sábado, 25 de septiembre de 2021

Rucci muerto a balazos: el plan de Montoneros, cómo su familia lo vio morir y la fuga de los guerrilleros

 


Con la localización de la casa donde vivía José Ignacio Rucci, sobre la calle Avellaneda, en el barrio de Flores, toda la estructura de movilidad del grupo de inteligencia —dos camionetas Chevrolet, un Peugeot 504 y una Citroneta— empezó a utilizarse para las tareas de observación. Estacionaban sobre la vereda de enfrente de la casa y hacían guardias con turnos rotativos.

Una noche vieron bajar a Rucci de un Torino, seguido por dos autos de su custodia. Esa fue la segunda vez que lo pudieron ver, después de un primer contacto visual, cuando ingresaba a una reunión del Consejo del Partido Justicialista en la calle Córdoba. (Ver nota 1). Esta información fue trasladada por el grupo de inteligencia al jefe militar de la operación. A partir de entonces se empezó a diseñar el plan para matarlo. El diseño operativo Las reuniones se realizaban en un departamento alquilado del barrio de Once. Armaron distintos esquemas. Uno era la utilización de un explosivo tipo mina “vietnamita”, con una chapa gruesa con forma de “U”, repleta de tornillos, tuercas y bulones. 

La idea fue introducir el explosivo en la caja trasera de la Citroneta y activarlo con un detonador a telecomando en el momento en que llegara el auto de Rucci. Se trataba de una operación nocturna, muy difícil de sincronizar. El mecanismo podía demorar la activación de la bomba y estallar después de que el blanco bajara del auto. ¿Y si el auto estacionaba a mucha distancia de la Citroneta y no lograba impactarlo? Era otro de los riesgos. Esta opción fue descartada. Después se pensó en otro plan: armar un grupo comando de diez personas cubiertas con cascos y chalecos antibalas y subirlas a dos camiones volcadores. Encerrar el auto de Rucci cuando saliera de su casa y dispararle a él y a los dos autos de la custodia. .

El jefe de las FAR, el abogado Roberto Quieto, supervisó los detalles del plan en una de las reuniones en el departamento de Once. También lo descartó. Durante el tiempo en que durara el enfrentamiento contra los custodios podrían sumarse policías y patrulleros. Podría haber caídas propias. O heridos. Y la operación —Quieto lo afirmó una vez más— no podía ser asumida públicamente por FAR-Montoneros. Por eso ninguno de los hombres que actuara en la operación podría tener antecedentes de pertenencia a esas agrupaciones. Quieto pidió otro plan. El fracaso de la fórmula tentativa Perón-Balbín Juan Domingo Perón era reticente a aceptar que su esposa Isabel lo acompañara en la fórmula presidencial, pero el Partido Justicialista insistió en promoverla en forma pública.

 Después de la renuncia de Héctor Cámpora, Perón se reunió en dos oportunidades con el jefe del radicalismo, Ricardo Balbín, para estudiar la posibilidad de una fórmula conjunta. Creía que lograr un acuerdo con la UCR era la mejor manera de asegurar la “unidad nacional” y la institucionalidad de la Argentina. La fórmula Perón-Perón, además, en términos personales, le provocaba incomodidad. El General reconocía que no le alcanzaría la salud para terminar el período presidencial en el que resultaría electo y no quería obligar a Isabel a asumir la sucesión. Inmerso en una herencia de poder que se estaba disputando en forma cada vez más violenta, el justicialismo carecía de sutilezas políticas y no creía adecuado regalarle la Presidencia a la UCR, más allá de los pactos gubernamentales que pudieran formularse.

El 4 de agosto de 1973, en el Teatro Cervantes, con los palcos colmados de hombres y de armas, se lanzó a viva voz la fórmula “Perón-Perón”, que fue votada por aclamación por todo el congreso partidario. Perón se tomó quince días para analizar la propuesta. Finalmente la aceptó. La casa de al lado Magdalena Villa de Colgre vivía al lado de la casa que ocupaba la familia Rucci. Desde hacía cinco meses su casa estaba en venta. Una inmobiliaria había colocado un cartel en el primer piso de la vivienda. En septiembre de 1973 un miembro del equipo de inteligencia, vestido con saco y corbata, visitó a la propietaria. Estaba interesado en conocer la vivienda, pero para no sumar costos a la posible operación prefería evitar el contacto con la inmobiliaria. 

 La señora lo hizo pasar. La segunda vez que la visitó le pidió el plano de la casa. Lo hacía por encargo del profesor, titular de una supuesta academia de enseñanza de idiomas, quien tomaría la decisión definitiva de la compra. El plano, le dijo, serviría para calcular cuántas aulas podrían utilizarse para la enseñanza. La obtención del plano les resultaba indispensable para diseñar la retirada luego del atentado. Al fondo de la propiedad había una pared y después un largo pasillo de viviendas que conducía a una puerta de calle, en Aranguren 2950. Les pareció la alternativa justa para evitar la fuga por el frente de la calle Avellaneda, que era muy transitada.

 La víspera electoral: un escenario violento Para septiembre de 1973 Rucci estaba enfrentado con el ministro de Economía José Gelbard por el rumbo del Pacto Social, que atendía la voluntad de Perón de alcanzar la “concertación social”, por la cual la corporación empresaria y sindical se comprometía a no formular demandas salariales ni realizar aumentos de precios durante dos años. Sin embargo, en el cumpleaños del presidente Raúl Lastiri, el día 11 de septiembre, Rucci le anticipó a Gelbard que pensaba retirarse del Acta de Compromiso que había firmado en mayo, porque, mientras los gremios estaban vedados de negociar paritarias por dos años, el costo de los productos de primera necesidad seguía subiendo. Ya se advertían signos de escasez de alimentos, que se iban de las estanterías de los comercios al “mercado negro”.

En verdad, el sindicalismo buscaba deteriorar la figura de Gelbard en el futuro gobierno de Perón. Preferían al dirigente Antonio Cafiero, con quien Rucci tenía una relación personal y a quien lo hubiese preferido candidato a presidente antes que a Cámpora. El titular de la CGT decía contar con el aval de Perón para esa acción de desgaste sobre Gelbard. Ese mes, el 6 de septiembre, la guerrilla marxista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) había copado el comando de Sanidad Militar en Capital Federal y se había llevado armas. “Ninguna tregua al Ejército opresor”, sostenía la organización liderada por Roberto Santucho. 

Un teniente coronel resultó muerto en el tiroteo. El ERP entendía que la democracia, y el peronismo en sí mismo, postergaban la “guerra del pueblo”, eje del verdadero enfrentamiento entre el Ejército opresor y el Ejército revolucionario. Tres días después, un grupo desprendido de esa organización guerrillera, el ERP “22 de Agosto”, secuestró a un directivo del diario Clarín, Bernardo Sofovich, y a modo de rescate exigió al diario la publicación de tres solicitadas en las que quería difundir su apoyo a las elecciones, reclamar una investigación parlamentaria por los fusilamientos de Trelew, y, en la tercera, ridiculizar a Lastiri y a López Rega. Clarín las publicó dos días después y Sofovich fue liberado. Pero en represalia, grupos de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y otros que se organizaron desde el Ministerio de Bienestar Social entraron en el edificio del diario con granadas y bombas incendiarias y provocaron destrozos.

.Perón justificó el ataque en forma pública. Explicó: “El que procede mal suele sucumbir por su mal procedimiento. Clarín tuvo un mal procedimiento y alguien que se sintió herido, le metió otro mal procedimiento. Ese mes, las 62 Organizaciones Peronistas —columna vertebral del movimiento sindical— anticiparon su postura frente a Montoneros y la Tendencia Revolucionaria. A pesar de su disfraz de mascaritas iremos a buscarlos uno a uno, porque los conocemos. Han rebasado la copa y ahora tendrán que atenerse a las consecuencias”. Argentina vivía la efervescencia electoral que conduciría a Perón a tomar el poder por tercera vez en la historia. 

Pero la violencia ya estaba en el aire. El atentado Mientras tanto, el grupo operativo que atentaría contra Rucci vivía recluido en un departamento de la avenida Gaona, en Flores. Otro grupo de observación se mantenía en la camioneta, frente a la casa de la calle Avellaneda. Su misión era dar aviso cuando Rucci llegara para dormir. 

No lo hacía todas las noches ni con una rutina establecida. La operación se concretaría cuando el jefe sindical saliera de la casa durante la mañana siguiente. Como la frecuencia del equipo de comunicaciones del auto de observación no podía captarse en el departamento de avenida Gaona, utilizaron como puente a una unidad básica de la JP en la calle Neuquén. Allí, en el altillo, se instalaron miembros del grupo de inteligencia con handies para recibir la información que llegaba desde la camioneta de la calle Avellaneda y transmitírsela al grupo operativo de la avenida Gaona. El domingo 23, el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación), con la fórmula Perón-Perón, obtuvo 7.359.252 votos (61,85%); el segundo puesto lo ocupó la UCR con el binomio Balbín-De la Rúa con 2.905.719 (24,42%) y en tercer lugar, la Alianza Popular Federalista, con Manrique-Martínez Raymonda, 1.450.998 (12,19%). Las horas finales José Ignacio Rucci volvió a la casa de la calle Avellaneda en la noche del lunes 24. 

Su hijo Aníbal, de 14 años, lo había llamado por teléfono. Quería que estuviese más tiempo con su familia. El último verano, para estar junto a su padre, había pasado sus vacaciones en el edificio de la CGT y lo había acompañado en sus actividades públicas. El 14 de febrero de 1973 había visto cómo mataban al guardaespaldas y chofer de su padre, Oscar Bianculli, tras un acto de campaña del FREJULI en Chivilcoy, en un tiroteo del que él y su padre habían logrado salir indemnes. 

La esposa de Rucci, Nélida Blanca Vaglio, “Coca”, le pedía a su marido que abandonara la representación gremial porque temía otro atentado. Era usual que en la central obrera se recibieran cartas destinadas al jefe de la CGT con dibujos de ataúdes. Incluso el 31 de agosto, en el único acto público de la candidatura de Perón, la Tendencia Revolucionaria desfiló frente al edificio de la CGT al grito de “Rucci, traidor, saludos a Vandor”, convertido en una consigna de guerra de las movilizaciones de Montoneros. El jefe sindical nunca expresaba en forma pública temor a un atentado. José Ignacio Rucci volvió a la casa de la calle Avellaneda en la noche del lunes 24. Su hijo Aníbal, de 14 años, lo había llamado por teléfono. 

Quería que estuviese más tiempo con su familia José Ignacio Rucci volvió a la casa de la calle Avellaneda en la noche del lunes 24. Su hijo Aníbal, de 14 años, lo había llamado por teléfono. Quería que estuviese más tiempo con su familia Su custodia no era profesional. Ninguno de sus miembros había sido formado en la Policía Federal u otras fuerzas de seguridad. Lo conducían habitualmente por el mismo recorrido. El día previo al atentado, antes de levantar una reunión ampliada en la CGT en la que se festejó la victoria de Perón, Rucci comentó que iba a dormir a la casa de Avellaneda. La frase se escuchó, y durante mucho tiempo se creyó que había sido víctima de un complot interno del sindicalismo, gestado desde la propia central obrera. 

 El 24 de septiembre, durante la noche, el Torino de la custodia estacionó sobre la calle Avellaneda, treinta metros antes de la casa que ocupaba Rucci. Uno de los custodios vio una camioneta Chevrolet con caja estacionada sobre la mano de enfrente. Cruzó para inspeccionar, levantó la lona, miró adentro y enseguida la bajó. En la oscuridad de la caja de la camioneta había dos hombres con un handy, sentados sobre una banqueta. El custodio no los vio. Al rato llegó Rucci y entró en la casa. Desde la camioneta de observación avisaron que el objetivo ya había llegado y nada hacía prever que se moviera de allí. Durante la noche, la camioneta cambió de lugar.

 Luego de más de tres meses de tareas de inteligencia y con la acción militar ya diseñada, se puso en marcha la operación contra el jefe sindical Luego de más de tres meses de tareas de inteligencia y con la acción militar ya diseñada, se puso en marcha la operación contra el jefe sindical Luego de más de tres meses de tareas de inteligencia y con la acción militar ya diseñada, se puso en marcha la operación contra el jefe sindical. A primera hora de la mañana del 25 de septiembre, el joven interesado en la compra de la casa de Avellaneda 2951, acompañado por “el profesor”, se acercó a la propiedad de la señora Magdalena Villa de Colgre. Tocaron el timbre. 

Venían a devolverle el plano y ajustar las condiciones de venta. Cuando la propietaria les abrió la puerta, la tomaron del brazo e ingresaron. Enseguida la amordazaron, la ataron de pies y manos y le colgaron un cartel: “No tiren, dueña de casa”. El papel estaba escrito con su lápiz labial. Primero tiraron un explosivo con mecha a la vereda para crear confusión y le dispararon con ametralladoras, escopetas y fusiles Primero tiraron un explosivo con mecha a la vereda para crear confusión y le dispararon con ametralladoras, escopetas y fusiles Unos minutos después, cuando un Torino de la custodia ya estaba estacionado frente a la vivienda donde dormía Rucci, el resto del grupo operativo ingresó en la casa vecina simulando ser un grupo de pintores dispuesto a iniciar su jornada de trabajo. 

Dentro de lonas, rollos de cartón y latas de pintura, ingresaron las armas; también una escalera, que luego utilizarían para escapar por el fondo de la casa. Algunos miembros del grupo armado se apostaron detrás de las ventanas cerradas de la planta baja. Otros, frente la ventana del piso de arriba. A las 12.10, de la casa que ocupaba la familia Rucci, se asomó un custodio que miró a ambos lados de la vereda. Detrás de él salió el jefe de la CGT. Las persianas de las ventanas de la planta baja y el primer piso de la casa tomada se levantaron simultáneamente. Primero tiraron un explosivo con mecha a la vereda para crear confusión —otros dos que fueron lanzados no explotaron— y le dispararon con ametralladoras, escopetas y fusiles. También apuntaron contra el baúl del Torino, para neutralizar el equipo de comunicaciones. José Ignacio Rucci yace sin vida sobre la vereda de la calle Avellaneda. José Ignacio Rucci yace sin vida sobre la vereda de la calle Avellaneda. La esposa de Rucci, que estaba hablando por teléfono, corrió hacia la puerta y vio morir a su marido cuando todavía no había terminado la sucesión de disparos. Los hijos llegarían del colegio media hora después. El cuerpo todavía estaba en la vereda. El grupo comando ya había escapado por los fondos.

 Y atravesaron el pasillo de la vivienda de la calle Aranguren al grito de “Policía Federal”. Dos autos estacionados sobre la calle Aranguren les permitieron la fuga. Estaban abiertos, con las llaves guardadas en el parasol. Parte del grupo operativo fue hacia una imprenta del barrio de Barracas. Consiguieron el diario de la tarde, que había alcanzado a publicar el atentado contra Rucci. Leyeron la noticia sentados en un bar.

Don Adams, el Superagente 86: de salvar su vida en la Segunda Guerra a la decisión que lo convirtió en millonario pero lo condenó

 


El éxito le llegó de grande, en un momento en que él ya se había convencido que no le tocaría. Tenía más de cuarenta años. En ese momento, en el de la gloria, también se equivocó. Como antes. Creyó que el éxito no lo abandonaría, que permanecería siempre con él y que acompañaría cada uno de sus emprendimientos artísticos. Pero no fue así. Su cumbre, la única de su carrera, bastó para inmortalizarlo pero también fue suficiente para que su carrera quedara cristalizada y reducida a un solo personaje, a un gran personaje como Maxwell Smart. Don Adams fue el Superagente 86. 

Para el gran público es imposible mencionar alguna de sus otras labores profesionales sin recurrir al archivo. Cuando la serie fue dada de baja, los proyectos llovieron sobre él, como no podía ser de otra manera. Un actor dúctil, eficaz, muy querido por el público. Alguna vez dijo que fueron más de trescientos los guiones que recibió. Él los rechazó a casi todos. No se quería apresurar, buscaba algo nuevo. Lo que no entendió -ni él ni los productores que lo tentaban con los nuevos programas- era que la audiencia cada vez que lo veía aparecer en pantalla sólo reconocía en él a Maxwell Smart.

 Tan extraordinaria había sido su actuación, tan inolvidable el personaje que creó, que se convirtió en su propia condena. Don Adams quedó arrapado en las arenas movedizas de su gran suceso televisivo. Todo lo que siguió fue sólo un remedo pálido de aquellos cinco años consagratorios de la segunda mitad de la década del sesenta. Donald James Yarmy nació en 1923. Tuvo una infancia como la de cualquier otro chico de Nueva York de esos años. Quería ser actor pero la Segunda Guerra Mundial se interpuso en sus sueños. Se enroló en el cuerpo de Marines. Fue enviado al Pacífico. 

Participó de la Batalla de Guadalcanal. Pudo evitar las balas japonesas pero no los mosquitos de la isla. Contrajo una forma de malaria que tiene un alto índice mortal; se muere el 90 % de los que enferman. Pese a haber estado grave durante unas semanas, cuando ya casi no quedaban esperanzas, se recuperó aunque debió permanecer casi un año en un hospital neozelandés. Al final de la convalecencia fue dado de baja como Marine y regresó al continente.

Los aires renovados de la victoria bélica y del mundo en la posguerra, lo envalentonaron a perseguir su vocación. Donald Yarmy, creía él, no era un buen nombre. Buscó un seudónimo que fuera fácil de recordar, que el público pudiera retenerlo. Pero también debió pensar en otros problemas. Eligió Adams no sólo por su sonoridad y porque era el apellido que su esposa usaba cuando era cantante en los clubes nocturnos de Florida. Tenía además el beneficio alfabético: con ese apellido se aseguraba que en las audiciones lo llamaron entre los primeros. Intentó ganarse la vida como cómico de stand up. Era un especialista imitando a actores célebres.

 Llegó a sacar la voz de más de cien personajes. Pero el éxito le era esquivo. Iba de club en club sin lograr pasar al siguiente nivel. Ni siquiera se sentía reconocido. El público de esos lugares estaba más pendiente de una conquista amorosa, de seducir a su cita o de pedir el siguiente trago. Y en su casa lo esperaban cuatro hijas. Debía conseguir un trabajo estable para mantener a su familia. Durante un tiempo aprovechó sus habilidades motrices y trabajó como dibujante de mapas en un estudio de diseño. Hasta que a mediados de la década del cincuenta se presentó en un concurso de talentos. Eran cientos de aspirantes. Todos hacían alguna gracia reconocible. 

Don (que a esa altura ya era Adams) se plantó frente al jurado y al público con su oficio, su rutina probada y un par de imitaciones precisas. Lo declararon ganador. A partir de ese momento su vida cambio. Era invitado pertinaz en los programas más importantes de la televisión norteamericana: el de Ed Sullivan, el Tonight Show o The Steve Allen Show.

Aprovechando su enorme destreza para las voces fue contratado para ser la voz de un pingüino en un dibujo animado llamado Tennessee Tuxedo. También participó en varios programas humorísticos hasta que en 1963 tuvo un papel estelar en The Bill Dana Show. Ahí interpretaba a un detective torpe, sin demasiadas luces que tuvo mucho éxito. Don Adams seguía con sus presentaciones de stand up y había publicado algunos discos con sus rutinas (hábito muy usual entre los cómicos norteamericanos). Después de mucho esfuerzo había logrado hacerse un lugar en el mundo de la comedia, pero todavía estaba lejos de convertirse en una estrella. En paralelo dos genios del humor preparaban un programa televisivo. Pensaron en el actor Tom Poston para el papel principal. 

Llevaron el proyecto a la cadena ABC. Cuando todo parecía encaminado para el estreno, los directivos desistieron. Esa decisión le cambió la vida a Don Adams. También influyó la confianza que Buck Henry y Mel Brooks le tenían al programa. Recuperaron los derechos de su creación pagando 7.500 dólares. Sabían que tenían algo bueno entre manos. Y lo llevaron a la NBC que lo adquirió de inmediato. Pero la NBC puso una sola condición. El actor principal de la nueva serie no podía ser el elegido por Henry y Brooks. Tom Poston era un actor que ya había obtenido algún Emmy como comediante (luego hizo una larguísima carrera y pasó por decenas de series: hasta estuvo como invitado en el Superagente 86 en la cuarta temporada) pero los directivos de la cadena lo rechazaron principalmente por su alto salario. La NBC exigió que el personaje protagónico fuera interpretado por el actor Don Adams, un cómico que ya tenían bajo contrato. A pesar de no ser la primera elección, a Mel Brooks y Buck Henry no les disgustaba su nuevo protagonista. 

El detective que venía de hacer era un personaje que, de algún modo, se puede considerar la semilla de Maxwell Smart. En los años sesenta los agentes secretos gozaban de un vigor extraordinario en el mundo del espectáculo. La saga James Bond estaba comenzando y en la televisión triunfaban series como El agente de CIPOL y Yo, espía con Bill Cosby. Mel Brooks junto a Buck Henry propusieron un personaje que se tomara en broma no solo a los espías de celuloide sino a toda la situación. James Bond mezclado con el Inspector Clouseau. En esos tiempos, la estrategia, con el macartismo todavía reciente, era arriesgada. Por eso en la grilla de la época dominaban los programas de temática familiar.

Mel Brooks declaró un tiempo después que “hasta ese momento nadie había hecho una serie con un idiota como protagonista, así que decidí ser el primero”. En su primer año en el aire algunos críticos afirmaron que se trataba de un programa antinorteamericano. La Guerra Fría era una realidad y muchos no podían concebir que un agente oficial pudiera ser mostrado como un inepto. El protagonista, Maxwell Smart, era un espía sin ninguna virtud, torpe, ingenuo, algo tonto. Estaba alistado en las filas de Control, una entidad que evocaba claramente a la CIA. Smart debía batallar contra KAOS, la organización del mal. El Superagente 86 (Get Smart en idioma original: un título que juega con la -poca- inteligencia de Maxwell Smart, con su apellido y su elegancia) estuvo en el aire durante 5 temporadas entre 1965 y 1970. 138 episodios de menos de media hora que se convirtieron en objeto de culto y en motivo de carcajadas para varias generaciones..

A Don Adams le ofrecieron una buena paga semanal pero lejos de lo que cobraban las estrellas televisivas. El actor confiaba en la serie y en su capacidad. Desechó los 12.500 dólares semanales y prefirió cobrar un mínimo viático y reservarse un porcentaje de los derechos del programa. Fue la mejor decisión de su vida. El planteo general y los guiones de las primeras temporadas son obra del genio creativo de la dupla Brooks y Henry. Sin embargo, nadie puede negar que la impronta de Don Adams es la que terminó de definir al personaje y a la serie en general. Su falta de gestos, de subrayados inútiles a las situaciones, la impasibilidad crónica es la cumbre del Deadpan en la comedia televisiva. 

También la voz aflautada y la particular cadencia de las frases. Esa no era la voz original del actor. Especialista en imitaciones podía colocar la voz aguda con constancia sin que su actuación sufriera ripio alguno. Maxwell Smart es la inflexión de esa voz, el tono agudo, la cadencia de cada frase. Aquí habría que detenerse en un detalle que habla de cómo se trabajaba en la televisión de antes. El suceso y la permanencia de la serie en el mundo de habla hispana (fue vista durante décadas) no solo se debe atribuir a las virtudes originales sino a la enorme labor de doblaje. La voz del Agente 86 corresponde a Jorge Arvizu, actor mexicano, con otros grandes personajes doblados en su haber. Ese tono tan personal y las cadencias originales están trasladadas al español con cuidado e ingenio. Sin ese trabajo artesanal, la serie no hubiera mantenido la vigencia ni hubiera significado tanto para nosotros, los espectadores de habla hispana.

Lo mismo sucede con la identificación de los latiguillos que están bien doblados y no se les pasa el chiste de la reiteración, del recurso del uso constante de la frase. Esas líneas se fijaron en varias generaciones de televidentes: “El viejo truco de...”, “Me creería si le dijera...”, “Falló por un pelito”, “Bien pensado 99″, “Te dije que no me lo dijeras” y otras tantas más. Varios de esos latiguillos del personaje son aporte personal del actor (Me creería si le dijera ... lo trajo de su papel en el Show de Bill Dana) que también guionó y dirigió algunos capítulos de las últimas temporadas. Ganó tres Emmys consecutivos a mejor actor de comedia por su interpretación de Maxwell Smart. Sus herramientas más evidentes eran la cara de póker, el no dejar traslucir emociones, el timing sobrenatural para las réplicas y la destreza para la comedia física. Con Buck Henry y Mel Brooks alejados del programa hacía bastante, la NBC no renovó el contrato tras la cuarta temporada. Pero fue contratado por CBS con la esperanza de que el Superagente 86 recuperara el interés de la audiencia. Sin embargo parecía que el tiempo de los espías televisivos había pasado.

Pese a eso, Don Adams se había convertido en un actor muy codiciado. Todos los días le llegaba alguna propuesta. En una entrevista contó que en los años posteriores rechazó alrededor de 300 guiones ajenos. Sin embargo él presentó tres proyectos propios. Uno de ellos estuvo muy cerca de producirse. Su compañero de dupla era el cómico Don Rickles. Pero de inmediato llegó a un acuerdo para hacer The Partners, una sitcom que duró dos temporadas pero que pasó sin pena ni gloria. En 1975 condujo un original programa de talentos en el que aspirantes a actores debían interpretar escenas clásicas de películas para demostrar su habilidad. Uno de los secretos del programa eran las estrellas invitadas a cada emisión que funcionaban de partenaires de los participantes. Se llamó Don Adam´s Screen Test. Ese recurso, el de las participaciones especiales, fue el que permitió durante más de una década que Don permaneciera en la televisión. Era invitado especial a varias de las series del momento. Pero a sus proyectos posteriores al Superagente 86 no los acompañó el éxito. El público se había acostumbrado a Maxwell Smart. 

No parecía aceptar nada de Don Adams que no fuera la voz aflautada, la torpeza ingenua y la cara sin gestos. Es como si cada vez que apareciera en pantalla, esperaran que en algún momento se sacara un zapato, lo apoyara en su oreja y se pusiera a hablar con El Jefe (una interrupción a la historia de Don Adams: La idea del Zapatófono se le ocurrió a Mel Brooks un día que en su oficina sonaban varios teléfonos a la vez, y él para intentar apagar ese aquelarre de llamadas se sacó el zapato y entabló una charla con un interlocutor imaginario; los teléfonos siguieron sonando pero los empleados de la oficina se reían a carcajadas -algunos hasta lloraban- y se había inventado uno de los gags más representativos de la televisión de la segunda mitad de los 60s).

Don volvía y volvía al Superagente (además de buscar el éxito que se le volvía esquivo, Don como dueño de parte de los derechos buscaba recaudar). Una película sin demasiada gracia en 1980 (El Superagente 86 y la bomba que desnuda), otra televisiva de 1989 y hasta un intento de serie que se abortó al séptimo capítulo por el nulo impacto en el público y la condena crítica. Get Smart, Again fue un vano intento de reverdecer el suceso con los actores originales en un papel secundario siendo el protagonista el hijo de Maxwell y la 99 interpretado por Andy Dick. Mientras tanto, Don Adams utilizó otra vez su destreza vocal para ser la voz del Inspector Gadget. Los dibujitos, al principio, eran emitidos los sábados a las 8 de la mañana. Cuando le consultaron si veía al Inspector Gadget, Don Adams respondió: “No me levanto ningún día a esa hora ni siquiera si me dicen que una bomba está por explotar debajo de mi cama. Imagínese que no voy a hacer una excepción por un dibujito animado”.

 El actor también apareció en innumerables comerciales televisivos aprovechando su imagen y sus dotes cómicas. Junto a Bill Dana montaron una agencia publicitaria. Don Adams se casó tres veces y se divorció otras tantas. Tuvo siete hijos. La muerte en el 2004 de Cecily, una de sus hijas de su primer matrimonio, fue un golpe que no pudo soportar. Cecily era actriz y murió debido a un cáncer de pulmón. A partir de ese momento, Don Adams comenzó con problemas de salud. Primero una fractura de cadera. Después varias internaciones hasta que el 25 de septiembre de 2005, murió en un hospital de Los Ángeles a causa de una infección pulmonar. Pocas semanas antes, cuando el final se presentaba como inevitable e inminente, le pidió a su familia y a sus amigos que no le hicieran un funeral pomposo ni se esforzaran en recordarlo, que sólo se reunieran y que, por favor, dedicaran todos sus esfuerzos en volver a traerlo a la vida. Una broma final. Casi la única manera en que Don Adams podía despedirse.

Juntos por el Cambio impulsa un arsenal de medidas para controlar los votos y frenar el clientelismo político

 


En Juntos por el Cambio se encendieron las luces de alarma. La embestida del Frente de Todos para dar vuelta la elección el 14 de noviembre incluye medidas que la oposición vincula con el clientelismo y la compra de votos, como la polémica entrega de electrodomésticos en General Rodríguez. Para frenar eventuales irregularidades en los comicios, en JxC se pusieron en marcha una serie de iniciativas: desde la creación de un comité jurídico electoral hasta la decisión de un candidato como Ricardo López Murphy de ser fiscal de mesa para controlar los votos. 

 El comité jurídico electoral fue anunciado este martes por Patricia Bullrich, en el encuentro de la conducción nacional de JxC con los candidatos ganadores en las PASO, y la presidenta del PRO lo definió como “una herramienta para denunciar los delitos electorales, para que no se usen los fondos públicos ni los medios públicos a favor del partido de gobierno, ni las bases de datos o teléfonos que tienen en los vacunatorios o las bases del IFE o planes sociales, ni del CUIDAR”.

El PRO, la UCR y la Coalición Cívica ya designaron a los integrantes de esa comisión y el lunes próximo tendrán su primera reunión oficial, aunque en estos días comenzaron a analizar dos denuncias sobre entrega de electrodomésticos (una de ellas es la de General Rodríguez). Los abogados de los tres partidos evalúan interponer una acción preventiva ante la Justicia en la provincia de San Luis, donde hay antecedentes de una avalancha de fondos públicos para incidir en el voto: luego de haber perdido las PASO de 2017 por 19 puntos, los Rodríguez Saá apuraron la entrega de 50.000 planes sociales, $80 millones en electrodomésticos, computadoras y máquinas de coser, y materiales como juegos de comedor y dormitorio, inodoros, colchones, prótesis y sillas de ruedas. Así, según la oposición, el oficialismo pudo ganarle las elecciones generales al candidato opositor Claudio Poggi (el mismo que ganó las primarias de este año). 

 Bullrich afirmó a Infobae que el comité jurídico electoral estará integrado por “un grupo de abogados que va a estar en contacto con toda la dirigencia de Juntos por el Cambio, que recibirá las denuncias y hará las presentaciones judiciales para impedir las maniobras”. Agregó que “la idea también es viajar a las provincias e invitar a los medios nacionales a que nos acompañen para demostrar que no permitiremos ningún tipo de delito electoral”. Por el PRO integran el comité los diputados nacionales Silvia Lospennato y Lucas Incicco, la abogada Jimena de la Torre y el apoderado partidario, Santiago Alberdi. El radicalismo confirmó hasta el momento a un equipo de abogados coordinado por su apoderado, Mariano Genovese.

 Uno de los primeros casos que evaluará esta comisión será la polémica entrega de kits de electrodomésticos destinados a organizaciones sociales en el municipio bonaerense de General Rodríguez, cuyo intendente, Mauro García, es del Frente de Todos, apenas cinco días después de que Juntos le ganó al oficialismo por el 39,17% de los votos contra el 28,9%. En una medida que la oposición calificó de “compra de votos”, la comuna distribuyó 65 juegos de electrodomésticos que incluyen heladeras, cocinas, estufas y garrafas, y unas 12 tarjetas de débito destinadas a la compra de alimentos frescos por parte de comedores y merenderos. .

De todas formas, el diputado provincial del PRO Alex Campbell ya hizo una denuncia judicial por este tema luego de acusar al kirchnerismo de clientelismo político: “Están saliendo a comprar votos con la plata que pagamos con nuestros impuestos”, dijo en un video. Más allá de estos episodios, Juntos por el Cambio también está en alerta ante posibles maniobras con los votos por parte del oficialismo y por eso sus principales referentes llamaron a reforzar la fiscalización en todo el país. Ante sus pares de la coalición, Horacio Rodríguez Larreta convocó el martes pasado a a una cruzada para seguir sumando fiscales” y advirtió: “No subestimemos ni un minuto a quien tenemos enfrente. Van a venir por más, pero tenemos que defender el voto de la gente”. 

 Uno de los que primero recogió el guante fue Ricardo López Murphy, cuarto candidato a diputado de Juntos Podemos Más en la Ciudad de Buenos Aires, quien reveló que será fiscal de mesa en las elecciones generales para controlar la votación. Si bien el líder de Republicanos Unidos lo anunció como una decisión individual, podría extenderse a todos los postulantes de la lista que encabeza María Eugenia Vidal e incluso tampoco se descarta que adhieran los candidatos de Juntos en la provincia de Buenos Aires, en cuyo equipo de campaña ven con buenos ojos “generar una épica alrededor de la fiscalización y la defensa del resultado de las PASO”. López Murphy explicó a Infobae que “muchos de nuestros jóvenes van a controlar la limpieza de los comicios en lugares complicados, por lo que todos tenemos que dar el ejemplo para que sientan que están escribiendo una página gloriosa del civismo argentino”.

“Para nuestro partido es imprescindible porque nuestros afiliados se mueven por esos llamamientos a la moral cívica, pero creo que toda la coalición va a acompañar esa convocatoria de manera masiva y espero que haya un pronunciamiento contundente de manera orgánica”, dijo. Para López Murphy, el comité jurídico electoral anunciado por Bullrich “es más potente en términos de relevancia institucional”, pero, “aunque no hay dudas de que en Capital los comicios van a ser limpios, necesitamos movilizar y asegurar la transparencia electoral, sobre todo en el oeste y el sur del conurbano bonaerense y en provincias con comportamientos lamentables”. 

 El “Bulldog” admitió que había adelantado su decisión de ser fiscal de mesa porque “somos conscientes de los riesgos que ocasiona un cambio de gabinete nacional con antecedentes complicados y no vamos a aceptar que se imponga acá el modelo político de Tucumán”.

María Eugenia Vidal: “Cristina Kirchner es la máxima responsable de la derrota porque eligió a Alberto Fernández de Presidente”

 


María Eugenia Vidal, candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires de Juntos por el Cambio, criticó las recientes medidas económicas anunciadas por el gobierno tras la derrota en las PASO y le pidió a los dirigentes del oficialismo que dejen de pelearse entre ellos porque la única culpable de la derrota es la vicepresidenta. “Cristina Kirchner es la máxima responsable de la derrota porque eligió a Alberto Fernández de Presidente”, arremetió Vidal al ser entrevistada en Radio Mitre. “Al Gobierno se le pidió un plan, un rumbo, no parches y mucho menos peleas de poder entre ellos para ver quién debe hacerse cargo de la derrota”, fustigó Vidal en alusión a la presentación colectiva de renuncias de ministros K digitada por Cristina.

En ese sentido, se refirió en duros términos a la designación del nuevo gabinete nacional y analizó: “El Gobierno no lee en profundidad lo grave de lo que pasó el último año y medio, hay sensación de falta de plan y cierto miedo de en qué manos estamos”. Vidal dijo que la asunción de los nuevos ministros son una muestra de improvisación del Gobierno y aseveró que cuando “los argentinos le pidieron un cambio de rumbo” al Presidente, el oficialismo se puso de acuerdo para volver “a lo peor de su pasado”. Puso como ejemplo que “el Jefe de Gabinete falseó datos sobre mortalidad infantil, que el Ministro de Seguridad dijo que la inseguridad ‘es una sensación’ y que el nuevo canciller no tiene experiencia”. Por eso, a su entender, “estos cambios, de un día para el otro, reflejan que no hay convicción”

Consultada acerca de las medidas que el Gobierno adoptó luego de las elecciones PASO, Vidal fue categórica: “No aparece la escucha, aparece cierta indiferencia al dolor, las declaraciones de Gollán de esta semana reflejan que no entienden el dolor de los que no pudieron despedir a sus familiares, los chicos que perdieron más de un año y medio de clases presenciales, los adultos mayores que estuvieron meses encerrados por que la vacuna llego tarde mientras se vacunaban los funcionarios del gobierno “. Vidal se mostró indignada porque el oficialismo “no tiene un proyecto de país” sino un “un proyecto de poder” y se la pasa subestimando a la gente creyendo que con “platita” se solucionan todos los problemas, como deslizó Gollán, candidato a diputado por la Provincia de Buenos Aires.

 “Están subestimando a la gente pensando que con cosas, tapan el dolor del último año y medio. Subestiman a la gente y los votos no son de los dirigentes, son de la gente”, enfatizó. La candidata de la oposición recordó que la única salida a esta crisis económica y social es la generación de empleo de calidad. 

“Yo creo que hacen parches y manotazos de ahogado que no le sirven a los argentinos”, señaló al referirse a los bonos y aumentos que viene otorgando el gobierno que “se consumen en inflación y no sirven”, “No se trata de una cuestión de plata, el gobierno no lee la profundidad de la gravedad de lo que pasó el último año y medio. Se metieron en la vida y los negocios de la gente”, concluyó Vidal al alertar que días después de las PASO se olvidaron de la pandemia y decidieron abrir los boliches, la vuelta del público a las canchas de fútbol y dejar de usar el barbijo al aire libre.

Resultado del Concurso de la pintura mural para Biblioteca “José Enrique Rodó” de Conchillas


 La Intendencia de Colonia a través de la Dirección de Cultura informa que el jurado convocado a tal fin, reunido en la Casa de la Cultura de Colonia del Sacramento el martes 21 de setiembre pasado, falló en forma unánime a favor del proyecto presentado por la artista plástico Claudia Machado Larrosa. Esta obra mural será inaugurada oficialmente el próximo sábado 2 de octubre en el acto Central del Día del Patrimonio.

AUSPICIOSOS RESULTADOS DE LA RONDA DE NEGOCIOS, LA INNOVADORA PLATAFORMA COMERCIAL DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES


 Buenos Aires, 23 de septiembre de 2021: La Fundación 

El Libro comunica el muy positivo balance de la Ronda de Negocios de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se realizó de 13 al 15 de septiembre de manera íntegramente virtual. Ariel Granica, presidente de la Fundación El Libro expresó que: "la Ronda es una propuesta que se realizó en un marco virtual nuevo, donde el sector mostró una gran capacidad para adaptarse al entorno y, a su vez, ha generado resultados notables. incluso en relación a las experiencias anteriores presenciales. Es el camino que queremos recorrer: innovación con resultados. Como proyecto novedoso requirió una gran gestión por parte del equipo de la Fundación El Libro, de la Comisión de Profesionales y versatilidad de todos los protagonistas, tanto compradores como vendedores. El resultado indica que es un modelo que vino para quedarse".

Jorge Gutiérrez Brianza, director comercial de la Fundación El Libro dijo: "estamos gratamente sorprendidos por el alcance y los resultados obtenidos: la convocatoria, la cantidad de reuniones realizadas y el volumen de negocios concretados. Y lo más destacable de esta acción es que logramos vincular a compradores de todo el mundo deseosos de realizar negocios, ampliar su red de contactos y conocer la calidad y variedad de la oferta editorial argentina. Hemos dado un paso importante en posicionar y visibilizar a nuestra industria editorial". 

 LA RONDA DE NEGOCIOS EN NÚMEROS .
• 3 días • 460 participantes
• 395 compradores (282 argentinos – 113 extranjeros) 
• 65 vendedores 
• 26 países formaron parte: Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Dinamarca, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, Italia, Kenia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, República Dominicana, Suiza y Uruguay.
 • 1268 reuniones solicitadas 
 • 1029 reuniones realizadas 
 • 2058 encuestas (que brindan los datos porcentales volcados a continuación) 
• El 67,8% de los participantes no se conocían previamente entre sí. 
• El 71,37% de los participantes no había concretado operaciones entre sí anteriormente 
• En el 47,7% de las reuniones realizadas se concretaron operaciones. 
• El 95,1 % de los participantes luego de las reuniones manifestaron que creen poder concretar operaciones a futuro con la contraparte. 
 • El 77,15% de los participantes valoró como excelentes o muy buenas las reuniones realizadas. 
 • 47 editoriales argentinas realizaron operaciones en firme con el servicio de Logística a cargo de la FEL y el Programa Librero Amigo (operaciones en firme con un dto. del 50% sobre el PVP) 
 • 395 pedidos en firme por un total de 21.869 ejemplares (usando el Servicio de Logística Nacional)
 • 56 pedidos en firme por un total de 8.331 ejemplares (envío de manera directa por el vendedor) 
 • 451 total de pedidos concretados y más de 30.000 ejemplares vendidos 
• 67 fue el promedio de ejemplares por pedido
 • Más de $40.000.000 a valor P.V.P es el valor estimado vendido Cabe destacar que la Fundación el Libro realizó un esfuerzo excepcional junto los editores argentinos participantes, para mantener el servicio gratuito de logística nacional y el programa Librero Amigo. Estos diferenciales, que no brinda ninguna otra Feria del Libro del mundo, se tornaron imprescindibles para atravesar la que, sin duda, ha sido la mayor dificultad con la que se encontró el sector del libro en años.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES EN NÚMEROS 

• 58 asistentes a la Mesa redonda I: “El difícil arte de sostener una editorial”. Oradores: Julia Ariza (Fiordo), Adela Basch (Abran Cancha) y Leandro Donozo (Gourmet musical)
 • 54 asistentes a la Conferencia: “¡Seguimos vivas! ¿Cómo resistieron las librerías independientes a una pandemia global?”. Oradora: Julia Bustos (Musaraña Libros) 
• 80 asistentes a la Mesa redonda II: “Lo que la pandemia nos dejó. Nuevas formas de vinculación con el libro y los lectores”. Oradores: Carolina Aliberti (Atlántica Libros y café), Gretel Nájera (Pantuflas libros), Florencia Pescetto (Qué Libro leo) y Gabriela Pintos (Saber Libros). 

La Ronda de Negocios contó con el apoyo de: Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional; Argentina Key Titles; Banco Nación; Interbook; Impulso Cultural y Livriz de Docuprint

Día Nacional del Bebe

 


DIA NACIONAL DEL BEBÉ “El tiempo del bebé es ahora” A partir de lunes 27 de setiembre y hasta el viernes 1 de octubre a las 19.30 horas, por todos los medios y plataformas de Ro Contenidos se celebrará el Dia Nacional del Bebé. Destacados profesionales hablarán sobre: embarazo; sueño seguro; alimentación y juego. El día viernes 1 se responderán preguntas del público.Participarán los doctores Luis Barbeito, Virginia Kanopa, Isabel Bove, Natalia Trenchi, Beatriz Masena, Mercedes Traversa y reconocidos profesionales del departamento de la salud y educación, que atienden este tema. Desde hace 13 años APPIA ( Asociación de psicología y psicopatología de la infancia y la adolescencia) y la Comisión nacional del bebé, celebran este día; pretendiendo en 2021 lograr el carácter nacional de la celebración. 

El Departamento de Colonia adhiere a la Ley 19.132 que establece que cada 1er viernes de octubre se celebre El Día nacional del Bebé.Esta actividad declarada de Interés departamental por el Intendente Dr. Carlos Moreira, es apoyada en el Departamento por: INAU, Mides, MSP, RAP, ASSE, BPS, ANEP, DGEIP e instituciones y empresas privadas.Se invita a las familias y profesionales a acompañar este ciclo y a celebrar el viernes 1 el Dia Nacional del bebé usando el color naranja

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