COMPARTIR Hace más de un año te contábamos de un curioso caso registrado en Inglaterra, donde un jardinero que se dio a la tarea de mejorar su patio terminó encontrándose con un auto entero enterrado bajo su propiedad. Se trataba de un Ford Popular de la década del 50 del que se tenía muy poca idea respecto de cómo llegó hasta ahí. Ahora un hecho similar se dio a conocer en Argentina, donde una familia que quería instalar una piscina terminó hallando un Ford Fairlane de carreras de 1969 que compitió hasta mediados del 90. ¿Qué hacía bajo cientos de kilos de tierra? Imagen referencial. La historia la recoge el medio local La Arena, que da cuenta de que la dueña de una casa de la localidad de Toay, de nombre Gabriela de Lillo, compró una piscina y que cuando los maestros vinieron a hacer el hoyo para instalarla, se encontraron con el automóvil.
“Nosotros compramos la pileta y hoy a las 8 (por ayer) vinieron los chicos a empezar el pozo. Tipo 9.30 o 10 me golpearon la puerta y me dijeron que habían encontrado un auto de competición enterrado, no lo podía creer hasta que lo vi”, contó al diario.
El vehículo estaba enterrado en el patio de lo que fue un antiguo taller de mecánica, en la calle Moreno entre las vías San Luis y Boulevard Brown. “Cuando llegaron y clavaron las estacas me preguntaron si había un pozo o algo enterrado porque sintieron un hueco. Les dije que no, pero bueno… al final había un auto”, expresó la mujer.
La Arena detalla que en la excavación trabajaron cuatro obreros con palas, quienes debieron parar porque el auto estaba demasiado corroído. Desde ese momento, la curiosidad los atrapó y todos comenzaron a hacer un trabajo arqueológico para descubrir el vehículo. “No tiene el motor pero se le ve la pintura, las publicidades”, dijo De Lillo al tiempo que agregó: “Va a hacer siete años que empezamos a construir y nunca noté nada raro.
Ahora va a venir una pala a ver si lo puede sacar. Todos están fascinados y yo tengo una amargura terrible”.
Es que al desorden propio de una obra de tal magnitud como la colocación de la piscina, a los dueños de la casa se les sumó el problema de conseguir a alguien que retire la oxidada estructura del auto. A su vez, al pozo inicial deberán extenderlo algunos metros porque el vehículo está puesto de manera perpendicular al nivel de la obra.
El piloto del auto
“Yo era el piloto de ese auto. Eramos cinco socios que lo compramos el 95 y lo pusimos en el Supercar Pampeano pero solo por participar, porque nunca ganamos nada”, contó Feliciano Rau a La Arena, que hizo una especie de reconstrucción del hallazgo. “A mí me habían dicho que estaba enterrado pero nunca lo creí, eso que me decían ‘andá al terreno, clavá una estaca y vas a tocar el techo porque está ahí no más’”, añadió el hombre hoy de 61 años y quien dejó la actividad deportiva hace 21 años.
Rau relata que un tiempo después que, por razones que obvió, se disolvió la sociedad que tenía junto a los otros fanáticos del motorsport. “El auto corrió durante el 96 en Río Colorado, en Arata y algún que otro circuito. No andaba tan bien porque era muy viejo, modelo 1969… o 1970, solo era para participar.
Lo armamos con lo poco que teníamos, si ves la pintura era muy precaria pero igual anduvo. En las puertas tiene escrito mi nombre”, subrayó.
Enterrado: el final más impensado
El propio Rau se encarga de explicar que el auto propiedad de la sociedad “empezó a fallar cada vez más seguido hasta que se tomó la decisión de hacerle un motor nuevo. En ese momento yo tomé la decisión de desvincularme y el resto siguió y le cambió el motor”.
Con la nueva mecánica, el Fairlane volvió a los circuitos pero las cosas no iban bien. “Cuando se dieron cuenta de que el nuevo motor no iba a funcionar decidieron que era momento de desarmarlo.
Para eso se juntaron un día a comer un asado en ese lugar y cada uno empezó a decir que se quería quedar con alguna parte del auto como la caja, por ejemplo. Fue así hasta que uno dijo que nadie se iba a quedar con nada, que al auto lo iban a enterrar”, indica.
Al cabo de algunas horas, con un poco de alcohol en sangre después del asado, los socios comenzaron a cavar con la ayuda de una máquina hasta lograr meter el auto en el pozo. El Ford que no tuvo un destacado desempeño durante el final de la vida útil, pese a que logró generar muchas historias, aunque ninguna tan particular como esta de desentierro.