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viernes, 16 de julio de 2021
jueves, 13 de mayo de 2021
Una guerra terrible y una muerte cercana: los secretos que la Virgen les confió a los pastorcitos de Fátima
Lucía Fortin jue, 13 de mayo de 2021 11:06 a. m. Los pastorcitos de Fátima, Lucía, Francisco y Jacinta Los pastorcitos de Fátima, Lucía, Francisco y Jacinta La historia de los pastorcitos de Fátima es una de las más trascendentales de la religión católica.
Se enseña en colegios, en los libros cristianos, en las congregaciones y hasta se puede experimentar en la propia ciudad portuguesa donde yace el santuario dedicado a la Virgen que se les apareció por primera vez el 13 de mayo de 1917 a los hermanos Jacinta y Francisco Marto y a su prima, Lucía de Jesús Dos Santos.
Pero lo que vivieron los niños que tenían entonces 7, 9 y 10 años, respectivamente, no fue una simple aparición, sino que se trató de algo que les cambió la vida, dado que, según narra la historia, se les encomendó una imponente misión para la corta edad que manifestaban.
El Santuario de Fátima en Portugal
El Santuario de Fátima en Portugal
El Santuario de Fátima en Portugal
Fue ese 13 de mayo de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, que los tres pequeños nacidos en Aljustrel, una pequeña comunidad ubicada en Fátima, Portugal, se dirigían a Cova de Iría mientras pastoreaban a sus ovejas y se encontraron con algo bien particular.
El cielo estaba despejado pero un relámpago dio la señal de lo que vendría después. Jacinta, Francisco y Lucía vieron a la Virgen, quien les encomendaría una serie de mensajes y tareas.
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En primer lugar, les pidió que vuelvan al mismo lugar durante seis meses todos los días 13 a la misma hora. Los niños volvieron asombrados a sus casas para contarles a la familia lo que había sucedido. Según describieron, vieron a una figura “que brillaba como el sol y era de una inmensa belleza”.
La Virgen, no obstante, les había pedido que mantengan el encuentro en secreto. La noticia empezó a correr por la comunidad portuguesa y, para la segunda aparición, el 13 de junio, los pastorcitos ya no fueron solos al encuentro con la Virgen sino que los acompañaron otras 50 personas.
En esta ocasión, la figura les habló tan solo a ellos tres y les confió otro mensaje al decirles a Jacinta y Francisco que el cielo los llevaría pronto, es decir, que no les quedaba mucho tiempo de vida. A Lucía, su prima, le comunicó: “Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar”. Y así sucedió.
Los hermanos fallecieron los dos años posteriores a la última aparición de la Virgen a causa de la Gripe Española, una pandemia que mató a principios del siglo XX entre 20 y 50 millones de personas según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Hermana Lucía con el Papa Juan Pablo II
La Hermana Lucía con el Papa Juan Pablo II
La Hermana Lucía con el Papa Juan Pablo II
El destino de Lucía también coincidió con lo pronosticado por la mensajera.
Ella dedicó su vida a ser monja y perteneció a la Orden de las Carmelitas Descalzas hasta que falleció el 13 de febrero de 2005 en Coímbra, Portugal.
Los secretos que involucraron al mundo
Fue el padre jesuita Paolo Molinari quien postuló la causa de la beatificación de los pastorcitos y consideró que, tras las apariciones, los tres fueron “niños normales que, respondiendo a la gracia de Dios que trabajaba en ellos, demostraron que estaban listos para poner de lado sus intereses personales para satisfacer a Dios y a sus vecinos y lo hicieron con alegría”.
En el tercer encuentro, el viernes 13 de julio, Jacinta, Francisco y Lucía llegaron a Cova de Iría con 2000 personas.
La historia de la Virgen que se aparecía se expandía cada vez más y atraía a más y más fieles. Esta vez, los secretos que la figura sagrada les encomendó tuvieron que ver con cuestiones relacionadas al mundo y al contexto que se daba entonces.
De acuerdo con escritos de Lucía que salieron a la luz en agosto de 1941, los niños vieron la imagen del infierno, descripta por la autora como “un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra”. “Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros”, detalló en su redacción.
El siguiente secreto tuvo que ver con que, si bien la Primera Guerra Mundial iba a terminar -finalizó dos años y meses después-, se desencadenaría otra peor. “La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor”, escribió Dos Santos sobre el recuerdo.
“Dios va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre”, rememoró que la Virgen les confió además.
Otro de los acontecimientos históricos que mencionó fue la Revolución Rusa, que había empezado en febrero de ese año bajo el mando de Lenin. En este sentido, Lucía escribió sobre el mensaje que se les dio: “Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia”.
Los pastorcitos de Fátima en su tierra natal
Los pastorcitos de Fátima en su tierra natal
Los pastorcitos de Fátima en su tierra natal
Pero el tercer secreto la monja de la Orden de las Carmelitas lo entregó en un sobre al Vaticano en el año 1957 y se dio a conocer recién en mayo del 2000, cuando el Papa Juan Pablo II decidió hacerlo público por una particular razón.
En la carta, Lucía relataba que, en ese tercer mensaje, la Virgen les mostraba a “un obispo vestido de blanco”, sobre el que tenía el “presentimiento de que fuera el Santo Padre”, y a otros sacerdotes, religiosos y religiosas subiendo una montaña empinada con una cumbre que tenía una “gran cruz”.
En la imagen, todos morían.
“Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”, concluía el escrito de la pastorcita de Fátima.
Toda esta visión coincidió con uno de los acontecimientos más llamativos en el papado de Juan Pablo II. El 13 de mayo del 1981, el Sumo Pontífice recibía cuatro disparos en plena Plaza de San Pedro. El ciudadano turco Mehmet Ali Agcaera intentaba matarlo desde público, aunque no consiguió su cometido y el Obispo acabó herido de gravedad.
El atentado, en primer lugar, se dio un día 13, como las fechas de las apariciones de la Virgen y, asimismo, la imagen del “obispo de blanco” que subía la montaña y finalmente moría podría estar íntimamente relacionada con el intento de asesinato de Juan Pablo II.
El destino de los pastorcitos
Para el momento de la cuarta aparición, en agosto, Jacinta, Francisco y Lucía habían sido secuestrados por el alcalde de Vila Nova de Ourém, quien los amenazó con freírlos vivos en aceite hirviendo si no confesaban que su historia era falsa.
A su vez, les quería arrancar información al respecto. Pero los niños se mantuvieron en silencio y siguieron las órdenes de la Virgen además de pedirle que cure a los enfermos, a lo que ella respondió que procedería curando a algunos de los afectados por la pandemia que azotaba al mundo.
El 13 de septiembre la peregrinación a Cova de Iría incluyó entre 15.000 y 20.000 personas. A pesar de la masa de gente, la figura se les apareció a los pastorcitos y les pidió que sigan rezando por el fin de la guerra.
El mes siguiente concurrieron 70.000 personas que, según los relatos, vieron al sol bailar. El encargo de la Virgen a los niños, esta vez, fue que levanten en el lugar una capilla en su honor. Por otro lado, les anunció que la guerra iba a terminar y elevó el pedido de que “no se ofenda más a Dios”.
Cada año asisten millones de peregrinos al Santuario de la Virgen de Fátima
Cada año asisten millones de peregrinos al Santuario de la Virgen de Fátima
Cada año asisten millones de peregrinos al Santuario de la Virgen de Fátima
Allí, en Cova de Iría, se esgrime hoy el Santuario Nuestra Señora del Rosario de Fátima, que se convirtió en un punto de suma veneración que recibe millones de peregrinos por año.
Jacinta y Francisco fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000, un acto en el que su prima Lucía estuvo presente.
Cuatro años atrás, el 13 de mayo de 2017, el Papa Francisco los canonizó por cómo vivieron y testimoniaron la fe a pesar de los contratiempos a los que tuvieron que enfrentarse. Así, los dos pastorcitos fueron los primeros niños no mártires santos.
El Papa Juan Pablo II junto a la Hermana Lucía
El Papa Juan Pablo II junto a la Hermana Lucía
El Papa Juan Pablo II junto a la Hermana Lucía
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En cuanto a Lucía, quien falleció en 2005, el Papa Benedicto XVI dio inicio a su proceso de beatificación, aunque aún no se probó que haya vivido de forma heroica, tal como exige la Iglesia que una persona tiene que haber transitado su vida para ser beata o santa.
El Papa, ayer, ante las tumbas de los chicos pastores, en Fátima
L’osservatore Romano
El Papa Francisco ante las tumbas de los chicos pastores, en Fátima (L’osservatore Romano/)
En tanto, sus restos y los de sus primos yacen en el Santuario de Fátima y cada 13 de mayo se conmemora a la Virgen de ese lugar en recuerdo del día en que la figura que “brillaba como el sol y era de una inmensa belleza” se les aparecía a los tres pastorcitos cuya historia es venerada hace 104 años.
sábado, 8 de mayo de 2021
La historia de la Virgen de Luján: cómo llegó desde Brasil, una carreta que no quería arrancar y el molde de plata que la protege
La imagen de la patrona de la República Argentina fue enviada desde Pernambuco, Brasil, y su destino era Santiago del Estero. La fe de una mujer de la alta sociedad y un esclavo negro fueron decisivas para que permanezca en Luján, donde pasó de estar en una casa a presidir una Basílica.
Hoy es su día y, como cada año, la capa que lleva encima de la figura original fue cambiada
Por
Gerardo Di Fazio
Cada 8 de mayo, los fieles católicos celebran a la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina. Todos los argentinos se reconocen en ella, sean católicos o no, porque es un icono que representa a la argentinidad. Cada octubre, dos millones de argentinos peregrinan desde la ciudad de Buenos Aires hacia su santuario, que anualmente es visitado por casi un millón y medio de personas. Pero la historia de la imagen taumaturga y su santuario es muy larga e intrincada. No es solo decir: “la carreta que llevaba la imagen no arrancó y allí se construyó una iglesia”. Trescientos noventa y un años de historia es mucho para nuestro continente.
Por tanto y en el día que muchos católicos celebran su fiesta, la cual ya es patrimonio nacional, van estas dos entregas sobre un leve pantallazo de la historia de la imagen y su santuario.
Hacia el año 1630, un portugués de nombre Antonio Faría de Sá, hacendado de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (hoy Santiago del Estero), solicitó a un amigo suyo llamado Juan Andrea que le enviase desde Pernambuco (Brasil), una imagen de la Concepción de María Santísima, con el propósito de venerarla en la capilla que estaba construyendo en su estancia.
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Mensaje del Papa Francisco por la celebración de la Virgen de Luján 2021
Juan Andrea cumplió el encargo y le envió no una, sino dos imágenes de la Virgen, que llegaron al puerto de Buenos Aires.
Una, según el pedido, era de la Purísima Concepción; la otra, con el título de “la Madre de Dios con el niño Jesús dormido entre los brazos.
Ambas imágenes fueron colocadas en sendos cajoncitos y subidas a una carreta para comenzar el viaje a destino. Luego de tres días de viaje, la caravana a la cual se incorporó la carreta hizo un alto a 10 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la estancia de Rosendo de Trigueros. Al día siguiente, queriendo proseguir el camino no pudieron mover la carreta. Admirados de la novedad pasaron a individualizar la causa y declaró el conductor del convoy: “Aquí vienen dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para una capilla de Sumampa”, fue entonces cuando un joven negro llamado Manuel dijo: “Sáquese de la carreta uno de los cajones y observemos si camina”. . Así se hizo, pero en vano. “Truéquense los cajones”, replicó él mismo. Entonces ocurrió que al cambiar los cajones y al tirar los bueyes la carreta se movió sin dificultad.
El rancho en Zelaya, una localidad cercana a Luján, donde aseguran que se produjo el primer milagro de la Virgen. En agradecimiento por dejar seguir a una carreta, se la dejó allí
El rancho en Zelaya, una localidad cercana a Luján, donde aseguran que se produjo el primer milagro de la Virgen.
En agradecimiento por dejar seguir a una carreta, se la dejó allí
Cuando abrieron el cajón, hallaron una imagen de nuestra señora de la Concepción. Luego de venerar la santa imagen la llevaron a la casa de Rosendo y sus dueños le levantaron un humilde altar.
La imagen de Nuestra Señora estuvo por algún tiempo guardada y venerada en la pequeña habitación de la casa de campo de los Rosendo, adornada ahí con todo el decoro y respeto posible. Pero muy pronto los dueños de la estancia quisieron levantar una capilla, que estaría lista hacia mediados de 1633.
El mercedario Pedro de Santa María relata: “la santa imagen estuvo en lo de dicho Rosendo, en un oratorio muy corto y muy venerada por todo el pago. Y dicho Rosendo dedicó un negro llamado Manuel al culto de la misma, quien cuidaba de la lámpara de dicha Señora, que incesantemente ardía”. Pero el paso de las carretas mudó de lugar y al fallecer Rosendo de Trigueros la estancia se fue despoblando, quedando la ermita sola al cuidado de Manuel.
Hacia el año 1671, Ana de Matos, mujer acaudalada de Buenos Aires, viuda del capitán español Marcos de Sequeira que conocía de cerca el milagro que había acontecido en la estancia de Rosendo, dolorida por el abandono en que quedaba la ermita y la imagen taumaturga, se acercó al cura de la catedral de Buenos Aires -el presbítero Juan de Oramas-, para pedírsela o comprársela. Este accedió y se llevó a cabo la transacción.
Cuenta la tradición que doña Ana Matos la instaló en el oratorio de su casa ubicada en lo que hoy es la ciudad de Luján.
Pero a la mañana siguiente, cuando se dirigió ahí para rezar, descubrió con asombro y angustia que la Virgen no estaba en su altar. Buscaron por toda la casa y alguien insinuó que podía estar en la ermita de don Rosendo, fueron a buscarla y allí estaba junto a Manuel. Se creyó en un principio que era el propio Manuel -a quien no habían permitido en un principio acompañar a la Virgen- quien llevaba a la imagen a su antigua morada. Hasta se lo llegó a estaquear en el piso para que no hurtara la imagen. Sin embargo la imagen seguía “volviendo” a su primer lugar.
Enterándose de estos acontecimientos, el Obispo de Buenos Aires organizó un traslado procesional de la imagen desde la antigua ermita de Rosendo hasta la casa de doña Matos. Eso se cumplió cerca del 8 de diciembre, como preparación a una nueva celebración de la Purísima Concepción. Participaron el Obispo de Buenos Aires Cristóbal de la Mancha y Velazco, el Gobernador Martínez de Salazar, miembros del cabildo, congregaciones, cofradías y sacerdotes; pero esta vez Manuel iba con ellos.
El 2 de octubre de 1682 doña Ana dona tierras. Pero curiosamente, no al obispado ni al curato, sino a la imagen de la Virgen en estos términos: “Porque tengo mucho amor a la advocación de nuestra señora de la limpia Concepción y a su Santa Imagen hago gracia y donación a dicha imagen de todo el sitio que necesitare para la fábrica de su capilla…”. Hace la donación con la condición de que la imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras; así se convertía en oficial y pública la capilla a construirse en honor a Nuestra Señora y también daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual ciudad de Luján. Doña Ana de Matos murió el 25 de enero de 1698.
Por los años 1684 sucedió que el Padre Pedro Montalbo enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos. En poco se determinó que era tuberculosis. Fue entonces cuando decidió ir a visitar a Nuestra Señora, que ya gozaba de fama en toda la región pampeana como imagen taumaturga.
Don Juan de Lezica y Torrezuri. regidor del cabildo de Buenos Aires desde 1750 hasta 1776
Don Juan de Lezica y Torrezuri. regidor del cabildo de Buenos Aires desde 1750 hasta 1776
Fue curado y en agradecimiento, se quedó como capellán y prosiguió la obra de la construcción de una capilla. Fue tal su empeño que en 1685 la imagen fue colocada en la nueva Capilla, conocida como la capilla de Montalbo, ubicada en lo que es hoy la intersección de las calles San Martín y 9 de julio, a metros de la actual basílica.
El padre Montalbo murió el 1 de febrero de 1701.
Alrededor de la capilla se irá construyendo un caserío, sobre todo para ir atendiendo las necesidades de los peregrinos, que cada vez llegaban en mayor número. Por tanto, el cabildo eclesiástico de Buenos Aires creó el 23 de octubre de 1730 la parroquia de “Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción del Río Luján”. Como primer párroco fue nombrado el doctor José de Andújar, quien ya actuaba como colaborador en esta capellanía. Permaneció hasta 1738, año en que pasó a la Catedral de Buenos Aires
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El cambio de manto de la Virgen de Luján en el año 2020
Acá aparece en la historia otro personaje: Don Juan de Lezica y Torrezuri. Recorrió casi toda América y se radicó finalmente en La Paz (Bolivia), lugar donde enfermó de gravedad y retornó a Buenos Aires.
Desahuciado por los médicos, recordó los prodigios de la Virgen que se veneraba en el paraje cerca del Rio Luján. En 1737 acudió a ella con confianza y recuperó su salud. Once años después, nuevamente enfermo, retornó a al paraje y nuevamente fue sanado, entonces hizo un voto de gratitud hacia la Virgen que se veneraba en ese lugar. Desde 1750 hasta 1776 ejerció el cargo de regidor del cabildo de Buenos Aires y luego de esa fecha desempeñó las funciones de juez comisario de la Real Audiencia.
En 1755 Don Juan de Lezica y Torrezuri, en nombre los vecinos de la aldea formada hacia 1738 en torno al templo parroquial, pide al gobernador de Buenos Aires, José de Andonaegui y al rey de España, Fernando VI, el título de villa para esa población y la consiguiente instalación de un cabildo.
El 17 de octubre de 1755 Andonaegui concede lo pedido, denominando a localidad “Villa de Nuestra Señora de Luján” por el papel de dicha imagen mariana en la formación de la aldea favorecida. En 1756 empieza funcionar el Cabildo de la Villa de Luján, cuya jurisdicción abarcaba desde esa villa hasta lo que hoy son las provincias de Cuyo. En 1763 la Virgen es nombrada patrona de la localidad por el cabildo de la Villa de Luján. Este será el primer patronazgo de los muchos que obtendrá.
Antigua fotografía de la Virgen de Luján original, sin el vestido ni la capa de plata que se le colocó para preservarla.
Antigua fotografía de la Virgen de Luján original, sin el vestido ni la capa de plata que se le colocó para preservarla.
Por ese entonces, el Pbro. Carlos Vejarano expuso la necesidad de erigir un templo a la Virgen, que en ese momento se encontraba en un galpón que reemplazaba la capilla de Montalbo, la cual se había derrumbado. Lezica se ofreció para ello.
Luego de vencer innumerables dificultades de orden legal, Lezica, asesorado por los arquitectos D. Antonio Mazella y D. Joaquín Marini, comenzó la construcción del nuevo Santuario el 24 de agosto de 1754, cavándose sus cimientos hasta la tosca, y fue argamasado en su mayor parte con cal de Córdoba y una arena gruesa y especial.
La tradición atribuye a un milagro de la Virgen que esta arena fuese encontrada en las inmediaciones, cuando los maestros de obra se hubieron convencido de que era imposible hacer la mezcla con la tierra de esos parajes.
Copia de la original que llegó desde Brasil, sin el vestido y con los colores auténticos
Copia de la original que llegó desde Brasil, sin el vestido y con los colores auténticos
Como es la imagen original de la Virgen.
La imagen de la Virgen que llegó en 1630 al Río de la Plata es brasileña, hecha en terracota (tierra cocida) en el valle de Paraiba, San Pablo, donde en el siglo XVII había una importante producción de esculturas de ese material. Mide 38 cm.
Está de pie sobre un nimbo de nubes donde aparecen cuatro cabezas de ángeles. A ambos lados de la figura se ven las puntas de la luna en cuarto creciente. Tiene las manos juntas sobre el pecho. Estaba totalmente policromada, siendo el manto azul cubierto de estrellas, y la túnica roja. En 1681 –según el historiador Maqueda- ya se veneraba la imagen vestida. El padre De Los Ríos, en una visita canónica a Luján en 1737, dispone que cada tres meses se debe renovar el vestuario de la Virgen.
En 1904, Juan Nepomuceno Terrero, Obispo de La Plata –Diócesis a la que por ese entonces pertenecía Luján-, ante el evidente deterioro de la imagen a causa de la desintegración de la arcilla con la que fuera construida, mandó hacerle una cubierta de plata, que dejó a la vista solo el rostro y las manos.
La Virgen con la capa de plata que tiene entre la figura de terracota y el vestido
La Virgen con la capa de plata que tiene entre la figura de terracota y el vestido
Dicha cubierta, de autor anónimo, es de perfil cónico y está compuesta de dos piezas que se unen en el costado de la imagen. La frontal remeda la túnica y el manto. Ambas están repujadas y cinceladas imitando telas con roleos vegetales y un galón en el borde del manto.
En época de la coronación en el año 1887 el padre Jorge María Salvaire agregó a la imagen la rayera gótica que la circula, dándole una forma definitiva con la corona, la aureola, la peana y el vestido azul y blanco que la envuelve.
A la capa de plata se le agregó un refuerzo. La imagen original, de terracota, está bastante deteriorada.
A la capa de plata se le agregó un refuerzo. La imagen original, de terracota, está bastante deteriorada.
La cubierta de plata sólo se hizo para preservar la figura de María, porque se la siguió vistiendo con trajes de tela. Desde esa época se le superpone el cuarto creciente por delante del manto con que se la viste. Es tradición que dicho manto se cambie una vez al año, en fecha cercana al 8 de mayo, día de su fiesta.
Pero a pesar de dicha cubierta, es notorio que la taumaturga imagen merece una restauración urgente, antes que este icono se pierda por completo.
jueves, 2 de julio de 2015
Eladio el gran restaurador
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