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viernes, 18 de julio de 2025

El gobierno lanzó el diálogo social: “Un proceso que no será corto, pero que debe ser profundamente transformador”

De la oposición asistieron dirigentes de Cabildo Abierto y el intendente nacionalista de Paysandú; trabajadores y jubilados pretenden que haya una revisión del esquema de financiamiento del sistema previsional.

Con la participación del presidente Yamandú Orsi, y casi sin representantes de la oposición, el gobierno lanzó este miércoles de manera oficial el diálogo sobre protección y seguridad social. La mayoría de los ministros, dirigentes sindicales y empresariales y también legisladores oficialistas estuvieron presentes en el Auditorio del Sodre para escuchar, en primer lugar, al asesor de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y coordinador del diálogo social, Hugo Bai.

“Hoy damos el primer paso de un proceso que no será corto, pero que debe ser profundamente transformador”, afirmó Bai. Durante su discurso, el asesor de la OPP abogó reiteradamente por alcanzar “los acuerdos más amplios posibles”, aunque “sin negar nuestras diferencias”. “Hoy, frente a los desafíos que nos plantea el presente, y con la mirada puesta en las próximas décadas, abrimos este diálogo social para imaginar juntos y juntas el país al que queremos llegar”, manifestó.

De forma inesperada, la apertura a cargo de Bai debió retrasarse algunos segundos debido a la irrupción de un individuo que, de pie en una de las bandejas del auditorio, acusó a las principales autoridades del gobierno de “traicionar al pueblo”, porque en el plebiscito sobre seguridad social del año pasado “mandaron a votar el No”. La diatriba también incluyó críticas al “sionismo” y la “oligarquía financiera internacional”.

Una vez finalizado el episodio, Bai señaló que, si bien “es ambiciosa y exigente”, la agenda del diálogo social tiene “plazos acotados”. Según establece la hoja de ruta elaborada por el Poder Ejecutivo, el proceso culminará el 30 de abril de 2026. La Comisión Ejecutiva del diálogo social, que reúne a los representantes del gobierno, los partidos políticos y las organizaciones sociales, deberá presentar en esa fecha un documento final que, según explicó Bai, “será un insumo para que el Poder Ejecutivo presente los proyectos de ley que entienda pertinentes y para que el Parlamento, ámbito insustituible de representación de la ciudadanía, los mejore y los transforme en ley para mejorar la calidad de vida de la gente”.

Bai recalcó que el diálogo social “no es un ámbito resolutivo”, sino “un espacio para que gobiernos, partidos políticos y actores sociales intercambien sobre la matriz de protección social que el país necesita de cara al futuro y a partir de eso podamos acordar cambios con la mayor legitimidad social posible”.

La hoja de ruta establece cuatro ejes principales: el combate a la pobreza infantil, la consolidación del Sistema Nacional Integrado de Cuidados, la protección a los activos y la revisión del régimen de jubilaciones y pensiones. Este último punto ha sido cuestionado especialmente por la oposición, que sostiene que “el tema ya está laudado” tras la aprobación de la reforma jubilatoria en 2023 y el fracaso del plebiscito sobre seguridad social en 2024. Orsi recibirá este jueves en la Torre Ejecutiva a las autoridades del Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente –que se han negado a participar en el diálogo social– para conversar al respecto.

Consultado por la prensa al cierre del lanzamiento, Orsi manifestó: “Yo voy a insistir siempre en dialogar, dialogar, dialogar, y me consta que vamos a tener una buena respuesta”. El presidente señaló que “la idea es generar un abanico muy amplio de posibilidades” y apuntó que, en cualquier caso, las definiciones en materia de seguridad social se tomarán en el Parlamento, “que es el central”.

En línea con Orsi se expresó el director de la OPP, Rodrigo Arim, durante el lanzamiento. “En este espacio habrá diálogo, se buscarán acuerdos, pero, por supuesto, no habrá decisiones ni votaciones”, subrayó, en referencia a otro de los cuestionamientos de la oposición, que ha sido el número de representantes de los partidos políticos en la Comisión Ejecutiva.

Arim afirmó que, “en un mundo donde las estridencias sustituyen a los argumentos”, Uruguay “debe cuidar y preservar ese acervo que tenemos y que nos distingue”, esto es, “la capacidad de encuentro en las diferencias, de evitar la confrontación pueril, de sostener puentes de encuentro entre todos los actores, de discutir con firmeza conceptual y ser capaces de plasmar acuerdos de convergencia”.

Tras el lanzamiento, la primera parte del diálogo social consistirá en una etapa de “recopilación de insumos”. Bajo la coordinación de la OPP, el gobierno tiene previsto organizar en los 19 departamentos del país una serie de conversatorios y seminarios, de participación abierta, entre agosto y noviembre de este año.

Asimismo, la Comisión Ejecutiva llevará a cabo múltiples reuniones con organizaciones de la sociedad civil. También se prevé que la ciudadanía haga sus aportes a través de la página web oficial del diálogo social, que quedó disponible este mismo miércoles. La Universidad de la República, en tanto, tendrá a su cargo la sistematización de todos los insumos recibidos.

Los principales planteos de los trabajadores y los jubilados En diálogo con la diaria, Carlos Clavijo, uno de los representantes del PIT-CNT en la Comisión Ejecutiva, señaló que la central sindical colocará en el diálogo social “los tres puntos que fueron al plebiscito”, así como “los temas de cuidados, discapacidad y primera infancia”. “Pero fundamentalmente lo que estamos planteando es el financiamiento de la seguridad social”, resaltó.

Clavijo sostuvo que “sin financiamiento no podemos proteger ni cubrir las necesidades de la gente”. “Sabemos que va a ser el punto más difícil, pero si no discutimos el financiamiento de la seguridad social va a estar muy difícil lograr cambios sustanciales”, advirtió.

Por otra parte, Clavijo adelantó que el PIT-CNT planteará en el diálogo social que haya una sustitución gradual de los aportes patronales por un impuesto sobre la renta. “Desde el gobierno se dice que no se van a crear más impuestos, y ahí es donde está la confusión con nuestro planteo. Nosotros decimos sustituir el aporte patronal, que hoy es fijo, de un 7,5%, por un aporte basado en la renta”, expresó. Este cambio, sostuvo, permitirá que el esquema de financiación del sistema previsional sea “más equitativo”.

“Según las ganancias que tengas es lo que vas a aportar. Eso significa que los pequeños y medianos comerciantes van a contribuir mucho menos, porque tienen pocas ganancias, pero aquellos que tienen mayores ganancias van a contribuir más a la seguridad social”, resaltó Clavijo.

La Organización Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionistas del Uruguay (Onajpu) también planteará en el diálogo social que haya una revisión de “la sostenibilidad del sistema”. Su representante en la Comisión Ejecutiva, Estela Ovelar, dijo a la diaria que esperan que “se pongan sobre la mesa las exoneraciones” del régimen vigente, al igual que “los cambios en la forma de trabajo”, porque actualmente “hay máquinas que han sustituido a personas y eso hoy no tributa”.

Onajpu también planteará inquietudes en torno al sistema de cuidados, “las demoras en salud” y la pobreza infantil. “Estamos a favor, como siempre, de una seguridad social solidaria y sin lucro. No estamos en contra del ahorro individual, pero que sea sin lucro, eso es fundamental”, agregó Ovelar.

Por su parte, la representante de la Plataforma Infancias y Adolescencias (PIAS) en la Comisión Ejecutiva, Paula Baleato, dijo a la diaria que la organización planteará especialmente su preocupación sobre “los temas de la pobreza infantil, que tienen que ver con la situación de las familias con niños y adolescentes a cargo”.

Baleato señaló que en el diálogo social “se va a estar discutiendo todo lo que tiene que ver con la pobreza monetaria de las infancias y las adolescencias”; en tal sentido, aseguró que “hay bastante trabajo para hacer en relación con poder unificar un montón de prestaciones que hoy están dispersas”, así como “analizar las condicionalidades, es decir, lo que les pedimos a cambio a esas familias para recibir esas prestaciones”.

miércoles, 26 de mayo de 2021

MARCHAR AL ESPIEDO

 

En una entrevista en el diario El Observador, el ex intendente de Montevideo y ex candidato presidencial del Frente Amplio, Daniel Martínez declaró que si el Frente Amplio no entiende las causas reales de la derrota, corre riesgo de “marchar al espiedo” en el 2024, aunque haya un “mal gobierno”. Gran verdad.
En estos casi 14 meses de nuevo gobierno multicolor y de oposición del Frente Amplio, esto se puede comprobar de muchas maneras, en particular en el nivel de apoyo que recibe la Presidencia de Luis Lacalle Pou a pesar de que en el último semestre ha tenido un pésimo manejo de la pandemia, situando al país la peor posición del mundo, por contagios, y también por muertes. Solo la vacunación ha impedido un desbarranque peor. 

A todos los aspectos de la salud, se podría agregar la muy lenta recuperación económica y el fuerte impacto social del covid-19, en aumento del desempleo, de la pobreza y de la miseria. En 16 meses desde la derrota del FA no se ha procesado un debate serio, profundo, adecuado y al nivel de la cultura y la historia política de la izquierda uruguaya y los resultados no pueden medirse solo por los textos, por los análisis, sino fundamentalmente por los resultados, es decir la acción política. Y estos con muy pocas excepciones son paupérrimos.

 No se ha logrado elaborar lo fundamental, no solo un texto de autocrítica consensuado, asumido, bien elaborado, sino algo mucho más importante, una línea política adecuada a esta nueva situación. La agenda y las principales decisiones políticas del FA las fija el gobierno y sus partidos. Y esa es una gran desventaja. No estamos asistiendo a una ola de avance de la derecha en el continente como algunos vaticinaron, lo demuestra Bolivia, Chile, Perú y sobre todo Brasil y sus perspectivas y la gran movilización en Colombia. 

El panorama se ha hecho mucho más variado y complejo en la región. Argentina, juega en un campeonato aparte. He escrito varias columnas sobre el conjunto de la situación y las causas que llevaron al FA a la derrota, incluso tuve tiempo de releer algunos artículos del 2018, 2019 y no creo que deba arrepentirme, con tiempo y con los argumentos que logré construir, anuncié la seria posibilidad de perder las elecciones y la perdida profunda de identidad de la izquierda uruguaya, desde su gobierno semi paralizado, su falta de firmeza para reaccionar frente a la corrupción y los desastres en la gestión en varias dependencias del Estado y la pobreza absoluta de la batalla ideológica y política, cuya gran consigna era casi exclusivamente ganar nuevamente las elecciones. 

Los uruguayos nos dieron una gran lección, incluso llena de sutilezas que todavía no hemos logrado captar. Hoy la izquierda está encepada en reclamar menos movilidad, más inversión social para enfrentar la pandemia y en el plebiscito contra la LUC. Y poco más. Lo voy a reiterar, si no fuera por los tres intendentes (Canelones, Montevideo y Salto), sus iniciativas, su presencia pública y su labor de gobierno, sería un verdadero desastre. Y sobrevolándolo todo está el tema recurrente y casi obsesivo: las elecciones del 2024 y los cargos. El golpe político de perder las elecciones tuvo y tiene un corolario eruptivo: la pérdida de cargos a todos los niveles. 

Y se nota. Hasta tanto los dirigentes del FA, no muestren que estos cinco años deben servir para recuperar en un tiempo nuevo y mucho más complejo, los valores políticos, morales y hasta humanos de una auténtica fuerza de izquierda, el problema no será solo ganar, sino que hacer luego, que no se reduzca a repartir nuevamente cargos a diestra y siniestra. La enfermedad senil del carguismo, de los sillones, está lejos de desaparecer, es un virus que tiene una sola vacuna: elevar al lugar adecuado los valores, principios e ideas de auténticas fuerzas de izquierda y progresistas. Incluyendo los valores morales, humanos y hasta épicos.

 El FA no ha logrado hasta ahora liberarse de las más simples reacciones y adjetivaciones contra el actual oficialismo y construir su propio relato, su propia propuesta de renovación en serio y el crear un clima de interrogantes adecuadas a este nuevo tiempo a nivel mundial, regional y nacional. Y todo gira en torno a posibles candidatos. No está mal interrogarse en torno a la capacidad de renovación de los líderes, de los referentes, pero cuando eso ocupa casi todo el horizonte, es porque la pobreza política debería comenzar a asustar. Los líderes surgen desde muchas realidades combinadas, inclusive las encuestas, pero deben reflejar la calidad política, ideológica, cultural y humana de esos aspirantes. Si el FA no es capaz de una nueva propuesta que contenga con mucha fuerza la crítica y el aprendizaje ante sus errores, sus horrores, sus debilidades, sus nuevas experiencias, y sus resultados positivos, no superará sus notorias debilidades actuales.

 Escribir sobre estos argumentos, es incómodo, siempre es incómodo, porque la cantidad de aferrados a la verdad sacrosanta, al pasado, a la devoción y la fe en lugar de a las ideas y al sentido crítico que en definitiva es quien identifica a una fuerza de izquierda, es muy grande y peligrosamente arraigado. Se expresa en los silencios o en cierto primitivismo casi fanático que se aprecia no solo en las redes. Un programa debe necesariamente expresar las fuerzas sociales y culturales que hay que convocar e incorporar para iniciar un nuevo ciclo de cambios, mejores, más profundos, más sólidos y sostenibles y con horizontes mucho más ambiciosos y no solo para administrar la flotación o una decadencia más lenta. El Uruguay necesita un nuevo Proyecto Nacional y su construcción está llena de contradicciones, de tensiones y de altos requerimientos políticos.

 Un nuevo Proyecto Nacional, sobre el trabajo y la producción, donde solo repitiendo las viejas consignas y apoyados por los mismos sectores no nos permitirá crecer y sobre todo desarrollarnos con un salto elevado en la justicia social. Que ya no es solo los porcentajes en la distribución de la riqueza, su clave son las oportunidades y liquidar en serio la miseria, la pobreza fuertemente instalada en el país. No un nuevo ciclo algo mejor, sino una revolución en la educación, en la vivienda, en el empleo, en los indicadores sociales cambiados radicalmente. 

 Eso implica afectar intereses, no hay que hacerse ilusiones, ni mentir, para esos cambios hay que identificar las fuentes de los recursos necesarios. Sin dudas el crecimiento es fundamental, incluyendo las inversiones, pero no alcanzan, esa es la principal diferencia con la derecha, de donde deben salir los recursos para progresar, para desarrollarse, para construir con las grandes mayorías nacionales un tejido social y cultural mucho más justo, pero mucho más potente y beneficioso para todo el país. Y allí tenemos mucho que aprender, porque confundimos esa tarea irrenunciable, con acceder simplemente a los reclamos sindicales o corporativos, sin contrapartidas y sin resultados proporcionales. Necesitamos un Proyecto Nacional con una propuesta sobre el papel de los sectores empresariales, nacionales y extranjeros y no avanzar al golpe del balde. 

 Un Proyecto Nacional debe obligatoriamente y de una vez por todas reformar el Estado, no a mordiscones sino con un rediseño completo, un nuevo pacto social y político y no manteniendo una interminable cantidad de tribus y sus beneficios y vicios. Un nuevo Proyecto Nacional necesita utilizar las experiencias sobre la seguridad pública, sobre las graves carencias y errores cometidos en 15 años y la ventaja que ya nos lleva el actual gobierno. Aunque tratemos de mordisquear con críticas menores y sin asumir nuestras culpas. Y un Proyecto Nacional requiere nivel, estudio, cuadros, científicos, profesionales, educadores, intelectuales además de políticos. 

La tecnología, la ciencia no pueden convocarse cuando trona la pandemia, en la actualidad son una exigencia permanente, no sólo en la economía sino en muchos otros frentes de la acción. El arte de combinar la política y la ciencia, la tecnología, la salud, la pedagogía, la profesionalidad, la cultura, son fundamentales. Creer que una línea política es una competencia entre el actual oficialismo y la oposición para establecer quien tiene la mayor cantidad de casos de corrupción y de irregularidades, es desvalorizar la política, y en ese clima se avivan las brasas del espiedo. Esa línea política debe incluir la capacidad de comunicación con la sociedad, renovando métodos, temas, amplitud, si la derecha y el centro derecha logra recrear el clima de: todos contra el Frente Amplio y contra el progresismo, el espiedo es inevitable. Luego, muy luego viene una adecuada, una buena campaña electoral, que requiere de todas las innovaciones que se incorporan a diario.

 Con una buena campaña solamente no se ganan las elecciones, pero con una mala campaña, se pueden perder perfectamente. Hay un aspecto que no tiene una unidad de medida, pero que para la izquierda es fundamental, es la reconstrucción del sentido de fraternidad, de compañerismo, de compartir humanamente un proyecto político-histórico que no se basa en la refundación del país, sino en una racionalidad profundamente renovadora, pero también en una historia de sacrificios, de pérdidas, de profundas heridas compartidas.

De un compañerismo, que incluya la capacidad de entender las diferencias y no defender cualquier cosa y a cualquier precio. Nadie debe horrorizarse o hacerse el desentendido, en política marchar al espiedo es muy, pero muy malo, sobre todo luego de haber gobernado 15 años seguidos, pero mucho peor es asarse en su propia paralización, en su rabia, en sus diatribas y en su impotencia. La reacción ante la derrota es una prueba inevitable para saber si se tienen las condiciones necesarias para obtener la victoria. Esteban Valenti

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