Mostrando entradas con la etiqueta votos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta votos. Mostrar todas las entradas

sábado, 21 de agosto de 2021

Elecciones 2021: Hubo fallas en el simulacro de conteo de votos que realizó el Gobierno de cara a las PASO

 

Por Eduardo Menegazz Infobae
El Gobierno realizó este sábado el simulacro de recuento de votos de cara a las próximas PASO y la prueba arrojó errores. Es por esta razón que el próximo sábado se volverá a testear el sistema para llegar al 100% de efectividad en el conteo. La situación se da cuando sólo faltan tres semanas para la votación.

 Si bien el sábado 7 de agosto se había hecho una prueba parcial con la carga de telegramas y de votos, la de hoy fue la primera vez que se realizó el simulacro de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) pautadas para el 12 de septiembre próximo. En la prueba de hoy se trabajó al cien por ciento con la totalidad de las mesas y de votos.

 El simulacro se realizó en una de las sedes del Correo Central, sobre la calle Brandsen, en el barrio porteño de Barracas. Estaba previsto que este simulacro iniciara a las 8 de la mañana y se demoró. Durante la jornada de trabajo se trató de exigir al sistema y eso ralentizó el recuento. Según pudo averiguar Infobae, esta decisión se tomó para evitar que justamente ocurran estos inconvenientes durante las elecciones.

 En el recuento oficial se suele realizar una carga progresiva, pero hoy lo que se hizo fue un trabajo intenso y en poco tiempo: se cargaron muchas mesas y una gran cantidad de telegramas. Eso complicó lo que tenían previsto desde el Gobierno. “Este es un proceso continuo donde se detectan cuestiones para trabajar y mejorar. Se trata de testear y estresar el sistema, algo que siempre debe estar presente en un simulacro”, sostuvo Diana Quiodo, Directora Nacional Electoral.

 Según averiguó este medio, las fallas registradas eran esperables, puesto que si el simulacro hubiera resultado cien por ciento efectivo, no hubieran tenido necesidad de realizar un segundo simulacro, como se realizará la próxima semana. Cuando se lleve adelante esta nueva prueba, estarán faltando sólo 15 días para la votación oficial en las PASO. 

 Después de una breve interrupción en 2019, la empresa Indra volvió a estar a cargo del escrutinio provisorio para las elecciones legislativas de 2021. Finalmente, el Gobierno adjudicó la licitación a la firma de capitales españoles en una resolución publicada en junio pasado en el Boletín Oficial. La decisión fue confirmada a través de la Decisión Administrativa 534/2021 que llevó las firmas del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. Para el testeo de hoy se movilizaron 20.000 personas y se estima que el sistema le costará al Estado alrededor de $1.600 millones Patricia García Blanco, secretaria de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior, y Quiodo, Directora Nacional Electoral, estuvieron presentes en el Correo Central este sábado y explicaron que en la semana próxima se van a tratar de ajustar todos estos problemas y que se convocará tanto a fiscales como apoderados, que también estuvieron presentes hoy, para terminar de ajustar y solucionar los problemas que se registraron.

 Justamente al respecto de ese punto, los problemas que se presentaron, según supo Infobae, tienen que ver con las fechas de los telegramas -que no son las que corresponden (algunas de principio de agosto, en lugar de este sábado)- y también con algunas oficinas del Correo, donde se registraron problemas en la transmisión de datos. “Hubo problemas con los metadatos asociados a los telegramas. Estaremos atentos para realizar ajustes en ese sentido. También los fiscales encontraron dificultades para ubicar algunas sucursales digitales”, explicó Quiodo. 

Al final de la jornada, desde Interior informaron que esos inconvenientes se habían subsanado. Estaba previsto que el ensayo de este sábado se realizara entre las 8 de la mañana y las 16, pero comenzó a las 9.30 y continuaba en proceso durante la tarde: pasadas las 17 seguían trabajando en el lugar. “En un 99,5% el simulacro salió bien y hay cosas por ajustar”, comentaron a este medio desde el lugar en el que se realizó el testeo de las Elecciones 2021. 

 El operativo que se dispuso este sábado implicó la movilización de más de 20.000 personas abocadas al proceso de transmisión, recuento y difusión de resultados electorales. Fueron convocados y capacitados 13.663 operadores de transmisión y 2.456 supervisores en todo el país, a los que se suman 6400 trabajadores y trabajadoras de Correo que brindaron soporte técnico, administrativo y de logística.

 Además, durante la jornada, 1.170 participaron como digitadores de los telegramas y más de 2.000 apoderados y fiscales informáticos de todas las fuerzas políticas. García Blanco dijo que los resultados de los comicios empezarán a difundirse el 12 de septiembre desde las 21. “No hay como en 2019 una orden de un juez como pasó con la jueza Servini que había ordenado que estuvieran procesados el 20% de los votos en las principales provincias. A medida que se carguen las mesas, tendrán los datos”, explicó.

domingo, 6 de junio de 2021

Argentina y la retórica del escorpión: vacunas por votos y aumento de dietas

 

Si gobernar en tiempos de pandemia es caminar sobre un terremoto, ser gobernado es caminar en arenas movedizas donde no sabemos si nos hundiremos al próximo paso
Por Jorge Grispo 6 de Junio de 2021 

Abogado, especialista en Derecho Corporativo, autor de numerosos libros y publicaciones Alberto Fernández y Cristina Kirchner Alberto Fernández y Cristina Kirchner La pandemia es una situación límite que expone al mismo tiempo todos los males de nuestra sociedad. No por conocida, deja de ser útil la fábula del escorpión y la rana: un escorpión le pidió a una rana que lo cargue para cruzar el río. La rana, desconfiada, le preguntó cómo podía estar segura que no la iba a picar.

 El escorpión le respondió: “Porque haría que ambos nos ahogáramos”. La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión la picó. Sorprendida, la rana le preguntó por qué lo había hecho, si los dos iban a morir. El escorpión respondió: “Es mi naturaleza”. Moraleja: no te engañes con alguien creyendo que es o puede ser igual a tí; hay quienes sacarán su maldad sin importar las consecuencias. La fábula evidencia, al mismo tiempo, que para ciertos grupos de personas la ambición es tan desmedida que no tienen empacho en destruir las propias circunstancias que los mantienen a flote.

 La naturaleza del escorpión, que no puede dejar de lado su esencia aunque en ello se le vaya la vida, es un paradigma del momento histórico que estamos viviendo en un año bisagra donde, en las elecciones legislativas que se aproximan, nuestra sociedad deberá elegir entre consolidar un modelo populista de autocracia o una república. Dependerá de los votantes el futuro de la nación, muchos de los cuales padecen de una amnesia severa, olvidando los males del pasado que nos han colocado en el lugar que hoy estamos como nación: en el fondo del pozo. 

Es en este punto donde adquiere importancia la retórica del escorpión, que, por su propia naturaleza, nos termina picando hasta morir una vez más en un fracaso tras otro. La retórica del escorpión es lo que hace que las vacunas Rusas y China llegarán tarde, pero antes que las provenientes de los países de occidente, como si las cuestiones geopolíticas fueran más importantes que las vidas que quedaron en el camino, a la vez que el uso político de la vacuna es hoy una realidad tan concreta y palpable como imperdonable. 

El propio titular del Ejecutivo en una de sus tantas apariciones públicas fue ganado por su subconsciente al mencionar “campaña” en lugar de “pandemia”. En el medio de las incertidumbres existenciales con las que nos toca convivir, una de las pocas certezas que tenemos es que para nuestros gobernantes la campaña electoral está hoy antes que la pandemia. El subconsciente habla por sí solo. La retórica del escorpión al mismo tiempo exhibe como los “congresistas” se aumentan sus propias dietas en un 40%, contradiciendo en un solo acto tanto las propias metas inflacionarias del gobierno, como la ética ciudadana donde se le exigen cada vez más sacrificios a la población, pero a la hora de cuidar sus propios bolsillos, se ocupan de sostener sus beneficios y privilegios.

 Una actitud propia del escorpión que solo genera rechazo en la población que es gobernada por sujetos que ni siquiera tienen el buen tino de dar el ejemplo. Es fácil pedir el sacrificio ajeno sin hacer el propio. Firma de la paritaria de los trabajadores del Congreso Firma de la paritaria de los trabajadores del Congreso El escorpión también sabe sacarle punta al lápiz. El gobierno de la provincia de Buenos Aires engrosó su padrón de extranjeros habilitados para votar este año sumando 820.530 votantes del conurbano bonaerense, que cuentan con la residencia permanente y podrán votar. A la vez que el gobierno nacional derogó por medio del decreto 189/2021 el Decreto N° 45/2019 (de la gestión de Macri), el cual permitía a los ciudadanos argentinos que residían en otros países inscribirse en un registro online que los habilitaba a votar por correo, en lugar de tener que ir hasta la sede diplomática más próxima.

 La finalidad electoralista de este tipo de medidas es clara, donde se presume de antemano que cierto tipo de votantes serán afines al oficialismo se los incorpora al podrán electoral, en cambio donde estadísticamente la coalición gobernante saca menos votos se dificulta el acceso a las urnas. Cada voto cuenta y lo están haciendo notar. La democracia, en la forma que la hemos conocido, está de mudanza, guardada en un camión con destino incierto, que solo lo conoceremos con los resultados de los próximos comicios. Los discursos de la política, vacía de contenido, no logran interpretar el sentir de la ciudadanía. Las idas y vueltas de la clase dirigente, en el país del futuro mejor que nunca llega, exhiben la desconexión entre los gobernantes y sus gobernados. 

Continuamos navegando en el mar de la incertidumbre, la extensión del aislamiento social sumado a las marchas y contramarchas constantes de la dirigencia política, nos impone convivir con un contexto donde la vuelta a la normalidad ya no es una opción, porque la normalidad argentina fue ir de crisis en crisis. El estado de calamidad actual de la economía, con miles de pobres que pasan a engrosar a diario las estadísticas de la “miseria”, es un camino imposible de seguir transitando. Las comparaciones siempre son odiosas, pero en ciertos momentos sirven para acercarse a la realidad desde otro lugar. Estamos como estamos, penando, mientras, por ejemplo en el Estado de la Florida (EEUU) esta semana se dio por “finalizada” la emergencia por Covid-19. 

Es muy simple el acceso a la vacuna, sin costo alguno, a la vez que los contagios han disminuido sensiblemente. Los comercios y shopping están todos abiertos, al igual que la gastronomía y la hotelería. Las personas van y vienen sin limitación alguna y por cierto los “controles” en los accesos a la cuidad no existen. En el aeropuerto instalaron un vacunatorio para inocular a todo aquel que se acerque, sin justificar nada más que sus ganas de poner el hombro. Lamentablemente en nuestra aldea pobre la realidad es bien distinta, quizás, porque la política también se comporta diferente y los votantes solemos olvidar los errores del pasado, a cambio de promesas que sabemos no se cumplirán. El caos actual ha desencadenado en la sociedad una importante sensación de indignación y reproche por la mala administración de la catástrofe sanitaria.

 Ni bien se analizan las estadísticas mundiales, los resultados que hemos tenido se encuentran entre los peores del mundo. Los datos son los datos y discutirlos desde el relato o el desagrado no hace que cambien o mejoren. Tuvimos una cuarentena extremadamente dura y larga. Los resultados, pasado un año son pésimos, los datos duros mandan. Hoy estamos peor que en junio de 2020 con más muertos, más contagiados, más miseria, agotamiento de la población, la economía destrozada, el sistema de salud colapsado. A juzgar por los resultados en vez de aumentar las dietas un 40 por ciento deberían devolver todo lo cobrado en el último año y medio, tras el fracaso rotundo de la gestión pandémica. 

 Un médico revisa pacientes covid-19 en la Unidad de Terapia Intensiva, en un Hospital de la Provincia de Buenos Aires Un médico revisa pacientes covid-19 en la Unidad de Terapia Intensiva, en un Hospital de la Provincia de Buenos Aires No todo el desorden actual es a consecuencia de la pandemia bajo cuyo paraguas se pretende justificar los desaciertos. Mientras algunos dan por finalizada la emergencia sanitaria, nosotros seguimos luchando como Don Quijote contra los molinos de viento. En esas diferencias la responsabilidad es de la clase dirigente, de sus errores, impericias y falta de capacidad en la gestión de lo público. 

Llegamos a la catástrofe sanitaria, luego de varias décadas de caída sostenida en relatos populistas que -salvo por pequeños intervalos que también fracasaron- nos arrastraron cada vez más a un formato de sociedad distópica, que solo puede vivir de unos pocos que pagan impuesto para sostener un inflamado gasto público que no para de crecer. Nadie en sus cabales puede negar el estado calamitoso de nuestra economía. Y mucho menos desconocer los niveles pornográficos de pobreza, pareciera que la niña M ya quedó en el cajón de los recuerdos, cuando en realidad cada día se suman más criaturas en situación de calle. Solo un relato basado en la retórica del escorpión nos podría llevar a la incredulidad de pensar que la funcionalidad de nuestra nación ha sido efectiva. 

La entropía endémica en la que vivimos, donde los políticos tienen la responsabilidad de gobernar y son los que toman las decisiones que luego nos llevan al fondo del abismo, pareciera quedar de lado en tiempos electorales, donde los votantes nos olvidamos de todos los males que nos infringieron, ya sea por torpeza o por codicia, para abrazar las promesas de un mañana mejor que se ve frustrado por la realidad de un presente peor. Si para el presidente gobernar en tiempos de pandemia es como caminar sobre un terremoto, para los gobernados vivir en tiempos de pandemia es como caminar sobre arenas movedizas, donde la incertidumbre de no saber cuál será el próximo paso que nos tragará de la faz de la tierra hace que los miedos existenciales, que a la vez son una herramienta para gobernar, terminan siendo funcionales a la retórica del escorpión, que siempre nos terminará picando.

 En ese contexto la clase dirigente se maneja como si estuviera aislada, ajena al contexto social, ya que las decisiones que ellos toman no significa que deban convivir con sus consecuencias. Para el gastronómico cerrar por “X” días es una tragedia en sí misma, para el gobernante es solo una decisión más que debe tomar. Son mundos diferentes. Mientras unos no tienen trabajo, los legisladores se aumentan un 40% sus dietas. Hipocresías propias del escorpión que nos miente, nos pica y nos vuele a matar. Los votantes argentinos hemos muerto y resucitado varias veces en nuestras vidas. A la hora de las urnas vuelven las promesas de un futuro mejor amplificando de manera exponencial la retórica del escorpión, que ni bien se terminan de contar los votos, nos vuelve a matar. La dirigencia política debe entender de una vez por todas, que su trabajo no es pedir más y más esfuerzos a la población, más distanciamiento, más cierres, más controles de tránsito para hacer invivible el día a día. 

Su trabajo es hacer más simple la vida de los gobernados a partir de los consensos, generar las condiciones políticas para tener un país vivible, bien administrado, económicamente sustentable, inclusivo, donde el corrupto vaya preso y la Justicia pueda hacer su trabajo, donde pase todo lo que tenga que pasar para tener de una buena vez por todas un futuro mejor que alguna vez llegue. La gabela a los ricos es un típico paradigma de la retórica del escorpión, donde un impuesto propio de la épica del relato populista es al mismo tiempo desperdiciado por una mala gestión de lo público: un importe similar a lo recaudado es el que se deberá enfrentar para cubrir los intereses de la deuda con el Club de París que venció en estos días, a la vez que los “ricos” dejan de pagar impuestos a consecuencia de su cambio de domicilio fiscal al exterior. 

Maltratamos y espantamos a los que tenemos que cuidar. Con las empresas y el campo sucede lo mismo. No las atraemos, seguimos “combatiendo al capital” con prácticas sindicales que son propias de las mafias y leyes laborales que más que cuidar al dador de trabajo lo castigan, más una “montaña” de impuestos inviables. Podemos discutir desde el respeto de las ideas diferentes si un modelo es mejor o peor que otro, pero lo que no podemos seguir haciendo es negar las consecuencias de las decisiones que toma la política, que son desastrosas y no se hacen cargo, pero si se ocupan de aumentar sus dietas. El colapso social es una consecuencia de las decisiones de la clase dirigente, de su fracaso en la conducción de un país que necesita líderes, estadistas con pensamiento de futuro y no con sed de lavar el pasado.

 El estropicio que es nuestra nación, no es producto del gobierno actual -más allá de su indudable contribución-, sino de la sumatoria de todos desde la recuperación de la democracia hasta la fecha, ya que siempre hemos estado “peor que antes”. Nuestra nación, como muchas otras, se ha demostrado impotente para enfrentar un virus de conducta impredecible que no para de hacer desastres. El virus nos enseñó que nadie se salva solo, que no importa la clase social, ni la casta de gobernante o plebe, afecta a todos por igual, resultando igualitario en su contagio y catastrófico en sus efectos. Hoy más que nunca es necesario repensar nuestra sociedad.

 La política tiene el deber y la obligación de volver a ganarse el respeto de la ciudadanía, lo que por cierto no hará aumentando sus dietas un 40% a la vez que le sigue pidiendo sacrificios a los gobernados y aumentando los impuestos en lugar de bajarlos. Pensar un modelo de país es una tarea hoy imperativa. El pasado ya fracasó, no volvamos a repetirlo en el futuro que se aproxima. Mientras en los países del primer mundo se han generado ya las condiciones para salir de la pandemia, se avanza con paso firme en la reapertura de todas las actividades, a la vez que no cesan en vacunar a su población, en nuestra aldea pobre seguimos discutiendo las fórmulas que ya fracasaron en el pasado para aplicarlas al futuro, en una especie de suicidio colectivo. Ni pronto ni tarde. Es ahora el momento de dar un paso adelante en la ruta de salida del abismo. 

 La sociedad argentina se encuentra agotada. Llegamos a un punto donde la “peste” arrastró como la inundación todas nuestras miserias, para exponerlas juntas. Habrá sin dudas un antes y un después del Covid, pero lo que está en juego es si ese “después” será peor o igual al pasado, o si podremos finalmente generar como sociedad un futuro mejor. El encierro prolongado, la falta de trabajo, la economía en picada, son factores muy complejos de sostener en una inmensa mayoría de familias argentinas.

 Frente a ese oscuro panorama, para muchos, no queda otra alternativa que arriesgarse y salir a trabajar, más allá de los riesgos de contagio, la falta de camas UTI, y el abastecimiento de las vacunas que no termina de normalizarse en cantidades suficientes para todas y todos, y no solo para los entenados del gobierno. Poner a un sector importante de la población en semejante dilema, además de inmoral es imperdonable. Tanto la niña “M”, como la desgarradora imagen de Lara Arreguiz en el piso del Hospital Iturraspe de Santa Fe son fotos del fracaso que no debemos olvidar, lamentablemente hay muchas más. En palabras Manuel Belgrano: “Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria”.

domingo, 30 de mayo de 2021

El amontonamiento de progresistas que parasita los votos del peronismo

 

Volver a votar a partir de los principios que nos definen es el camino hacia el renacimiento de la política y a la verdadera derrota del kirchnerismo
Por Julio Bárbaro 30 de Mayo de 2021 Politólogo y Escritor.

 Fue diputado nacional, secretario de Cultura e interventor del Comfer. Alberto Fernández y Cristina Kirchner Alberto Fernández y Cristina Kirchner El síntoma más definitivo de la decadencia es el triunfo de los peores.

 En nuestra apabullada sociedad se enriquecieron los vivos, aquellos que nos convencieron de regalar los bienes del Estado para apropiarse de ellos sin inversión alguna. Inventaron la teoría del “privatismo virtuoso” moderno y pretencioso cuento del tío que implicaba regalar las propiedades colectivas a pocas manos, en su mayoría extranjeras. 

El relato era la inversión privada y el fruto amargo, un saqueo a pura corrupción. Esa es la matriz de la actual miseria, las otras provienen de ese oscuro origen con pretensiones de modernidad. Primero el golpe, luego la deuda y finalmente la disolución del Estado. Y ahora se quejan, generaron un monstruo infinitamente más dañino que aquel que intentaron combatir. El grave conflicto que vive nuestra sociedad es que la derecha es muy de derecha, sólo mira su ombligo y la izquierda también se ocupa únicamente de sus necesidades. 

Ambas comparten la ignorancia que resulta de la desmesura de la codicia. Quienes gobiernan dicen ser progresistas pero habitan en las zonas más elegantes y sus gustos en nada los diferencian de sus supuestos enemigos: Puerto Madero y barrios privados, amigos y a veces socios de las empresas privatizadas. Son propietarios de los lujos y la soberbia de nuevos ricos. Con las elecciones los curros no fueron desarticulados, sólo cambiaron de dueño, de mano. Esos inventos de privatizaciones que nunca existieron, para administrar bienes del Estado dibujaban concesionarios con testaferros y los saqueaban en nombre del “libre mercado”. 

Todo aquello que era nuestro y rentable, lo perdimos, lo despedazamos, ya vimos que sucesivos gobiernos no alteraron esa matriz colonial. Desde semejante destrucción, la pobreza y la deuda nunca dejaron de crecer a la par que los números de esta burocracia con dos versiones, derecha con el PRO e izquierda con el amontonamiento de pretendidos progresistas que parasitan los votos del peronismo.

 Un gobierno cree ser de izquierda si acomoda, favorece y contrata a los militantes que dicen pertenecer a esa ilusión de ayer revertida en deformación. Para ser peronistas deberían ocuparse de la gente, integrar socialmente, recuperar trabajo, temas que ni siquiera llegan a ocupar sus intereses. Hoy sufren el daño todos, hasta los más necesitados.

 Gobiernan dejando dudas, ellos dicen cuidar, demasiados perciben oprimir. Ahora viene la discusión sobre si nos amontonamos para ganarle al gobierno o si podemos votar según nuestras ideas y no por los temores. Se siente como si todas nuestras opiniones fueran convertidas en dogmas y acusaciones hacia quien piensa distinto. El gobierno irá unido, en consecuencia parece que sólo importa reducirlo a la menor cantidad posible de votos. Que cada sector recupere la pureza de sus propuestas y de ese modo, la dispersión le imponga al poder desnudar su mayor debilidad. Juntarse para enfrentarlos es regalarles los votos del espanto. 

 Asumamos que en toda aglomeración se entrega la identidad a cambio de una pretendida nobleza de causa tan falsa como absurda. Volvamos a votar a partir de los principios que nos definen, ese es el camino hacia el renacimiento de la política y a la verdadera derrota del kirchnerismo. La debilidad del Gobierno solo se sostiene en la ausencia de oposición. Si somos capaces de construir una alternativa que devuelva la esperanza de un mejor mañana, este conjunto conformado por la suma de codicias que nos gobierna se disolverá para siempre. 

Si por el contrario volvemos a revivir los fracasos que facilitaron su retorno, si ni siquiera nos diferenciamos en asumir con humildad la autocrítica, terminaremos entendiendo que el enojo que engendra la denuncia no es capaz de iluminar algún futuro. Debemos hacernos cargo de nuestros errores, acabemos con la cantinela de que el pueblo vota mal como si alguno le hubiera ofrecido una opción superadora. “La historia es un cementerio de elites”, supo afirmar Vilfredo Pareto y hace tiempo que entre nosotros no surge nada parecido a una minoría lúcida. No tenemos ni políticos, ni empresarios ni sindicalistas que sobresalgan como dignos de escuchar. 

Y contados pensadores. Un ejército de quejosos no reemplaza a un grupo pequeño de talentos, casualmente lo que nos falta y necesitamos. Serían la inspiración para reencontrar el camino hacia un futuro que vuelva a ilusionar. Abundan los vivos capaces de parasitar la decadencia, temible virus contra el que hay una única vacuna y es la política en serio, que invite a trascender.

 Hoy el enemigo no es sólo el gobierno, es la desesperanza, una melancolía que nos lleva a pensar que no tenemos salida. La solución hay que construirla, forjarla, entre aquellos que amamos la patria y no tenemos deuda con dogma alguno, entre los que aprendimos a dudar y que hoy debemos iniciar el esfuerzo de consensuar. La situación es angustiante pero el desafío es digno de ser asumido, debatamos un nuevo modelo productivo que genere trabajo y producción. Como escribió Ortega y Gasset : “Argentinos a las cosas”.

Noticias que interesan