sábado, 3 de abril de 2021

Gano la carrera Nock Out


EL MISMO GAUDINO Siendo motociclista, Antonio Gaudino fue protagonista de un caso rarísimo. Durante la disputa de una carrera a Rosario sufrió un golpe terrible. La moto quedó deformada, desvencijada y Gaudino, además de partirse la lengua en tal forma que todavía tiene la cicatriz, quedó inconsciente, víctima de una conmoción cerebral. Ernesto Blanco, que también tomaba parte en la prueba, vió la moto, se dió cuenta de que era Gaudino y, deteniéndose, se internó en su busca, hallándolo en una casita donde se le prestaron los primeros auxilios. Viendo que estaba cuidado, se dispuso a volver. —¿Adónde vas? — le preguntó Gaudino. —¡Y, dónde voy a ir! A correr. —Vamos. Fue, pese a la oposición de Blanco. Hizo marchar a esa moto cuando parecía que nada la haría andar, tan deshecha estaba. Y así, herido, inconsciente, sobre un montón de hierros informes, llegó hasta la raya. En estado normal nunca hubiera hecho eso. Nadie se dió cuenta de lo que le pasaba hasta que, ya después de haber firmado la planilla, preguntó: —¿Dónde está Ernesto? ¿Cuándo empieza la carrera? Gaudino, completamente knock-out, había realizado la más rara de sus hazañas.

Esto si es andar torcido


En el tiro al blanco existe el recuerdo de una performance histórica que no solamente cobró importancia por el acierto del tirador, sino, muy especialmente, por la originalidad del tiro. Nuestro prestigioso representante olímpico Félix Aráuz, vencedor en tantas competencias difíciles y verdadero as del tiro al blanco, sufrió, en ocasión de una lucha olímpica precisamente, la más curiosa de las equivocaciones: al efectuar un tiro, cuyo resultado podía ser decisivo para su clasificación, el señor Aráuz apuntó detenida-mente y, con su habitual pericia, consiguió un magnífico centro, pero al júbilo del primer momento sucedió la consiguiente desilusión al advertir que el centro lo había hecho, efectivamente, pero... en el blanco correspondiente a un competidor extranjero, ubicado al lado suyo. De ese modo, Félix Aráuz vió malogrado uno de sus mayores aciertos.

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