sábado, 31 de julio de 2021

La Iglesia Católica: fábrica de pobres de América Latina

 

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“Il existe une chose plus puissante que toutes les armées du monde, c’est une idée dont l’heure est venue” Victor Hugo “Ideas rule the world” Sam Adeyemi Existe en Latinoamérica una institución que ha ejercido sobre sus habitantes una influencia extraordinaria especialmente en el campo de la moral y de la filosofía política. 

Esa institución ha sido y continúa siendo la Iglesia católica. Difunde sus ideas a través de escuelas, universidades, círculos empresariales y todos los domingos en misas a las que asiste la feligresía católica que constituye la mayoría en esta parte del planeta. Las ideas que se transmiten en dichos encuentros contienen juicios morales sobre la vida en sociedad y sugieren comportamientos a seguir que han marcado a fuego la suerte de nuestras sociedades latinoamericanas. Analizaremos a continuación algunas de las principales ideas y principios que allí se enseñan: 1. ”Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”. (Lucas 6:20) “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”. (San Mateo 5:3-11) “Los pobres heredarán la Tierra”, “vendan todas sus propiedades y sus bienes y compártanlos con todos, según la necesidad de cada uno” o ”el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que él mismo se hizo pobre”.

 La pobreza está en el centro del Evangelio. Si se elogia al pobre, ¿es de extrañar que en estas tierras abunden favelas y villas miseria? 

 2. “No a un dinero que gobierna” (Evangelii Gaudium: Exhortación Apostólica) “El dinero es el estiércol del diablo”, expresada por el Papa Francisco, quien también solicitó que “los hombres manden al capital y no el capital a los hombres”. Dado que el dinero sirve para comerciar o para ahorrar, ¿es imposible deducir que juicios como los anteriores tenderán a desalentar tanto el comercio como el ahorro? E incluso, ¿opiniones de ese tipo no contribuirán a tratar el dinero desaprensivamente, envileciéndolo con emisión para que los políticos puedan atender a los más necesitados, generando inflación?

 3. “La propiedad privada es un derecho de segundo orden”. Afirmaciones de este tipo, ¿no conducen irremediablemente a la pérdida de respeto por el derecho de propiedad? ¿Es casualidad la aparición de los Movimientos de los “sin tierra” ocupadores de campos y de okupas que invaden casas y departamento bajo la mirada indiferente e ineficaz de la Justicia que se vuelve no-operativa? ¿Cómo reaccionará un político que desea hacer “el bien” con plata ajena sin el límite claro que establecen las leyes en defensa de la propiedad privada? 

 4. “Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”. ¿Acaso no se relacionará esta tesis con el estribillo “Combatiendo al capital” que consagra una popular marcha política? ¿Será un hecho extraño que empresarios y empresas abandonen nuestros países, llevando sus capitales a otros destinos, luego de escuchar una marcha que estimula a los políticos a planificar nuevas formas de saquear a los contribuyentes? 

 5. “El hombre es el lobo del hombre” (o en latín “Homo homini lupus”), frase difundida por Thomas Hobbes y usada por la Iglesia en numerosas ocasiones para sustentar la tesis de que “la libertad absoluta debe ser regulada y puesta al servicio del bien común”. ¿Sería acaso impropio pensar que la aceptación de esta idea traerá consigo la aparición de miles de regulaciones, de burócratas y de inspectores encargados de vigilar el comportamiento desaprensivo de hombres de negocios y de comerciantes inescrupulosos? Serán ellos los encargados de “cuidar” y de “proteger a la población de los avatares de la insensibilidad capitalista.

 6. “En donde hay una necesidad hay un derecho” o “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”. Luego de que estos conceptos han sido debidamente asimilados, ¿es de extrañar que a continuación los “necesitados " se multiplicarán geométricamente junto a políticos que promoverán el “salario universal” y los “planes sociales”?

 7. “Debemos influenciar la vida social y nacional; inmiscuirnos en política, buscar el bien común”. Si aceptamos estas tesis, ¿será extraño el deseo de imponer aun por la fuerza o la coerción nuestra religión, nuestros puntos de vista o el modelo de sociedad ideal que pregonamos? ¿Acaso disidentes y herejes tendrán cabida en dichos contextos? ¿O correrán la suerte de Copérnico y Galileo, ambos condenados o la de los perseguidos por la Inquisición? ¿Se relaciona esto con la evidente tolerancia y acercamiento de la Iglesia hacia lideres autoritarios y populistas? (Mussolini, Franco, Perón, los hermanos Castro, Chávez, Maduro) 

 8. “La avaricia empresarial y capitalista por parte de los empresarios lleva al abuso y explotación del trabajador”. ¿Es raro que después de aceptar estas tesis aparezcan a continuación e inmediatamente sindicatos y sindicalistas poderosos y de características mafiosas a quienes hay que pedir permiso para producir so pena de extorsión? 

 9. “El capitalismo conlleva el germen de una sociedad materialista, egoísta y avariciosa”. ¿Acaso el aceptar esta idea no llevará al empresario a sentirse culpable y querer disimular sus éxitos o intentar justificarse por el delito de ganar dinero? 

 10. “La globalización y las compañías multinacionales son las culpables de la destrucción de la cultura y de las industrias locales y también de la desaparición de las fuentes de trabajo”. El estímulo al proteccionismo económico que emana de estas tesis, ¿no contribuirá a la aparición de los “empresaurios” o empresarios prebendarios más interesados de llegar a acuerdos con los secretarios de comercio que en producir bienes baratos y de buena calidad? 

 11. “Los derechos sociales deben tener preminencia sobre los llamados derechos individuales pues los primeros respaldan el bien común en lugar de intereses individuales”. ¿Acaso no queda claro que esta tesis conduce derecho al artículo 14 bis de la Constitución Argentina, al abandono de los ideales de las Revoluciones del siglo XIX y de las Constituciones protectoras de derechos? 

 12. “El ideal social debe ser el de justicia social, igualdad y fraternidad”. ¿Es difícil comprender la relación entre esta tesis y el desvirtuamiento del concepto de igualdad ante la ley, la desconfianza en la justicia y la corrupción de los jueces? ¿Es raro ver que el ideal de justicia social hace que la gente pierda confianza en la justicia y en su eficacia?

 13. “Los Planes sociales son un derecho y no una dádiva” o “hagan lío” en justificación al reclamo de derechos. ¿Es acaso difícil ver la conexión entre estas ideas y las marchas, cortes y piquetes en reclamo del cumplimiento de supuestos derechos? La influencia de estas ideas se traslada a la educación a la política, a las academias militares y a todas las instituciones de América Latina. Combatida en Europa y en retirada después de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia católica se refugió en España, Portugal y en América Latina para seguir luchando desde allí y hasta nuestros días contra las ideas del Renacimiento y del iluminismo. 

 Las Encíclicas ratifican este compromiso: la “Rerum Novarum”, la “Centesimus Annus” y la “Fratelli Tutti” ratifican la condena al capitalismo, a la vida burguesa, al consumismo y a la modernidad. También los discursos papales indefectiblemente siguen este rumbo en las figuras de Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Aun cuando manifiestan preocupación por la pobreza, sus soluciones pasan por la relativización del derecho de propiedad, que al decir de Armando Ribas se asemeja a la recomendación de “amamantar con alcohol”; la prosperidad es vista con desconfianza ya que contamina el alma volviéndola materialista y lleva al olvido a la “piedad cristiana” (la vuelve innecesaria), corrompiendo el alma del nuevo burgués que se incorpora a la nueva “mundaneidad”. 

 El gran éxito de la Iglesia católica en América Latina ha sido el haber logrado unificar el discurso de la moralidad. Solo es moral aquello que aprueba y santifica la Iglesia. Aquellos que se alejan del redil son anametizados y no consiguen aprobación social. Iglesia es sinónimo de pueblo, de protección de pobres y descamisados, de justicia social, de derechos sociales. Políticos, sindicalistas, empresarios, deportistas famosos, periodistas y dueños de medios de comunicación deben pasar por Roma y conseguir la correspondiente bendición si desean ejercer alguna influencia en sus respectivos países. El Papa se convierte así en juez y árbitro de los destinos latinoamericanos.

 El progresismo eclesiástico llega al extremo de ver con más simpatías a regímenes totalitarios de izquierda o derecha que violan los derechos humanos pero que defienden al Estado grande (Mussolini, Franco, Perón, los hermanos Castro, Chávez, Maduro) que a gobiernos democráticos que intentan realizar una apertura hacia la economía de mercado y el capitalismo. La idea de culpa (pecado original), la condena a la riqueza y al comercio, la búsqueda de obediencia a un código moral basado en órdenes (“mandamientos”) y no en pensamiento crítico, y una epistemología apoyada en el misticismo, los milagros y la fe y no en la rigurosidad científica, ha llevado a muchos intelectuales a alertar sobre el tremendo corset que condena a Latinoamérica al ostracismo: Juan José Sebrelli (“Critica de las Ideas políticas argentinas”), José Ignacio García Hamilton (“El autoritarismo y la Improductividad”), Guillermo Yeatts (“Las perversas reglas de Juego en América Latina”), Armando Ribas (”La Falacia de la Civilización occidental”), el abogado Alejandro Cowes, nos han alertado sobre el camino de servidumbre y decadencia a que conducen estas ideas. 

 Más conciliatorios, brillantes liberales católicos han intentado justificar a la Iglesia argumentando ignorancia de principios económicos y lo que ellos consideran una mala interpretación de los evangelios. Gabriel Zanotti, Gustavo Hasperué, Enrique Del carril, Alberto Benegas Lynch, Jesús Huerta de Soto, Juan Ramon Rallo, Manuel Ayau, Armando de la Torre, Alejandro Chafuen, el Padre Sirico desde el Acton Institute han persistido en sus intentos de ser escuchados por la alta jerarquía católica recibiendo por toda respuesta silencio y nuevos ataques. 

 La última batalla se libra en el campo de la moral, entre la defensa religiosa del altruismo (sacrificio por el prójimo) y la defensa liberal del auto interés racional y en el campo de la epistemología (misticismo versus razón).

 La batalla por la prosperidad latinoamericana y la erradicación de la pobreza requiere el poder emanciparse del abrazo fraternal propuesto por Bergoglio (Fratelli Tutti) e independizar leyes y justicia de los obstáculos que se han montado en nuestros países (gracias al apoyo de este código moral) sobre la productividad, el comercio, la creación de riqueza y el conocimiento científico. Ya es hora que autoricemos a nuestros ciudadanos a que abandonen las teorías de los sacrificios humanos (con premio en el más allá) y la reemplacemos por la autorización moral a la búsqueda de la propia felicidad (en el más acá, en esta

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Prostitución medieval: el burdel de Valencia cuya fama atrajo clientes de toda Europa del siglo XIV al XVII

 

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En Valencia, Jaime II decidió concentrar a todas las meretrices en un sector periférico de la ciudad El oficio más viejo del mundo siempre ha sido objeto de polémica. Y de intentos de reforma, tendientes a organizarlo y controlarlo. El debate legalización versus prohibición es casi tan viejo como el métier. Para la mayoría de los gobernantes era un mal necesario. 

Incluso la Iglesia lo veía de ese modo y se resignaba a tolerarlo, siguiendo la sentencia de San Agustín: “Quita las sentinas en el mar o las cloacas en el palacio y llenarás de hedor el palacio (o el barco): quita las prostitutas del mundo y lo llenarás de sodomía” (La Ciudad de Dios). Según la revista de Historia Herodote.net, en Francia, el rey San Luis que era extremadamente piadoso, no aceptó este enfoque tolerante y decretó en 1254 que las “mujeres de mala vida” fueran expulsadas de las ciudades y sus bienes confiscados. 

Pero al poco tiempo debió rendirse ante la evidencia. Su orden no fue cumplida. Se resigna entonces a sacarlas de la vía pública y alejadas del centro y de las iglesias, en casas ubicadas al borde del río Sena, lo que dará origen al término burdel: “bord d’eau” (al borde del agua) derivará en la palabra francesa “bordel”. En toda Europa occidental se toman medidas similares a partir del siglo XIII: las nacientes municipalidades quieren enmarcar la prostitución y en lo posible circunscirbirla a casas o prostíbulos. Algunas de estas mujeres ejercían también el oficio en baños públicos, al estilo de los hammams orientales, muy numerosos en la Edad Media. La tendencia, más marcada a partir de mediados del silgo XIV, es al control de esta práctica por las autoridades municipales en general a través de la creación de casas públicas o prostibulum. 

 “Un mal necesario mediante el cual controlar los impulsos más primarios de jóvenes ansiosos y evitar que ejercieran la violencia contra las ‘mujeres honradas’, como eran conocidas por entonces las damas que no vendían su cuerpo por dinero”, decía un artículo de Manuel Villatoro sobre el burdel de Valencia en el diario español ABC. Con ese fin, las grandes ciudades medievales españolas empezaron a abrir burdeles a partir del siglo XIII, como pasó en Francia.

 La finalidad no era sólo el control sino también erradicar la práctica de ciertas zonas de la ciudad, las más transitadas, y relegarla a calles periféricas. Tanto Sevilla como Barcelona, entre otras ciudades, tuvieron prostíbulos intramuros, pero el más destacado y cuya fama trascendió fronteras extendiéndose por toda Europa fue el de Valencia, en el reino de Aragón. Los motivos de esta trascendencia fueron de dos categorías: cantidad y calidad. Llegó a tener 200 meretrices trabajando allí, instaladas en casas y hostales, cuidadas y vigiladas. Entre 1229 y 1245, la Corona de Aragón había emprendido la reconquista de Valencia, ocupada por los moros, y su anexión al reino.

 “Ganada la capital al Islam y ocupada por los cristianos, las prostitutas se instalaron en Valencia, como podía hacerlo un tabernero, un zapatero o cualquier profesional”, dicen José Ignacio Fortea, Juan Eloy Gelabert y Tomás Antonio Mantecón en Furor et rabies: violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna (citado por Manuel Villatoro). La prostitución se ejercía en calles, posadas y hostales. Nada nuevo bajo el sol. Pero en el año 1321, el rey Jaime II emitió una advertencia oficial: “Que ninguna mujer pecadora se atreva a bailar fuera del lugar que ya tiene habilitado para estar”; indicio de que ya existía el célebre lupanar oficial de Valencia. En concreto, desde ese momento quedó establecido que las mujeres públicas debían abstenerse de ejercer la prostitución en cualquier calle. 

 El burdel habilitado por el rey estaba ubicado intramuros, pero en un sector distante del centro urbano, según el libro citado. Cerca de la morería -el gueto de los árabes que permanecían en las ciudades reconquistadas por los cristianos- y de quienes ejercían otras profesiones consideradas insalubres. El burdel, que funcionaba como una comunidad, dirigida por un Regente, se mantuvo activo durante tres siglos, siendo su momento de esplendor a finales del siglo XV. Un cliente que lo visitó en 1501 dijo que vio entre 200 y 300 meretrices en el lugar, cifra que los historiadores consideran algo exagerada; se cree que había alrededor de un centenar. “La mayoría procedían de otros reinos o localidades, quizá para eludir problemas personales o familiares”, dicen los autores de Furor et rabies... Incluso se las apodaba de acuerdo al origen: “la aragonesa”, “la murciana”, por ejemplo. 

 La mujer que quería ejercer el oficio debía ser mayor de 20 años y tramitar una licencia especial al “Justicia”, el funcionario que se ocupaba de los asuntos civiles o criminales. Económicamente era ventajoso estar en el burdel oficial: se ganaba casi el doble que por la libre. La jornada no tenía horarios definidos, pero sí una mayor afluencia de clientes hacia el atardecer, cuando concluía la faena del día y los hombres buscaban distracción. 

También se intensificaban las prestaciones en días de ferias o mercados que atraían visitantes de lso alrededores. Eso sí, se respetaban los “días de guardar”: en Semana Santa y en las festividades de la Virgen, el lupanar valenciano cerraba sus puertas y las meretrices eran llevadas a un centro religioso. Otra norma estricta era la prohibición de trabajar antes de la misa del domingo, so pena de multas elevadas. Estas “vedas” en fechas sacras y previas al rito dominical eran impuestas por la Iglesia en casi toda Europa. Lo gracioso, destaca Villatoro, es que en esos retiros espirituales se intentaba que las mujeres dejaran el oficio y hasta se les ofrecía ayuda para rehacer sus vidas, conseguir marido y asentarse. Una visión social de avanzada. 

 El prostíbulo no era un edificio sino un mini barrio de varias calles con una quincena de hostales y muchas casas. Las prostitutas que obtenían la licencia para ejercer alquilaban una habitación en los hostales o una vivienda. Los caseros eran los que dirigían el lugar. “Cada mujer cuidaba de su casita con esmero, blanqueando su fachada, poniendo flores y arreglándola según su gusto”, dicen los autores de Furia…” Se veía a estas mujeres sentadas en la puerta esperando a sus clientes. La situación más ventajosa era la de las que tenían una de estas viviendas, ya que eso les daba cierta autonomía; escapaban un poco más a la vigilancia de los hostaleros.

 Los caseros y hostaleros eran los que tenían el verdadero poder en el lugar: se ocupaban de contratar a las prestadoras, acordar la distribución de las ganancias, facilitar trámites ante las autoridades, intervenir en caso de peleas entre clientes o agresiones a las mujeres, prestarles o adelantarles dinero y asistirlas en caso de enfermedad. Los préstamos funcionaban como cepo ya que ninguna mujer podía dejar el prostíbulo si tenía una deuda: otra práctica que no ha perdido vigencia como a diario se verifica en nuestros días en los casos de trata de mujeres. Se controlaba que no ingresaran armas al lugar, y al cliente que causaba problemas se le vedaba la entrada en el futuro. Eran frecuentes los hurtos a las prostitutas: joyas, vestidos y otros elementos. Pero el burdel tenía una sola salida, lo que facilitaba el control de este tipo de infracciones al orden.

 El encargado de administrar justicia en ese pequeño mundo era el Regente. A los visitantes del lugar, en especial extranjeros, les llamaba la atención el orden, el cuidado de las casas y la ausencia de sordidez, habitual en este tipo de sitios. A mediados del siglo XVII, Fray Pedro de Urbina, arzobispo y virrey de Valencia, ordenó el fin de la prostitución y dispuso que las mujeres que ejercían el oficio pasaran al servicio doméstico o regresaran a sus casas. De lo contrario, serían expulsadas de la ciudad. Esto marcó el fin del célebre prostíbulo. 

En 1671, las últimas prostitutas del lupanar fueron llevadas al monasterio de San Gregorio. Eran apenas siete y fueron convertidas por el jesuita valenciano P. Catalá: “Aquellas siete pecadores se convirtieron en siete ángeles”, según un cronista de la época. Previsiblemente, el cierre del lupanar resucitó la prostitución callejera y causó un brote de enfermedades venéreas. Durante su larga existencia el lupanar de Valencia fue uno de los mayores atractivos de la ciudad. Como se dijo, otras ciudades también legalizaron la prostitución en aquellos tiempos. El lupanar de Sevilla se abrió en 1337, el de Barcelona en 1448 y el de Murcia en 1444. La ordenanza murciana mandaba por ejemplo que “que todas las malas mujeres rameras” salieran “de la ciudad de entre las buenas mujeres e se vayan al burdel”.

Más argentinos prefieren que las empresas públicas estén en manos de la gestión privada a que sigan siendo manejadas por el Estado

 

unio de 2020: ciudadanos de Avellaneda y Reconquista repudian, ante la sede de Vicentin, en convocatoria de acreedores, el arribo de interventores estatales Foto NA En medio de una crisis que profundizó la falta de oportunidades laborales, en que el único sector que incorporó empleados en los últimos años fue el Estado, la tasa de pobreza ronda el 45% y la de desempleo supera el 11%, un informe de Taquion sobre “los empresarios, la actualidad y el futuro” detectó que la principal cualidad que la población valora en las empresas privadas es la generación de empleo; un 37,9% de los encuestados por esta consultora de investigación y estrategia se manifestó en ese sentido. 

Las otras dos cualidades más valoradas de una empresa son la llamada “Responsabilidad Social Empresaria” y la reinversión de utilidades en el país. Entre los 3 atributos cubren casi dos tercios de los aspectos más valorados de la gestión empresarial. De hecho, de la encuesta surge también que poco más de dos tercios (exactamente, el 67,1%) de los consultados considera que las empresas contribuyen “mucho” (38,7%) o “bastante” (28,4) al desarrollo del país. En este sentido, el informe destaca el aprecio por la capacidad del sector privado por “sostener o mover la economía”, que conviven con las críticas a la evasión impositiva, la “fuga de capitales” y los “intereses individuales” de los empresarios.

 “En una coyuntura en donde prevalece la incertidumbre, los sentimientos en torno al futuro de los argentinos son mayormente negativos y el principal problema es el acceso a las oportunidades de desarrollo, la generación de empleo se convierte en una mina de oro, principalmente para los más jóvenes”, subrayó el último “Monitor Nacional” de la firma. El actual contexto llevó a una revalorización de la gestión privada, que convive con la tradicional desconfianza hacia los empresarios.

 Esto se refleja, por ejemplo, en que 46% de los consultados preferiría que las empresas estatales argentinas sean gerenciadas de manera privada, contra 45% que prefiere que sigan siendo manejadas por el Estado. Debe tenerse en cuenta que históricamente, encuestas regionales como “Latinobarómetro” han detectado un fuerte estadocentrismo de la población argentina. Algo de la desconfianza hacia la gestión estatal se manifestó en el fuerte rechazo, a mediados del año pasado, al intento oficial de intervenir Vicentin, una agroexportadora de más de 90 años de historia del norte santafecino. 

A pesar de que la empresa estaba entonces en convocatoria de acreedores (que aún no se resolvió), el campo y vastos sectores urbanos repudiaron aquel intento, del que el presidente Alberto Fernández finalmente desistió. Taquion detectó también que el apoyo más fuerte al gerenciamiento privado proviene de los dos extremos del rango etario: la llamada Gen Y, personas de 25 años o menos, y los Baby Boomers, mayores de 56 años. Las diferencias están a su vez asociadas a qué temas se priorizan. Quienes más se preocupan por la educación y la seguridad tienden a favorecer la gestión privada y quienes apuntan más a la salud y la vivienda defienden más la administración estatal. 

 Recelo y desconfianza El histórico recelo popular hacia los empresarios se manifiesta en que, incluso en este contexto de revalorización del aporte y la gestión privada, a la pregunta ¿Confiás en que los empresarios piensan en su negocio, su país y sus trabajadores antes que en su ganancia personal?, un 67,9% respondió “No” y solo un 17,4% se pronunció por el “Sí”. A su vez, 8 de cada 10 personas consultadas dijeron que las grandes empresas tienen influencia en las decisiones del gobierno y un 55% consideró que esa relación es negativa, lo que según Taquion tiene que ver con un trasfondo de desconfianza tanto hacia el Estado como hacia los empresarios. 

 A la hora de “ponerle nombre” a las empresas que “más se preocupan por el futuro del país”, las 3 más mencionadas por los encuestados fueron Arcor (9,9 %), Mercado Libre e YPF (empatadas en 9%). Son empresas de rubros claramente diferenciados, “pero cuyo desempeño ha generado un sentimiento común, la confianza”, señaló el Monitor. Diferencias etarias y políticas Entre los jóvenes, las ventas online y el enfrentamiento con los sindicatos, reflejado en los bloqueos del sindicato de camioneros que conduce la familia Moyano, Mercado Libre recoge un fuerte apoyo, mientras las personas más grandes tienden a elegir empresas tradicionales, como Arcor e YPF. 

 La diferencia es aún más acentuada según sean las preferencias entre lo público y lo privado y más todavía cuando las diferencias son políticas. Para quienes confían en los empresarios, la empresa que más contribuye al desarrollo del país es Mercado Libre (elegida por el 28,6 %), seguida por Arcor (25,7 %) y a buena distancia por YPF (11,6 %). Las brechas se agudizan e invierten según a quién votaron las personas consultadas. Según los votantes de Alberto Fernández, la empresa que más contribuye al desarrollo argentino es YPF, elegida por un macizo 63 %, y muy atrás Arcor (23,4 %) y Mercado Libre (15,9 %). 

Entre quienes votaron a Macri, la más elegida es Mercado Libre (54,2%), seguida por Arcor (45,4 %) y muy atrás YPF (17,7 %). Quienes en 2019 eligieron a Lavagna tuvieron preferencias más parejas (6,6% Arcor, 5 % Mercado Libre y 4,7% YPF) igual que entre quienes no votaron. Empresariado y redes sociales Por último, el estudio monitoreó la actividad en redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram) de 4 asociaciones empresarias: la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Sociedad Rural (SRA) y la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

 En todas detectó cierto ombliguismo, al punto que en los cuatro casos el principal “tema de conversación” fueron las actividades y eventos empresariales”, especialmente en la CAC (68%), seguida por CRA (60%) y a cierta distancia por la Sociedad Rural y CAME (38% en ambos casos). CRA, que agrupa a productores rurales y es muy crítica de la política agropecuaria del Gobierno, es la que asigna una mayor cuota de sus posteos en redes a “Comunicados oficiales y políticos” (39%) y CAME la que emite más mensajes y análisis sobre la “Situación económica”. 

 Recientemente, Taquion había realizado otra encuesta, cuyos resultados difundió bajo el título “los desencantados”. Allí detectó que más del 35% de la población se confesaba desencantada con “la grieta” y “la política”. A su vez, el 59% de las desencantados con la grieta y 61,9% de los desencantados con la política dijeron no sentirse representados por ningún partido político y en promedio 90% de ambos grupos dijo tener sentimientos negativos respecto del futuro del país. De esos endebles fundamentos depende también la confianza en la gestión privada y en las empresas para sacar a la Argentina de su actual predicamento.

Estancamiento e inflación: dos impresionantes récords de la Argentina en los últimos 70 años

El país vive hace un decenio en estanflación, una dañina combinación de ambos fenómenos. Quiénes lo acompañan, aunque con cierta distancia, y quiénes pasaron a ser los nuevos ricos, según datos actualizados de un informe del Banco Mundial


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Aunque lleva diez años de estanflación, la Argentina es desde hace siete décadas un faro mundial de inestabilidad macroeconómica. Un ranking de 104 países, ordenado según el porcentaje de tiempo del período 1950-2020 que pasaron en recesión muestra a la Argentina al tope, con 34% del tiempp. El podio lo completan el Congo y Siria, cuyos PBI pasaron 33% de ese período de 71 años achicándose. Luego se alinean Irak y Venezuela, con 31 y 29% respectivamente, seguidos por Angola, Sudán, Zambia y Zimbabwe (todos igualados en 26%). 

Cerrando el Top 10 aparece Bulgaria (24%), cuna de la actual directora del FMI, Kristalina Georgieva, que tal vez por eso se muestre tan comprensiva con el ministro de Economía argentino, Martín Guzmán. El país sudamericano más cercano al abismal desempeño argentino es Uruguay, en la vigésima posición: pasó 20% del período considerado (esto es, 1 de cada 5 años) en recesión, en buena medida “contagio” de su vecino rioplatense.

 En la posición 30/31 del ranking aparecen Bolivia y Perú (16% del tiempo en recesión), y más atrás Chile (14%), Brasil (13%), México (11%), Ecuador (7%) y Colombia (3 por ciento). En el ranking original, publicado en un estudio sobre la Argentina hecho en 2018 por un equipo de “Diagnóstico Sistemático País” del Banco Mundial, la Argentina aparecía en segundo lugar, detrás del Congo.

 Ese ranking incluía datos hasta 2016 y fue actualizado hasta 2020 por el economista argentino Julián Folgar, miembro del staff del Banco, quien también, a pedido de Infobae, actualizó otro de los gráficos de aquel estudio, que compara la inflación anual promedio de la Argentina con la de tres grupos “testigo”: un conjunto de países de América Latina, otro de “nuevos países de ingresos altos” y por último los 38 miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OECD, según sus siglas en inglés). 

 En los últimos60 años la Argentina sobresale con una inflación promedio aritmético anual del 64,1%, contra 41,3% de la región, 20,2% de los “nuevos ricos” y 4,9% de los socios de la OCDE En este caso, el período considerado es un poco más limitado (1960-2020), pero la Argentina vuelve a descollar, con una inflación promedio aritmético anual del 64,1%, contra 41,3% de la región, 20,2% de los “nuevos ricos” y 4,9% de los socios de la OCDE.

 El promedio regional incluye a la propia Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Uruguay, aunque excluye (también para el cálculo del caso local) los episodios de hiperinflación por los que pasaron la Argentina, Brasil y Perú. Los “nuevos ricos” son aquellos países que -como España y Corea del Sur, Malasia, entre otros- pasaron de la categoría de “ingresos medio altos” a “ingresos altos” en menos de 20 años. Y los de la OCDE, los miembros de la organización creada al fin de la Segunda Guerra Mundial para administrar las ayudas económicas de posguerra (en especial, el Plan Marshall) y que en las últimas décadas se amplió hacia el este europeo y hacia países como México, Chile, Colombia, Costa Rica y Turquía. 

 Frecuentes, prolongadas y profundas El trabajo del Banco Mundial nota que las recesiones argentinas no solo son frecuentes, sino también profundas, con un promedio de caída del PBI anual superior al 3,5% anual, una duración promedio cercana a los 20 meses. De resultas, la tasa de crecimiento argentino para todo el período fue muy inferior al promedio regional y al de los países ricos, con los que a principios del siglo XX tenía un PBI similar al de las naciones más desarrolladas, pero no llega ahora al 38 por ciento. “Nuevos ricos” son aquellos países que -como España y Corea del Sur, entre otros- pasaron de la categoría de “ingresos medio altos” a “ingresos altos” en menos de 20 años Ese grupo de países, aclara el informe, incluye a Australia, Canadá, Dinamarca, Alemania, Holanda, Noruega, Suecia, Suiza, Reino Unido y EEUU, con varios de los cuales la Argentina compartió durante décadas la condición de país de “ingreso medio-alto”. Por eso, dice el estudio del Banco Mundial,

 Argentina es el único que no subió a esa condición, sino que cayó a ella y quedó entrampado en la llamada “trampa del ingreso medio”. Se dice que en esa “trampa” están aquellos países que pasaron de ser de ingresos bajos o medio bajos a “medio altos”, pero se estancan allí. Argentina, dice Eduardo Levy Yeyati en su libro “Dinosaurios y Marmotas”, es el “decano” de la categoría, que habitó durante décadas, mientras otros –no muchos, en verdad- ascendían. 

 Según el economista, una limitación de “la nueva clase media latinoamericana es que era y es una clase media por ingresos, pero no por acceso”, lo que confiere precariedad al ascenso de países como Chile. Los votantes, explica, tienden a preferir los ingresos al acceso y a premiar las transferencias (subsidios) antes que mejores servicios de educación, transporte o salud. En el caso argentino, dice Levy Yeyati, hay una desconexión entre riqueza real y percibida, un desbalance entre Estado de Bienestar generoso, clase media fuerte y sindicalizada e inversión modesta en bienes públicos. Desbalance que se acentuó en los últimos 20 años en que aumentó fuertemente el gasto público, pero también la frustración social y se consolidaron peso débil (alta inflación) y sesgo antiexportador. 

Una fórmula para no salir de la trampa. “La nueva clase media latinoamericana es que era y es una clase media por ingresos, pero no por acceso”, lo que confiere precariedad al ascenso de países como Chile” (Yeyati) El estudio original del Banco Mundial advertía hace 3 años que “40% de la población argentina es vulnerable a caer en la pobreza” (a fines de 2020 la tasa de pobreza superó en 5 puntos ese guarismo) y alertaba que los espasmos de crecimiento se lograron “a expensas de la sostenibilidad ambiental, con una pérdida del 12% de los bosques nativos entre 2001 y 2014, el doble que la media mundial y casi sin crear empleos en el sector privado formal.

 La principal explicación de ese pobre desempeño, afirmaba el documento, “es la inusualmente alta volatilidad macroeconómica”. La Argentina empezó a diverger Hace unos días el exministro Domingo Cavallo advirtió que la estanflación “es un problema más complicado de resolver que la hiperinflación”, pues la híper, por su gravedad y dramatismo, genera cierto consenso sobre la necesidad de replantear la organización económica. En cambio, en estanflación, “la gente no está convencida de que se necesitan grandes cambios, más bien se piensan en parches; se arregla uno y se desarregla otro; es lo que pasó en los últimos diez años”. 

 Y advirtió Cavallo sobre los desequilibrios de la actual política económica, en particular la alta brecha cambiaria, y advirtió el riesgo de que una devaluación, antes o después de las elecciones, pueda derivar en un “rodrigazo”. Quien no acepta esa descripción es la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner (CFK) quien en un reciente discurso dijo que “es un mito que la Argentina no crece hace 10 años”. En rigor, luego de la fortísima recesión de 2009, que cortó el sexenio de crecimiento 2003-2008, desde 2011 se alternaron algunos años de crecimiento débil, como 2012 y 2013, en el pico histórico del precio mundial de los commodities, y profundas recesiones en 2014 (aunque las entonces drogadas estadísticas oficiales marcaban un inverosímil aumento del 0,5% del PBI, mientras exportaciones e importaciones se desplomaban el 30%), 2016 y 2018 a 2020. 

 Para peor, la inflación fue subiendo de escalón en cada nuevo período presidencial. Como recientemente precisó un informe de Marcos O’Connor, economista de la Fundación Mediterránea, en los primeros 18 meses de la segunda presidencia de CFK la inflación fue del 38% y en iguales períodos de las gestiones de Mauricio Macri y Alberto Fernández aumentó a 52% y 71%, lo que implica que el ritmo anual fue de 24 a 32 y 43% respectivamente. Martín Guzmán Rolando Graña GPS Estanflación 2011 Días antes de asumir su gestión como ministro de Economía, Martín Guzmán coincidió con el diagnóstico de estanflación y acusó a las previas gestiones kirchneristas “de inventar teorías de que imprimiendo dinero se va a generar crecimiento”. 

La estanflación, dijo entonces el hoy ministro “no es solamente un problema de esta administración (por la entonces en sus últimos días, de Macri): la Argentina está estancada desde 2011. También ha habido mala praxis en el período anterior”. No hay evidencia de que la gestión Guzmán, ciertamente afectada por la pandemia, haya superado esa “mala praxis” que el ministro señaló hace menos de 20 meses y de la que tiene el desafío de salir bajo la atenta mirada de quienes insisten en defenderla.

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