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martes, 7 de septiembre de 2021

Jair Bolsonaro amenazó a la Corte Suprema de Brasil: “O el jefe encuadra a los suyos o puede sufrir aquello que nosotros no queremos”


 El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, encabezó este martes, cuando se celebra el Día de la Independencia, una multitudinaria manifestación convocada en defensa de la “libertad” pero que en la que sobresalieron demandas con tintes antidemocráticos. Durante su discurso ante miles de personas en Brasilia, Bolsonaro volvió a amenazar al Tribunal Supremo, quien ha abierto una investigación contra el mandatario sobre difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha.

“No podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil. O el jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, afirmó el mandatario ante sus seguidores, sin especificar exactamente las supuestas represalias, pero en un claro mensaje al presidente del Supremo, el ministro Luiz Fux.

“No queremos pelear con ningún poder, pero no podemos admitir que una persona turbe nuestra democracia y ponga en riesgo nuestra libertad”, agregó en una referencia velada al magistrado Alexandre de Moraes, con el que se ha enemistado en el marco de un grave conflicto institucional.

El mandatario sobrevoló en helicóptero, acompañado de algunos ministros, la región donde se concentraban miles de manifestantes en Brasilia, y posteriormente se desplazó en coche por la Explanada de los Ministerios, avenida donde se concentran las sedes de los tres poderes. Los participantes, vestidos con camisas y banderas verdes y amarilla, los colores de Brasil, sostenían pancartas en las que pedían, entre otros asuntos, la destitución de los magistrados del Supremo e incluso una intervención militar

El ataque a las instituciones, con las que Bolsonaro se ha enfrentado en los últimos meses, fue de una de las banderas de las manifestaciones, las cuales fueron convocadas por el propio presidente en defensa de la “libertad” y los valores conservadores. Las manifestación de Brasilia, una de las más multitudinarias, contó con algunos momentos de tensión después de que un grupo de manifestantes intentó traspasar una barrera policial, lo que obligó a los agentes a lanzar bombas de gas lacrimógeno para dispersar el grupo.

Además de Brasilia, Bolsonaro tiene previsto desplazarse esta tarde a San Pablo, donde se espera otra de las protestas más multitudinarias. Las protestas de este martes se producen en medio de las crecientes tensiones políticas y sociales en Brasil, agudizadas ahora por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996, que desde entonces no ha sido objeto de una sola denuncia de fraude, pero que según el mandatario propicia las trampas.

Coinciden, además, con la caída en picado de la aprobación del mandatario, que llega hoy a un escaso 25 % de los brasileños, acentuada por la crisis económica y sanitaria que azota el país.

viernes, 23 de julio de 2021

Duras críticas de Jair Bolsonaro al gobierno de Alberto Fernández: “Le hacemos fuerza a Argentina para enderezarse, pero no es fácil”

 

El presidente de Brasil volvió a referirse a la situación del vecino país: “Queremos vecinos prósperos, fuertes, libres y democráticos, pero la elección es del pueblo argentino”, señaló. Además, se refirió a las 100 mil muertes por coronavirus
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó que el éxodo de argentinos a Brasil que él mismo predijo en 2019 está sucediendo ahora en medio de la pandemia del COVID-19 y de la crisis económica en el país gobernado por Alberto Fernández. “No se necesita tener una bola de cristal para decirlo. Quien hace opciones erróneas va a pagar el precio tarde o temprano”, dijo Bolsonaro en su transmisión semanal en vivo a través de las redes sociales, en alusión a artículos de prensa publicados esta semana sobre la masiva llegada de argentinos a Brasil. Bolsonaro relató que durante una visita a Paraná, estado brasileño fronterizo con Paraguay y Argentina, encontró a un joven inmigrante argentino quien se puso a llorar cuando el gobernante le preguntó sobre la situación del vecino país.

 “Queremos vecinos prósperos, fuertes, libres y democráticos, pero la elección entre un candidato y otro es del pueblo argentino” “Rivalidad entre brasileños y argentinos solo en el fútbol. Nosotros queremos vecinos prósperos, fuertes, libres y democráticos, pero la elección entre un candidato y otro es del pueblo argentino”, señaló el jefe de Estado brasileño y criticó al Gobierno de Argentina encabezado por Alberto Fernández. 

 “Le hacemos fuerza a Argentina para enderezarse, pero no es fácil. Es una señal de que ese cierre de todo (en medio de la pandemia) no dio resultados en Argentina, que tiene uno de los índices más altos de muertes (por COVID-19) con 100.000 habitantes”, manifestó. Durante la transmisión, Bolsonaro insistió en la defensa del voto impreso, como complemento al actual sistema de votación electrónica que tiene el país y, según el mandatario, está sujeto a violaciones. 

 Ante las críticas de la oposición, que exige pruebas de sus denuncias de que han ocurrido fraudes en las elecciones electrónicas, Bolsonaro dijo que convocará a una rueda de prensa para demostrar irregularidades en los comicios de 2014, vencidos por Dilma Rousseff, quien se reeligió en la primera vuelta de ese año por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). En 2018, Bolsonaro fue a segunda vuelta con Fernando Haddad, del PT, y venció las elecciones, pero, según el actual gobernante, hubo fraude en la primera y pudo proclamarse antes como presidente.

 “No tengo problema en entregarle la faja (presidencial) al que sea, pero desde que la elección sea de forma transparente. La democracia no tiene precio”, apuntó Bolsonaro en referencia a algunos críticos de su defensa del voto impreso, quienes argumentan el alto costo que supone la adaptación del actual sistema electoral. De otro lado, el presidente afirmó en su programa que una empresa -sin citar su nombre- ofreció vacunas de las farmacéuticas chinas Sinopharm y Sinovac por la mitad de precio de lo que el Instituto Butantan (laboratorio vinculado a la gobernación del estado de San Pablo) cobra al Gobierno federal por la Coronavac, el inmunizante del segundo laboratorio chino en mención. 

 “No estoy queriendo levantar sospechas sobre el Butantan y sus servidores, pero es una noticia curiosa y la curiosidad aumenta cuando le pregunté al ministro de Salud (Marcelo Queiroga) sobre la planilla de precios de insumos y él me dijo que no existe, que siempre se negaron presentarla”, subrayó. Según Bolsonaro, Queiroga accionó a la Contraloría General de la Unión (CGU), al propio Instituto Butantan, al Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) y al Ministerio de Justicia para pedir explicaciones de por qué la vacuna china producida en Brasil cuesta 10 dólares y la ofrecida por la citada empresa tiene un precio de 5 dólares. (Con información de EFE)

domingo, 18 de julio de 2021

El método Bolsonaro: un asalto a la democracia a cámara lenta

 


En casi tres años de Gobierno, el presidente ha roto los pactos sociales de Brasil. Siguiendo el guion de la ultraderecha de otros países, amenaza el legado político de 36 años de democracia. Este es su manual de poder. 2021 - 23:03 GMT-3 

El 20 de enero de 2021, una asesora de la Oficina de Asuntos Globales del Departamento de Salud de Estados Unidos durante el Gobierno de Donald Trump, Valerie Huber, escribió un último correo a sus aliados de otros países y le dedicó un lugar especial a Brasil. Huber, una fanática promotora de la abstinencia que operaba a gran escala contra los programas de educación sexual y reproductiva, se despidió de sus compañeros con un anuncio: “Brasil se ha ofrecido amablemente a servir ahora como coordinador de esta histórica coalición”, puso en aquel mensaje, obtenido por EL PAÍS. 

La “coalición histórica” era, básicamente, una alianza internacional ultraconservadora creada para influir en las decisiones de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y otros organismos. Fracasado el intento de Trump de permanecer en el poder, la ofensiva de la derecha global contra los derechos de nueva generación quedaba en manos de la Administración de Jair Bolsonaro. La salida de Trump de la Casa Blanca no solo le dejó a Bolsonaro una responsabilidad, sino también un manual no escrito de tácticas para erosionar la democracia, que algunos líderes han comenzado a replicar sin sutilezas en la región. 

Ninguno, tal vez, con el descaro y la determinación que han hecho del presidente brasileño un abanderado mundial de la derecha. Aunque el ímpetu golpista lo ha acompañado desde que llegó a la presidencia, su estrategia para debilitar las instituciones y mantenerse en el poder se hacen cada vez más evidentes a medida que su popularidad desciende y las elecciones de 2022 se acercan. “Entregaré la banda presidencial a quien me gane en las urnas limpiamente. Con fraude, no”, dijo Bolsonaro el 1 de julio, como parte de su campaña más reciente: atacar la legitimidad de las urnas electrónicas, aquellas con las que él mismo ha sido elegido y reelegido al menos seis veces en su carrera política, sin que jamás haya impugnado el resultado. 

Una semana después fue un paso más allá: “De esta manera [como estamos hoy], corremos el riesgo de no tener elecciones el año que viene”. Bolsonaro no es el primer populista de extrema derecha. Pero, sin duda, “es el adversario más poderoso al que se ha enfrentado la democracia brasileña en medio siglo”, como advirtió Yascha Mounk, profesor de la Universidad John Hopkins en 2019, en su libro El pueblo contra la democracia, donde retrató cómo los líderes electos en países como Turquía, Hungría y Filipinas destruyen el Gobierno democrático desde adentro. En poco más de dos años y medio que lleva Bolsonaro como mandatario, es posible descifrar el modus operandi del político forjado en el Ejército que asumió la presidencia de Brasil el 1 de enero de 2019: mientras parte de su actividad se concentra en perseguir a sus críticos, inventar noticias falsas que los periódicos deben desmentir y fomentar crisis políticas con otros poderes, la maquinaria del Estado es utilizada para fortalecer los pilares que podrían sostenerlo en su puesto más allá del voto.

 Si su estrategia discursiva parece un calco de Donald Trump, su sostén más importante es, paradójicamente, el mismo que ha utilizado el chavismo: los militares. Una democracia verde oliva Hoy, el estamento militar constituye la columna vertebral del Gobierno de Bolsonaro. Hay por lo menos 6.157 de ellos distribuidos en direcciones, consejos de administración y gerencias de empresas estatales como Petrobras, la hidroeléctrica Itaipú, Correos y Eletrobras. De sus 22 ministerios, nueve están ocupados por militares en activo o en la reserva. Eran 10 hasta la caída en marzo del general Eduardo Pazuello del Ministerio de Sanidad. 

“Las Fuerzas Armadas sirven a la vez como base político-electoral del Gobierno de Bolsonaro, pero también como instrumento para intimidar a la oposición. Bolsonaro intenta transmitir la idea de que puede utilizar la fuerza contra sus enemigos políticos, por muy falso que sea”, afirma el politólogo Octavio Amorim Neto, profesor de la Fundación Getúlio Vargas. El presidente Jair Bolsonaro durante una ceremonia de graduación en la Academia Militar Agulhas Negras, en Resende, Río de Janeiro, el 24 de septiembre de 2020. El presidente Jair Bolsonaro durante una ceremonia de graduación en la Academia Militar Agulhas Negras, en Resende, Río de Janeiro, el 24 de septiembre de 2020. ISAC NÓBREGA/PR El Gobierno invirtió el equivalente a 16.600 millones de dólares (más de 14.000 millones de euros) en privilegios a los militares. 

En este cálculo entran los beneficios concedidos con la reforma de las pensiones de los militares —pueden jubilarse con el sueldo íntegro, al contrario que los civiles—; un aumento salarial del 13% (en los demás funcionarios públicos no supera el 8%), y la concesión de comisiones extraordinarias a los militares que forman parte de los consejos de administración de las empresas estatales.

 El cálculo lo realizó, a petición de EL PAÍS, el politólogo Willian Nozaki, que en mayo publicó el estudio La militarización de la administración pública en Brasil: ¿proyecto de nación o proyecto de poder?. La cuenta no contempla el cambio en la norma que permite que los militares retirados como Bolsonaro o sus ministros Walter Braga Netto (Defensa), Luiz Eduardo Ramos (Presidencia) y Augusto Heleno (Gabinete de Seguridad Institucional) cobren un sueldo superior al techo constitucional de 7.500 dólares. 

 El mandatario ha extendido los beneficios a los policías militares de los 27 Estados de la federación, una base de apoyo natural del presidente, y que podrían jugar a su favor a pesar de los gobernadores, a quienes responden formalmente. Bolsonaro aprobó recientemente un programa de financiación de viviendas exclusivo para las fuerzas de seguridad. También incluyó en la reforma administrativa que está en la Cámara de los Diputados un artículo para que los policías puedan ser considerados funcionarios típicos del Estado, por lo que no correrían el riesgo de ser despedidos.

 La pregunta es si todos estos beneficios que los militares y policías han conseguido del Gobierno se convertirán en apoyo en caso de que el presidente intente quedarse con el poder el año que viene. “Si ocurriera, las Fuerzas Armadas tendrían que tomar una decisión: si van a actuar dentro de la legalidad, rompiendo públicamente de una vez por todas con Bolsonaro, o no”, advierte Amorim Neto. Las policías, por su parte, siguen la corriente predominante. “Ellos tienen doble mando. Obedecen a los 27 gobernadores y al comandante en jefe del Ejército. 

Si se le pregunta a un policía militar a quién seguirá en caso de amenaza, la respuesta que dará será: a quien sea más fuerte”, explica el politólogo Jorge Zaverucha, profesor de la Universidad Federal de Pernambuco. Para el exministro de Defensa y Relaciones Exteriores Celso Amorim, ningún comandante de las Fuerzas Armadas está de acuerdo con una intervención. “Es más bien una discusión entre algunos generales de la reserva. Por mucho que una buena parte de la tropa esté de acuerdo con las ideas del presidente, no irá en contra de lo que piensa el Alto Mando del Ejército. 

No se cruzará esa línea”, afirma. Amorim cree que algunos comandantes se han visto humillados cuando Bolsonaro lleva la política a los cuarteles por la fuerza y trata de demostrar más poder del que tiene sobre las Fuerzas Armadas. Esa es una de las razones que habrían provocado la dimisión colectiva del ministro de Defensa y de los comandantes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en mayo pasado. Amorim, exministro de los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, recuerda que cualquier golpe requiere apoyo internacional, algo que Brasil no tiene, especialmente con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Así como han ganado privilegios, los militares también viven el desgaste del poder al lado de Bolsonaro. 

Han prestado su imagen a un Gobierno que pierde prestigio con los resultados de la pandemia, el alto desempleo y las sospechas de corrupción en la compra de vacunas contra la covid-19. Las acusaciones de soborno que investiga la Comisión Parlamentaria de la Pandemia empiezan ahora a tocar a militares que ocupan u ocupaban cargos en el Ministerio de Sanidad. Jair Bolsonaro no vive su mejor momento. Rechazado por la mitad de la población por cómo ha gestionado la pandemia, el mandatario se enfrenta desde mayo a protestas contra su gestión impulsadas por los partidos de izquierda. 

Los sondeos ya mostraban que el apoyo a Bolsonaro caía poco antes de que las denuncias de corrupción por la compra de vacunas para la covid llegaran a los noticieros a finales de junio. Una encuesta realizada por el Instituto Ipec entre los días 17 y 21 de ese mes mostraba una fuerte caída de su popularidad frente al expresidente Lula da Silva: si las elecciones fueran hoy, el candidato del Partido de los Trabajadores tendría 49% de los votos, frente al 23% a favor de Bolsonaro. Lula ganaría en primera vuelta. En una encuesta más reciente, realizada por el instituto Datafolha entre el 7 y el 8 de este mes, Lula figura con un 58% de apoyo a su candidatura presidencial frente al 31% de Bolsonaro.

 Las trampas oficiales A pesar de este momento crítico, a un año y tres meses de las elecciones, Bolsonaro aún tiene tiempo, votantes y alianzas leales, además de la maquinaria pública a su favor, para navegar por estas aguas turbulentas hasta llegar a 2022 con fuerza para ser reelegido. Ante el temor de perder las elecciones, al igual que hizo Trump, el presidente ya ha plantado la semilla del caos, inventando un riesgo de fraude con las urnas electrónicas.

 Y, al igual que Trump, día tras día sacude al país con discursos radicales y distópicos que contradicen la realidad y desafían la Constitución. El 19 de julio de 2019, por ejemplo, durante un desayuno con periodistas extranjeros, Bolsonaro afirmó que en Brasil no había gente que pasara hambre, a pesar de que en ese momento 5,2 millones de brasileños se encontraban en esa situación, una cifra que supera a toda la población de Nueva Zelanda. “Decir que la gente pasa hambre en Brasil es una gran mentira”, afirmó rotundamente en presencia de periodistas internacionales. 

“La pasan mal, no comen bien. Pero no pasan hambre”, dijo. Y, mientras la prensa se hacía eco de su discurso, ese mismo día se publicaba en el Diario Oficial un decreto que revocaba 324 actos administrativos, entre ellos el que determinaba la creación de consejos con participación de representantes de la sociedad civil en las decisiones sobre políticas públicas. Fue el primer plumazo para reducir el control social sobre el poder público. Luego vinieron otros, que también redujeron la transparencia de los actos del Gobierno. 

 Cuando empezó la pandemia, por ejemplo, el Gobierno promulgó una medida provisional que suspendió los plazos de respuesta a las solicitudes de información mientras durara la crisis sanitaria. La medida estuvo en vigor de marzo a julio del año pasado y se aplicaba en todos los organismos cuyos empleados estuvieran trabajando a distancia. Aunque ya ha caducado, consiguió eliminar el acceso a los datos públicos en un momento en que el país se organizaba en el caos. La promulgación de ordenanzas, despachos, resoluciones, decretos o instrucciones normativas es uno de los recursos más consistentes a los que apela Bolsonaro para sortear los mecanismos democráticos. 

En dos años y medio en el poder, el presidente ha firmado 1.060 decretos. En comparación, la expresidenta Dilma Rousseff firmó 614, la mayoría para regular leyes u organizar la gestión pública. Sin embargo, en el Gobierno actual se han convertido en una herramienta para ir contra la Constitución y los engranajes que sostienen la democracia. Aunque algunos de esos decretos son anulados meses después por la Justicia, entretanto el plan de Bolsonaro de mantenerse en el poder avanza. 

 Así fue cómo logró expandir la venta de armas en Brasil, a pesar de que el país tenía un Estatuto de Desarme, avalado por referéndum popular en 2005. Más del 63% de los brasileños votó entonces la prohibición. Pero desde que Bolsonaro asumió la presidencia se han aprobado más de 30 actos normativos para burlar esta limitación. Y aunque los decretos pueden ser impugnados en los tribunales, las armas que ya fueron vendidas no serán devueltas. 

“La obsesión del presidente con las armas fue la primera señal de que el Gobierno iba a meterse con el sistema democrático”, dice Melina Risso, directora de programas del Instituto Igarapé. En un virtual escenario en el que Bolsonaro pierda la reelección e intente mantenerse en el poder, la existencia de un amplio grupo de simpatizantes que se han provisto de armas de fuego durante su Gobierno plantea un escenario ominoso. De este modo, burlar los límites impuestos por las leyes cumple una doble función: mantener la lealtad de su núcleo duro de apoyo y, simultáneamente, proteger sus propios intereses. Bajo este método, ninguna otra área ha sufrido más ataques del Gobierno de Bolsonaro que la protección social y ambiental. Son 1.112 los actos administrativos que pretenden cambiar la legislación ambiental y facilitar la explotación de la selva, según el Instituto Talanoa de Políticas Públicas, que fiscaliza la actuación del Gobierno.

 La eficacia de esta táctica es innegable. La deforestación en la Amazonia ha alcanzado niveles récord desde la llegada de Bolsonaro mientras el Gobierno ignora las acciones de mineros ilegales y madereros. El Fondo Amazonia, que recibe donaciones extranjeras con el objetivo de promover acciones de control y lucha contra la deforestación, fue una de las víctimas de esta revocación masiva. El fondo tenía un comité técnico que deliberadamente no se renovó. 

El contrato se extinguió sin utilizar 554 millones de dólares, que aún siguen allí. Del total de actos administrativos, 107 tenían como objetivo flexibilizar las normas vigentes unilateralmente por el Ejecutivo. Con ellos, Bolsonaro cumplió una de sus promesas de campaña: acabar con lo que llamaba la “industria de las multas en el campo”. Un decreto publicado en abril de 2019 obliga ahora a los organismos de inspección a “fomentar la conciliación” en los casos de infracciones por daños ambientales. Las audiencias no son obligatorias.

 Y los que son multados por el Instituto Brasileño del Medio Ambiente obtienen descuentos y plazos más largos para pagar. “La conciliación medioambiental se ha creado para impedir las multas. Nació una industria del perdón”, se lamenta Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Talanoa de Políticas Públicas. Los terratenientes que se oponen a la preservación son una de las bases de apoyo del presidente. La bancada de diputados que representa la agroindustria forma parte del grupo legislativo Centrão, una coalición de partidos sin programa ni ideología que, tras el acuerdo sellado el año pasado, garantiza al presidente su estabilidad en el poder. 

Esta convergencia en el Congreso permitió que el 13 de mayo se aprobara un proyecto de ley que flexibiliza las normas para conceder licencias ambientales para determinadas iniciativas. O el apoyo a la aprobación del proyecto de ley 490, que dificulta la demarcación de tierras indígenas y deja espacio para que las tierras sean exploradas por la agroindustria, y que fue aprobado a fines de junio por una comisión parlamentaria. Noticias a medida Las redes de comunicación de Bolsonaro son un capítulo aparte en su estrategia para debilitar la democracia brasileña. 

Desde que asumió el cargo hace transmisiones semanales en directo en redes sociales. Con su llegada a la presidencia, su línea de ataque a los periodistas, que ya se conocía desde sus días como diputado, se ha multiplicado con milicias virtuales que atacan a profesionales críticos, sobre todo mujeres. Su aversión a la prensa ha llevado al presidente a enclaustrarse en un círculo de páginas web y cadenas de televisión que le apoyan incondicionalmente, al mismo tiempo que reciben mayores partidas de fondos públicos. Esa red es la que abastece de información a sus seguidores más fieles. Vinicius Publio, de 45 años, por ejemplo, es un orgulloso partidario de Bolsonaro que no lee noticias y rara vez ve el telediario.

 Prefiere informarse por las redes que apoyan al presidente, a quien admira con devoción. Su explicación resulta conocida: “Es auténtico, habla claro, es directo, dice lo que la gente quiere oír”, explica en una cafetería de Barueri, en el área metropolitana de São Paulo. Vinicius Piblio Monteiro, cabo de la policía militar, posa encima de su moto el pasado 23 de junio en São Paulo. Vinicius Piblio Monteiro, cabo de la policía militar, posa encima de su moto el pasado 23 de junio en São Paulo. TONI PIRES Publio comparte la ideología, el gusto por las armas y las motos potentes del presidente. Montado en su BMW, fue uno de los que acompañaron al mandatario en un convoy de motos un sábado de junio por las calles y carreteras de São Paulo. Bolsonaro ha convertido los paseos en moto con seguidores en manifestaciones públicas de apoyo popular.

 Casado y padre de dos hijos adolescentes, Publio concilia su trabajo en la Policía Militar con los negocios inmobiliarios. Personifica el núcleo duro de los votantes de Bolsonaro, aquellos que le son fieles sin importar los hechos que se le cuestionen: más de medio millón de muertes por la pandemia, el aumento de la inflación, los incendios en la Amazonia… “Son un 15% del electorado brasileño, con una presencia destacada de hombres blancos de cierta edad y renta alta”, explica Isabela Kalil, coordinadora del Observatorio de la Extrema Derecha. Mientras estrecha la fidelidad con el grupo que lo respalda y difunde sus verdades sin cuestionar, Bolsonaro utiliza los recursos disponibles en la legislación brasileña para perseguir y amedrentar a sus críticos, basándose en la Ley de Seguridad Nacional.

 Consolidada en 1983, dos años antes del fin de la dictadura, esa ley es una herencia que dejó la era militar en Brasil, y que la Policía Federal ha utilizado recientemente para investigar a profesores, artistas y activistas. Con esta norma, por ejemplo, el Gobierno ha perseguido judicialmente al youtuber Felipe Neto por calificar de “genocida” a Bolsonaro en las redes sociales; al caricaturista Aroeira, que dibujó el símbolo del fascismo como si lo hubiera pintado el presidente, y al periodista Ricardo Noblat por haber compartido la caricatura de Aroeira en las redes. Este tipo de acciones ha permeado en sus bases. A finales de mayo, un profesor del Estado de Goiás, Arquidones Leão, fue detenido por un policía militar por supuestamente calumniar al presidente Bolsonaro. Leão tenía un cartel pegado en su coche en que se leía “Bolsonaro Genocida”.

 La excusa de la policía para detenerlo era la infracción a la Ley de Seguridad Nacional. “Esta ley era uno de los elementos que mantenían el sistema dictatorial. Castiga la crítica”, dice Pedro Estevam Serrano, profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. “Debería haberse derogado y no se hizo, pero en compensación había un cierto pacto en la sociedad para no utilizarla”. La ley, heredada de la dictadura, no ha sido la única herramienta utilizada por el Gobierno para tratar de silenciar el disenso. Las universidades también son un frente de batalla ideológica para Bolsonaro. Para el presidente están llenas de “izquierdistas” que promocionan el comunismo.

 El Gobierno intentó interferir hasta en las elecciones de los rectores, habitualmente elegidos por sus colegas, a través de una medida provisional que facultaba al ministro de Educación a decidir los nombres durante la pandemia. A la vez, intimidó a los profesores que criticaban al Gobierno con demandas en los tribunales. En enero de este año, los profesores universitarios Erika Suruagy y Tiago Costa Rodrigues fueron objeto de una investigación de la Policía Federal por publicar críticas al presidente en vallas publicitarias en sus ciudades, Recife y Palmas, respectivamente. Las investigaciones se archivaron meses después por falta de consistencia en las acusaciones, pero el daño ya estaba hecho.

 “Se me cerraron las puertas, no he podido volver a trabajar”, dice Rodrigues, que tuvo que trasladarse a otra ciudad. “El ambiente es de miedo”, resume la profesora Erika Suruagy. Tiago Costa Rodrigues fue imputado por haber publicado mensajes contra Bolsonaro. Tiago Costa Rodrigues fue imputado por haber publicado mensajes contra Bolsonaro. FERNANDO LEITE La Universidad Federal de Ceará también es objeto de una investigación de la Policía Federal. Todo porque varios profesores dieron clases sobre los riesgos del fascismo. 

Alumnos electores de Bolsonaro los delataron a la policía por un supuesto acoso. Episodios como este hacen presión para evitar que los profesores discutan temas políticos en las clases. No han sido pocos los casos de vídeos de profesores filmados por alumnos cuando hacían alguna crítica informal y que han circulado en las redes bolsonaristas como si se tratara de una conspiración comunista. “Si la universidad no puede hablar, no puede debatir ideas, ¿quién lo hará? Ninguna democracia puede sostenerse sin universidades”, afirma la profesora Suruagy. 

 El presidente también socava la inversión en las universidades, estrangulando todavía más el ya asfixiado presupuesto de la enseñanza superior. Desde 2019 hasta la fecha, el recorte acumulado en el presupuesto de las universidades federales es del 25%, según la Asociación Nacional de Directores de Instituciones Federales de Enseñanza Superior. Pero el acoso no se limita a los profesores universitarios. La Articulación Nacional de Carreras Públicas para el Desarrollo Sostenible, una coalición de entidades del sector público, ha identificado más de 820 casos de acoso. Según el estudio realizado, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente encabeza la lista de los órganos en los que más se ha producido este tipo de intimidación. 

 La resistencia Hasta ahora es el Poder Judicial, especialmente el Supremo Tribunal Federal, el que ha actuado como una barrera para inhibir los abusos de poder del presidente en sus decretos y medidas provisionales. Ha desarmado parte de las bombas de relojería que el Gobierno ha creado con los actos que no pasan por el Congreso. También ha liderado una investigación, conducida por la Policía Federal, sobre las redes digitales bolsonaristas que incentivan el acoso al mismo Poder Judicial y a los adversarios del presidente. Así encontró pruebas de “una verdadera organización criminal” que ataca la democracia y que cuenta con el trabajo de parlamentarios, empresarios que apoyan al presidente y blogueros que desparraman noticias falsas.

 Hoy existen más de 100 solicitudes de proceso de destitución contra Bolsonaro sobre la mesa del presidente de la Cámara de los Diputados, Arthur Lira, que no ha mostrado interés en hacerlas prosperar. La última, presentada a finales de junio como una “supersolicitud” que reúne todas las demás, contiene una lista de 23 posibles delitos de responsabilidad, incluyendo la prevaricación. Las calles empezaron a agitarse en mayo, sobre todo con la presión que la comisión parlamentaria del Senado ejerció apuntando las responsabilidades del presidente en la gestión errática de la pandemia. 

Las protestas organizadas por la izquierda en tres ocasiones reunieron a miles de manifestantes, especialmente en las capitales del país, pero todavía no tienen el apoyo de la derecha. Brasil se encuentra en esta encrucijada, con los principales partidos resistiéndose a unirse a las protestas, hasta ahora dominadas por los votantes del expresidente Lula. En su libro El pueblo contra la democracia, el profesor Yascha Mounk recuerda que, en la mayoría de los países, los populistas solo llegan a la cima porque sus oponentes no logran hacer un pacto electoral. “Aunque es natural suponer que la amenaza autoritaria puede ayudarnos a ver las cosas con más claridad, también es cierto lo contrario: angustiados y aterrorizados, los oponentes de los populistas empiezan a jugar el juego de la pureza política, imponiendo pruebas…, negándose a abrazar a antiguos aliados del populista”, explica.

 Un paso importante lo ha dado el expresidente Fernando Henrique Cardoso, quien desde abril señala que podría votar a Lula en una posible segunda vuelta contra Bolsonaro. “Quien no tiene perro caza con gato”, afirmó Cardoso. Los posibles candidatos a las elecciones de 2022 entrevistados por EL PAÍS en los últimos meses tenían claro que la unión contra Bolsonaro era irreversible, y no descartan renunciar a la candidatura en algún momento de la carrera para evitar que él pase a la segunda vuelta. 

 El objetivo es evitar la reelección de Bolsonaro, lo que impediría el asalto contra la democracia, como ha ocurrido en otros países gobernados por líderes radicales. “Todos los gobiernos autoritarios actuales fueron degradando poco a poco la democracia en el primer mandato y el desmantelamiento definitivo llegó en el segundo”, recuerda el Pedro Abramovay, director de Open Society para América Latina. “Bolsonaro no tiene ninguna convicción democrática, la acepta por razones estratégicas”, afirma el politólogo Jorge Zaverucha. “Se mantiene a la espera de que un día los vientos soplen hacia una solución autoritaria y pueda embarcar”, añade. A la espera de esas borrascas, Bolsonaro avanza en sus propósitos. Muchos brasileños los ven venir. Y los temen.

jueves, 1 de julio de 2021

Brasil: Siete partidos presentan una "superpetición de impeachment' contra Bolsonaro

 

RÍO DE JANEIRO (Sputnik)- Diversos partidos de izquierda y centro de Brasil presentaron una "superpetición de impeachment" contra el presidente Jair Bolsonaro, llamada así porque agrega los argumentos presentados en momentos anteriores y reúne a más fuerzas políticas y entidades que nunca, incluso de la derecha.

 La petición fue presentada en la tarde de este 30 de junio ante la Cámara de Diputados; su presidente, Arthur Lira, un aliado de Bolsonaro, es quien tiene la potestad para llevar a votación la petición, pero hasta ahora ignoró las más de 100 solicitudes presentadas para iniciar un proceso de destitución del mandatario. La denuncia fue presentada por siete partidos con representación en el Congreso Nacional de Brasil (PT, PSOL, PCdoB, PDT, PSB, Rede y Cidadania), todo ellos de izquierda, centro-izquierda o centro. 

 También lo suscriben decenas de organizaciones y movimientos sociales, como la Central de Movimiento Populares (CMP), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), la Unión Nacional de los Estudiantes (UNE), la Coalición Negra por Derechos o la Marcha Mundial de Mujeres. Además, también cuenta con el apoyo, a título personal, de antiguos aliados del presidente Bolsonaro, como los diputados conservadores Alexandre Frota (PSDB) y Joice Hasselmann (PSL).

 Aunque esta petición es la más unitaria presentada hasta la fecha, no cuenta con el apoyo de grandes partidos de centro y centroderecha, como el PSDB, el PMDB y el PSD. Los propios impulsores de la petición reconocen que en estos momentos no cuentan con los votos necesarios en la Cámara de Diputados para aprobar el inicio de un proceso de impeachment. No obstante, la estrategia de la oposición es aumentar el desgaste del Gobierno para presionar a los parlamentarios que aún están indecisos. En este sentido, el 3 de julio se celebrarán manifestaciones en todo el país pidiendo la salida de Bolsonaro, la tercera convocatoria en poco más de un mes. 

 La petición de impeachment presentada este 30 de junio acusa a Bolsonaro de haber cometido 23 "crímenes de responsabilidad", el requisito que exige la Constitución para abrir el proceso. La acusación más reciente es la de delito de prevaricación en el caso del contrato de compra de las vacunas Covaxin contra el COVID-19. En los últimos días, el diputado federal Luis Miranda y su hermano, Luis Ricardo Miranda, funcionario del Ministerio de Salud, afirmaron a la comisión del Senado que investiga la gestión de la pandemia que el pasado mes de marzo avisaron a Bolsonaro de que había indicios de corrupción en la compra organizada por el ministerio.

 Diputados de derecha e izquierda se unen contra el mandatario "Aunque estemos en lados opuestos en este momento nos unifica el objetivo de derribar a Bolsonaro, no tengo ninguna vergüenza ni ningún recelo de unir mi petición con la de todos los demás", dijo en rueda de prensa el diputado Kim Kataguiri (partido Demócratas, centro-derecha). Kataguiri es el líder del Movimiento Brasil Libre (MBL), que fue clave en agitar las manifestaciones en favor del impeachment contra la expresidenta Dilma Rousseff (2003-2011), pero este miércoles apareció rodeado de líderes de la izquierda, en una escena muy poco común. 

 La diputada Joice Hasselmann, del Partido Social Liberal, la antigua formación de Bolsonaro, también se unió a esta petición recordando que ella incluso llegó a ser la portavoz del Gobierno en la Cámara de Diputados, pero que renegó enseguida. "Bolsonaro hizo en dos años y medio el peor Gobierno de la historia de este país, yo fui portavoz de ese ogro, fui la primera en la derecha en salir (del Gobierno) cuando su popularidad aún estaba allá arriba (...) Nunca más, ni con un arma en la cabeza, vuelvo a votar a ese hombre", afirmó. 

 La diputada conservadora también remarcó que es importante apartar a Bolsonaro del poder cuanto antes. "Podríamos resolver esto en las elecciones del año que viene, pero Brasil no aguanta hasta 2022, las familias pasan hambre y entierran personas", afirmó. La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, aseguró que más allá de las diferencias políticas existe un elemento común, "hacer que este Gobierno caiga", y definió a Bolsonaro como la "encarnación" de la crisis sanitaria, económica y social que vive el país. El líder de la oposición en la Cámara de Diputados, Alessandro Molon (Partido Socialista de Brasil), explicó que la "superpetición" de impeachment presentada este miércoles unifica las 124 solicitudes anteriores que ya están tramitando y los 23 "crímenes de responsabilidad" de los que se acusa al presidente. 

 En esa lista de posibles "crímenes de responsabilidad" se incluyen desde los ataques a las instituciones perpetrados por el presidente al inicio de su mandato como polémicas relacionadas con el negacionismo en la gestión de la pandemia del COVID-19. También se incluyeron revelaciones recientes, como un posible caso de prevaricación, ya que Bolsonaro no habría alertado a las autoridades competentes sobre los indicios de corrupción en el seno del Ministerio de Salud relacionados con la compra de vacunas Covaxin contra el COVID-19. 

 La petición presentada este miércoles 30 será recibida por el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, que es quien tiene el poder para llevarla a votación en el plenario; solo en ese caso el proceso de destitución empezaría a andar. No obstante, es muy poco probable que Lira, aliado del presidente, ceda a la presión de los partidos y movimientos sociales, debido a que ya ignoró decenas de peticiones anteriores y porque Bolsonaro aún conserva una base de apoyo suficiente en la Cámara para archivar el proceso. Foto: Fabio Rodrigues Pozzebom / Agencia Brasil / Sputnik Sputnik UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias

martes, 29 de junio de 2021

La policía de Brasil mata al “asesino en serie del DF” tras 20 días de cacería

 

La persecución de Lázaro Barbosa, acusado de al menos 11 homicidios, dio alas al discurso de mano dura del presidente Jair Bolsonaro 

 YAGO SALES
La cacería policial que movilizó la atención de los brasileños durante 20 días llegó a su fin este lunes. Lázaro Barbosa, de 32 años, acusado de 11 asesinatos, entre ellos cuatro miembros de una misma familia, cayó por los disparos de los uniformados en la ciudad de Águas Lindas, en Goiás. BRASIL Bolsonaro impulsa una fiebre de compra de armas de fuego en Brasil El asesino de ‘A sangre fría’ escribió su relato de la matanza La atención prestada a Lázaro, quien se adentró en los bosques y causó terror en el interior del Estado de Goiás, se intensificó después de que fuera señalado por la Policía del Distrito Federal como el autor de la masacre de una familia, en un crimen que recordó la novela A Sangre Fría, del escritor Truman Capote.

 En la cronología descrita por la policía y hecha famosa por los informativos, Lázaro se convirtió en el hombre más buscado del país tras ser acusado de matar al ganadero Cláudio Vidal de Oliveira, de 48 años, y a sus dos hijos, Gustavo Marques Vidal, de 21 años, y Carlos Eduardo Marques Vidal, de 15 años, el pasado 10 de junio. Tras abandonar los cuerpos en una habitación, Lázaro presuntamente secuestró y asesinó a la madre de los jóvenes, Cleonice Marques de Andrade, de 43 años. Su cuerpo fue encontrado el 13 de junio cerca de un arroyo. Según el gobernador del Estado, Ronaldo Caiado, Barbosa, conocido en Brasil como el “asesino en serie del DF”, murió a consecuencia de una herida de bala en la ingle. 

Sin embargo, la secretaría de Salud informó de al menos 38 disparos en el cuerpo del fugitivo. A riesgo de que el delincuente siguiese cometiendo asesinatos, el secretario de Seguridad Pública, Rodney Miranda, montó un cuartel general para organizar el asedio al criminal. Como dijo Miranda, en repetidas y tumultuosas ruedas de prensa frente a la escuela utilizada como gabinete de crisis, se desplegaron detrás de Lázaro unos 270 policías, helicópteros, drones y perros rastreadores. La búsqueda no tardó en animar el campo político y provocar celos entre el gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, y el gobernador de Goiás, Caiado. Ibaneis afirmó que las fuerzas de seguridad estaban siendo tomadas “por tontas”. Caiado, por su parte, reaccionó: “No te atrevas a faltar el respeto a los policías de Goiás”. 

 Caiado gobierna uno de los estados más visitados ―17 veces― por el presidente Jair Bolsonaro, dos de ellas mientras la policía buscaba al fugitivo. La historia del asesino en serie alimentó además el discurso armamentista que impulsa el bolsonarismo. El día 17, Bolsonaro, orgulloso, dijo: “Hay un maníaco en la región del DF y Goiás cometiendo barbaridades, matando gente, violando... Este elemento intentó entrar en una finca y fue repelido porque el hombre tenía un calibre doce en su interior”. 

Y agregó: “Los bandidos están armados, no tienes paz ni siquiera dentro de tu casa. No puedo dormir, a pesar de la enorme seguridad aquí en el Palacio del Gobierno, sin tener un arma a mi lado”. La historia de Lázaro agitó aún más las agendas bolsonaristas cuando se comprobó que el fugitivo había sido beneficiado con una salida transitoria durante la Semana Santa en 2016, de la cual nunca volvió. Desde entonces, la fama del asesino creció. Bolsonaro celebró en Twitter la muerte de Barbosa: “CPF cancelado”, escribió, replicando una jerga policial utilizada cuando muere un acusado y su documento (CPF) ya no sirve. El tuit del presidente brasileño fue compartido más de 32.000 veces. “Uno menos para amedrentar las buenas familias”, despidió Bolsonaro.

miércoles, 9 de junio de 2021

Jair Bolsonaro respondió a los polémicos dichos de Alberto Fernández con una ironía

 

El Presidente de Brasil publicó una foto junto a una tribu originaria con la palabra “Selva”. A su turno, Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del mandatario, se preguntó: “¿No dirán que fue racista contra los indígenas y los africanos que formaron Brasil?”
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, le respondió a su par de Argentina, Alberto Fernández, quien este miércoles pronunció una frase que generó una fuerte polémica.“Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos”, dijo el mandatario en un acto en Buenos Aires. 

 Unas horas después de los dichos de Fernández, Bolsonaro publicó un mensaje en su cuenta de Twitter con la palabra “selva” y una foto de él junto a un grupo de personas de los pueblos originarios brasileños. A su turno, el diputado brasileño Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del presidente Jair Bolsonaro, rebatió este miércoles una frase que el mandatario argentino Alberto Fernández atribuyó erróneamente al escritor mexicano Octavio Paz y resaltó que el “único barco que se hunde es el de Argentina”. 

 Al parafrasear erróneamente al escritor mexicano en palabras que coinciden más con una canción del músico argentino Litto Nebbia, la frase pronunciada por Fernández generó fuerte polémica en Brasil y fue repudiada por Eduardo Bolsonaro, quien le respondió desde su cuenta de Twitter: “El presidente de Argentina declaró que mientras su pueblo llegó en barcos desde Europa, los brasileños vinieron de la selva. ¿No dirán que fue RACISTA contra los indígenas y los africanos que formaron Brasil? Pero yo digo: el barco que se hunde es el de Argentina”.

 El tuit de Eduardo Bolsonaro con un video del momento en que Fernández pronunció la polémica frase El tuit de Eduardo Bolsonaro con un video del momento en que Fernández pronunció la polémica frase En medio del revuelo generado, el propio Fernández recurrió a Twitter para contestar y pedir disculpas “para quien se haya sentido ofendido o invisibilizado”. 

 “Se afirmó más de una vez que ‘los argentinos descendemos de los barcos’. En la primera mitad del siglo XX recibimos a más de 5 millones de inmigrantes que convivieron con nuestros pueblos originarios. Es un orgullo nuestra diversidad”, escribió Fernández. “A nadie quise ofender, de todas formas, quien se haya sentido ofendido o invisibilizado, desde ya mis disculpas”, concluyó. En tanto, los medios de Brasil y México también se hicieron eco de las repercusiones. 

“El presidente argentino dice que los brasileños salieron de la selva, sus compatriotas llegaron en barco desde Europa”, tituló el diario local O Globo. En esa sintonía se expresó Folha do Sao Paulo: “Fernández dice que los brasileños salieron de la selva y los argentinos llegaron en barco desde Europa”. El medio Estadao, en cambio, se mostró muy crítico al sostener que se trató de un “discurso racista”: “Los brasileños vinieron de la selva y los argentinos, en barco desde Europa, dice Fernández en un discurso racista”. 

Pero luego cambió el foco del artículo cuando el mandatario argentino pidió disculpas por sus polémicos dichos. La frase de Fernández tuvo una fuerte repercusión en los medios de Brasil y de México La frase de Fernández tuvo una fuerte repercusión en los medios de Brasil y de México En México, el periódico Milenio hizo mención a la equivocación que cometió Fernández al intentar citar a Octavio Paz, y también se refirió a las críticas por “racismo” contra el mandatario argentino.

 “`Mexicanos salieron de los indios´: Alberto Fernández se equivoca al citar a Octavio Paz; lo critican por ‘racista’”. “”Los mexicanos salieron de los indios, pero nosotros, los argentinos, llegamos en barcos de Europa”: Alberto Fernández”, publicó en su portada el periódico El Universal. El mandatario pronunció esa afirmación al referirse a las oleadas de inmigrantes europeos que llegaron a Argentina en el pasado -y que conformaron gran parte de la identidad de la sociedad del país-, y no pasó desapercibida en Twitter, donde las etiquetas “Alberto”, “Octavio Paz”, “vergüenza nacional” y “Litto Nebbia” se convirtieron en tendencia. Con información de EFE

Escándalo en Brasil: Sinovac le exigió al gobierno de Bolsonaro no criticar más a China a cambio de cumplir los contratos de las vacunas

 

Ejecutivos del laboratorio Sinovac pidieron que el gobierno de Jair Bolsonaro deje de criticar a China para garantizar el cumplimiento de los contratos de vacunas para el coronavirus, según informaron diplomáticos brasileños en documentos obtenidos por el portal O Globo. 

 Los cables enviados por la Embajada de Brasil en Beijing, presentados ante la Comisión de Investigación Parlamentaria (CPI) sobre la gestión del gobierno ante la pandemia, informaron sobre una reunión entre diplomáticos brasileños y los máximos líderes del laboratorio SinoVac, que manifestaron su rechazo a las declaraciones del mandatario. 

 “Podría ser útil que el acuerdo entre las empresas fuera visto como una demanda del gobierno brasileño” SinoVac ha firmado un acuerdo con el prestigioso Instituto Butantan de Brasil para la producción de CoronaVac. Sin embargo, en las últimas semanas no se cumplió con el cronograma pactado del envío del ingrediente activo, fundamental para la producción local de las dosis, ya que solo recibieron el 75% de las cifras acordadas.

 En la reunión celebrada el 19 de mayo en la sede de la empresa, según el reporte diplomático, el presidente de Sinovac, Yin Weidong, dijo que un cambio en la postura del gobierno generaría una relación “más fluida”. Trabajadores colocan vacunas contra el COVID-19 de Sinovac en bandejas en el centro de producción biomédico Butantan, Sao Paulo, Brasil (Reuters) Trabajadores colocan vacunas contra el COVID-19 de Sinovac en bandejas en el centro de producción biomédico Butantan, Sao Paulo, Brasil (Reuters) Ante las inquietudes por el faltante, la respuesta de Yan fue política. “Sería conveniente, para el proceso, que el gobierno brasileño buscara ‘desarrollar una relación más fluida y positiva con el gobierno chino’”, dijo, según los diplomáticos. En la conversación, también habría resaltado a Indonesia y Chile como ejemplos de “reflejos positivos de buenas relaciones” con Beijing. En Chile, uno de los países con mejores tasas de vacunación de la región, el 90% de las dosis aplicadas son de Sinovac. Según el documento, Yin “no afirmó categóricamente que habría una interferencia directa del gobierno en la asignación de insumos, pero destacó la importancia del buen diálogo entre Brasilia y Beijing”, ya que no se trataba de una cuestión únicamente comercial. “Sería conveniente que el gobierno brasileño buscara ‘desarrollar una relación más fluida y positiva con el gobierno chino’” Por ello, sugirió la posibilidad de una declaración política en apoyo a las exportaciones o incluso un tratamiento preferencial.

 “Podría ser útil que el acuerdo entre las empresas fuera visto como una demanda del gobierno brasileño”, añadió, según el documento, y también dijo que sería provechosa una declaración de Brasilia sobre la expectativa por el envío de insumos. Globo reportó que en la reunión estuvo presente el embajador brasileño en Beijing, Paulo Estivallet, quien respondió que entregaría el mensaje al gobierno brasileño. Dos semanas antes del encuentro, Jair Bolsonaro había hecho declaraciones que irritaron a China. Según sostuvo, el nuevo coronavirus sería parte de una guerra química que beneficiaría al régimen de Xi Jinping. “Es un virus nuevo, no se sabe si nació en un laboratorio o por algún humano que ingirió un animal inadecuado. 

Pero está ahí. Los militares saben que es una guerra química, bacteriológica y radiológica. ¿No estamos ante una nueva guerra?”, dijo en un acto oficial. Y luego apuntó contra el gigante asiático, evitando nombrarlo: “¿Qué país ha crecido más su PIB? No se lo voy a decir”. Jair Bolsonaro, sobre China: “¿Qué país ha crecido más su PIB? No se lo voy a decir” Luego de ese acto, el director del Instituto Butantan dijo que “todas las declaraciones en este sentido tienen repercusión” y recordó que ya hubo inconvenientes anteriores por las expresiones políticas. 

 Posteriormente, en Twitter, el instituto expresó que “son los obstáculos burocráticos, políticos y diplomáticos, y no las “cuestiones contractuales con el Butantan”, los que han retrasado el envío del IFA (Ingrediente Farmacéutico Activo) de China a Brasil para la producción de CoronaVac. “Los perdedores son los brasileños, que necesitan urgentemente la vacuna”, lamentaron. Las revelaciones del documento diplomático contradicen el testimonio presentado por el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, y el ex canciller Ernesto Araújo, quienes sostuvieron ante el Congreso que los discursos de Bolsonaro no tuvieron impacto en las negociaciones y el suministro.

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