este es un gobierno de putos y de aventureros” (entrevista grabada con Puente). “¿Cómo digo esto?” Se preguntó Puente. Se quedó helado. Lo mismo le dijo meses más tarde al dirigente Julián Licastro. 

 El jueves 14 de mayo de 1973, contrariando lo que le confió a Puente, Perón comunicó al Ministerio de Relaciones Exteriores español que no podría ir a la cena de gala que le iba a dar Francisco Franco a Cámpora en el Palacio de Oriente por “motivos de salud”. Los futuros reyes de España saludan a Héctor Cámpora Los futuros reyes de España saludan a Héctor Cámpora El viernes 15 de junio de 1973, a las 11 horas, el vuelo charter de Aerolíneas Argentinas que traía al presidente Héctor Campora, su esposa, y una numerosa delegación llegó al aeropuerto de Barajas. Al pie de la escalerilla lo esperaba el gobierno español, con Francisco Franco Bahamonde a la cabeza. 

Llamaron la atención las ausencias de Juan Domingo Perón y su señora en el aeropuerto, aunque el programa de actividades tenía previsto que “el General Juan Domingo Perón y su señora esperarán al Señor Presidente y señora en el Palacio de la Moncloa”, pero esto tampoco sucedió. El sábado 16 de junio, a las 21.15 horas, Cámpora tenía previsto asistir al Palacio de Oriente con su delegación donde Franco le ofrecería una cena de gala con todos los honores correspondientes a su jefatura de Estado. Cerca del mediodía, se traslado a la quinta “17 de Octubre” con la idea de convencer a Perón de que asistiera. El automóvil presidencial tuvo que esperar unos minutos, a la vista de todos los periodistas, hasta que fue autorizado a entrar. 

El Presidente de la Nación, con un elegante traje de diario, fue recibido por un Perón que lucía una guayabera colorada y un gorrito blanco, estilo “pochito”, y no lo hizo entrar en la casa. Se quedaron en el porche. Al cabo de un rato se sentaron en un sillón, mientras el periodismo observaba, y conversaron. Tras un cuarto de hora, el presidente argentino se retiró mustio. Por la noche el presidente Cámpora, de frac, investido con la banda presidencial -que por lo general no se usa en los viajes al exterior-, el collar de la Orden de Isabel la Católica y, a la altura del bolsillo del pañuelo del saco, colgaba la medalla de la Lealtad peronista por “Leal Colaborador”, intentó explicarle que sería trascendental su presencia a la recepción… y se refirió a las relaciones con España. Ahí, nuevamente, en presencia de unas pocas personas, Perón, irritado, le dijo que no se atreviera a hablarle a él de relaciones internacionales y volvió a repetir las mismas palabras que le había dicho a Armando Puente, utilizando “homosexuales” y cambiando “aventureros” por “marxistas”. 

El edecán militar, teniente coronel Carlos Corral, sentado entre Perón y Cámpora, hizo el ademán de levantarse y el dueño de casa le tocó la rodilla, diciéndole “no m’ hijo, usted quédese”. Luego, Perón lanzó una frase terrible: “Ustedes son una mierda, el país en llamas y ustedes haciendo turismo.” Angustiado, el Presidente intentó darle su bastón y banda presidencial y Perón comentó que “no necesito el bastón para tener poder”. Como estaba previsto, Perón no fue al Palacio de Oriente y Cámpora, como consecuencia de su visita a Puerta de Hierro, llegó tarde a esa recepción. Tarjeta de invitación a la cena en el Palacio de Oriente Tarjeta de invitación a la cena en el Palacio de Oriente El domingo 17 de junio de 1973, el protocolo preveía “día de descanso” y los Llambí aprovecharon para quedarse un rato más en la habitación del Hotel Ritz. 

Esa mañana sonó el teléfono y atendió Beatriz Haedo de Llambí y, después de identificarse, Perón la saludo. Después le paso el tubo a Benito y Perón los invitó a acompañarlos a almorzar en la quinta. En ese diálogo telefónico, Benito Llambí escuchó que Perón le dijo: “Yo, ya con Cámpora no voy a hablar nada” y a continuación le pidió que él trate con el Presidente y que cualquier cosa se lo debía contar. No figura en sus Memorias pero así sucedió, tal como lo recordó su esposa Beatriz Haedo. Con la discreción y la cautela con que trazaba su camino, Llambí solo comentó el almuerzo en la residencia “17 de Octubre” al que asistieron los dueños de casa, los Cámpora, los Llambí y José López Rega, diciendo que fue “muy especial, porque era ostensible la manera en que el general ignoraba a Cámpora. En numerosas oportunidades éste hizo intentos para introducirse en la conversación, sin que Perón se diera por enterado.

 Después del café, me levanté por dos o tres veces para saludar y retirarnos, ya que mi intención era dejarlos a solas, y en todos los casos Perón nos retuvo. La realidad era que la suerte de Cámpora estaba echada”, acotó Llambí, “a Perón le bastaron veintitrés días – los que mediaron entre el 20 de junio, día de su regreso a la Argentina, hasta el 13 de julio, en que renuncia Cámpora, para terminar con la experiencia juvenil de administración.

” Perón y Cámpora se volverían a encontrar recién en el Palacio de La Moncloa el miércoles 20 de junio. Diputado Adán Pedrini, señora de Llambí, diputado Raúl Lastiri, señora de Cámpora, Benito Llambí, Norma López Rega de Lastiri y el senador Eduardo Paz durante la recepción que ofreció Franco. Diputado Adán Pedrini, señora de Llambí, diputado Raúl Lastiri, señora de Cámpora, Benito Llambí, Norma López Rega de Lastiri y el senador Eduardo Paz durante la recepción que ofreció Franco. El miércoles 20 de junio de 1973 (En Madrid), el Rolls Royce azul para jefes de Estado con el embajador Carlos Robles Piquer, por entonces subsecretario de Asuntos Iberoamericanos del ministerio de Asuntos Exteriores de España, llegó a Navalmanzano 6 a buscar al matrimonio Perón para conducirlo al Palacio de la Moncloa, donde se iba a firmar la “Declaración de Madrid”, y luego partir al aeropuerto de Barajas. Entró en la Quinta y tuvo una corta conversación con Perón -a quien acababa de conocer- e Isabel. 

Luego salieron. Subió al coche Isabel. El ex presidente Perón se detuvo un tiempo - quizás dos o tres minutos - que al embajador parecieron interminables, mirando los árboles que él había plantado y musitó “nunca más volveré”. Perón se veía levemente emocionado. Cuando llegaron a La Moncloa los esperaban los miembros de la delegación argentina, e instantes más tarde arribó Franco. Se realizó la ceremonia de la firma de la declaración conjunta, titulada “Declaración de Madrid” que ponía término a la visita oficial de Cámpora. Era un documento cargado de buenas intenciones que el Caudillo quiso que se firmara con la presencia de Perón. 

Al finalizar el acto, Franco, Perón y Cámpora atravesaron dos salas y se encerraron a solas. Nadie supo de qué hablaron. El único periodista que permaneció del otro lado de la puerta fue Armando Puente. Al concluir, la foto los muestra dirigiéndose a la puerta del Palacio (Perón, Franco, Cámpora y un paso más atrás Benito Llambí y luego Puente). Perón, Franco y Cámpora, seguidos por Benito Llambí y Armando Puente Perón, Franco y Cámpora, seguidos por Benito Llambí y Armando Puente Cumplidos los saludos protocolares de despedida, alrededor de las 7 de la mañana, el vuelo charter de Aerolíneas Argentinas que transportaba definitivamente a Perón a la Argentina decoló de Barajas. 

Sus pasajeros intuían que eran partícipes de un momento histórico, aunque ignoraban la profundidad del abismo que había nacido entre Perón y Cámpora. Con aquello de “información, secreto y sorpresa” que él sabía encadenar, estaba convencido que su movimiento padecía un nivel de “infiltración” nunca antes visto. En esos tiempos se hablaba de “entrismo”. Intuía que hasta donde el cuerpo le aguantara habría de terminar con la epidemia. Leía todo lo que se le alcanzaba y le llamaba la atención. 

Así, estaba al tanto de la extensa conferencia de prensa que unos días antes habían brindado Mario Eduardo Firmenich y Roberto Quieto, líderes de Montoneros y las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias): “Nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral, es decir la que se hace en todas partes, en todos los momentos y por todos los medios, con la participación de todo el pueblo en la lucha, utilizando los más variados métodos de acción, desde la resistencia civil pasando por las movilizaciones, hasta el uso de las armas”. ¿Hablar de armas en pleno período constitucional? ¿Cómo? Se debe haber preguntado durante el vuelo. Perón sabía que iba a ser Presidente de la Nación, también lo intuían sus colaboradores más leales. Desde el día antes del 20 de junio, Juan María Coria y un equipo del matutino La Prensa, se instalaron en el Hotel Internacional de Ezeiza. Como el comedor estaba cerrado, por consejo del colega Enrique Llamas de Madariaga, cenaron en El Mangrullo. “Al día siguiente por la mañana -contó “Coria en Testigos del Poder”– el porvenir de esa jornada nos golpeó de lleno.

 Hombres jóvenes con brazaletes de la J.P. y metralletas colgando de sus hombros, se desplazaban por todos lados.” En un momento se encontró con el ex boxeador Oscar Sostaita, un leal amigo de Perón, que le dijo en voz baja: “Esto no me gusta nada…”. poco después de las 14.30 comenzó la embestida de los Montoneros sobre el palco. Hubo disparos para frenar el avance. La batalla comenzaba (…) grupos de izquierda peronista y sectores trotskistas ametrallaban el palco para tomarlo y recibir a Perón en nombre de la Patria Socialista; los de la Patria Peronista lo defendían sin desperdiciar balas”. La fiesta se había transformado en un pandemonio. O, en otras palabras, era la obra de arte final del desorden en el que habían sumergido Cámpora y sus seguidores a la Argentina. Hubo incidentes de todo tipo, linchamientos, castraciones y ahorcamientos en los árboles, y el avión que traía a Perón descendió en la Base de Morón.

 El miércoles 20 de junio de 1973 (en Ezeiza), Vicente Solano Lima, presidente de la Nación interino, habla al avión presidencial que en ese momento sobrevolaba Porto Alegre, Brasil: -”Mire doctor, aquí la situación es grave. Ya hay ocho muertos sin contar los heridos de bala de distinta gravedad. Ésa es la información que me llegó poco después del mediodía. Ya pasaron dos horas desde entonces y probablemente los enfrentamientos recrudezcan. Además, la zona de mayor gravedad es, justamente, la del palco en donde va a hablar Perón.” -Héctor J. Cámpora (desde la cabina del avión presidencial): “¿Pero doctor, cómo la gente se va a quedar sin ver al general?”. -Lima: “Entiéndame, si bajan aquí, los van a recibir a balazos. 

Es imposible controlar nada. No hay nadie que pueda hacerlo.” Según Lima, ya en la Base de Morón, Perón insistió en sobrevolar la zona para, por lo menos, hablarle a la gente con los altoparlantes de los helicópteros. “Pero le expliqué que también era imposible: en la copa de los árboles del bosque había gente con armas largas, esperando para actuar. Gente muy bien equipada, con miras telescópicas y grupos armados que rodeaban la zona para protegerlos. No se los pudo identificar, pero yo tenía la información de que eran mercenarios argelinos, especialmente contratados por grupos subversivos para matar a Perón.

” El doctor Pedro R. Cossio, integrante de equipo médico que cuidó a Perón hasta el día de su muerte, además de contarlo en su libro, lo reiteró ante la Justicia, cuando afirmó que “en varias oportunidades el General Perón le manifestó a mi padre en mi presencia la convicción de que en Ezeiza grupos extremistas de izquierda lo querían matar, mantuvo hasta el momento de su muerte”. El 20 de junio de 1973, el entonces comodoro Jesús O. Capellini hacía escasos meses que se desempeñaba como comandante de la VII Brigada con asiento en Morón, tanto es así que todavía habitaba una casa en el barrio de oficiales de Ezeiza. En esas horas escuchó, de uno de los choferes de los tantos funcionarios que estaban en la base, que Perón bajaría en Morón. 

Sorprendido, tomó un helicóptero para recorrer la zona del acto y al sobrevolar la marea humana, cercana al Puente 12, observó que abajo reinaba el caos. Cuando retornó a su base lo llamó el comandante de Operaciones Aéreas que le dice: “Capellini, quédese ahí porque es posible que Perón baje en Morón”. Al poco rato, vió aparecer en el horizonte al avión de Aerolíneas Argentinas y le pide a sus pilotos que “hagan un 360 (grados) y denme un poco de tiempo para ordenar las cosas”. Ya en esos momentos observó que mucha gente estaba rodeando la base y amenazaba con entrar por delante—donde estaban unas rejas que se movían por la presión de la muchedumbre—y por los fondos. Lo único que salvó la situación de emergencia fue el despliegue de los perros guardianes con que contaba la dotación aeronáutica. 

Cuando bajaron todos los pasajeros del avión, Capellini habló con el piloto y le preguntó por qué no había realizado el sobrevuelo de 360 grados que le había pedido. La única respuesta del piloto fue: “Porque no tenía seguridad de nada”. Perón y unos muy pocos más entraron en el despacho del jefe de la base y Capellini entraba sólo para atender los llamados urgentes que recibía. Benito Llambí recordó que “ingresamos a una sala en la que de inmediato se le expuso a Perón el problema de Ezeiza. Sin disimular para nada su fastidio, hizo responsable de toda la situación al ministro del Interior Esteban Righi, a quien retó en términos durísimos delante de todo el mundo”. 

 A Perón e Isabel los subieron a un helicóptero UH-1H para trasladarlos a la residencia presidencial de Olivos y Héctor Cámpora quiso abordarlo. En ese momento, se lo impidieron porque “por razones de seguridad” no podían viajar en la misma máquina. “La residencia presidencial de Olivos (RPO, en los radiogramas entre las fuerzas de seguridad) no estaba preparada para recibir a Perón”, recordó el entonces teniente de Granaderos Jorge Echezarreta muchos años más tarde. “En horas de la tarde recibí un llamado del coronel Flores, desde la Casa de Gobierno, donde me informaban: ‘el general Perón se dirige a Olivos’. 

Fue una tranquilidad recibir de un comando superior la expresión ‘general Perón’ porque hasta ese momento no se lo podía mencionar por el grado militar. Le informé de la novedad al jefe del Escuadrón Ayacucho, capitán Grazzini, y nos pusimos a reforzar la guardia. Desplegamos todos los elementos de seguridad. No se sabía muy bien, en ese momento, lo que estaba sucediendo en Ezeiza. El teniente se paró en el helipuerto y mirando hacia la avenida y las calles colindantes y ordenó cerrar todas las ventanas. La residencia de Olivos en aquella época no tenía un paredón que la resguardara. Sólo había una simple ligustrina. 

Yo estaba en la puerta de entrada con los soldados del regimiento y cuando llegó Perón nos ayudo su guardia personal, con Juan Esquer a la cabeza, compuesta mayormente con suboficiales retirados. Era todo un gran desorden porque era difícil compatibilizar el protocolo con la seguridad. Todos querían entrar con cualquier tipo de credenciales. A Perón se lo vio cansado y preocupado. “No quiero recibir a nadie”…ésa fue la orden. Al día siguiente, muy temprano por la mañana, acompañé al general Perón a caminar por los jardines de la residencia. Durante la breve caminata, Perón, luego de escuchar un relato de la situación de parte de un oficial superior, solo observó: “Hay que esperar que las burbujas lleguen a la superficie”. El jueves 21 de junio de 1973, a primera hora de la mañana, Juan Domingo Perón y su séquito abandonaron Olivos por la Puerta 5 en dirección de su residencia en Gaspar Campos 1065 y desde allí José López Rega comenzó a citar a algunos ministros del doctor Héctor Cámpora. 

No fueron de la partida Esteban Righi y el canciller Juan Carlos Puig. De acuerdo con el relato de testigos, luego de comenzada la reunión llegó el Presidente Cámpora con el Edecán presidencial, coronel Carlos Alberto Corral, quien atinó a retirarse y Perón le pidió que se quedara, obviamente para tener un testigo militar. En la ocasión, Perón “le reprochó a Cámpora, en términos muy duros, la infiltración izquierdista en el gobierno. Y le criticó los nombramientos que, dentro de esa tendencia, había producido. Perón levantaba el dedo índice mientras hablaba. “Yo nunca lo había visto así”, diría una de las fuentes del relato.

 “Estaba muy enojado, muy disgustado. Estaba marcada ya la ruptura con Cámpora”. En términos similares recordó ese momento, en su libro “El último Perón”, el entonces Ministro de Educación, Jorge A. Taiana, cuando Perón, ostensiblemente nervioso y de mal humor, arremetió: “El Estado no puede permitir que los edificios y bienes privados sean ocupados o depredados por turbas anónimas, pero menos aún puede tolerar la ocupación de sus propias instalaciones. Para eso está la policía y si no es suficiente debe echarse mano de las Fuerzas Armadas y tomar a los intrusos: a la comisaría o a la cárcel. Para salvar a la Nación hay que estar dispuesto a sacrificar y quemar a sus propios hijos”. Según Taiana “un verdadero exabrupto”. 

También confirmó que Perón realizó una muy ácida alusión a la inoperancia gubernamental, incluida la de los hijos y amigos del presidente Cámpora, mientras, de pie, contra la pared, el edecán militar Carlos Corral escuchaba atentamente. Frente a este panorama, Taiana escribió que “me retiré preocupado, el Jefe y sus allegados vivían un clima tenebroso de muy malos augurios”. El ministro Taiana no calibró en su real dimensión la situación que se vivía: El clima tenebroso estaba en la calle no adentro de la casa de Gaspar Campos 1065. Esa noche del 21, Perón habló por televisión, flanqueado por el presidente Cámpora y el vice Vicente Solano Lima. Atrás, parados, José López Rega y Raúl Lastiri, completaban la escena. 

Lo que nadie dice es que Perón, como adivinando el futuro, trajo escrito desde Madrid los tramos esenciales del discurso. Nada estaba improvisado. En la ocasión, envió un claro y enérgico mensaje a todas las “organizaciones armadas”, y en especial a Montoneros: --“Conozco perfectamente lo que está ocurriendo en el país. Los que crean lo contrario se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una post-guerra civil que, aunque desarrollada embozadamente no por eso ha dejado de existir. A ello se le suma las perversas intenciones de los factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales”. -”Hay que volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia.

 En la función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad ha de exigir la autoridad que necesita para defenderla dignamente. La responsabilidad no puede ser patrimonio de los amanuenses”. -“Nosotros somos justicialistas, no hay rótulos que califiquen a nuestra doctrina y a nuestra ideología. Los que pretextan lo inconfesable, aunque lo cubran con gritos engañosos o se empeñen en peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie. Los que ingenuamente piensen que así pueden copar nuestro Movimiento o tomar el Poder que el pueblo ha conquistado se equivocan”. 

 -“Ninguna simulación o encubrimiento por ingeniosos que sean podrán engañar. Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse que, por ese camino, van mal… a los enemigos embozados, encubiertos o disimulados les aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.” El domingo 24 de junio de 1973, la historia comenzaba a trazarse en otro lado, durante el encuentro que mantuvo Perón con el líder del radicalismo Ricardo Balbín, dejando de lado al presidente Cámpora y el ministro del Interior. 

El encuentro se iba a realizar en la casa de Balbín en La Plata, como devolución a la visita que el jefe radical hizo a la casa de Gaspar Campos el 19 de noviembre de 1972, pero por razones de seguridad se concretó en las oficinas de Antonio Tróccoli, jefe del bloque de diputados de la Unión Cívica Radical. Oficiaron de mediadores el propio Tróccoli y el presidente de la Cámara Baja, Raúl Lastiri. Hablaron a solas pero en la Argentina casi no hay secretos. Ricardo Balbín quedó anonadado por la forma de hablar de Perón sobre el gobierno de Cámpora.

 Fue directamente al grano: no estaba de acuerdo las ocupaciones a las oficinas públicas y de los excesos que se cometían a diario, y le dijo que se intimaría a los grupos armados para que se desarmen “y si no actuará la Policía que para eso está”. Balbín, desde unos días antes, estaba al tanto de algunos pensamientos de Perón a través del teniente coronel Jorge Osinde, pero nunca imaginó la profundidad y la vecindad de la crisis. Perón le adelantó que se habrían de producir cambios en el gobierno. “Claro -respondió Balbín-, es de suponer que cuando se sancionen las modificaciones a la ley de ministerios, todos ofrecerán sus renuncias y entonces se producirán los cambios”. La respuesta de Perón no se hizo esperar: “No, no podemos esperar tanto; tendrán que producirse ya mismo”. El 13 de julio de 1973, tras un golpe palaciego, “la primavera camporista” llegaba a su fin.

El estremecedor relato del hombre que rescata niños en el Mediterráneo: “Una cosa es ver muertos, y otra verlos morir y saber que no vas a llegar”

 

Òscar Camps es catalán, tiene 57 años y dedica su vida al rescate de migrantes a través de su ONG Open Arms. En el Día Mundial del Refugiado y mientras comparte el vuelo que Enrique Piñeyro puso a su disposición para relevar la situación de los migrantes de Senegal -que huyen empujados por la pesca ilegal-, habló con Infobae de este drama que moviliza a 82 millones de personas en el planeta

-¿Qué crees que es lo que lleva a una persona a jugarse la vida? -

En cuanto entras en el medio acuático, en el medio marítimo, ya entras en hostilidad. El agua es hostil para el ser humano: la temperatura, la meteorología y todos los otros factores son hostiles. Pero debe ser mucho más hostil el lugar del que huyes, porque cuando te pones en riesgo no es solamente porque tienes una necesidad de tener una mejor manera de vivir o de ganarte la vida, sino realmente es porque no tienes vida. 

¿Qué vida vas a perder si no la tienes donde estás? ¿Qué vida vas a arriesgar si no la tienes? 

Es absurdo. No se están jugando la vida, ya no tienen vida. Los hemos matado antes de que se ahoguen. Hemos manipulado a sus gobiernos, los hemos privado de democracia, y les hemos privado la condición de gozar de los derechos humanos. ¿Qué les queda? Entonces, no se van a jugar la vida, no tienen vida. Pero tienen la posibilidad de tener una si salen de donde están. -Los discursos de derecha dicen que no hay lugar para todos en Europa. ¿Hay lugar para todos? -Mira, solamente quieren llegar a Europa un 18% de la emigración africana. El resto son desplazamientos internos en el mismo continente. 

Así que no estamos hablando de una invasión ni mucho menos. En España concretamente, según datos del año pasado, el 37% de la migración irregular que llega a España llega en pateras (balsas) desde África. Ni siquiera es el 50%. La mayoría de la inmigración irregular que llega a España no llega en patera, llega en avión, y no es de África. Así que estamos sobrealimentando un concepto que solamente le interesa a los grupos xenófobos o a los partidos de extrema derecha que intentan ganar votos a través del racismo. El 90% de los refugiados que llegan a Europa por España o Italia o Grecia no quieren quedarse ni en Italia, ni en España, ni en Grecia. Su destino es otro. Es algún país centroeuropeo porque son de habla anglófona o francófana. No quieren quedarse en España, quieren ir a Bélgica o a Reino Unido, o a Holanda o Francia, donde tienen un amigo, un pariente, un conocido o un paisano que les espere y que les pueda ayudar. 

 -Se suele estigmatizar a los migrantes, hacerlos parecer como personas peligrosas o que están en falta y no han hecho nada. ¿Por qué creés que sucede esto? 

 -Hay una tendencia a deshumanizarlos, a convertirlos en ilegales. Nadie es ilegal. En todo caso están en una situación administrativa irregular. Pero si a tí te caduca el DNI, te caduca tu tarjeta de identidad, también estás en una situación administrativa irregular y no te van a llamar ilegal. Y en aguas internacionales, que es donde nosotros rescatamos a estas personas que quedan a la deriva, no hay migrantes. Si lo dice la propia palabra: aguas internacionales, son de todo el mundo. ¿Por qué decimos que hay migrantes en aguas internacionales? 

¿Qué pasa? ¿Que son de todo el mundo excepto de los negros?

 Entonces, hay muchos conceptos que ya se prefabrican y que caemos en la trampa de utilizarlos cuando realmente lo que hacen es denigrar a estas personas e intentar deshumanizarlas para que no nos duela, al primer mundo, verlas morir. Pero ya las matamos antes de venir, como te decía, antes de que se ahoguen. Ya los hemos matado. Migrantes a la deriva en medio del Mediterráneo. En la zona entre Libia e Italia los principales responsables de los rescates son los voluntarios de Open Arms y Médicos Sin Fronteras. Foto: Santi Palacios. Migrantes a la deriva en medio del Mediterráneo. 

En la zona entre Libia e Italia los principales responsables de los rescates son los voluntarios de Open Arms y Médicos Sin Fronteras. Foto: Santi Palacios. -Contaste que hubo un momento que saliste de la burbuja. Haber salido y haberte comprometido tanto con esta temática, ¿hace que el mundo duela menos o más? -Cuando más ves, más sabes. Cuando más sabes, peor te sientes. Más doloroso es. Yo recuerdo que de pequeño para mí fue un golpe enterarme de que los Reyes Magos eran los padres, pero de mayor fue un golpe muy duro enterarme de que la Unión Europea eran mis abuelos. Es una mentira.

 No hay Unión Europea. 

La hemos convertido en otro mercado común, en una unión administrativa económica, donde la parte social, la parte esencial se pierde o no tiene ningún interés. Solo se busca el rendimiento económico, los intereses económicos, geopolíticos, estratégicos. Pero las personas han quedado fuera de la Unión Europea, y es una decepción. Y ver la inacción deliberada de la Unión Europea en materia de migración, y sobre todo en el salvamento, porque Europa está rodeada de agua y estas personas intentan llegar a Europa por el mar, y las abandonamos cuando quedan a la deriva. No queremos saber nada, no queremos oír sus “auxilio” y su pedido de ayuda. 

Y entonces incumplimos convenios internacionales, incumplimos con el derecho marítimo internacional, con los del menor, con la convención de Ginebra… Con todo. Y no solamente eso sino que encima pagamos a terceros países para que hagan el trabajo sucio, para que frenen las salidas desde fuera. Países de dudosa solvencia democrática como Marruecos, que es una dictadura disfrazada de monarquía; como puede ser Libia, que es un Estado fallido donde hay grupos armados que se autoproclaman gobierno legítimo y que Europa los financia. Y Turquía, otra dictadura que estamos financiando.

 ¿Qué política migratoria es ésta? ¿Dónde está la Unión Europea? ¿Qué es la Unión Europea?

 O sea, ¿hicieron falta 70 millones de muertos para que unos intelectuales se juntaran en París e hicieran la Declaración Universal de los Derechos Humanos para incumplirlos, para omitirlos, para ningunearlos ahora? Los derechos que nuestros abuelos consiguieron, nosotros los perdemos y nadie protesta, porque creemos que son los derechos de los inmigrantes. No, los derechos humanos son los de todos, son los tuyos y son los míos. 

¿Y si ahora le hacen esto a estas personas, cuando llegue el momento qué nos harán a nosotros? -¿Te valió más apoyos o enemistades tu labor al frente de Open Arms?

 -Indiscutiblemente, apoyos. Indiscutiblemente. Porque lo que hacemos tiene tiene muchísimo sentido. Tiene un sentido moral, un sentido ético y un sentido espiritual. Es salvar vidas, proteger la vida humana. ¿Hay algo más importante que salvar una vida? Nada es más importante y más prioritario que proteger una vida humana sabiendo que está en peligro y que va a morir si no recibe ayuda. Entonces, indistintamente de quiénes sean, de donde vengan, a donde vayan, por qué motivo... Indistintamente de todo eso son personas y son vidas que hay que proteger. Y cada vida cuenta, y no tienen por qué morir. No es necesario que mueran. Son muertes inútiles. No hay ninguna necesidad. Nosotros los rescatamos y los entregamos a la administración. Los ponemos en manos de la administración, y que se resuelva su situación como se tenga que resolver pero no hace falta que muera nadie. Y eso genera enemistad de los grupos interesados de extrema derecha que utilizan al inmigrante y la inmigración como arma política, pero nada más. Su discurso es muy pernicioso. -Bueno, son pocos. O sea, nos parecen muchos porque hay mucho silencio. Porque nadie combate.

 Y entonces creemos que los que callan son cómplices. Pero los que callan, callan porque todavía no se han pronunciado. Pero realmente tenemos muchísimos más apoyos que detractores. Indudablemente, si no ya hubiéramos cerrado la actividad porque nos sostenemos por donaciones privadas, por pequeñas donaciones de la sociedad civil. El 90% de nuestras donaciones son de la población civil y son pequeñas donaciones recurrentes cada mes, o cada tres meses o cada seis meses. Pero son muchísimas personas que nos dan pequeñas donaciones. No queremos participaciones de gobiernos ni de partidos políticos. 

 -¿Nunca te han amenazado? -¿Amenazado de muerte? 

En cinco idiomas. En árabe, en alemán, en griego, en inglés, en italiano, en francés, en español, en catalán... Han llegado a destrozar el coche, a pintar una esvástica en el coche de mi pareja, a fotografiar la puerta de mi casa y a convertirme en un objetivo de cualquier descerebrado de extrema derecha que viva cerca. Porque cuando te muestran tanto te están convirtiendo en un objetivo. Y hay algunos que son descerebrados y en cualquier momento pueden hacer cualquier cosa. -¿Imaginabas cuando empezaste tu empresa o tu carrera como rescatista privado que ibas a terminar creando Open Arms? -No, nunca fue mi intención. Mi intención fue una vocación. 

Yo soy por vocación, porque tenía otras actividades, porque soy empresario desde los 24 años. Tengo 57. Excepto mi periodo en Cruz Roja de 8 años, siempre he trabajado para mí. Pero descubrí el socorrismo y me vinculé a eso. Evidentemente que en mi país no te podías ganar la vida como rescatista. Era un trabajo de voluntarios, de ONG y de verano, y de gente muy joven. Y yo siempre he creído que es una responsabilidad muy alta cuidar de las personas y de las vidas en las playas, sobretodo en mi país, que son playas de máxima afluencia donde pueden haber 30 y 40 mil personas en una playa. Entonces es una responsabilidad muy grande en un país que recibe 50 millones de turistas en un verano. 

No podemos dejar esa seguridad de esas personas en manos de grupos de voluntarios sin más. Había que profesionalizar ese sector y me encargué de ello. Y fue una de las primeras empresas, por no decir la primera empresa privada que se dedicó a este sector cuando no había ninguna. Cuando todo esto estaba en manos de ONGs. Así que me costó mucho poderme ganar la vida en este rubro, en esta actividad. La empresa tiene más de 20 años. -Sigue viva. -Sí, sigue funcionando, pero yo no la gestiono. Mi sueldo viene de ahí y de otras, pero ahora me puedo dedicar a Open Arms. 

Yo fui a Lesbos en el 2015 porque creía que podía hacer algo. Soy rescatista. Ahí estaba muriendo gente. Era septiembre. Aquí en España había acabado la temporada de playas. ¿Por qué no voy a ayudar? Si tengo los medios y la capacidad, pues decidí asignar una cantidad de dinero a esta aventura y fui a probar. Primero ofrecí la compañía, que es Proactiva. La ofrecí a la administración, se la ofrecí a los griegos al gobierno español, a Frontex, a Médicos Sin Fronteras... Les di muchísimo material, muchísimas embarcaciones, motos de agua, profesionales de salvamento. 

Y los ponía a disposición un mes sin cargo para poder proteger una isla de Grecia, la que fuera, para ayudar a los griegos con lo que estaba pasando. Pero nadie nos contestó. Nadie nos contestó ni nos tomó en serio. Así que decidí ir por mis propios medios, como mochilero. Con un bañador, un neopreno, unas aletas, un silbato y una radio. Fuimos dos: yo y Gerard, uno de los empleados de la compañía que hoy sigue con esto. 

 -¿Por qué fuiste? ¿Qué es lo que te convenció?

 -Ver la foto de Aylan (Aylan Kurdi, el niño que fue fotografiado sin vida en una playa turca, víctima de un naufragio de migrantes sirios que se dirigían a Grecia). Me conmovió mucho. Yo tengo un niño de 8 años que tiene la misma edad que tendría Aylan si no se hubiera muerto. Yo cuando vi ese niño en la playa muerto, yo vi a mi hijo. Yo no vi un sirio, yo vi a mi hijo allí. Y dije: “¡Hostia, qué duro! ¿Cómo puede pasar esto? ¿Nadie los ayuda?”. A nosotros no se nos mueren los niños en las playas porque tenemos servicios de salvamento. Puede que ocurra un accidente lamentable, ¿pero naufragio que no lo atienda nadie? Me chocaba muchísimo. Eso estaba ocurriendo, así que decidimos ir y una vez allí vimos que al mes que no podíamos estar como turistas y decidimos crear una asociación para tener un seguro de responsabilidad civil por si nos pasaba algo. -¿Recordás el primer rescate? -Sí, recuerdo el primero. 

No es el más memorable ni el que más me impactó. Fue una intervención que podía haberse dado en una playa de cualquier país de primer mundo. Y allí no había nadie para hacerlo más que nosotros. Y lo hicimos. Fue rescatar una barca que reventó el flotador y cayeron unas veinte personas al agua. Algunas se pudieron coger a la barca, otras llevaban chaleco, otras se estaba ahogando. Entonces fuimos nadando hasta allí y empezamos a traerlos nadando y a ponernos a salvo primero, a protegerlos, asegurarlos, y luego los llevamos a la orilla. 

Fue el primer rescate. -¿Qué zona es más complicada: el mediterráneo central (donde llegan migrantes de Libia a Italia) o Lesbos y el mar Egeo (donde llegan desde Turquía a Grecia? 

 -Lesbos, sin dudas. Fue más duro para nosotros porque llegaban tres o cuatro mil personas al día. Muchísimas y a todas horas. No había descanso. No podías dormir. -¿Sentís que llegaste preparado para lo que viste? -Nadie está preparado para eso. ¿Para ver morir tanta gente? No. Una cosa es ver muertos, otra cosa es verlos morir. Y no te dan más ni tus brazos ni tus fuerzas. Estás salvando a los que tú crees que tienes que salvar pero hay otros que se están muriendo y no vas a llegar. -Tenés que elegir a quién salvás. -Eso fue el drama de la vida. La primera vez que rescatamos de un naufragio los niños eran nuestra prioridad, porque las madres están con ellos en brazos aferradas, y se cansan y al final los niños se les hunden y se les mueren en los brazos. Entonces empezamos a sacar niños, y niños, y niños. Y cuando volvimos, los padres ya no estaban. Y cuando llegamos a puerto, los vimos a los niños ahí sentados y solos.

 ¿Qué hemos hecho? En un país que no es el suyo, un continente que no conocen, no hablan la lengua, tienen otra religión… ¿Qué les va a pasar a estos chavales sin los padres? Los habíamos rescatado pero cuando fuimos por los padres no los encontramos. ¿Y qué hago con ellos ahora? Ahí decidimos que la próxima vez rescataríamos a familias enteras, y dejaríamos morir a familias enteras. ¿Qué vas a hacer? No puedes hacer nada. Quién eres tú para decidir eso. Y después, ¿cómo convives con eso? Es muy duro todo esto.

Las dos reglas de política exterior que Joe Biden aplicará en América Latina y que Sergio Massa escuchó durante su visita a Washington

 El presidente de la Cámara de Diputados accedió a influyentes protagonistas vinculados a la Casa Blanca y el Capitolio que revelaron la hoja de ruta que la administración demócrata diseñó para profundizar la relación con Argentina, mantener la estabilidad institucional en la región y frenar la influencia de China en el

Por Román Lejtman Joseph Biden aplica un programa de Gobierno que lo aleja de Barack Obama, preserva cierta perspectiva diplomática de Donald Trump e intenta consolidar una agenda para América Latina que remoza la tradicional Grand Strategy de los Estados Unidos. México aparece como su principal socio regional y Alberto Fernández como un fixer por sus contactos con Bolivia, Cuba, Perú y Venezuela, si puede enderezar su estrategia geopolítica política en zigzag y la crisis interna en el Mercosur.

 El Presidente de los Estados Unidos además se muestra preocupado por la influencia de China en América Latina y la inestabilidad política de países -Colombia, Chile y Perú-, que son aliados y ahora sufren convulsiones inesperadas para Washington. Primera regla de política exterior Massa se reunió con Juan González (asesor especial de Biden para la región), Julie Chung (Departamento de Estado), Gregory Meeks (representante demócrata), Bob Menéndez (senador demócrata) y Richard Martínez (Banco Interamericano de Desarrollo), expuso en el Interamerican Dialogue (IAD) y en el Consejo de las Américas, y cenó con Bill Clinton en un legendario restaurante en Connecticut. 

 Todos los interlocutores de Massa, altos funcionarios de la Casa Blanca y de organismos multilaterales de crédito, miembros del Capitolio, think tanks y el ex presidente Clinton, mostraron su preocupación por China y su influencia geopolítica en la región. El Presidente de la Cámara de Diputados escuchó en Washington que esa influencia de Beijing está dada por las dificultades estructurales de la región y el impacto social y económico causado por la pandemia del COVID-19. A Massa le explicaron en reserva que Joseph Biden tiene un programa para detener la ofensiva de Xi Jinping y que no aceptará posiciones diplomáticas intermedias presentadas como una agenda equidistante y multilateral.

 El plan de Biden para contener a China se vincula con un informe de inteligencia que prepara el Pentágono sobre las áreas de influencia propias que Beijing intenta apropiar con su propio softpower, la decisión de sumar a Xi Jinping en la agenda del Cambio Climático y el Acuerdo de París, y la competencia por el financiamiento blando en toda América Latina. En este contexto, Massa conoció que el Senado de los Estados Unidos aprobó y remitió a la Cámara de Representantes un proyecto de ley que destina más de 170.000 millones de dólares para la investigación y el desarrollo.

 Una parte de esos fondos se usarán para capitalizar al BID y a la CAF, que tendrán la función de igualar los fondos financieros que China utiliza para colonizar a América Latina. “Mientras otros países siguen invirtiendo en su propia investigación y desarrollo, nosotros no podemos quedarnos atrás. Estados Unidos debe mantener su posición como la nación más innovadora y productiva del mundo”, señaló Biden en obvia referencia a China cuando conoció que el proyecto había recibido media sanción en la Cámara alta del Capitolio.

 La presión de Biden sobre Xi es una continuidad diplomática de la agenda geopolítica de Trump. Obama buscó un acercamiento diplomático con China -deseaba una bipolaridad amistosa y cooperativa-, pero Biden descartó esa estrategia bilateral e intenta consolidar su posición agonal respecto a Beijing. Estados Unidos considera que África es un continente a merced de China y su facilidad para construir obras de infraestructura y regalar tecnología en las comunicaciones y en la vigilancia.

 Desde esta perspectiva, Biden no quiere que este esquema de conquista territorial se repita en América Latina, y por eso desplegará ayuda bilateral y no aceptará que Huawei se quede con el control del 5G en la región. Alberto Fernández aún no descartó que Huawei pueda competir en las licitaciones del país, y la empresa china ya accedió a un contrato clave autorizado por ARSAT. Antes de fin de año, cuando ya tenga sancionada la ley para competir con China, Biden dispondrá de una partida de 1.500 millones de dólares para desarrollar tecnología 5G. 

 Una señal clarísima para Balcarce 50 y su política exterior que se mueve en permanente zigzag. Segunda regla El discurso multilateral que exhibe Alberto Fernández cuando habla con los líderes europeos -Emmanuel Macron, Ángela Merkel, Pedro Sánchez y Antonio Costa- es considerado una señal auspiciosa en la Casa Blanca. Y también se sopesa como un gesto de acercamiento las jugadas de diplomacia secreta que el presidente argentino lideró en Centroamérica a pedido de Washington, Roma y Madrid. Pero los tapones del Salón Oval saltan en llamas cuando Alberto Fernández apoya a Hamas en la ONU y se abstiene de condenar a la dictadura de Nicaragua en la Organización de Estados Americanos.

 En este escenario, Biden y sus asesores para la región asumen lo peor: no se trataría sólo de una posición ideológica que remite a la Guerra Fría, sino que para ellos además es la ausencia de conocimiento de la agenda global y de los principios básicos de la diplomacia moderna. La Casa Rosada justificó su abstención en la condena contra el régimen sandinista para evitar “un nuevo empoderamiento” de Luis Almagro, secretario general de la OEA. 

Un argumento basado en un hecho geopolítico del pasado, que Massa sabía y terminó de ratificar en su viaje a DC. Biden considera que el ciclo de Almagro comienza a languidecer y que ya es momento de encontrar un nuevo secretario de la OEA que remoce el concepto de “Carrot and Stick”. La Casa Blanca transmitió este concepto a la Cancillería argentina y por eso no entendió su Ala Oeste por qué Alberto Fernández optó por privilegiar un voto de abstención que lo puso al lado de Belice y Honduras, dos países con relación cuasi inexistente con el país. Massa aterrizó en Buenos Aires con un convencimiento que ya adelantó al jefe de Estado. Washington está preocupado por la inestabilidad política de Chile, Colombia y Peru.

Y no sabe aún cómo establecer una relación confiable con Jair Bolsonaro, que ha puesto a Brasil en contra del Acuerdo de Cambio Climático de París. A través de su asesor especial Juan González, Biden sugirió que Alberto Fernández puede actuar como un fixer en América Latina. Esto significa para la mirada de los Estados Unidos que Argentina -pese a los efectos económicos del COVID-19 y su intención de refinanciar toda la deuda del FMI y el Club de París-, puede contribuir a establecer mecanismos de estabilidad institucional en la región.

 Esa opinión de la administración demócrata se basa en la cercanía que Alberto Fernández tiene con Andrés Manuel López Obrador (México), Luis Arce (Bolivia) y Pedro Castillo (Perú), y los regímenes dictatoriales encabezados por Nicolás Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua) y Miguel Díaz-Canel (CUBA). Además, el Departamento de Estado computa al Mercosur como parte de la presunta influencia regional del Presidente. Se trata de un acto de voluntarismo diplomático: el bloque regional está a la deriva, y ni siquiera hay consenso para organizar una cumbre de cancilleres y de ministros de Economía. Sin embargo, Biden asesorado por González -que compartió una larga cena con Massa- ya decidió hacer una apuesta a Alberto Fernández. No se olvidó del voto a Nicaragua, ni de su posición ambivalente con la violación de los derechos humanos en Venezuela. 

Pero necesita un presidente que pueda moverse en todo el tablero regional, y Massa robusteció esa idea en todas las reuniones que protagonizó durante las 80 horas que estuvo en DC. La Casa Blanca está dispuesta a reflejar su confianza a Alberto Fernández. Ya se inició el procedimiento burocrático para coronar una visita oficial a Washington, y si no se pudiera por el COVID-19, habría un encuentro virtual con Biden. Hasta ahora, Alberto Fernández sólo habló con Biden antes que sucediera a Donald Trump. Una llamada de cortesía. 

Y nada más. El presidente detesta a Trump y aplaudió la llegada de Biden. Francisco habla muy bien del líder demócrata, y Alberto Fernández casi siempre toma la opinión del Papa como una verdad revelada. El jefe de Estado también desea una profunda relación bilateral con Washington, pero aguarda una señal diplomática que exhiba los términos de la estrategia de la Casa Blanca con la Casa Rosada. Alberto Fernández pretende colocar a la Argentina en la conducción de la Corporación Andina de Fomento (CAF), un organismo multilateral que está manejado por Colombia con el apoyo de los Estados Unidos. 

Washington no tiene voto en el directorio de la CAF, y siempre mueve detrás de bambalinas para apoyar un candidato o sacar bolilla negra. Cristian Asinelli, subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales, es el candidato argentino para la CAF. Asinelli compite con Sergio Díaz-Granados, colombiano de nacimiento y con excelentes contactos en DC. Díaz-Granados tiene chances de derrotar a Asinelli, que hoy no cuenta con los votos de Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Perú. Además de los 13 bancos privados que integran el directorio de la entidad multilateral del crédito. Massa escuchó en Washington, muy cerca de la Casa Blanca, que Biden hará un gesto a favor de Alberto Fernández. Y que Asinelli jurará como titular de la CAF antes que concluya julio. “Ver para creer”, respondió un integrante del Gobierno que vive a la sombra del Presidente.

El médico que atendió a la princesa Diana en París contó por primera vez estremecedores detalles de la noche de su muerte

 

El cirujano MoSef Dahman reveló en qué estado llegó Lady Di al Hospital y los esfuerzos para revivirla. “Luchamos duro, lo intentamos mucho”, aseguró aun conmovido
Más de 20 años después de la muerte de Diana de Gales el médico MoSef Dahman, quien la atendió en la sala de emergencias del hospital Pitié-Salpêtrière de París, rompió el silencio para defender el trabajo hecho por el equipo de especialistas la noche del 31 de agosto de 1997. Dahman se encontraba de guardia la noche del accidente.

 Estaba descansando en la sala de servicio del hospital cuando fue notificado del ingreso a emergencias de “una mujer joven”. “No me dijeron que era Lady Di, pero sí que había habido un accidente grave que involucraba a una mujer joven. La organización del hospital Pitié-Salpêtrière era muy jerárquica. Entonces, cuando recibías una llamada de un colega de alto nivel, eso significaba que el caso era particularmente serio”, recordó en una entrevista exclusiva hecha por el diario británico Daily Mail. Al llegar a la sala de urgencias Dahman se encontró con su médica interna en un rincón de la habitación, abrumada por la gravedad del momento. 

Fue entonces cuando el médico, de 33 años en esa fecha, fue informado de que la figura inconsciente en la camilla era nada menos que Diana, princesa de Gales. “Para cualquier médico, cualquier cirujano, es de gran importancia enfrentarse a una mujer tan joven que se encuentra en esta condición. Pero, por supuesto, más aún si es una princesa”, acotó. Al llegar al hospital, a Diana le habían hecho una radiografía. Las imágenes mostraron que su pecho estaba sufriendo una “hemorragia interna muy grave”. 

Por ello, se sometió a un drenaje torácico, una extracción del exceso de líquido de la cavidad torácica. Le operaron en la sala de emergencias Para las 2:15 de la mañana la situación de la princesa de Gales se había agravado. Sufrió un segundo paro cardíaco, necesitaba una intervención más extrema. Fue sometida a un masaje cardíaco externo y, aun acostada la camilla de la sala de emergencia, decidieron realizarle el procedimiento quirúrgico. El momento fue “verdaderamente excepcional” y una indicación de cuán grave se había vuelto su situación. 

“Hice este procedimiento para permitirle respirar”, explicó Dahman. “Su corazón no podía funcionar correctamente porque le faltaba sangre”, añadió. Como resultado de la intervención, Dahman descubrió que Diana había sufrido un desgarro significativo en su pericardio, la membrana que protege el corazón. El pronóstico empeoró.

 Eran las 2:30 am. Se necesitaba un milagro. A la sala de emergencia fue convocado el profesor Alain Pavie, quizás el mejor cirujano cardíaco de Francia. Lo habían sacado de su cama. Todas las esperanzas fueron puestas en él. Pavie decidió que Diana debía ser trasladada a uno de los quirófanos del hospital. Sospechaba que aún no se había encontrado la fuente principal de su hemorragia interna. 

Fue necesaria una exploración quirúrgica adicional en la que descubrió la herida más grave: un desgarro en la vena pulmonar superior izquierda, en el punto de contacto con el corazón. Pavie suturó la lesión. Pero el corazón de Diana se había detenido antes de la exploración quirúrgica y no se reiniciaba. “Probamos descargas eléctricas, varias veces y, como había hecho en la sala de emergencias, masaje cardíaco”, contó Dahman. Se le administró adrenalina. Pero no pudimos hacer que su corazón volviera a latir”. El equipo continuó estos esfuerzos de reanimación durante una hora completa y, en última instancia, infructuosa. 

 “Luchamos duro, lo intentamos mucho, realmente muchísimo. Francamente, cuando estás trabajando en esas condiciones, no notas el paso del tiempo”, dijo Dahman. “Lo único importante es que hagamos todo lo posible por esta joven”, añadió. “Habíamos traído gente a Pitié-Salpêtrière que estaba en muy mal estado, más grave que Diana cuando llegó. Es uno de los mejores centros de Francia para este tipo de emergencias traumáticas. Y salvamos a algunas de esas personas, lo que nos hacía especialmente felices y orgullosos. Pero eso no sucedió en este caso. No pudimos salvarla. Y eso nos afectó mucho”, recordó. A las 4 de la mañana, el equipo, dirigido por Pavie, aceptó que no se podía hacer más para revivir a su paciente. Fue una “decisión colegiada”, recuerda Dahman.

 Cesaron todos los esfuerzos de reanimación. La extraordinaria vida de Diana, princesa de Gales, había llegado a su fin. El día después de la muerte Al salir del quirófano el médico estaba “exhausto” y abatido. “Siempre es una gran decepción ver a alguien joven dejarnos”, dijo el especialista quien aun se siente afectado emocionalmente por lo vivido. “También sufres un gran cansancio físico por la energía que has gastado tratando de salvarla. 

Y así estábamos particularmente destrozados y cansados. Al final, estábamos reventados”, recordó. Llamó a su jefe de departamento para contarle lo que había sucedido y para prepararlo para el caos que probablemente sucedería como resultado, y luego regresó a la habitación de guardia. Estaba demasiado cansado y deprimido para prestar atención a las autoridades francesas, incluido el presidente Jacques Chirac, que comenzaron a llegar al hospital temprano esa mañana, para presentar sus respetos a Diana. Los zapatos manchados de sangre El médico narró también que en los días siguientes a la muerte de la ex esposa del príncipe Carlos fue testigo de una secuela desagradable y vergonzosa. Algunos medios de comunicación intentaron infiltrarse en las salas y pasillos del hospital para acercarse a quienes habían tratado a Diana. “Pitié-Salpêtrière es un hospital público. La princesa fue atendida en un edificio donde había otros pacientes del hospital. 

Vimos gente disfrazándose de personal médico, empujando carritos, tratando de obtener información. Había mucha presión sobre nuestra seguridad”, dijo. Un incidente, del que nunca había hablado antes, quedó grabado en su mente. “Cuando estaba tratando a Diana, usaba mis zuecos blancos. Y obviamente en esa situación no le prestas atención a nada más que a tratar de salvar al paciente. Fue solo a la mañana siguiente cuando noté que mis zuecos estaban manchados con su sangre”, recordó el doctor. “De todos modos, el hospital es muy grande y estaba caminando entre edificios, cuando un francés se me acercó y me dijo: ‘Ah, tus zuecos, me interesan.

 Quiero comprártelos. Hay sangre azul en ellos”. Horrorizado, Dahman se negó y lo antes posible limpió los zuecos que había usado esa noche. “Cuando es una princesa y sigues su funeral junto con miles de millones de otras personas, y has tratado de salvarla, eso obviamente te marca. Te marca toda tu vida. Porque es tan terrible que esta hermosa persona haya tenido un final tan trágico”, añadió. Su propia participación en la tragedia lo martiriza. 

“Varía según lo que está sucediendo en mi vida”, dice. “Cuando llegamos a agosto, lo pienso. Fue el año en que nació mi hijo y, por supuesto, cada aniversario de eso lo pienso”. “No vuelvo a eso todo el tiempo porque han pasado muchos años. Pero cada vez que ha salido un nuevo libro sobre la muerte de Diana en Francia, me lo han enviado. Así que, lamentablemente, tengo una colección de esos libros”, contó el doctor.

Feliiiizzz dia del Padre y de la bandera Argentina para quienes habitamos en este Pais...

 


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