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martes, 30 de noviembre de 2021

Cuáles son las razones por las que en una semana aumentaron un 40% los contagios de COVID-19 en Argentina

 

Por séptima semana consecutiva, a un ritmo lento pero constante, suben las infecciones por la variante Delta de coronavirus. Gráficos ilustrativos y la palabra de los expertos 

Por Víctor Ingrassia 30 de Noviembre de 2021 vingrassia@infobae.com
A un ritmo lento pero sostenido, las infecciones por coronavirus aumentan semana tras semana en la Argentina, dato que comienza a preocupar a los infectólogos y a las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación, que observa también la evolución en el mundo de la potencialmente peligrosa y más contagiosa nueva variante del coronavirus SARS-CoV-2 denominada Ómicron. El Ministerio de Salud de la Nación dispuso esta tarde el aislamiento de todas la personas a bordo del buque Hamburg (proveniente de África). Lo comunicó esta tarde luego de que se confirmara un nuevo caso positivo, tras el primer positivo notificado ayer. “La persona afectada había presentado una PCR negativa el día 27 de noviembre y, cabe destacar, que en ningún momento bajó de la embarcación durante la estadía del crucero en nuestro país. Los tripulantes y pasajeros se mantendrán aislados conforme avance la investigación epidemiológica”, señaló el texto oficial.

martes, 21 de septiembre de 2021

NUEVAS FLEXIBILIZACIONES ANUNCIADAS POR EL GOBIERNO





 

No se registraron nuevos casos de Covid en Zárate


 Esta mañana, en el marco de las diversas políticas sanitarias que desde el Municipio de Zárate se impulsan con el objetivo de acercar el Estado y garantizar el derecho de acceso a la salud de los vecinos y vecinas, el Dr. Marcelo Schiavoni, secretario de Salud brindó detalles a la comunidad sobre la situación epidemiológica. En primer lugar, destacó que en el día de hoy no se registró ningún caso de Covid-19 en el partido de Zárate: “Estamos muy contentos. La última vez que hubo cero casos en un día fue el 5 de julio del 2020, hoy por suerte nuevamente volvemos a esa normalidad. Pero como siempre, atentos y alertas a todo lo que está sucediendo.” 

 Asimismo, explicó que el área de salud municipal continúa trabajando de manera articulada con los centros vacunatorios: “Realmente el trabajo de coordinar la campaña vacunación valió la pena, estamos viendo los resultados. 85.000 primeras dosis y casi 56.000 personas con segundas dosis, más del cincuenta por ciento con las dos dosis de la población objetivo. Estamos tratando con provincia de realizar nuevamente un esquema de vacunación Covid itinerante en Zárate y Lima, estamos viendo si para los próximos días lo podemos llegar implementar como lo hicimos en Costanera Sur hace dos sábados atrás. La idea es darle ritmo a la vacunación libre y el soporte de un vacunatorio itinerante”. 

 Y agregó: “Se liberó desde el viernes la vacunación para mayores de 60 años con segundas dosis y los menores del rango etario de 12 a 18 con comorbilidades es libre. Los que no tienen ninguna patología detectada se pueden vacunar, pero con turno, se tienen que inscribir en el Vacunate para recibirlo. Si el día que tienen el turno no pueden ir al vacunatorio por algún motivo, que se acerquen a hablar con los coordinadores que se lo van a reprogramar”. Por último, en relación a los testeos, el funcionario expresó que continúan con normalidad: “Siguen realizándose en el Hospital Favaloro. Lunes y martes está provincia ayudándonos en la plaza Mitre y en el Parque Urbano y después miércoles, jueves y viernes el Municipio va haciendo un testeo itinerante en la ciudad con el plan de abordaje sanitario territorial”.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

"Dos inyecciones muy caras": el misterioso tratamiento que recibió Susana contra el COVID-19

 


Susana Gimenez otorgó una entrevista donde contó detalles del proceso que vivió contra la enfermedad COVID-19 que la llevó a una internación de 15 días en el Sanatorio Cantegril de Punta del Este. La nota a Telefé Noticias llamó la atención por un enigmático tratamiento que recibió la diva.

 “Al principio todos me decían que estaba todo bien, pero después nada. Y ahí dije ‘acá pasa algo’. En el Cantegril me dieron todo lo mejor que me podían dar y me salvaron en realidad dos inyecciones muy impresionantes, fuertes y caras que consiguieron en el sanatorio y me las pusieron”, dijo Susana Giménez. En la nota, la conductora no reveló más detalles del curioso tratamiento.

 TN de Buenos Aires consultó a especialistas y las fuentes aseguraron que existen “por lo menos 7 u 8 intentos de tratamiento en forma inyectable”, pero que es “imposible” saber cuál es el que le dieron a Susana si ella “no especificó el nombre”. Frente a la curiosidad de sus seguidores, Susana se volcó a las redes sociales para aclarar los detalles del tratamiento.

 “Para todos los que me preguntaron cuál es la ampolla que me dieron cuando tenía COVID-19 que me hizo tanto bien, el suero se llama Tocilizumab”, escribió en Instagram. “Por favor tengan en cuenta que no se puede suministrar sin prescripción médica y es recomendable solo para ciertos casos e instancias del COVID-19″, añadió. El Tocilizumab es un fármaco utilizado para tratar la artritis reumatoide que reduce 4% la mortalidad de los pacientes internados en situación grave con COVID-19, según la publicación del ensayo Recovery realizado en Reino Unido (primer país en utilizar este medicamento).

 Este año, Uruguay incorporó al fármaco como tratamiento contra el COVID-19. “Mi COVID-19 fue muy grave. Yo no me imaginé que era una cosa así porque hay gente que lo tiene de distintas maneras. Con mi hija lo tuvimos al mismo tiempo y ella no tenía tos, fiebre ni nada. Yo tuve neumonía bilateral y fue horrible. Creo que uno jamás se lo imagina y además te deja muchas secuelas”, dijo Giménez en la entrevista con Telefé. "El peor miedo fue morirme primero y después también tenía miedo de que me intubaran. 

Yo les dije si tiene que pasar eso, déjenme ir, pero me dijeron que no lo iban a hacer, que me quede tranquila”, agregó. Después de 15 días de internación, Susana recibió el alta y se instaló en su casa La Mary junto a su familia y sus perros. Por estos días regresó a Buenos Aires pero anunció que luego de las elecciones primarias legislativas del domingo en Argentina volverá a Punta del Este.

lunes, 23 de agosto de 2021

Por primera vez, son seis los municipios sin casos COVID-19 desde el inicio de la pandemia

 


Alberti, Benito Juárez, Gral. Alvear, Gral. Guido, Tordillo y Villarino son los distritos bonaerenses que desde el 15 de agosto no registran casos de coronavirus. El ministerio de Salud de la Provincia informa que, por primera vez, desde el comienzo de la pandemia son seis los municipios bonaerenses que no registran nuevos casos de coronavirus en su población desde el 15 de agosto. 

Esto responde al importante avance de la Campaña Vacunación más grande de la historia, que ya lleva un total de 15.214.073 dosis aplicadas. Los distritos que no presentaron casos positivos de Covid-19 en sus habitantes desde hace más de una semana son: Alberti, Benito Juárez, Gral. Alvear, Gral. Guido, Tordillo y Villarino. Esta buena noticia se suma a la disminución por decimotercera semana consecutiva de los casos en toda la Provincia. 

“Sumamos una nueva semana de descenso sostenido de casos de Covid-19 y acumulamos un 86% en relación al pico de la segunda ola; en cuanto a la semana pasada registramos una baja del 26%”, detalló el titular de la cartera sanitaria bonaerense, Nicolás Kreplak, y afirmó que “la vacunación nos sigue demostrando que es la salida de la pandemia”.

 En este sentido, según los datos de la Campaña “Vacunate PBA” que registra una gran aceleración en las últimas semanas, hasta el momento en el territorio provincial se aplicaron un total de 15.214.073 inmunizaciones, de las cuales 10.596.364 corresponden a la primera dosis y 4.617.709 a la segunda. En tanto, continúa abierta la inscripción en la página vacunatepba.gba.gob.ar para todas y todos las/los menores a partir de los 12 años, mientras que las personas mayores de 18 años pueden acceder a la "vacunación libre", y dirigirse sin turno a cualquiera de los puntos de inmunización bonaerenses, sólo con DNI que acredite domicilio en la provincia, y recibir su primera dosis.

jueves, 5 de agosto de 2021

La COVID-19 deteriora nuestras capacidades intelectuales según un estudio publicado en The Lancet

 


Paciente con COVID-19 dentro de la UCI del Centro Médico Sutter Roseville en Roseville, California, el martes 22 de diciembre de 2020 - Derechos de autor Renée C. Byer/Renée C. Byer The Sacramento Bee ¿La COVID-19 está volviendo al a población menos inteligente? El estudio publicado a finales de julio en la revista The Lancet señala que la COVID puede producir reducciones sustanciales en las capacidades cognitivas de los pacientes.

 "Los individuos que se recuperaron de la COVID-19, incluidos los casos biológicamente confirmados que permanecieron en casa y no recibieron apoyo médico, obtuvieron peores resultados en una serie de pruebas cognitivas de lo que cabría esperar teniendo en cuenta sus perfiles demográficos y de edad", destacan los investigadores. Los científicos recogieron datos de más de 81 000 personas que participaron en la Gran Prueba de Inteligencia Británica en la que 12.689 dijeron haber contraído el coronavirus con diversos niveles de gravedad respiratoria. 

 El valor añadido de este estudio es el análisis de un gran conjunto de datos que comprende una evaluación cognitiva detallada y datos de cuestionarios relativos a la infección por COVID-19, de decenas de miles de individuos que abarcan una amplia muestra de público general. Los investigadores determinaron si el grado y/o la naturaleza del déficit cognitivo estaban relacionados con la gravedad de los síntomas respiratorios, según el nivel de asistencia médica, la verificación positiva de la infección mediante una prueba biológica o el tiempo transcurrido desde el inicio de la enfermedad. La encuesta incluyó nueve pruebas de inteligencia que medían cuestiones como la memoria, la atención, la percepción espacial o el pensamiento semántico.

 Los déficits fueron sustanciales para las personas que habían sido hospitalizadas, pero también para los casos no hospitalizados que tenían confirmación de la infección por COVID. Los científicos tuvieron en cuenta que cada vez hay más pruebas de que las personas con una enfermedad grave de COVID-19 pueden tener síntomas que persisten más allá de la enfermedad inicial, incluso durante la fase subaguda y la fase crónica temprana. A menudo se denomina "COVID larga", y hay informes coloquiales de "niebla cerebral" con síntomas psicológicos amplios autodeclarados, como baja energía, problemas de concentración, desorientación y dificultad para encontrar las palabras adecuadas. Paralelamente, los estudios de casos han proporcionado pruebas de que los pacientes con COVID-19 pueden desarrollar una serie de complicaciones neurológicas, incluidas las derivadas de accidentes cerebrovasculares, encefalopatías, síndrome inflamatorio, microhemorragias y respuestas autoinmunes.

 Una diferencia de 7 puntos de coeficiente intelectual Según Adam Hampshire y sus compañeros del Imperial College de Londres la reducción de la puntuación global de 0,47 DE compuesta para el grupo de hospitalizados con respiradores era mayor que el descenso medio que se produce a lo largo de 10 años en el rendimiento global entre las edades de 20 a 70 años. También fue mayor que el déficit medio de 480 personas que indicaron haber sufrido previamente un ictus y de las 998 que informaron que tenían discapacidades de aprendizaje. 

A modo de comparación, en un test de inteligencia clásico, 0,47 DE equivale a una diferencia de 7 puntos en el coeficiente intelectual. Las personas que habían sido hospitalizadas mostraron déficits sustanciales de rendimiento global dependiendo de si estaban conectados a un ventilador. Los que permanecieron en casa, es decir, sin apoyo hospitalario mostraron pequeños déficits de rendimiento global estadísticamente significativos. Los déficits eran más pronunciados en los parámetros que abordaban funciones cognitivas como el razonamiento, la resolución de problemas, la planificación espacial y la detección de objetivos, mientras que se evitaban las pruebas de funciones más sencillas como la memoria de trabajo y el procesamiento emocional. 

Estos resultados concuerdan con los informes de los casos de COVID de larga duración, en los que son frecuentes la "niebla cerebral", los problemas de concentración y la dificultad para encontrar las palabras correctas, según los investigadores. "El análisis de marcadores de inteligencia premórbida no apoyó que estas diferencias estuvieran presentes antes de la infección. Un análisis más detallado del rendimiento en las subpruebas apoyó la hipótesis de que la COVID-19 tiene un impacto multidominio en la cognición humana", indican los responsables del estudio. A pesar de sus observaciones en este estudio, los investigadores señalan que aún se necesitan más trabajos para interrelacionar los déficits con las causas subyacentes, por ejemplo en los cambios neurológicos, la fatiga y la apatía.

miércoles, 21 de julio de 2021

La covid-19 quizás no se vaya nunca: ¿cómo aprendemos a convivir con ella?

 

Fernando Duarte - BBC World Service
La covid-19 ha infectado a más de 185 millones de personas y ha causado cuatro millones de muertes en todo el mundo desde que fue clasificada como una pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay grandes esperanzas de que la vacunación pueda llevar al mundo de regreso a algún tipo de normalidad, aliviando las restricciones que han moldeado nuestras vidas durante los últimos 16 meses.

 Sin embargo, los científicos están cada vez más convencidos de que el coronavirus llegó para quedarse. En enero, la revista científica Nature preguntó a más de 100 inmunólogos, virólogos y expertos en salud de todo el mundo si se podía erradicar el Sars-Cov-2. Casi el 90% de los encuestados dijo "no": hay evidencia, dijeron, y que es probable que el coronavirus se convierta en endémico y continúe circulando en el mundo. Esto no es desconocido en la batalla de la humanidad contra las enfermedades, pero este virus presenta algunos desafíos específicos.

 Entonces ¿cómo predice la ciencia que tendremos que vivir con la covid-19 en los próximos años? ¿Por qué no podemos deshacernos de la covid-19, en primer lugar? Foto histórica de un niño con viruela La viruela es un caso raro de una enfermedad viral que logró erradicarse, aunque en años recientes han ocurrido algunos brotes. Erradicar las enfermedades infecciosas no es algo que ocurra todos los días. En absoluto. De hecho, hasta la fecha, la OMS ha declarado solo dos enfermedades virales oficialmente erradicadas, la viruela y la peste bovina. Y solo la viruela, una afección antigua que creó epidemias a lo largo de la historia de la humanidad y causó hasta 500 millones de muertes en el siglo XX hasta su erradicación en la década de 1980, es comparable a la covid-19 en términos de distribución geográfica y alcance. 

 Un conjunto único de circunstancias ayudó a erradicar la viruela, principalmente mediante el desarrollo de una vacuna que cortó la transmisión del virus. Desafortunadamente, las vacunas contra la covid-19 desarrolladas hasta ahora no han logrado el mismo efecto. "Las vacunas que tenemos hoy en día en algunos casos no previenen la infección. Simplemente modifican la infección y hacen que la enfermedad sea menos grave. Las personas vacunadas aún pueden transmitir el virus a otras", dice David Heymann, profesor de epidemiología de enfermedades infecciosas en la Escuela de Salud y Medicina Tropical de Londres. 

 "Con las dos dosis de la vacuna me sentía invulnerable" : el periodista que se contagió de covid-tras haberse inmunizado "Niebla en el cerebro y un dolor punzante en las piernas": dentro de una clínica de recuperación para pacientes con covid de larga duración Las imágenes del "Día de la libertad" en Reino Unido Paul Hunter, profesor de medicina de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), va más allá. Él cree que las vacunas no evitarán que contraigamos la covid-19 en el futuro. "La covid nunca desaparecerá", anticipa. 

"Es inevitable que nos contagiemos repetidamente por el resto de nuestras vidas, ya sea que nos hayamos vacunado o no". Entonces ¿qué pasará con el nuevo coronavirus? Ilustración de una molécula del virus Sars-CoV-2. La covid-19 puede convertirse en una enfermedad endémica como la gripe. El profesor Heymann es uno de los muchos expertos que creen que la covid-19 se convertirá en una enfermedad endémica, lo que significa que seguirá circulando en grupos de la población mundial durante los próximos años. 

 Esto no es algo nuevo: los virus de la gripe y los cuatro coronavirus que causan los resfriados comunes, por ejemplo, son endémicos. La OMS calcula que entre 290.000 y 650.000 personas en todo el mundo mueren cada año por causas relacionadas con la gripe. Pero estas enfermedades se han vuelto manejables, con un número de muertos que puede estimarse. Los científicos, y los políticos, esperan que este sea el caso con la covid-19: en este escenario, el virus se mantiene, pero las personas desarrollan cierta inmunidad a través de la vacunación y las infecciones naturales.

 Por lo tanto, hay menos casos graves de la enfermedad y las hospitalizaciones y muertes no son de la escala que hemos visto hasta ahora. El problema aquí es que todavía no sabemos si este virus realmente se comportará de esa manera. El profesor Heymann lo llama "muy inestable". "Cuando este virus se replica en células humanas, muta de vez en cuando. Y algunas de esas mutaciones son motivo de preocupación". Pero el experto también dice que la covid-19 puede convertirse en una preocupación menor de lo que es hoy por otros medios. 

 "Los virus también pueden disminuir en virulencia (gravedad), ya sea por mutación o porque la mayoría de la población está vacunada". ¿Significa que tendremos que vacunarnos una y otra vez, como hacemos con la gripe? Dosis de vacunas de covid-19 Todavía no está claro cuánto dura la inmunidad contra el covid-19 provista por las vacunas. Un virus tiene una "misión": propagarse a la mayor cantidad de personas posible, razón por la cual las mutaciones son comunes.

 "Desde un punto de vista evolutivo, el virus necesita mutar para que pueda infectar más personas. Un virus exitoso es el que se propaga más fácilmente", explica Trudy Lang, profesora de Salud Global en la Universidad de Oxford. Los cambios en los virus de la influenza son tan comunes que una red de agencias de salud revisa la composición de las vacunas contra la influenza todos los años. Hay otras enfermedades, como el tétanos, que requieren inyecciones de refuerzo a lo largo de nuestra vida. 

 Como sabemos, el coronavirus ha desarrollado al menos cuatro variantes principales, incluida la delta, altamente contagiosa, identificada por primera vez en India y actualmente detrás de los picos en casos en Europa, Asia y EE.UU. Las estadísticas sugieren que la vacunación está funcionando bien contra la delta; por ejemplo, las últimas cifras del organismo de Salud Pública de Inglaterra muestran que el 82% de todas las infecciones con esta variante entre febrero y junio que terminaron en el hospital no eran personas vacunadas o solo habían recibido una dosis. Sin embargo, el Sistema Nacional de Salud de Reino Unido (NHS) ha comenzado a planificar una tercera vacuna o "refuerzo" antes del invierno, que se administrará a más de 30 millones de personas. En EE.UU., los Institutos Nacionales de Salud han comenzado un ensayo clínico con personas completamente vacunadas para estudiar si una vacuna de refuerzo aumentará los anticuerpos y prolongará la protección. La realidad es que los científicos aún no saben cuánto tiempo durará la inmunidad de las vacunas de covid-19. Esto se debe a que estas vacunas son bastante nuevas y los investigadores aún están analizando la respuesta inmune a los diferentes tipos de inyecciones disponibles.

 "Nadie sabe todavía si necesitaremos más vacunas", dice el profesor Heymann. "Es un virus diferente al de la gripe y está mal incluso poner eso en la mente de las personas en la actualidad". ¿Pueden los encierros convertirse en algo habitual? Dos niños de Bangladesh durante un confinamiento en su país. Muchos países se vieron forzados a ordenar confinamientos locales o nacionales durante la pandemia. Varios países y regiones han tenido que volver a introducir restricciones de viaje y circulación a medida que aumentaban las tasas de infecciones y hospitalizaciones. Si bien estas medidas ayudaron a frenar la propagación de la enfermedad y aliviaron la presión sobre los sistemas de salud, también causaron daños económicos, incluido el aumento del desempleo. ¿Podrían los encierros seguir siendo parte de un escenario endémico? Eso dependerá del éxito de los programas de vacunación en la reducción de las admisiones hospitalarias en cada país, dicen los expertos.

 En los últimos meses hemos visto intervenciones tanto localizadas como nacionales en todo el mundo: mientras que Australia tenía siete ciudades bloqueadas, Bangladesh optó por un conjunto de restricciones para todo el país. "En la medida de lo posible, los bloqueos se convertirán en parte del conjunto de herramientas esenciales que los gobiernos utilizarán al abordar los brotes", le dijo Nicholas Thomas, profesor asociado de seguridad sanitaria en la City University de Hong Kong a la agencia de noticias Bloomberg. ¿Aún tendré que usar mascarilla? Una mujer y un niño paseando en Long Beach, California, mientras se ve una mascarilla en el piso. 

Pocas medidas han sido más controversiales que el uso obligatorio de mascarillas en algunas partes del mundo. Pocas medidas han sido más controvertidas durante la pandemia que el uso obligatorio de cubrirse la boca. Incluso se convirtió en parte de la provocación política en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2020. Pero los científicos apoyan abrumadoramente su uso como una forma de contener la propagación de covid-19 incluso en áreas donde las tasas de vacunación son altas. "Está claro que no podemos seguir teniendo bloqueos cada vez que hay un brote", dice la científica del comportamiento Christina Gravert, de la Universidad de Copenhague. 

 "Pero parece razonable seguir recomendando que las personas que se sientan enfermas se mantengan alejadas del transporte público y trabajen desde casa, o al menos usen una mascarilla cuando estén cerca de otras personas", agrega. El uso de mascarillas está muy extendido en algunos países asiáticos, pero no en otras partes del mundo. Las encuestas sobre las intenciones futuras no son nada alentadoras: en EE.UU. por ejemplo, el uso obligatorio de mascarillas al aire libre para quienes están completamente vacunados se eliminó en abril, y la proporción de personas vacunadas que informaron usar una en todo momento ha disminuido desde entonces de 74% a 63%, según el índice de coronavirus Axios-Ipsos. 

 La encuesta también encontró que el uso de mascarillas disminuyó entre las personas no vacunadas. Mientras que algunos argumentan que los gobiernos deberían respaldar el uso de mascarillas en interiores como parte de sus campañas de salud pública, otros creen que dependerá del individuo, y algunas personas pueden optar por usar una como señal de cortesía común, particularmente en el transporte público o espacios abarrotados. ¿Qué pasa con los viajes internacionales? Actualmente, los gobiernos se debaten entre las consecuencias económicas de las fronteras cerradas para viajes no esenciales y las necesidades de proteger a su población del virus. Los diferentes países tienen reglas diferentes y expertos como el profesor Heymann critican lo que ven como un esfuerzo global mal coordinado. 

 "Con la distribución desigual de las vacunas, la OMS no recomendará un 'pasaporte de vacunación', pero espero que algunos países los utilicen", dice. "Ciertamente no es ético tener un certificado de vacunación si las personas no pueden viajar porque no pudieron conseguir la vacuna o tienen una razón para no vacunarse". No obstante, la Unión Europea ya ha desplegado su Certificado Covid Digital, que permite a los ciudadanos y residentes moverse dentro del bloque continental sin estar sujetos a restricciones si han sido vacunados, tienen una prueba negativa válida o se han recuperado recientemente de la enfermedad.

 El pasaporte de la vacuna está reconocido por los 27 miembros de la UE, así como por Islandia, Noruega y Suiza. Pero queda por ver cómo el resto del mundo manejará el movimiento de personas de otros países a través de sus fronteras. Los viajes internacionales se han desplomado desde marzo de 2020 y la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), estimó que la pandemia costará hasta US$1,4 billones de dólares en ingresos por turismo perdidos durante 2021, y los países de bajos ingresos serán los más afectados. ¿Tendremos alguna vez una "democracia de las vacunas", y eso influye? Una mujer siendo vacunada en un área rural de Kenia. Vacunar a los países más pobres no es solo una cuestión humanitaria, sino que también puede potencialmente limitar las probabilidades de que emerjan nuevas variantes del virus. Hasta el 5 de julio, un poco más de 1.000 millones de personas han quedado completamente vacunadas contra la covid-19 en todo el mundo, menos del 15% de la población mundial. 

 "Nuestro mundo está fallando, como comunidad global estamos fallando", dijo recientemente el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en una conferencia. Aparte del tema humanitario, la "democracia de las vacunas" también es importante para mantener a raya las variantes de covid-19. En una carta abierta reciente, los jefes de la OMS, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC) advirtieron que la escasez de vacunas en los países más pobres crea las condiciones para la aparición de nuevas variantes. "Cada vez más, se está desarrollando una pandemia de dos vías. La distribución desigual de vacunas no solo deja a millones de personas vulnerables al virus, sino que también permite que surjan variantes mortales y reboten en todo el mundo", escribieron. "Incluso los países con programas de vacunación avanzados se han visto obligados a volver a introducir medidas de salud pública más estrictas. No tiene por qué ser así". 

 Durante la cumbre más reciente del G7, los líderes de las siete economías avanzadas más grandes del mundo (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) se comprometieron a enviar 1.000 millones de dosis de vacunas a los países pobres. Esto está muy por debajo de las 11.000 millones de dosis que según las estimaciones de la OMS son necesarias para cubrir a la población más pobre del mundo. Y llegar a todos será clave para expandir la inmunidad si el virus estará en circulación en el futuro cercano. "Existe una responsabilidad humanitaria y de salud pública para asegurarnos de que obtengamos una distribución equitativa de las vacunas en todo el mundo", dice el profesor Heymann. ¿Los animales todavía presentan un riesgo? Visón en una jaula. Un estudio en Dinamarca descubrió que los visones podían contagiar la covid-19 a los humanos. La lucha contra el SARS-CoV-2 también depende de cómo se comporte el virus en los animales.

 Hasta la fecha, los científicos apoyan la idea de que este coronavirus se originó en los murciélagos y de que puede haber saltado a los humanos a través de un animal intermediario. Los estudios han demostrado que puede infectar a gatos, conejos y hámsteres y es particularmente infeccioso en visones: científicos en Dinamarca encontraron evidencia de transmisión de visones a humanos. Los expertos dicen que mientras haya animales en la naturaleza que puedan contraer el virus, existe el riesgo de que también puedan infectar a los humanos. "Las enfermedades están ahí fuera. Dada la oportunidad, podrían saltar", le dijo a la BBC Dawn Zimmerman, veterinaria de vida silvestre del Programa de Salud Global del Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación.

martes, 20 de julio de 2021

Qué está haciendo la ciencia para rediseñar las vacunas de COVID-19 frente a las nuevas variantes

 Las variantes capaces de eludir la inmunidad están alentando a que los fabricantes de vacunas se replanteen el rediseño de sus fórmulas. ¿Cómo se actualizarán?

Todas las pruebas apuntan a que las nuevas variantes del SARS-CoV-2 están progresando en su capacidad por eludir la inmunidad producida por vacunación o infecciones previas, por lo que los científicos comienzan a plantearse el rediseño de las vacunas que se están distribuyendo por todo el mundo.

 Continúa el debate sobre la posible disminución de la eficacia de esta primera generación de vacunas para combatir COVID-19 debido a las nuevas variantes. Pero algunos desarrolladores han lanzado planes de actualización de sus inyecciones para que también actúen sobre las variantes emergentes. Estas cepas llevan mutaciones que parecen reducir el efecto de los anticuerpos cruciales para repeler la infección. También se contempla que las vacunas contra la COVID-19 tengan que actualizarse con regularidad, como ocurre con la gripe. Para Mani Foroohar, analista de biotecnología en el banco de inversiones SVB Leerink, en Boston, el mejor y más inmediato modo de combatir la amenaza de las variantes emergentes “probablemente siga siendo vacunar con rapidez a tantas personas como sea posible con las dosis actuales.

 Hay que pinchar muchos brazos para ahogar a este virus antes de que vuelva a estallarnos en la cara”. ¿Necesitaremos actualizar las vacunas? La viróloga Kanta Subbarao, del Instituto Peter Doherty para Infección e Inmunidad de Melbourne, piensa que “todo apunta en este sentido”. Los laboratorios del planeta compiten por desvelar la amenaza que las variantes emergentes del coronavirus suponen para las vacunas. Pero los primeros datos de estos estudios aparecen desiguales e incompletos. 

Entre las variantes más preocupantes se encuentran la identificada a finales de 2020 en Sudáfrica, denominada 501Y.V2 (también conocida como variante B.1.351). En los ensayos de laboratorio se halló que portaba mutaciones que amortiguaban la potencia de los “anticuerpos neutralizantes” que inactivan el virus, elaborados por quienes recibieron las vacunas de ARN de Pfizer o de Moderna. “No está claro que estos cambios sean suficiente para disminuir la eficacia de dichas vacunas -comenta Subbarao-. Es la pregunta del millón, porque no sabemos cuántos anticuerpos se necesitan”.

 Las vacunas provocan otras respuestas inmunitarias que podrían ayudar a proteger de los efectos de las variantes. En enero pasado, la firma biotecnológica Novavax liberó datos de ensayos clínicos que demostraban que su vacuna experimental, diseñada para combatir el virus original, tenía una eficacia en torno al 85% contra la variante identificada en el Reino Unido, pero la eficacia descendía al 50% frente a la 501Y.V2. 

Esta caída preocupa a los investigadores, porque indica que la 501Y.V2 y otras variantes parecidas provocarán una pérdida de eficacia significativa en las vacunas. El virólogo Paul Bieniasz, de la Universidad de Rockefeller en Nueva York, que codirigió uno de los estudios sobre la neutralización con anticuerpos, cree que “la actualización parece inevitable para mantener en plena forma la eficacia de las vacunas. Las incógnitas son con qué frecuencia y en qué momento”. ¿Cómo se debería decidir el momento de actualizarlas? Los científicos, los profesionales de la salud y los fabricantes de las vacunas están comenzando a abordar el tema. Se está empezando a vislumbrar cómo se altera la respuesta de las vacunas en función de las diferentes mutaciones, y cómo se diseminan estas mutaciones gracias a las fuerzas evolutivas.

 “Desde luego, yo no las actualizaría ahora”, afirma Bieniasz. Subbarao, desde la dirección del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud para Referencia e Investigación de la Gripe, en Melbourne, propone que la vacuna contra la gripe estacional sería el modelo que debe seguirse para las actualizaciones de la vacuna contra la COVID-19. En centros como el suyo se vigila si hay cambios genéticos en las cepas emergentes del virus de la gripe que pudieran influir en la eficacia de las vacunas. Se estudia con anticuerpos de hurón y de humano para determinar si la nueva cepa consigue eludir la vacuna de la temporada anterior y que, por lo tanto, necesita una actualización. 

Subbarao comenta que “estas revisiones se llevan a cabo cada año en la temporada de gripe de cada hemisferio, y los cambios se implantan solo cuando se ha diseminado una cepa que elude la inmunidad de las vacunas. Si está localizada en una región o país, no se modificará el compuesto para todo el hemisferio”. Por lo general, la magnitud del umbral para actualizar las vacunas contra la gripe es la misma que para los cambios en la respuesta de neutralización con anticuerpos que los investigadores han relacionado con la variante 501Y.V2. 

Pero no está todavía claro cómo esta deriva, junto a la distribución geográfica de las diferentes variantes y mutaciones, cómo alertará sobre cuándo habrá que actualizar la vacuna contra la COVID-19. Para Subbarao, “estos debates no han hecho más que empezar. No podemos perseguir cada variante que aparezca”. ¿Cómo se actualizarán las vacunas? Esta es otra incógnita. Algunas vacunas anticovídicas, entre ellas las fabricadas por Moderna, Pfizer y AstraZeneca, llevan las instrucciones para que las células sinteticen la proteína de la espícula del virus, que es la diana clave del sistema inmunitario contra ellos.

 Las variantes como la 501Y.V2 llevan mutaciones en la espícula que alteran algunas regiones reconocidas por los anticuerpos neutralizantes. Una posibilidad consiste en cambiar las vacunas que contienen las versiones viejas de la espícula (basadas sobre todo en el primer virus que se identificó en Wuhan) por una molécula actualizada que tenga los cambios aminoacídicos específicos que obstaculizan la respuesta con anticuerpos. 

Pero antes, los investigadores tendrán que determinar si tales cambios alteran o repercuten en la reacción del sistema inmunitario ante la vacuna. Otra posibilidad consistiría en incluir en el mismo pinchazo la forma nueva y la antigua de la proteína de la espícula, o sea, convertirla en una vacuna polivalente. En Moderna han comenzado a trabajar en la actualización de su vacuna de ARNm para que contenga la espícula mutada como en 501Y.V2. En una conferencia con inversores, Tal Zaks, responsable científico de esta compañía biotecnológica, con sede en Cambridge, Massachusetts, informó que también están probando la eficacia de una tercera dosis con el coronavirus original, y que se están planteando una vacuna polivalente.

 Pero Subbarao indica que “antes de decantarse por una de estas opciones, tendrán estudiar cómo responden los animales, y probablemente los humanos, a cualquier posible actualización de la vacuna. No bastará con alterar el aminoácido de una posición y suponer que resultará exitoso”. ¿Cómo se estudiarán y autorizarán las vacunas? Los desarrolladores pusieron a prueba las vacunas por ahora en ensayos de fase III con decenas de miles de participantes antes de que los organismos reguladores les autorizasen un uso farmacológico.

 “Pero esta clase de comprobación para una vacuna reformada sería lenta y difícil ahora que la primera generación de vacunas se está desplegando por todo el mundo -afirma el inmunólogo Drew Weissman, de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia-. No logro imaginarme cómo se haría un ensayo de fase III para una variante”. Se desconoce cuántos datos clínicos habrá que aportar para homologar una actualización. Si bien las nuevas vacunas contra la gripe estacional no suelen necesitar ensayos nuevos, las autoridades sanitarias no tienen la garantía de décadas de experiencia y de datos clínicos para las vacunas contra COVID-19. Según Weissman, “como es totalmente nueva, habrá que montar un par de ensayos clínicos”. 

 El tamaño y la duración de estos testeos dependerá de si los investigadores encuentran indicadores de protección: rasgos medibles de una respuesta inmunitaria (por ejemplo, una concentración concreta de anticuerpos neutralizantes) que sirvan de marcadores de la protección frente a COVID-19. Con ellos, no habría que esperar a que los participantes de los ensayos se infectaran con el coronavirus para saber si funcionan las vacunas, pues bastaría con medir la respuesta inmunitaria después de cada dosis. “No tenemos ninguna garantía de que aparezca un indicador robusto -dice el especialista en vacunas Paul Offit, del Hospital Infantil de Filadelfia en Pensilvania- Pero incluso sin un marcador claro, se conseguiría demostrar que la nueva vacuna produce una cantidad de anticuerpos similar a la de la primera generación”. 

Desde Moderna informan de que esperan que los ensayos clínicos en los que participan cientos, cuando no miles, de personas les sirvan para seguir adelante con su vacuna contra la variante 501Y.V2. Foroohar imagina que la compañía tardará unos cinco meses para pasar de producir la nueva vacuna a someter los datos de sus ensayos a las autoridades sanitarias. ¿Cómo responderá la gente ya inmunizada a las vacunas actualizadas? No se sabe aún cómo alguien que ha sido inmunizado con una vacuna de la primera generación responderá a una nueva contra una variante emergente. Los inmunólogos llevan tiempo observando que las personas tienden a montar una respuesta inmunitaria más robusta contra la primera variante de un patógeno que contra las posteriores. 

Este fenómeno indicaría que las vacunas actualizadas quizá desencadenen respuestas inmunitarias más amortiguadas que las de la primera vacuna. Weissman teme que “la dosis contra una variante no provea de una nueva respuesta contra ella, y que solo se potencie la primera respuesta”. Pero también sostiene que “hay pruebas de que las vacunas de ARN no caen presas de esta tendencia. Por razones que no están nada claras, algunas vacunas de ARN desencadenan respuestas sorprendentemente complejas que dan como resultado anticuerpos que actúan sobre regiones de las proteínas víricas que a menudo no se detectan en respuesta a otra clase de vacunas. Y esto podría significar que las vacunas de ARN también tendrán una mayor capacidad de acción sobre los cambios presentes en una variante”.

Covid Zarate

 


jueves, 15 de julio de 2021

Murió por coronavirus la esposa del Coco Basile: el sentido mensaje de Racing

 

Nilda Chiangaglini fue su compañera desde los días del ex defensor en la Academia. “La institución acompaña al Coco, su familia y seres queridos en este doloroso momento”, publicó la entidad de Avellaneda
Son días de profundo dolor para Alfio Basile y toda su familia. En horas de la mañana del jueves falleció Nilda Chiangaglini, esposa de Coco y madre de Alfito, Natacha y Sabrina. Cuqui, como la conocían sus seres queridos, estaba internada y murió a causa del coronavirus. 

Es que la pareja se había contagiado de Covid, pero el entrenador con pasado en Racing se recuperó cuando recibió la vacuna rusa Sputnik V. La pareja se había casado durante los días en los que Basile era un férreo defensor de la Academia y se había convertido en ídolo del club albiceleste con los títulos de la Copa Libertadores y la Copa Internacional. “Racing Club lamenta profundamente el fallecimiento de Nilda Chiangaglini, hincha del club y esposa de Alfio Basile. La institución acompaña al Coco, su familia y seres queridos en este doloroso momento”, informó la entidad de Avellaneda en su cuenta oficial de Twitter. 

 Cuqui acompañó al ex DT de la Selección durante toda su carrera. Permanecieron juntos incluso cuando el entrenador incursionó en el Atlético Madrid de España y el América de México. Cabe señalar que en junio Basile estuvo internado en una sala común de una clínica porteña por un cuadro de neumonía bilateral provocada por el coronavirus. Durante ese episodio, el DT mantuvo la fiebre controlada y no necesitó de respiración asistida.

 El estratega bicampeón de América en 1991 y 1993 con el seleccionado argentino convivió junto a su esposa en Palermo, donde se instaló desde su última participación en la dirección técnica de la Academia. El temperamental ex zaguero dirigió a la selección argentina en el Mundial de Estados Unidos 1994, el último disputado por Diego Armando Maradona, y en el que quedó eliminada en octavos de final ante Rumania. 

 En su etapa como entrenador, Basile acumuló siete títulos a nivel clubes, uno con Racing (Supercopa de 1988), cinco con Boca y el restante con América de México, mientras que con el seleccionado consiguió cuatro trofeos, dos Copas América, una Copa Confederaciones y una Artemio Franchi. Fue el único técnico del mundo en haber dirigido a Messi y a Maradona.

Covid Zarate

 


miércoles, 14 de julio de 2021

Imprevisión, falta de vacunas, vacunación lenta y especulación política: el camino hacia los 100 mil muertos

 Fuente: Infobae

El gobierno negó primero la pandemia, cerró el paso a las vacunas americanas para confiar en laboratorios que no cumplieron sus acuerdos; privilegió a funcionarios y amigos en la prevención del mal; usó la crisis del coronavirus para castigar a la oposición y la usa hoy como parte de la campaña electoral. En el medio, un tendal de víctimas y un futuro incierto y acotado por la pertinaz escasez de vacunas Alberto Amato Por Alberto Amato
Los muertos en la Argentina de COVID-19 ya son 100.000 (EFE) ¿Cómo llegamos a cien mil muertos por coronavirus? ¿Cómo es que Argentina triplica, y más, a sus limítrofes Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay? Sólo Brasil lo supera, aunque el país llegó contar más muertos cada cien mil habitantes que su vecino gigante.

 La falta de vacunas, la demora en su aplicación, la ausencia de segundas dosis en las que lo requieren y hasta alguna distribución de esa escasez según el color político del sitio al que iban destinada, dejaron en evidencia que aquello de que a más vacunados, menos muertos, en Argentina se aplicó al revés. El Gobierno manejó la pandemia primero con una inicial negación, luego con sorpresa, después con furia, siempre con improvisación, con arrebatos de necedad incomprensibles, con muestras de un autoritarismo fervoroso y banal y con una intención política que terminó por meter a la pandemia en la campaña para las elecciones de este año. 

Todo derivó en una ineficacia que exponen las cifras con dureza: cien mil muertos en un año y medio. Es verdad que la pandemia es brutal. Es cierto que es un monstruo desconocido e inabarcable que todavía depara terribles sorpresas. Pero el estupor y la indefensión duraron demasiado. No hubo hasta ahora en el país ninguna vacuna desarrollada por laboratorios estadounidenses: ni Pfizer, ni Moderna, ni Janssen. Ni una sola. El anti imperialismo esgrimido por el gobierno, un ensueño del pasado setentista ni siquiera adaptado a un mundo nuevo, impidió la llegada masiva de vacunas a la Argentina.

 El Estado disponía de 13.5 millones de vacunas Pfizer porque el país había cobijado los ensayos de fase 3 en el Hospital Militar Central. No pidió una sola vacuna. El acuerdo con Pfizer se estrelló por causas todavía no del todo claras ni aclaradas; los voceros del kirchnerismo llegaron a afirmar que el laboratorio pedía poco menos que los hielos continentales argentinos a cambio de las vacunas. A principios de julio, cuando ya los muertos superaban los noventa mil, Hebe Bonafini, aquella luchadora inclaudicable por los derechos humanos, convertida hoy en un personaje espectral, dijo en su espacio de la televisión pública: “Estamos llenos de vacunas (no era verdad) Esas otras que ellos quieren que nosotros compremos, ¡no las vamos a comprar!”.

 La lucha contra la pandemia también fue una lucha entre “nosotros” y “ellos”, cuando la realidad dice hoy que un decreto del Poder Ejecutivo intenta que lleguen al país las primeras vacunas de origen americano. Bienvenidas, pero es tarde. Y es difícil calcular cuántas vidas se hubiesen salvado de la peste con una vacunación a tiempo. Es verdad que las empresas en las que confió el Estado para la provisión de vacunas no cumplieron, o lo hicieron a medias, con su compromiso. 

Pero son tan irresponsables los laboratorios que fallaron, como quienes creyeron que podían cumplir su compromiso. La vacuna Sputnik V, consagrada por Vladimir Putin y celebrada por el Gobierno, dejó rengos de dosis a miles de argentinos que recibieron la primera y ya vieron pasar de largo el lapso calculado, 84 días, para ser vacunados con la segunda. Eludir y denostar al imperialismo americano para ir a parar a los brazos de Putin, o de Xi Jinping, es de un ingenuo fatalismo. El antimperialismo rampante del Gobierno terminó por pedir la ayuda del presidente Joe Biden para negociar con el FMI y, de paso, aspirar a unos mendrugos de vacunas americanas, cualesquiera fuesen, que Biden cedió a otros países necesitados, pero no a la Argentina. 

 Los cien mil muertos golpearon a un país que luego de un año y medio de pandemia tenía algo más del 40 por ciento por ciento de la población vacunada con una dosis y apenas algo más del 10 por ciento con dos dosis. Argentina figura en el triste top quince mundial de muertes por Covid, junto a países con mucha más población como Estados Unidos, Rusia, India, Brasil y México. Un repaso por el año y medio de la pandemia revela los yerros, incluidos los disparates, con los que se intentó frenar la pandemia. En febrero de 2020, cuando ya había declarados 150 mil casos y seis mil muertos por Covid, el entonces ministro de Salud, Ginés González García dijo temerle más al dengue y al sarampión que al virus, al que veía lejano.

 El 3 de marzo Argentina registró el primer caso de COVID-19 y, cuatro días después, la primera muerte, un hombre de 67 años. Recién el 10 de marzo el Gobierno llamó a una reunión de urgencia por el aumento de casos en el país. Ginés reveló entonces que la Casa Rosada había pensado que el Covid “iba a demorarse más, ya que es un virus que el calor mata y estamos en pleno verano”. No fue así. El presidente Alberto Fernández explicó también: “El coronavirus es una suerte de gripe más severa. Si se controla a tiempo, las tasas de mortalidad son muy bajas”. 

Tampoco fue así. Al día siguiente el Gobierno impuso una cuarentena obligada para quienes regresen al país de países afectados por la peste. “El virus es tratable –dice el presidente Fernández– con un índice de letalidad muy bajo. Las personas de 65 años y más son las de mayor riesgo”. También defiende a González García, criticado con dureza por una frase dicha en enero: el ministro estaba convencido entonces de que no había “ninguna posibilidad de que exista coronavirus en Argentina”. “La lógica hasta ahora –dice Fernández para justificar a su ministro– es que el virus se destruye con el calor. Se preveía que iba a llegar en invierno y sorprendió que llegara antes”. Argentina tenía ese día 64 casos y un muerto. El 22 de marzo, el ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Saín, dice que el coronavirus es “una gripe de chetos” que importaron el virus al regreso de sus viajes al exterior. Saín esboza el primero de los usos políticos que se le dieron a la pandemia: “Si la solución de esto depende de la clase alta y media, estamos cagados”, escribe en las redes sociales. 

“No solo buscamos y traemos chetos en aviones, sino que usamos los kits de testeo en ellos”. Las medidas restrictivas, consideradas esenciales para evitar contagios, tienen un mal debut. El Gobierno otorga un bono de 3000 pesos a los jubilados, y a beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y de planes sociales. Miles de personas, muchos mayores adultos, hacen cola en los puerta de los bancos y hasta pasan la noche del jueves 2 al viernes 

3. El Gobierno se reúne de urgencia en Olivos para organizar esos pagos, evitar otro caos, ordenar a los bancos que abran sábado y domingo y evitar que quede instalada la sensación de que, por impericia oficial, se rompió la cuarentena. A un mes y medio de la cuarentena, el 1 de mayo el viceministro de salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak propone prolongarla hasta que pase el invierno, surja un tratamiento o una vacuna: “Los países que privilegiaron la economía tuvieron una innumerable cantidad de muertos”. Ese día, la jueza de ejecución penal número 1 de Quilmes, Julia Márquez, revela que, en sólo 24 horas, se concedieron más excarcelaciones que en todo 2018. 

Las exenciones de prisión, permutadas por libertad vigilada, son el resultado de un motín en Devoto y en otras cárceles durante la última semana de abril y ante el riesgo de contagios masivos de los internos. La jueza Márquez revela que, por el coronavirus, “fueron liberados ciento setenta y seis violadores”. El 31 de mayo, el ministro Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sin aportar datos que sostuvieran su interpretación, también dio un sentido político, y clasista, al COVID-19. 

Dijo: “El virus es democrático para infectar y expandirse, pero clasista cuando hay que contar los muertos que, en su gran mayoría, son trabajadores de barrios populares”. Para entonces, la confusión había ganado a esos sectores populares. En La Matanza, la llamada “quinta provincia” por su cantidad de habitantes, la gente había interpretado a su modo las palabras de Saín y su referencia a los “chetos viajeros”. El diputado opositor Toti Flores reveló: “Aquí la gente sale igual a la calle, porque nadie de aquí viajó a Europa”. 

Flores admite que esperan que el virus “pegue fuerte” en La Matanza. Ese día, Argentina ya registra 16.851 casos y 539 muertos. En junio, y en medio de la polémica y de las marchas de protestas por la decisión del Gobierno de expropiar en Santa Fe la cerealera Vicentín, la gente que corre por Palermo, entre otros sitios públicos, se transformó en una cuestión de Estado. Fue el drama de los runners. El 8, Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, decidió flexibilizar la cuarentena y habilitó la salida de los corredores en un horario especial y según el número final de su documento de identidad: 0, 2, 4, 6 y 8 en determinados días y 1, 3, 5, 7, y 9 los días restantes. De inmediato estalló una polémica sobre si el 0 debía o no ser considerado un número par. 

De verdad, eso pasó en el país, no hace mucho y no tan lejos. Visto por el Gobierno como un candidato opositor a tener en cuenta, todos los cañones del kirchnerismo apuntaron a Larreta y a su gestión: fue un clásico durante toda la pandemia. El 19 de junio, el presidente Fernández adjudicó el aumento de contagios a la flexibilización de la cuarentena en la Ciudad. Lo hizo con un inusual tono admonitorio: “Querían salir a correr, salgan a correr. Querían salir a pasear, salgan a pasear. Querían tener locales de ropa abiertos, abran los locales de ropa. Esta es la consecuencia”. El país registra 39.570 contagios y 979 muertos. 

 El 1 de julio se extendió la cuarentena, mientras se hacía más intenso el enfrentamiento entre los ministros de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic y el de Buenos Aires, Sergio Berni, enfrentados por la seguridad en la provincia. Argentina sumaba ya 1.351 muertos. El 10 de julio, el presidente Fernández recibe en Olivos al gerente general de Pfizer Argentina, Nicolás Vaquer y al infectólogo Fernando Polack. Argentina es uno de los países elegidos para probar una vacuna contra el coronavirus. Los ensayos se harán en el Hospital Militar Central y las pruebas habilitan una cantidad, todavía no determinada, de vacunas Pfizer. El laboratorio calcula una producción mundial de cien millones de dosis para fin de año y de 1.200 millones para finales de 2021. 

Ese día, los contagios suman 94.060 y los muertos 1.774. El 22 de julio la curva de contagios sigue en ascenso; hubo 5.782, una cifra altísima para la época. La provincia de Buenos Aires lidera la lista con 3.801 contagios. En la ciudad de Buenos Aires, son 1.390. Las muertes suman 2.588. La preocupación es, también, el aumento de los delitos: la seguridad está casi fuera de control y Berni culpa a la Justicia. A finales de ese mes, crecen también las manifestaciones anti cuarentena. El hartazgo social y la crisis económica dan paso a manifestaciones y banderazos. El gobierno anuncia el paso del aislamiento al “distanciamiento social”. 

 El 1 de agosto los banderazos y los cacerolazos llegan hasta la residencia de Olivos, convocados por las redes sociales: la protesta es contra la reforma judicial que encara el Gobierno y que prevé un aumento de en el número de jueces de la Corte Suprema. Las marchas se extienden a todo el país. El Presidente ataca a los medios: “Es una discusión falsa la cantidad de miembros de la Corte”. Los muertos suman 3.596. El 14, Fernández da algunas definiciones sobre la lucha contra la pandemia: “Estamos trabajando para tener la vacuna lo antes posible”. “A principios de 2021 tendremos la vacuna”. “La sustancia central de la vacuna se hará en el país”. “Nunca restringimos libertades, sólo cuidamos la salud de la gente”.

 El 1 de septiembre el Gobierno avanza en su intento de remover a los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, que habían ratificado el procesamiento de la entonces senadora y ahora vicepresidente Cristina Fernández en la conocida “causa de los cuadernos”. La vice está procesada como jefa de una asociación ilícita que recaudó dinero entre empresarios que buscaban hacer negocios con el Gobierno. Ese mismo día, la Facultad de Medicina de La Plata advierte: “Estamos perdiendo la batalla contra el coronavirus”. Los muertos suman 8.919 En octubre, las víctimas del COVID-19 llegan a 20.288. El 1 de ese mes, la Provincia de Buenos Aires carga mil muertes pendientes. La peste se desata: ese primer día del mes mueren 3.352 personas, el ministerio de Salud reporta 14.001 contagios que suman ya 765.002. El drama social dice que el conurbano bonaerense sumó dos millones de nuevos pobres. El diputado Máximo Kirchner declara un patrimonio personal de 292 millones de pesos, un 50 por ciento más que el año anterior. 

 El 15 de octubre, Santiago Cafiero admite: “Todos estamos cansados y podridos de la cuarentena” y pide no caer en el desánimo, Regresan los vuelos de cabotaje e internacionales y los viajes en micros de media y larga distancia. El entonces ministro de transporte, Mario Meoni (murió al volante de su auto el 23 de abril de 2021) cree que “para diciembre podemos tener turismo en la Argentina”. Piensa en las fiestas de Navidad y Año nuevo. Los muertos suman 25.342 El 25 de noviembre muere Diego Maradona. El Gobierno reacciona con rapidez y decide ceder la Casa de Gobierno para el velatorio. Lo que sigue es un caos que pone en la ciudad a miles de manifestantes, muchos sin barbijo y sin respetar la distancia social, y que termina con la Casa de Gobierno copada por barrabravas y en un sepelio igual de caótico. 

Los muertos por coronavirus suman esos días 38.216. El 10 de diciembre, aniversario de su asunción al poder, Alberto Fernández anuncia que el Gobierno firmó un acuerdo con la Federación Rusa para la llegada al país de la vacuna Sputnik V. El Presidente afirma que ese acuerdo permitirá inmunizar, entre enero y febrero de 2021, a diez millones de personas. Pero al 24 de febrero de 2021 sólo habían 513.594 vacunados con la Sputnik V o con Covishield Astra Zeneca y, entre ellos, 267.061 con la segunda dosis de alguna de esas dos vacunas. Los anuncios sobre la llegada masiva o la producción igualmente masiva de vacunas en el país generaron grandes expectativas en los dos primeros meses del año. Pero las vacunas no llegaron en la cantidad esperada, ni siquiera la de Astra Zeneca que se elaboraba en parte en la Argentina y se envasaba en México; tampoco se produjeron vacunas en el país y, el 20 de enero, los muertos por COVID-19 sumaban 46.216 El 23 de diciembre, Elisa Carrio también plantea un uso político de la pandemia. 

En una extraña, y disparatada, presentación judicial, y por el uso de la vacuna rusa Sputnik V, acusa al presidente Fernández y al ministro González García, de envenenamiento. Extiende la denuncia a una serie de funcionarios por “posible atentado contra la salud pública”. Interviene el juez federal Sebastián Casanello. En febrero, con los datos estadísticos que afirman que Argentina vacuna por día sólo un tercio del promedio mundial, estallan dos escándalos. Cae el acuerdo con Pfizer y la posibilidad de acceder al menos a 13.5 millones de dosis de esa vacuna, por la participación de Argentinas en las pruebas de laboratorio. Las versiones más disparatadas lanzadas por los voceros del kirchnerismo, arriesgan que Pfizer pidió condiciones extraordinarias para cumplir con el acuerdo que iban de la cesión de territorio nacional o de hielos continentales, mientras la oposición habla de coimas millonarias. Pfizer declara que el acuerdo con Argentina es igual a los acuerdos firmados con los países que sí aceptan su vacuna. Alberto Fernández dice: “Pfizer nos pidió una ley de vacunas y nosotros cumplimos.

 Y ahora nos piden otra ley para evitar responsabilidades penales, si las vacunas causan daños físicos. Esa inmunidad jurídica no se la vamos a dar. Ellos son responsables de las vacunas. No es el Estado Nacional. El Estado compra y ellos venden. No entiendo por qué tenemos que darle una norma que los pone al margen de las responsabilidades civiles y penales”. El segundo escándalo es el del vacunatorio VIP. El periodista Horacio Verbitsky admite haber llamado a su “amigo”, el ministro Ginés González García, quien le facilita la vacunación en el propio Ministerio de Salud. Verbitsky no fue el único: también habían sido vacunados funcionarios, sus familiares, amigos y conocidos a quienes no les correspondía aún, según el cronograma armado por el propio gobierno.

 El 19 de febrero, Fernández pide la renuncia de Ginés González García. Los muertos suman 51.000 y los contagiados 2.054.681. El verano 2021 hizo un poco más flexible el encierro: el Gobierno tendió a favorecer el turismo hacia la Costa y hacia Bariloche. Pero también crecieron las fiestas clandestinas, difíciles de detectar e imposibles de controlar. Nace entonces la polémica por las clases presenciales o virtuales, que será durísima en abril. El gobierno de la Ciudad impulsa el retorno a clases. El gobierno nacional, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kiciloff y en especial los voceros del kircherismo, impulsan las clases virtuales. Hace casi un año que los chicos no van a las escuelas y, en un país donde cuatro de cada diez alumnos no tiene acceso a una computadora, las clases virtuales parecen no ser suficientes.

 Por fin, el Gobierno deja en manos de cada gobernador la decisión de retornar a las aulas. O no. En la ciudad, los chicos vuelven a las escuelas el 17 de febrero. El 1 de marzo, Fernández abrió el período legislativo con una fuerte carga contra la oposición y contra el Poder Judicial. También hace una breve referencia al escándalo por el vacunatorio VIP. Preside la Asamblea Legislativa, la vicepresidente Cristina Fernández, sin barbijo. Al día siguiente, la ensayista Beatriz Sarlo revela que le ofrecieron vacunarse “bajo la mesa”. Nuevo escándalo: los muertos son 52.192. En abril, Alberto Fernández dice que el país “entró en la segunda ola” del COVID-19 y anuncia nuevas restricciones: prohíbe la circulación entre la medianoche y las seis de la mañana en las zonas de mayor riesgo epidemiológico, lo que también es un intento de disolver las fiestas clandestinas o las reuniones masivas en departamentos. Pero el virus no da respiro. A trece meses de la cuarentena, el sistema de salud bordea el colapso. Los contagios diarios pasan de 10.300 a fines de marzo a 24.000 el 9 de abril. 

Las muertes diarias también se desatan: del promedio de 100 a finales de marzo, saltan a 383 el 15 de abril Ese día los muertos por coronavirus en el país son 58.925. El 21 de mayo, durante una sesión del Senado, su titular, la vicepresidente Cristina Fernández, una experta en el manejo del sonido de esas sesiones virtuales, dejó abierto su propio micrófono para preguntar, con candor: “¿A qué hora cierra Rapa Nui?”, por la conocida heladería y chocolatería que la tiene de vecina en la ciudad. Ese mismo día, España anuncia que no va a permitir la entrada de viajeros que estén vacunados con Sputnik V, porque la vacuna rusa no está aprobada por la OMS ni por el órgano rector de la salud en Europa. Los muertos suman 73.391. 

 Candor o malicia, la vicepresidente iba a repetir su estrategia de aparente espontaneidad el 15 de junio. En su primera referencia a la pandemia luego de un año y medio de cuarentena y de restricciones, pide. “No politicemos las vacunas”, Los debates políticos por el manejo de la crisis era ya pan de todos los días, y cuando estaba ya lanzada la campaña para las elecciones, postergadas para septiembre, las PASO, y noviembre, las generales. El intenso enfrentamiento entre el gobierno nacional y el de la ciudad de Buenos Aires por las clases presenciales, termina en junio. El presidente Fernández las había suspendido a mediados de abril y hasta el 30 de ese mes. En todo el AMBA la zona urbana común que forman la ciudad de Buenos Aires y cuarenta municipios del Gran Buenos Aires. Rodríguez Larreta fue a la Corte para garantizar las clases presenciales en la Ciudad. 

Pidió también que “se declare la inconstitucionalidad del DNU” que disponía su suspensión. La Corte se declaró competente y abrió un período de pruebas de cinco días para que el Gobierno nacional respondiera y aportara pruebas. Distintas organizaciones de padres y docentes presentaron también amparos ante la Justicia porteña. La Sala IV de la Cámara en lo Contencioso Administrativo ordenó que las escuelas porteñas continuaran abiertas. Los chicos volvieron a clases el lunes 19 de abril. Pero el Gobierno nacional apeló ese fallo y pidió que se declarara la incompetencia de la Justicia porteña. 

 El ministro de Educación, Nicolás Trotta y el gobernador Kicillof defendieron el DNU presidencial, declararon la gravedad y el peligro que implicaba que las clases fuesen presenciales en la ciudad de Buenos Aires. Si bien admitían que las aulas no causaban contagios, la circulación social alrededor de las escuelas era un peligro para la salud pública. En una conferencia de prensa, el 19 de abril, el día que la Ciudad de Buenos Aires reanudaba las clases en las aulas, Kiciloff, junto al presidente Fernández, dijo: “Recurrir a la Justicia, usar a la Justicia es repugnante. Alguien se va a tener que hacer responsable: los que manipulan a la Justicia para que los beneficie políticamente”.

 Finalmente, el 11 de junio, después de duros debates y ante las encuestas que revelaban la resistencia de parte de la sociedad a la ausencia de los chicos en las escuelas, Kicillof anunció que el miércoles 16 la provincia de Buenos Aires retomaba, de forma pausada, las clases presenciales. Ese miércoles, los muertos por el virus sumaban 87.261 y los contagios 4.198.620. El 10 de junio, Alberto Fernández oscureció la visita al país de Pedro Sánchez, presidente del gobierno español. Mezcló una frase del escritor mexicano Octavio Paz con una canción de Lito Nebbia. Dijo: “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos”. La frase de Paz, que Borges citaba con ironía, Un aluvión de críticas llegó de América Latina y en especial de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil quien, si de algo no podía jactarse, es de su manejo de la pandemia.

 El 23, Fernández volvió a expresar su irritación durante la apertura del Congreso Nacional Bancario. A gritos, el Presidente dijo: “Estamos en un país donde graciosamente se acusa de coimero al que tiene que comprar vacunas, se acusa de envenenador al que consigue las vacunas, y cuando el envenenador consigue vacunas, le reclaman la segunda dosis de veneno”. Fernández aludía a aquel dislate de Carrió y a su denuncia por envenenamiento que la Justicia terminó por desestimar. Ese día, los muertos sumaban 90.986. Así se metió la pandemia en la campaña electoral, y viceversa. En los últimos días de junio y los primeros de julio, y mientras la vacunación seguía lenta y las dosis no alcanzaban para todos, y también mientras se revelaba que el Gobierno almacenaba millones de dosis con un fin no especificado pero que la oposición presumía era para utilizar en las vísperas de las elecciones, el tratamiento de la pandemia empezó a adquirir ciertos niveles de insensatez, de sosería y hasta de burradas, tan comunes en la Argentina en los momentos de crisis. 

 Ante la cuarentena interminable, ante la escasez de vacunas, muchos argentinos decidieron viajar al exterior, en especial a los Estados Unidos, para vacunarse y para recobrar ciertos aires de un pasado mejor en un país que sufrió la pandemia y que, al parecer, la tiene controlada. Los viajeros firmaron antes de partir una declaración en la que se anoticiaban que las condiciones del viaje podían sufrir modificaciones. La declaración no advertía sin embargo, y tal vez debió hacerlo, que, si era necesario, se les impediría el retorno al país. De modo que, sin aviso, el Gobierno decidió restringir a 600 viajeros diarios la posibilidad del retorno al país. 

 La medida, que tiende a evitar la llegada de la peligrosa variante Delta del virus (ya hubo casos) desató una previsible crisis a quienes quedaron de golpe varados en el exterior. A los viajeros que pudieron regresar, les cayó a domicilio una brigada de inspección de Migraciones, que no tiene facultades ni de policía ni de seguridad y que no puede ejercer más control que los fronterizos, que intentaba comprobar si los recién llegados cumplían con la cuarentena. 

 También hubo celebraciones kirchneristas por la odisea de los viajeros, no muchas, pero las hubo, empapadas todas por un chauvinismo ramplón y pedestre, augur siempre de mayores desatinos. Todo remitía a los “chetos” a los que había hecho referencia el ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Saín, a inicios de la cuarentena, en marzo de 2020. El impedimento de regresar al país, más las inspecciones a cargo de organismos no autorizados, la invasión de la intimidad y la vida privada de los ciudadanos, remiten a sistemas que, además de anacrónicos sufrieron durísimas derrotas. Sin embargo, Carlos Bianco, jefe de gabinete del gobernador Kicillof, invirtió la carga de la prueba y el 6 de julio acusó a viajeros y opositores: “La oposición dio un salto que ni siquiera el fascismo, o el nazismo se animó a hacer en ningún momento, que es odiar al país. 

Están tratando de instalar que Argentina es un país sin oportunidades”. Ese día, los muertos por el coronavirus eran 96.983, no había noticias de las vacunas de Pfizer, Moderna y Jenssen, salvo negociaciones para su llegada al país, y la vacunación seguía su marcha lenta. Ante la imposibilidad de vacunar a miles de personas con la segunda dosis de Sputnik V, se pusieron en marcha estudios de compatibilidad con otras vacunas. El inefable Juan Grabois aportó también su dosis de leña al fuego de la campaña electoral en medio de la pandemia. Criticó con dureza al gabinete de Fernández, que acaso lo suponía aliado: “Me parece que es un gabinete muy porteño, muy blanco, muy clasemediero. Le faltan boxeadores que den las batallas”.

 Grabois habló el 7 de julio, cuando los muertos por coronavirus sumaban 97.439 El errado y oscilante manejo de la pandemia, la fatal falta de vacunas, la lentitud en aplicar las que hay y las que se atesoran sin explicaciones y tanto grito pelado, más lo que está por venir, remite a un breve y viejo cuento: un chistecito con moraleja. Dos locos, pero muy locos, conversan de sus cosas. De pronto, uno dice: -Escucháme bien. Yo, aquí, soy el Rey, porque me lo dijo Dios. -¡Yo no te dije nada!, dice su amigo. Cuando a una locura se le agrega otra mayor, todo puede tener un cariz de simpática armonía. Pero, en el fondo, sigue siendo una enorme locura.

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