En el marco de la Guerra Grande (1839-1851), conflicto entre blancos y colorados del Uruguay donde los primeros eran aliados de los federales argentinos y los segundos de los unitarios, con intervención diplomática y militar del Brasil, Francia y el Reino Unido, además de la participación de fuerzas mercenarias extranjeras; una flota anglo-francesa que remontaba el río Paraná en plan comercial, fue interceptada en un angostamiento del río mediante cadenas fijadas sobre ambas márgenes del río y sostenidas sobre chalupas.
El enfrentamiento duró el día entero. Comandada por Lucio N. Mansilla, fue una victoria pírrica pues mientras que unos 200 patriotas murieron, el enemigo con apenas unas 40 bajas cortó las cadenas y continuó su viaje hacia el norte…
El hecho, sin embargo, tuvo una gran difusión quedando claro que la navegación por los ríos Paraná o Uruguay no era libre a potencias extranjeras. El propio Gral. San Martín desde el exilio en Francia le expresó a su amigo Tomás Guido: “habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”.
