martes, 30 de junio de 2020

Asolidarios

Asolidarios. Si buscamos en el diccionario de la RAE la palabra asolidarios, seguramente no la encontraremos, pero si leemos los diarios de los últimos días y nos paramos en tres noticias seguramente deberemos definir esta palabra como: “desconocimiento o ausencia de la solidaridad” Las tres noticias a las que me refiero son: · Vicentin y su deuda con el Banco Nación. · 160.000 dosis de vacunas vencidas fueron desechadas en La Plata. · 10 rugbiers matan a un joven y refieren en hecho como una mala jugada del destino. Difícilmente encontrar cosas más inconexas que una cerealera, el rugbi y las vacunas, sin embargo en este caso los tres hechos se encuentran unidos por la profunda falta se solidaridad que movió a cada uno de sus autores, y que a mi criterio a sido como un virus o una epidemia que ha azotado a nuestra sociedad y que ha llevado a nuestro país al borde de la quiebra. Vicentin es una cerealera de las más prospera que hemos tenido, para tener una idea de la misma tiene un puerto propio en el que operan 270 buques por año y una capacidad de acopio de 1.354.000 toneladas de granos. Todos sabemos que las acopiadoras son las que se quedan con la parte del león en el negocio sojero, sin embargo a pesar de ello contrajeron una deuda, aparentemente sin posibilidad de ser pagada de 350 millones de dólares con el Banco Nación. Deuda esta contraída gracias a la amistad y convivencia con el funcionario de turno del Banco Nación. Estamos hablando aquí de las personas más ricas de la Argentina que pretenden hacerse aún más ricas a costa de todos. Ciento sesenta mil dosis de vacunas, las cuales valen entre 5 y 10 euros cada una, son un millón de euros por lo menos, y se dejaron echar a perder en medio de un brote de sarampión. Dejar pudrir una vacuna es un estrago doloso de la misma magnitud que chocar un tren, la diferencia es que aquí nadie vera a las víctimas. Impericia, indolencia, o simplemente un claro me importa un cuerno lo que le pase a esos negros de mierda que deberían haber recibido las vacunas. Diez rugbiers se van de vacaciones y para demostrar su poder y reafirmar su creencia que son intocables, todas las noches golpean, eso sí, entre todos, a algún pobre infeliz que pensó que estaba a la altura social de estos delincuentes. Y una noche algo sale mal, y el golpeado muere. Primero silencio y la intención de culpar a otros, que nada tuvieron que ver en el asunto, y después y como no podía ser de otra forma entre los que están atacados por este particular virus de la insolidaridad, aparecen las acusaciones cruzadas y el sálvese quien pueda. Algunos de mis amigos llaman a esta epidemia neoliberalismo, otros hablan de la impunidad de los ricos. No importa como la llamemos, lo que sí importa es lo que debemos hacer ante estos graves hechos, si es que queremos seguir funcionando como sociedad. Ante cada uno de estos hechos el estado debe dar una clara y contundente respuesta que evite que otros hagan cosas parecidas o simplemente acostumbrarnos a las mismas y esperar cosas peores. Vicentin debe ser nacionalizado, y a los dueños actuales primero se les descontar la deuda con el Banco Nación y el resto se lo pagaran en cómodas cuotas tal como ellos planteaban pagar la deuda actual. No nos podemos dar el lujo ni de perder los puestos de trabajo ni que Vicentin se convierta en una nueva Sasetru, perdiendo así la capacidad instalada de esta empresa. Con las vacunas debemos buscar al responsable y ponerlo en la misma jaula que pusimos a Jaime y a todos los responsables del accidente de Once. Con los rugbiers la cosa es más compleja, no por ellos, un par de años en una cómoda cárcel de la PBA, sin acceso a anabólicos, les hare ver que las cosas tienen otra forma y que no son tan machos como pretendían ser. El problema son los miles como estos diez de los que hoy nos ocupamos, una profunda reforma del sistema educativo, tal vez. Pero el problema no son ellos, ellos son otras víctimas del virus del neoliberalismo, los verdaderos responsables son sus padres, que son los que contrataran abogados tales, que son, acabadas muestra del sistema que representan, y aquí no hay solución. Los padres de estos chicos creen que son superiores, vaya uno a saber porque, y le tienen odio a los pobres, odio de clase como dirían los marxistas, y aquí llegamos a un punto donde ya no hay remedio. Una sociedad evoluciona cuando entiende que todos son iguales, al ser todos iguales el odio de clase deja de existir, nuestra sociedad está muy lejos de ese objetivo lamentablemente. Norberto Rosendo

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