La Empresa AYSA de Zarate procedio al mantenimiento de la estructura que guarda la bomba de agua reparando y pintando la misma dando un marco visual diferente a la Plaza Uruguay de esta ciudad, esperemos que las pegatinas partidarias no arruinen este trabajo, de hecho consideramos que de ocurrir el partido que lo haga mostraria poco respeto a lo publico siendo logico el pueblo juszque por ellos en las urnas si esto sucede....
domingo, 3 de mayo de 2015
AYSa de Zarate mantenimiento de su estructura Plaza Uruguay
La Empresa AYSA de Zarate procedio al mantenimiento de la estructura que guarda la bomba de agua reparando y pintando la misma dando un marco visual diferente a la Plaza Uruguay de esta ciudad, esperemos que las pegatinas partidarias no arruinen este trabajo, de hecho consideramos que de ocurrir el partido que lo haga mostraria poco respeto a lo publico siendo logico el pueblo juszque por ellos en las urnas si esto sucede....
Ahora el plan es “dólares para todos”
Por Pablo Wende
El “dólar ahorro” tocó un nuevo récord en abril, tal como lo viene haciendo mes a mes desde que arrancó 2015. En el mes que acaba de finalizar se fueron por esa vía 495 millones. Pero el dato relevante en este caso es que semejante entrega de reservas para satisfacer la demanda de los ahorristas no le hizo cosquillas al stock que tiene el BCRA, que terminó el mes en el mayor nivel desde mediados de 2013, a casi 34.000 millones.
Hay dos lecturas que pueden realizarse sobre este máximo alcanzado por el esquema de “dólar ahorro”. Por un lado, la demanda del público para dolarizarse se mantiene sostenida, a pesar de la tranquilidad cambiaria de los últimos meses. Pero del otro lado también muestra que el Gobierno ha mantenido, e incluso flexibilizado, un sistema que parecía a punto de desaparecer hace pocos meses.
Sucede que este sistema de venta de dólares “subsidiados”, que se entregan al tipo de cambio oficial más un 20%, fue clave para que cayera la demanda de dólares que se canalizaba por el mercado paralelo. Y es lo que permitió que la brecha cambiaria, que había llegado al 85%, finalmente cayera a cerca del 40% en las últimas semanas.
El objetivo del Gobierno para el cuatrimestre electoral que se avecina es, justamente, seguir flexibilizando el acceso al mercado de cambios. En otras palabras, se busca desandar el camino del cepo que se instauró a los pocos días de la victoria de Cristina Kirchner en octubre de 2011 y que luego significaría la derrota del oficialismo en las elecciones de 2013. Ahora, la lógica es exactamente al revés: si en aquella oportunidad se perdió por el cerrojo cambiario, ahora el objetivo es facilitar todo lo que sea posible el acceso al mismo.
Pero posiblemente lo más relevante pase por el hecho de que también les darán más acceso a los importadores. El énfasis estará puesto en las compras de insumos para llevar adelante la producción, luego de las restricciones que tanto daño produjeron en la actividad económica. La caída de la industria pasó, en buena medida, por las dificultades para sostener la oferta de bienes más que por un problema de demanda del mercado.
El mayor acceso a divisas es lo que está permitiendo este “veranito” cambiario. Hubo colocaciones de deuda tanto del Gobierno como de YPF. Y los depósitos en dólares ya crecieron más de 1.000 millones, alentados por la suba de tasas impuesta por el Central.
En medio de las discusiones de los candidatos por la salida del cepo, pocos percibieron que es el propio Gobierno el que comenzó a transitar el camino para su liberación. Aunque más no sea por una especulación meramente electoral.
La victoria del Metrobus sobre la lucha de clases
Por Eduardo Fidanza.
Aspecto juvenil, descontracturado; vestimenta casual, palabras apacibles, emociones controladas, ausencia de conflicto, apelación a un público genérico, elogio de la eficacia. La intención es representar lo nuevo, una forma benévola y minimalista de hacer política que resuelve problemas, contraponiéndose a los grandes relatos de los partidos históricos. El currículum es una gestión eficaz para ordenar y embellecer a la principal ciudad del país. Con esos rasgos y propósitos, una nueva generación de políticos ha alcanzado en pocos años la madurez y aspira, con fundamentos, a obtener la presidencia.
Pro es la expresión más cabal de esta nueva cultura, pero no es la única. Las recientes elecciones en la ciudad de Buenos Aires colocaron en primer lugar a tres figuras que competían entre sí compartiendo, sin embargo, un estilo y un programa parecidos. Durante la campaña, se cruzaron tantas críticas como reconocimientos, desarrollando un debate civilizado, que contrastó con la retórica violenta de la política argentina, signada por el discurso presidencial y las réplicas opositoras. Lejos de esa actitud querellante, los competidores discutieron temas con cordialidad, amagaron rencillas más profundas que nunca desataron, y al final se felicitaron y se fueron, sin incidentes, de la escena.
Bertrand de Jouvenel se dolía por la pérdida de amabilidad en la sociedad contemporánea, entendiéndola como la desaparición de las formas armónicas de vida, de las cuales la política es una sobresaliente expresión. Acaso la reciente campaña en la ciudad pueda interpretarse como un retorno a la amabilidad, a un modo distinto de tramitar y resolver las cuestiones públicas. No es la única vez que Buenos Aires, la ciudad más rica y educada del país, se expresó de esta manera. Pero es la primera vez que los protagonistas del hecho aspiran a la presidencia y pueden alcanzarla, organizados en un nuevo partido, que resignifica las palabras, los modos de comunicación, las propuestas y los valores bajo un estilo novedoso.
Con la nueva cultura, adviene un nuevo diccionario a la esfera pública. La "historia" ha sido reemplazada por la "agenda", el "pueblo" por la "gente", la "liberación" por el "sueño", el "gobierno" por el "equipo", la "nación" por el "distrito", el "partido" por el "espacio", el "ciudadano" por el "vecino". Tenemos un sueño, somos un equipo, resolvemos los problemas de la gente: éstos fueron los pilares del discurso que acaparó el 50% de los votos el domingo pasado en Buenos Aires. No son meros eslóganes, aunque hayan sido prolijamente testeados por el marketing. Detrás hay logros de gestión que los votantes reconocen y acompañan: la creación de una policía metropolitana, el alivio de las inundaciones, la mejora del transporte, el ordenamiento del tránsito y el embellecimiento de los lugares públicos, entre otros.
Sin embargo, los desafíos que se le presentan a la naciente cultura política son formidables. Por empezar, se trata de que un nuevo partido gobierne un país que en los últimos 70 años fue conducido por peronistas, radicales o militares. Si Pro ganara las elecciones presidenciales, significaría una transformación histórica del sistema político argentino, que, a pesar de la debilidad de sus organizaciones, alumbraría una nueva formación con capacidad para llegar al poder. El primer desafío, si alcanzara ese objetivo, será cómo gobernar una sociedad acostumbrada a otra jefatura y a otro estilo de conducción. ¿Será suficiente la amabilidad? ¿Alcanzará con el "equipo" y el "sueño", cuando el distrito sea el país, con sus necesidades, sus contradicciones y sus desigualdades?
Puede interpretarse que Pro es en la esfera política una expresión, eficaz y creativa, de lo que Gilles Lipovetsky y Jean Serroy llaman "la estetización del mundo", una extendida tendencia que impregna al capitalismo global. Esta cultura consagra el triunfo del estilo, del diseño, del paisaje, del embellecimiento. Por eso Buenos Aires es la imagen por mostrar, la realidad que impacta visualmente a los visitantes del interior y suma votos para Macri. Pro entra antes por los ojos que por el estómago; antes por el diseño y la solución práctica que por la ideología. Son los instrumentos los que atraen, no los fines; es la eficacia la que seduce y convence. Es el alivio del transeúnte, más que la liberación del oprimido. Es la victoria del Metrobus sobre la lucha de clases.
No obstante, la belleza y la eficacia no alcanzan para salvar al mundo, como bien dicen Lipovetsky y Serroy. Pro lo sabe y se agita sordamente. Si todo fuera la estética, no sería necesaria la política. Si bastara con el diseño urbano, no habría que vérselas con la desigualdad, la trata de personas, el narcotráfico, la corrupción, el juego, la inseguridad. La campaña reciente apenas dejó ver estas tensiones, que atraviesan y afligen a la nueva política. La estética postergó por ahora a la ética. El baile triunfal canceló las contradicciones. Pero gobernar bien el país requerirá volver a examinarlas y enfrentarlas, con coraje y honestidad.
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