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sábado, 10 de julio de 2021

Alberto Fernández busca la forma de reconstruir la relación con las socios del Mercosur para no quedar aislado en la región

 

Uruguay insiste en la flexibilización del bloque y en poder negociar unilateralmente. Brasil impulsa la reducción del Arancel Externo Común. La estrategia para recomponer el vínculo a través de la diplomacia Eduardo Menegazzi Por Eduardo Menegazzi 10 de Julio de 2021
Cuando terminó la Cumbre de Presidentes del Mercosur, el jueves de esta semana, una sensación de alivio se apoderó del jefe de Estado argentino, Alberto Fernández, y de quienes lo rodean y se encargan de las tareas diplomáticas. Ante las tensiones previas y el anuncio uruguayo de que estaba dispuesto a negociar por fuera del bloque supusieron el peor final. El tono conciliador que escucharon de parte de Luis Lacalle Pou y de Jair Bolsonaro los dejó más tranquilos y a la vez frente a un desafío gigantesco: como reconstruir en lo inmediato la relación con ambos socios comerciales para que el Mercosur siga en pie.

 De esa reconstrucción depende Argentina para no quedar “aislado” en la región. Principalmente el acercamiento deberá producirse con Brasil y con Uruguay que son los miembros plenos que pretenden cambios radicales para que el Mercosur continúe en funcionamiento. Los dos países, con argumentos diferentes y también algunas coincidencias, plantean que el bloque debe modernizarse y adaptarse a los cambios que el intercambio comercial en el mundo registró en los últimos años. El Mercosur tiene, para Lacalle Pou y también para Bolsonaro, reglas arcaicas a las que hay que reformular.

 Uruguay pretende romper una regla básica del mercado común que nació hace 30 años con el Tratado de Asunción. Quiere “flexibilizar”, o sea permitir que cada país pueda negociar con terceros países sin la autorización o el consenso de sus socios del bloque. Por ejemplo, si Uruguay quisiera establecer un contrato para importar productos electrónicos con algún país del sudeste asiático, lo podría hacer. Esta estrategia de negociar juntos se había establecido para que los productos importados no afecten las producciones locales. “Flexibilización, distintas velocidades, veamos el nombre, pero Uruguay necesita avanzar.

Vamos a proponer formalmente que se discuta el tema de la flexibilización. Uruguay necesita que técnica y políticamente el Mercosur tome una decisión al respecto. No hay tiempo para grandes diálogos y comisiones, es tiempo de actuar”, había propuesto Lacalle Pou en la anterior reunión de presidentes del 26 de marzo cuando se cumplieron tres décadas de la creación del Mercosur. Para los uruguayos el comercio a nivel internacional de su producción mayoritariamente agro-ganadera es cada vez más complejo. 

Dentro del Mercosur no puede vender la mayoría de sus productos. Y en este marco se incrementó su dependencia de las importaciones de China, que pasó a ser su principal comprador. Este aspecto lo obliga a impulsar la apertura de nuevos mercados. “El mundo va muy rápido, se está entrelazando comercialmente. El final del COVID-19 va a hacer que estas negociaciones se disparen. El mundo va hacia allá y no nos va a esperar. Por eso, con tranquilidad, les queremos decir que hacia allá va el Uruguay. Ojalá vayamos todos juntos”, expresó el presidente uruguayo marcando que su país tomó la decisión de negociar en forma unilateral pero dejando una puerta abierta para seguir conversando sobre un tema tan sensible.

 Brasil acompaña la posición uruguaya y además pretende que el Arancel Externo Común (AEC) se reduzca drásticamente para ganar competitividad. En promedio este arancel en el bloque es del 13% (el impuesto que paga cada mercancía al ingresar al Mercosur por cualquiera de sus Estados Partes) y Bolsonaro junto a su ministro de Economía, Paulo Guedes, y secundado por Uruguay, quiere rebajarlo al 6 o 7%. A nivel mundial, en promedio, el arancel ronda el 5,5%. Argentina propuso hace un par de meses que esa reducción del AEC se haga de manera progresiva: una baja del 10% ahora y otra para 2022. Pero no fue aceptada. “Argentina optó por no afectar los bienes finales, resguardar la competitividad de nuestro sector industrial para no afectar a los sectores más sensibles. Creemos que se puede avanzar en este marco”, había explicado el secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería argentina, Jorge Neme, el 10 de junio, antes de que se suspendiera la reunión de cancilleres del bloque. 

 La esperanza argentina se basa en que esta vez, si bien Bolsonaro se mostró proclive a acompañar la postura de Montevideo criticando el uso de la regla del consenso como instrumento de veto y reafirmando que mantendrá sus “esfuerzos” por “la revisión de la tarifa externa común y la flexibilidad para las negociaciones” comerciales, su discurso rozó la moderación. “Debemos tratar la flexibilización de negociaciones con países externos”, dijo el presidente brasileño en la reunión virtual del jueves. Y agregó que desea que sus “socios de la integración” lo acompañen en los ideales de “apertura, democracia y libertad”. Alberto Fernández y el canciller Felipe Solá entienden que Bolsonaro todavía está dispuesto a tender puentes para que el Mercosur siga existiendo. En Brasil los industriales de San Pablo, principalmente, pero también integrantes de otras cámaras empresariales presionan para plegarse a las intenciones argentinas de una reducción progresiva del AEC. 

 “Creemos que es a través de más integración regional y no de menos integración regional que estaremos en mejores condiciones de negociar y producir”, había planteado Alberto Fernández previamente aunque no hizo mención puntual al anuncio del gobierno de Luis Lacalle Pou que el día anterior a la cumbre comunicó su intención de negociar en forma unilateral, amplió: “La Argentina reafirma una vez más que ‘nadie se salva solo’ y que un Mercosur de corazón solidario es la nave insignia de su estrategia de integración”. Paraguay, el otro integrante del mercado común, siempre vota en consonancia con Brasil. 

“Cualquier propuesta que hable de apartarse del Mercosur para nosotros es una propuesta inoportuna”, dijo su canciller Euclídes Acevedo en una entrevista reciente tras conocer la determinación de Uruguay. Significa una señal positiva para Alberto Fernández que mantiene una relación cordial con el presidente del vecino país, Mario Abdo Benítez. Con Paraguay casi en la misma sintonía, entonces la meta argentina será trabajar para reestablecer los vínculos con Brasil, que ejercerá la presidencia pro témpore hasta diciembre y que intentará imponer su propia agenda, y con Uruguay. No quieren el aislamiento argentino en el Mercosur ni que desaparezca como bloque. ¿Será posible? Solo el tiempo dará una respuesta.

miércoles, 12 de mayo de 2021

Vacunas y la relación con China, Europa y Estados Unidos: los secretos que Alberto Fernández reveló una medianoche en París

 

El Presidente terminó una cena distendida en la embajada argentina en Francia y protagonizó una reunión informal que sirvió para saber Por Román Lejtman
Alberto Fernández ingresó al lobby del hotel Principe de Gales acompañado de Fabiola Yañez. Llegaban de una cena servida con esmero en la embajada argentina en París. Ella subió por el ascensor principal al cuarto piso y él se quedó junto a un secretario de Estado y un asesor todo terreno que integran la comitiva oficial Al principio, Alberto Fernández y sus dos interlocutores noctámbulos juntaron tres sillones de estilo, aprovecharon la penumbra del hotel cinco estrellas y cambiaron impresiones sobre una gira oficial que no da respiro y puede ser clave para la administración peronista. Pero cinco minutos más tarde, el conserje se acercó sigiloso a un custodio presidencial, pidió que lo siguieran y abrió las puertas de la cafetería que estaba cerrada por el COVID-19. 

Una luz tenue competía con la penumbra del salón y los tres aprovecharon ese momento para distenderse por casi dos horas. Afuera, el toque de queda ya había convertido a París en una ciudad distópica, acosada por el COVID-19 y la crisis económica y social. -¿Cómo se consiguieron las vacunas de AstraZeneca?-, le preguntaron al Presidente. -Un trabajo conjunto que hice con el canciller de México (Marcelo Ebrard) y (Andrés Manuel) López Obrador. Los tres exigimos a AstraZeneca que cumplieran con los contratos firmados, que estaban violando la ley, que era una vergüenza. -¿Y entonces? -Van a llegar las vacunas. 4 millones desde el 25 de mayo al 8 de junio.

 Con eso, y lo que me prometieron los chinos, vamos a estar con una secuencia de provisión que nos permitirá continuar con el plan de vacunación. Alberto Fernández y Sabino Vaca Narvaja, embajador argentino en China Alberto Fernández y Sabino Vaca Narvaja, embajador argentino en China -¿Es difícil negociar con los chinos?, le preguntaron al jefe de Estado. El hotel estaba en silencio, y la cafetería parecía un tren detenido en la nada. -Es complejo. 

Yo hablo con Sabino (Vaca Narvaja, embajador argentino en Beijing), él habla con Sinopharm, Sinopharm habla con el Partido Comunista, y al tiempo liberan la carga. Pero siempre cumplen. Y nos hicieron un descuento de 10 dólares por dosis, y eso lo valoro. -¿Y con los rusos? -Es distinto, explicó Alberto Fernández. Ahí hablas con Gamaleya que es el laboratorio, y con el fondo de inversión. Y después llegan las vacunas. Hubo un silencio mínimo. El Presidente se quedó pensando. Y los dos funcionarios aprovecharon para revisar sus celulares: 

París está cinco horas adelante que Buenos Aires. Y la Casa Rosada aún hervía entre el comunicado de la Cancillería sobre el conflicto de Medio Oriente y una declaración del premier español Pedro Sánchez que la oposición uso para criticar al gobierno. 

 La charla continuó. Alberto Fernández estaba distendido, locuaz, animado a reflexionar sobre relaciones exteriores y su propia estrategia geopolítica. Los dos funcionarios se mantenían en silencio para no romper el embrujo: era medianoche en París, escuchaban secretos de Estado, y no había nada en las cercanías que pudiera sobresaltar al Presidente. Alberto Fernández y Antonio Costa, premier de Portugal Alberto Fernández y Antonio Costa, premier de Portugal “Hable con Antonio (premier Portugués, Antonio Costa) sobre Naciones Unidas, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo. 

Ellos (por Portugal) habían pagado los sobrecargos cuando arreglaron con el Fondo y que ahora nos apoyen con ese planteo es un triunfo. El FMI se negaba a reconocer el peso de los sobrecargos, alegando que no podían bajarlos porque se los habían cobrado a Portugal. Se lo decían a Martín (Guzmán) y nosotros sin poder reaccionar. Pero Costa nos bancó y eso es pura ganancia. La diplomacia sirve. -¿Es mucha plata?, le preguntó el secretario de la sonrisa permanente. -Si. Pero lo más importante es que Europa nos está acompañando. 

Y eso también es una señal a (Joseph) Biden, a los Estados Unidos. -¿Por qué?-, preguntó el secretario cuando ya era la 1.00 en la ciudad de Sartre y Cortázar. -Nosotros podemos sumar el apoyo de Portugal, España, Italia, Francia y Alemania. Eso es mucho. Eso es Europa. Y con Donald Trump, Estados Unidos se alejó de Europa. Ahora con Biden, con el cambio climático, con el apoyo a nuestra mirada sobre la deuda externa, Estados Unidos se va a acercar. Y en ese juego nosotros nos podemos beneficiar. -¿La cercanía con Europa, nos aleja con China?, profundizó el acompañante. -China es China. Ellos necesitan la energía y preservar su seguridad alimentaria. 

Y tienen muchísimos fondos frescos. Nosotros tomamos lo que necesitamos –las vacunas, el apoyo para la negociación de la deuda con el FMI-, y nada más. No existe eso de un puerto chino en el Sur y es mentira que en Neuquén instalaron una base militar. Ahí los chinos sólo miran el cielo. Y nada más. Alberto Fernández hizo silencio. 

Una señal obvia para terminar la charla con el secretario y el colaborador que habita en su sombra presidencial. Faltaban 10 minutos para las 2 AM. el Papa Francisco en su último encuentro en Roma “El jueves, el Papa”, metió sobre la hora el secretario silencioso y de buenos modales. -Sí. Es el líder moral del mundo. Están contando una novela cuando escriben que no me quería recibir. Esperemos hasta el jueves”, replicó el Presidente. 

Ya se le notaba el cansancio de una jornada que había empezado con el Rey en Madrid y terminaba en la madrugada de París. Saludó con una sonrisa cansada, se subió al ascensor, y se fue a dormir. En pocas horas almorzaba con Macron, su aliado más poderoso en Europa.

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