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sábado, 31 de julio de 2021

La Iglesia Católica: fábrica de pobres de América Latina

 

Por

“Il existe une chose plus puissante que toutes les armées du monde, c’est une idée dont l’heure est venue” Victor Hugo “Ideas rule the world” Sam Adeyemi Existe en Latinoamérica una institución que ha ejercido sobre sus habitantes una influencia extraordinaria especialmente en el campo de la moral y de la filosofía política. 

Esa institución ha sido y continúa siendo la Iglesia católica. Difunde sus ideas a través de escuelas, universidades, círculos empresariales y todos los domingos en misas a las que asiste la feligresía católica que constituye la mayoría en esta parte del planeta. Las ideas que se transmiten en dichos encuentros contienen juicios morales sobre la vida en sociedad y sugieren comportamientos a seguir que han marcado a fuego la suerte de nuestras sociedades latinoamericanas. Analizaremos a continuación algunas de las principales ideas y principios que allí se enseñan: 1. ”Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”. (Lucas 6:20) “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”. (San Mateo 5:3-11) “Los pobres heredarán la Tierra”, “vendan todas sus propiedades y sus bienes y compártanlos con todos, según la necesidad de cada uno” o ”el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que él mismo se hizo pobre”.

 La pobreza está en el centro del Evangelio. Si se elogia al pobre, ¿es de extrañar que en estas tierras abunden favelas y villas miseria? 

 2. “No a un dinero que gobierna” (Evangelii Gaudium: Exhortación Apostólica) “El dinero es el estiércol del diablo”, expresada por el Papa Francisco, quien también solicitó que “los hombres manden al capital y no el capital a los hombres”. Dado que el dinero sirve para comerciar o para ahorrar, ¿es imposible deducir que juicios como los anteriores tenderán a desalentar tanto el comercio como el ahorro? E incluso, ¿opiniones de ese tipo no contribuirán a tratar el dinero desaprensivamente, envileciéndolo con emisión para que los políticos puedan atender a los más necesitados, generando inflación?

 3. “La propiedad privada es un derecho de segundo orden”. Afirmaciones de este tipo, ¿no conducen irremediablemente a la pérdida de respeto por el derecho de propiedad? ¿Es casualidad la aparición de los Movimientos de los “sin tierra” ocupadores de campos y de okupas que invaden casas y departamento bajo la mirada indiferente e ineficaz de la Justicia que se vuelve no-operativa? ¿Cómo reaccionará un político que desea hacer “el bien” con plata ajena sin el límite claro que establecen las leyes en defensa de la propiedad privada? 

 4. “Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”. ¿Acaso no se relacionará esta tesis con el estribillo “Combatiendo al capital” que consagra una popular marcha política? ¿Será un hecho extraño que empresarios y empresas abandonen nuestros países, llevando sus capitales a otros destinos, luego de escuchar una marcha que estimula a los políticos a planificar nuevas formas de saquear a los contribuyentes? 

 5. “El hombre es el lobo del hombre” (o en latín “Homo homini lupus”), frase difundida por Thomas Hobbes y usada por la Iglesia en numerosas ocasiones para sustentar la tesis de que “la libertad absoluta debe ser regulada y puesta al servicio del bien común”. ¿Sería acaso impropio pensar que la aceptación de esta idea traerá consigo la aparición de miles de regulaciones, de burócratas y de inspectores encargados de vigilar el comportamiento desaprensivo de hombres de negocios y de comerciantes inescrupulosos? Serán ellos los encargados de “cuidar” y de “proteger a la población de los avatares de la insensibilidad capitalista.

 6. “En donde hay una necesidad hay un derecho” o “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”. Luego de que estos conceptos han sido debidamente asimilados, ¿es de extrañar que a continuación los “necesitados " se multiplicarán geométricamente junto a políticos que promoverán el “salario universal” y los “planes sociales”?

 7. “Debemos influenciar la vida social y nacional; inmiscuirnos en política, buscar el bien común”. Si aceptamos estas tesis, ¿será extraño el deseo de imponer aun por la fuerza o la coerción nuestra religión, nuestros puntos de vista o el modelo de sociedad ideal que pregonamos? ¿Acaso disidentes y herejes tendrán cabida en dichos contextos? ¿O correrán la suerte de Copérnico y Galileo, ambos condenados o la de los perseguidos por la Inquisición? ¿Se relaciona esto con la evidente tolerancia y acercamiento de la Iglesia hacia lideres autoritarios y populistas? (Mussolini, Franco, Perón, los hermanos Castro, Chávez, Maduro) 

 8. “La avaricia empresarial y capitalista por parte de los empresarios lleva al abuso y explotación del trabajador”. ¿Es raro que después de aceptar estas tesis aparezcan a continuación e inmediatamente sindicatos y sindicalistas poderosos y de características mafiosas a quienes hay que pedir permiso para producir so pena de extorsión? 

 9. “El capitalismo conlleva el germen de una sociedad materialista, egoísta y avariciosa”. ¿Acaso el aceptar esta idea no llevará al empresario a sentirse culpable y querer disimular sus éxitos o intentar justificarse por el delito de ganar dinero? 

 10. “La globalización y las compañías multinacionales son las culpables de la destrucción de la cultura y de las industrias locales y también de la desaparición de las fuentes de trabajo”. El estímulo al proteccionismo económico que emana de estas tesis, ¿no contribuirá a la aparición de los “empresaurios” o empresarios prebendarios más interesados de llegar a acuerdos con los secretarios de comercio que en producir bienes baratos y de buena calidad? 

 11. “Los derechos sociales deben tener preminencia sobre los llamados derechos individuales pues los primeros respaldan el bien común en lugar de intereses individuales”. ¿Acaso no queda claro que esta tesis conduce derecho al artículo 14 bis de la Constitución Argentina, al abandono de los ideales de las Revoluciones del siglo XIX y de las Constituciones protectoras de derechos? 

 12. “El ideal social debe ser el de justicia social, igualdad y fraternidad”. ¿Es difícil comprender la relación entre esta tesis y el desvirtuamiento del concepto de igualdad ante la ley, la desconfianza en la justicia y la corrupción de los jueces? ¿Es raro ver que el ideal de justicia social hace que la gente pierda confianza en la justicia y en su eficacia?

 13. “Los Planes sociales son un derecho y no una dádiva” o “hagan lío” en justificación al reclamo de derechos. ¿Es acaso difícil ver la conexión entre estas ideas y las marchas, cortes y piquetes en reclamo del cumplimiento de supuestos derechos? La influencia de estas ideas se traslada a la educación a la política, a las academias militares y a todas las instituciones de América Latina. Combatida en Europa y en retirada después de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia católica se refugió en España, Portugal y en América Latina para seguir luchando desde allí y hasta nuestros días contra las ideas del Renacimiento y del iluminismo. 

 Las Encíclicas ratifican este compromiso: la “Rerum Novarum”, la “Centesimus Annus” y la “Fratelli Tutti” ratifican la condena al capitalismo, a la vida burguesa, al consumismo y a la modernidad. También los discursos papales indefectiblemente siguen este rumbo en las figuras de Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Aun cuando manifiestan preocupación por la pobreza, sus soluciones pasan por la relativización del derecho de propiedad, que al decir de Armando Ribas se asemeja a la recomendación de “amamantar con alcohol”; la prosperidad es vista con desconfianza ya que contamina el alma volviéndola materialista y lleva al olvido a la “piedad cristiana” (la vuelve innecesaria), corrompiendo el alma del nuevo burgués que se incorpora a la nueva “mundaneidad”. 

 El gran éxito de la Iglesia católica en América Latina ha sido el haber logrado unificar el discurso de la moralidad. Solo es moral aquello que aprueba y santifica la Iglesia. Aquellos que se alejan del redil son anametizados y no consiguen aprobación social. Iglesia es sinónimo de pueblo, de protección de pobres y descamisados, de justicia social, de derechos sociales. Políticos, sindicalistas, empresarios, deportistas famosos, periodistas y dueños de medios de comunicación deben pasar por Roma y conseguir la correspondiente bendición si desean ejercer alguna influencia en sus respectivos países. El Papa se convierte así en juez y árbitro de los destinos latinoamericanos.

 El progresismo eclesiástico llega al extremo de ver con más simpatías a regímenes totalitarios de izquierda o derecha que violan los derechos humanos pero que defienden al Estado grande (Mussolini, Franco, Perón, los hermanos Castro, Chávez, Maduro) que a gobiernos democráticos que intentan realizar una apertura hacia la economía de mercado y el capitalismo. La idea de culpa (pecado original), la condena a la riqueza y al comercio, la búsqueda de obediencia a un código moral basado en órdenes (“mandamientos”) y no en pensamiento crítico, y una epistemología apoyada en el misticismo, los milagros y la fe y no en la rigurosidad científica, ha llevado a muchos intelectuales a alertar sobre el tremendo corset que condena a Latinoamérica al ostracismo: Juan José Sebrelli (“Critica de las Ideas políticas argentinas”), José Ignacio García Hamilton (“El autoritarismo y la Improductividad”), Guillermo Yeatts (“Las perversas reglas de Juego en América Latina”), Armando Ribas (”La Falacia de la Civilización occidental”), el abogado Alejandro Cowes, nos han alertado sobre el camino de servidumbre y decadencia a que conducen estas ideas. 

 Más conciliatorios, brillantes liberales católicos han intentado justificar a la Iglesia argumentando ignorancia de principios económicos y lo que ellos consideran una mala interpretación de los evangelios. Gabriel Zanotti, Gustavo Hasperué, Enrique Del carril, Alberto Benegas Lynch, Jesús Huerta de Soto, Juan Ramon Rallo, Manuel Ayau, Armando de la Torre, Alejandro Chafuen, el Padre Sirico desde el Acton Institute han persistido en sus intentos de ser escuchados por la alta jerarquía católica recibiendo por toda respuesta silencio y nuevos ataques. 

 La última batalla se libra en el campo de la moral, entre la defensa religiosa del altruismo (sacrificio por el prójimo) y la defensa liberal del auto interés racional y en el campo de la epistemología (misticismo versus razón).

 La batalla por la prosperidad latinoamericana y la erradicación de la pobreza requiere el poder emanciparse del abrazo fraternal propuesto por Bergoglio (Fratelli Tutti) e independizar leyes y justicia de los obstáculos que se han montado en nuestros países (gracias al apoyo de este código moral) sobre la productividad, el comercio, la creación de riqueza y el conocimiento científico. Ya es hora que autoricemos a nuestros ciudadanos a que abandonen las teorías de los sacrificios humanos (con premio en el más allá) y la reemplacemos por la autorización moral a la búsqueda de la propia felicidad (en el más acá, en esta

jueves, 10 de junio de 2021

Castillo vs. Keiko: El chiquero de la política burguesa peruana... Los pobres debajo de la alfombra

 

Por Nicolás Grimaldi 

 Perú volvió a ser noticia por él, casi seguro, triunfo de Pedro Castillo, quien se enfrentó a Keiko Fujimori, hija del ex Presidente. Lejos de ser parte de la solución, Castillo sigue expresando parte de los problemas de la política de la región. Nicolás Grimaldi –Grupo de Análisis Internacional 08/06/2021 El Aromo n° 117 Al igual que sucedió con Bolivia, Perú aparece en la opinión pública como uno de los países que mayor descenso de la pobreza tuvo, rozando una reducción del 50% en 10 años. 

Se especula que 7 millones de personas salieron de la pobreza entre 2007 y 2017 [1] Sin embargo, al igual que sucede con el resto de los países de la región, los indicadores oficiales en realidad esconden un número mayor de pobreza. Si nos paramos en 1999, uno de los últimos años del fujimorismo, veremos que la pobreza medida de acuerdo a los ingresos era de 17,6% de la población que vive con menos de 1.9 dólares por día, 32,7% si tomamos como referencia 3,2 dólares por día, mientras que ascendía a 53,5% si tomamos como referencia la población que tiene menos de 5,5 dólares por día. Esos mismos indicadores 20 años después, indican que hay un 2,64% con menos de 1.9 dólares, 8,35% con 3,2 dólares, y 22,10% con menos de 5.5 dólares diarios. A simple vista, vemos que la población que vive con menos de 1.9 dólares por día, cayó un 85%, la población que vive con 3.2 dólares cayó en un 75%, mientras que la población que vive con menos de 5.5 dólares diarios, cayó un 60%. 

 Medida por ingreso, la caída de la pobreza fue mayor entre los estratos más bajos, los que viven al límite de la indigencia, que en comparación con los niveles de pobreza más altos. Además, si tomamos esta medición en comparación con otros países como Colombia o Argentina veremos que, en el mismo período. para el primer caso la pobreza pasó de 20%, 36% y 58% a 4,11%, 10,8% y 27,7% respectivamente. Para el segundo caso, los números pasaron de 4%, 10% y 24% a 1%, 3% y 9%. Por lo tanto, vemos que la reducción de la pobreza en Perú es similar a lo sucedido en Colombia o Argentina. Basta con conocer la realidad de esos países para comprender que esas cifras esconden una gran miseria debajo de la alfombra [2] Veamos el caso de Perú. Según los datos oficiales, un 34.2% de la población vive en barrios marginales. 

Este número, venía decreciendo en promedio 10 puntos cada 5 años y desde el 2005 al 2015, último registro que existe de esta variable, solo disminuyó de 36,1% a 34,2%. Nótese entonces que esa “salida de la pobreza” no basta para que más de un tercio de la población viva en barrios marginales, donde se encuentra privada de acceso a una cantidad de recursos básicos como agua potable, vivienda de calidad, etc. Por lo tanto, cualquier número más realista de la pobreza en Perú tiene que partir 34% por lo menos, 10 puntos más que la medición oficial. Si profundizamos más en estos datos, veremos que, según el último CENSO del 2017, 32% de los hogares poseen piso de tierra lo que equivale a 2.448.766 hogares. Por otra parte, 863.421 hogares poseen intermitencia en el servicio de agua, lo que equivale a un 8% de los relevados, mientras que un 10%, cerca de 950 mil, carecen de acceso a electricidad. 

En relación a la forma de vida, un 21% de la población cocina sus alimentos con combustibles contaminantes, equivalente a 1.757.409 hogares. Más de la mitad de los hogares no tienen acceso a internet, alcanzando el número de 5.938.102 hogares. En relación a la tenencia de la vivienda, 1.256.520 alquila, 2.888.278 declaró ser dueño, aunque no tiene título para comprobar la propiedad, 579.244 hogares son cedidos, mientras que 10.045 poseen otro tipo de propiedad, por lo que cerca de un tercio de los hogares es de una tenencia deficiente de la propiedad. Además, el 51% de los hogares, 4.212.275, no posee refrigeración para sus alimentos. Finalmente, un 5% de los hogares declaró tener al menos un familiar viviendo en el extranjero. La pobreza real, si se toman en cuenta mediciones más serias y reales, ronda entre un 35 y un 50% de la población, como mínimo. Perú a su vez tiene otros indicadores que desestiman la idea de un nuevo “milagro” sudamericano. 

Por ejemplo, si tomamos como referencia el indicador de médicos cada 10.000 habitantes, cuando la recomendación de la OMS es de 25 médicos cada 10.000, al 2016 Perú contaba con solo 13, y para el 2020 el número bajó a 12,8. En relación a las camas, mientras el promedio mundial es de 27 camas cada 10.000 habitantes, en Perú esa cifra es de 15.9, manteniéndose casi idéntica a la cantidad de camas que había en 2003 [3] También se ubica en cuarto lugar de prevalencia de la subalimentación, detrás de Venezuela, Bolivia, y Paraguay, con 6,7% de la población. Finalmente, aparece como el primer país en la prevalencia de la tuberculosis, con 117 casos cada 100 mil habitantes y segundo, después de Venezuela, en el paludismo, con 17.77 casos cada mil habitantes, siendo el promedio de América Latina y el Caribe 11.31 casos. 

 Al mismo tiempo, Perú presenta otros datos que permiten ver la precariedad de la vida en el país andino, específicamente en lo que respecta a las condiciones laborales. Según números oficiales de la Encuesta Nacional de Hogares, vemos que existe en Perú un 73% de empleo informal para el 2019, por lo que se especula con que el año pasado esa cifra superó el 90%. Por otra parte, solo un 35% de la población económicamente activa está afiliada a un sistema de pensiones, mientras que un 37% se desempeña como trabajador independiente y un 10% lo hace como trabajador familiar no remunerado [4] Las malas condiciones de vida, sumada a la precarización laboral, hizo imposible la realización de una cuarentena en plena pandemia de COVID – 19. Las consecuencias están a la vista. 

Perú se ubica quinto en América del Sur en casos por millón de habitantes detrás de Argentina, Brasil, Chile y Colombia, con 58.000 casos por millón de habitantes, casi triplicando la media mundial de 21.000 casos. En muertes, Perú en cambio está segundo, con 2.039 muertos por millón de habitantes detrás de Brasil que tiene 2.116 y muy lejos de la media mundial de 443 muertes. También está anteúltimo en cantidad de tests realizados con 104 por cada mil habitantes y anteúltimo en vacunación con un 6.98% de la población vacunada pero solo el 3% con dos dosis.

 La pandemia demostró que Perú está lejos de ser un “milagro”. Las pésimas condiciones de vida ya lo habían puesto al tope de enfermedades asociadas a la pobreza y el hacinamiento como el paludismo y la tuberculosis. La precariedad laboral empujó a la población al contagio que, claramente, fue subregistrado debido al bajo nivel de testeo. Las malas condiciones del sistema de salud, producto de un presupuesto que se mantuvo estable en torno al 5% del PBI desde el 2009 pero frente a un PBI que pasó de crecer 9 puntos en 2009 a 2 en 2019, derivó en que esté al borde de ser el peor país de la región. Respecto a la vacunación, Perú no demuestra tener peores números a los del resto de la región, que vacunó, en promedio, entre el 3 y el 6%, con la sola excepción de Chile quien avanzó su vacunación de una manera importante, aunque cerca de un tercio de las vacunas aplicadas corresponden a la Sinovac, que no presente los mejores indicadores de cobertura. 

 Más de lo mismo Esta situación de la vida social peruana tuvo su correlato en la vida política del país. Una de las formas que se expresa esto es en la ausencia de partidos políticos de masas por parte de la burguesía. El APRA, que supo ser el partido que ordenaba en parte la vida política, hoy está disminuido. Desde el 2006, con el triunfo de Alan García, el APRA no consigue hacerse con el gobierno viendo caer sus guarismos, incluso en términos parlamentarios. Hasta 2006 oscilaba entre el primer y el tercer puesto en cada elección obteniendo decenas de congresistas, pero desde entonces ha salido 6to, 5to, y 14vo, sacando solo 9 congresistas sumando las tres últimas elecciones. Por ese motivo, la dinámica política en Perú se volvió particular. 

Asistimos a la creación constante de agrupaciones nuevas y de índole muy personalistas. Por ejemplo, el partido del ex Presidente Kuczynski se llama “Peruanos Por el Kambio” creado recién en 2014 para ganar las elecciones y llevando sus iniciales (PPK). El partido de Ollanta Humala, otro ex Presidente, llamado Movimiento Nacionalista Peruano, se creó en el 2003 por su padre, Isaac Humala, y luego le heredó el liderazgo su hijo Ollanta. Incluso, la prensa del partido, se llamó Ollanta y luego cambió su nombre a Antauro, como se llama su hermano. Al igual que buen parte de los políticos burgueses, Antauro está detenido por protagonizar un levantamiento militar, y Ollanta se enfrenta a un juicio por lavado de dinero que lo podría meter 25 años en la cárcel. A este personalismo, se le suma que se constituyen alianzas puramente electorales que se rompen ni bien ingresan en el Congreso. El resultado, es que se conforman presidencias débiles, con figuras que ascienden prometiendo el oro, pero que no realizan ningún cambio estructural y ni siquiera logran controlar del todo su propio gobierno. Así, estos caen rápidamente en la desgracia, algunos incluso teniendo que finalizar antes de tiempo su mandato frente a la movilización social, como sucedió con Kuczynski y Vizcarra.

 En este contexto social, económico y político, es que apareció la figura de Pedro Castillo, dirigente sindical docente, que lideró la huelga magisterial en 2017, se afilió al partido Perú Libre el año pasado, y terminó siendo candidato debido a que Vladimir Cerrón, candidato original de ese partido, tiene una pena de 4 años de prisión. Castillo busca presentarse como una especie de Evo, que surge de las protestas y busca erigirse como el líder que responde a ese movimiento. De allí que su propuesta está ligada fundamentalmente a la redacción de una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente, declarar en emergencia la salud, la educación y la agricultura, iniciar una lucha activa contra la corrupción, avanzar en una reactivación económica fundada en la pequeña y mediana industria, y la nacionalización de la industria gasífera a través de un aumento de impuestos. 

Siendo reformista en los económico, se presentan conservador en lo político, ya que se opone a la legalización del aborto entre otras demandas del movimiento de mujeres como lo hacen también el chavismo o el masismo. En la primera vuelta electoral en abril de este año, obtuvo un 15% de los votos, mientras que Keiko Fujimori salió segunda con un 10%, por lo cual se enfrentan en un ballotage el 6 de junio. Ahora bien, hay que sumar que el voto en blanco fue del 12.5%, el voto nulo fue del 5% y la abstención fue del 29%. Es decir, que casi la mitad la clase obrera rechazó a los políticos burgueses en la primera vuelta, incluyendo al ex presidente Vizcarra que no llegó al 2% de los votos. Si hacemos bien la cuenta, veremos que Castillo “ganó” la primera vuelta electoral con un 7% de los votos en el mejor de los casos.

A su vez, el Congreso quedó dividido en 11 agrupamientos -se habían presentado 18 listas- mostrando la debilidad política de la burguesía peruana que está fragmentada en casi dos decenas de partidos sin que ninguno tenga una hegemonía seria sobre el resto. Para la segunda vuelta electoral, celebrada el domingo 6 de junio, tanto Keiko como Castillo llegaban cabeza a cabeza. Ni bien cerró la votación, los primeros números mostrados daban a Keiko como ganadora, aventajando por varios puntos a Castillo. En realidad, lo sucedido fue que se cargaron primero las actas del área metropolitana de Lima, zona donde Keiko es más fuerte, pero que a medida que fueron ingresando los votos de los departamentos del interior, cambió el panorama. 

Al momento de escribir esta nota, con un 99,2% de los votos escrutados, Pedro Castillo aventaja a Keiko Fujimori por 50,3% a 49,6% una diferencia que, por lo sostenido por las diferentes proyecciones, es inmodificable. Al igual que sucedió en la primera vuelta, la abstención fue del 24%, mientras que los votos nulos o blancos, que no son contabilizados como válidos en el ballotage, llegan al 6%. Por lo tanto, tanto Keiko como Castillo estarían obteniendo cerca del 35% de los votos en esta segunda vuelta. Lo cierto, es que esta contienda no se acabará acá, ya que desde el espacio fujimorista se mencionó la existencia de “irregularidades” y seguramente se produzca un conflicto judicial, y tampoco se puede descartar un escenario con movilizaciones en las calles.

miércoles, 19 de mayo de 2021

El país frágil: el 45% de los argentinos son pobres pero ya hay otro 20% que está al borde de serlo

 

De esa población el 58% combinan bajos ingresos y condiciones laborales y sociodemográficas asociadas con la pobreza y el 42% por ingresos, es decir quienes tienen ingresos levemente por encima de la línea de pobreza
Los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) indicaron que al cierre del último año, la pobreza alcanzó el 42% para el promedio del segundo semestre, pero que el desagregado por trimestre, procesados por los expertos de la Universidad Católica Argentina (UCA), llegó a un nivel de 45,2% en el período octubre-diciembre. En ese contexto, un informe del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana de los Trabajadores (UMET) arrojó que a esa hay casi un 20% de personas al borde de caer en esa situación. Las personas con riesgo de empobrecimiento llegaron al 19,6% en el tercer trimestre de 2020. De esa población el 58% (11,3%) resultó frágil estructural (se combinan bajos ingresos y condiciones laborales y sociodemográficas asociadas con la pobreza) y el 42% (8,3%) por ingresos (quienes ganan levemente por encima de la línea de pobreza). 

 El estudio detalló que tras experimentar un crecimiento sostenido a lo largo de todo 2018 y estabilizarse en torno al 56% entre 2019 y comienzos de 2020, la irrupción de la pandemia de coronavirus conllevó a que la proporción de Población No Integrada Socialmente (PNIS), conformada por indigentes, pobres y personas al borde de caer en la pobreza, alcanzara durante el tercer trimestre de 2020 el 60% tras el pico de 66,4% del segundo trimestre del año pasado. Fuente: UMET Fuente: UMET La cifra indica que un 10,2% de la población transcurrió el período en condiciones de indigencia; un 30,1% en situación de pobreza y un 19,6% adicional en condición de fragilidad social, es decir, viviendo con ingresos apenas por encima de la línea de pobreza (hasta un 50% superior). “Las personas en situación de fragilidad social son aquellas que tienen altas probabilidades de caer en la pobreza en contextos socioeconómicos críticos.

 No son pobres, pero tampoco están integradas socialmente en forma plena”, detalló la UMET. En ese contexto, remarcó que entre el tercer trimestre de 2019 e igual período de 2020, como consecuencia del deterioro de los ingresos ligada a las restricciones a la circulación impuestas a raíz de la pandemia de COVID-19, la proporción de Población No Integrada Socialmente (PNIS) en forma plena creció 7,3 puntos porcentuales. Y añadió que dicho incremento da cuenta de un aumento de 3,4 puntos en la tasa de indigencia y de 5,5 puntos en la tasa de pobreza. Las personas con riesgo de empobrecimiento llegaron al 19,6% en el tercer trimestre de 2020. 

De esa población el 58% (11,3%) resultó frágil estructural (se combinan bajos ingresos y condiciones laborales y sociodemográficas asociadas con la pobreza) y el 42% (8,3%) por ingresos (quienes ganan levemente por encima de la línea de pobreza) Por el contrario, la tasa de personas al borde de caer en la pobreza se redujo levemente (-1,6 puntos), principalmente a causa de la caída en la tasa de fragilidad estructural (-2,6). “Este fenómeno implica que, en el período reciente, dada la evolución de los ingresos, parte de la población frágil estructural pasa a ser pobre”, indicó el estudio.

 En cuanto a la proporción de población cerca de caer en la pobreza, la situación difirió entre regiones. En los casos del Gran Buenos Aires, NEA y Cuyo se registraron descensos mientras que en NOA y regiones Pampeana y Patagonia leves aumentos. “Este resultado, en línea con el hallado a nivel nacional, implica que una proporción de la población que en 2019, ante el deterioro de los ingresos y su poder de compra y/o a causa de haber dejado de percibir ingresos como consecuencia del cese de actividades que derivó de las disposiciones de aislamiento, pasó de integrar la población de frágiles a la población de pobres”, destacó. Los sectores más vulnerables Cabe destacar que la pobreza infantil en el conurbano llegó al 72,7% en el último trimestre del 2020, frente al 65% de promedio en el país. Así se desprende de los datos oficiales, que reflejan el efecto de las mayores restricciones aplicadas por el Gobierno en esta zona del país a raíz de la pandemia. 

 La pobreza infantil en el conurbano llegó al 72,7% en el último trimestre del 2020. La pobreza infantil en el conurbano llegó al 72,7% en el último trimestre del 2020. Entre 0 y 14 años, el aumento fue de 10 puntos, ya que en el último trimestre del 2019 el registro había sido del 62,7 por ciento. A nivel nacional, este nivel pasó del 55,7 al 62,9 por ciento; en el NOA, del 58,6 al 60,9%, el NEA del del 59,1% al 61,9% y en la Patagonia del 44,3% al 50,8 por ciento. En términos de indigencia, en el conurbano pasó del 20,2 al 20,8% en un año entre 9 y 14 años, frente al salto del 14,7 al 15,6% a nivel nacional. Los microdatos de la EPH del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), procesados por los expertos de la Universidad Católica Argentina (UCA), muestran que el salto fue especialmente violento en los partidos del conurbano, donde se mezclan condiciones estructurales con la caída del ingreso real de los últimos años y las restricciones de la cuarentena-pandemia.

domingo, 21 de agosto de 2016

Feliiiizzzz dia del niño


Para que no tengamos mas niños sufriendo guerras que hacen los mayores ni tampoco con hambre por desidia de Gobernantes corruptos...

domingo, 4 de enero de 2015

Los pobres deben pasarla bien...

Los pobres deben pasarla bien

por Gustavo Lazzari *



Aún sin considerar eventuales oscuras intenciones ligadas a la corrupción monetaria y al deseo del eterno mantenimiento en el poder podemos pensar que la intención del populismo en todas sus formas es que “los pobres deben pasarla bien”.

Para ello diseñan políticas públicas por las cuales transfieren recursos hacia el gasto destinado a hacer más placentera la vida de los sectores más desposeídos.

Dichos programas se observan en todas las administraciones y son propuestos por todos los candidatos sin excepción.

De allí el consenso político (y popular) que tienen proyectos tales como “Fútbol para todos”, “Mi primer viaje”, “las playas de la ciudad”, “subsidios a las tarifas”, “subsidios al transporte”, “Argentina Sonrie”, “recitales y espectáculos públicos”, “Procrear”, “plan 12”, infinitos ejemplos de bienes “gratuitos”, incluyendo las actuales “canastas navideñas”.

El populismo que explica a la actual administración pero también a los principales candidatos del 2015 (Macri, Massa, Scioli, Randazzo, Unen) en el fondo sostiene que la pobreza es un dato inmodificable. “Siempre habrá pobres” y por lo tanto “deben pasarla lo mejor posible”. Es más el razonamiento subyacente pareciera ser que la pobreza es inevitable.

Esta mentalidad es corta y quizás perversa. Es posible pensar un país sin pobreza, sin barrios precarios, con atención eficiente a los bienes públicos básicos como salud, educación, seguridad y justicia.

Es absolutamente imaginable una sociedad donde el esfuerzo privado no sea expoliado (con impuestos, inflación y regulaciones) y por lo tanto pueda atender a las necesidades familiares que incluyan ahorro y financiamiento del progreso individual.

Sin embargo los populistas no piensan eso. ¿Será que no vieron ejemplos mundiales actuales e históricos de superación de la pobreza? ¿Será que no tienen las ideas adecuadas? O será que necesitan un ejército de pobres sobre el cual basarse...

¿Podemos imaginar populismo sin pobreza? ¿Podemos imaginar a los dictadores del siglo XX sin masas de indigentes dependientes del favor del tirano? O a los populismos latinoamericanos sin el conurbano bonaerense o la miseria del gran caracas y la pobreza endémica cubana?

El populismo fabrica su propia pobreza para perpetuarse. Debemos desterrar este paradigma de la Argentina.

Podemos eliminar las causas de la pobreza apelando a instituciones sanas que generen riqueza y progreso en forma masiva al cual accedan todas las personas. Pensar en pobreza inevitable implica carecer de voluntad e ideas para superarla.

* Economista de la Fundación Libertad y Progreso (Argentina).

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