Me gustó el informe del Presidente Lacalle Pou. Ni herencias ni excusas, dijo y cumplió. Fue serio, aplomado, prudente, amistoso. Hizo un buen inventario. Sereno, sin estridencias grandilocuentes y sin caídas demagógicas ni en el tono ni en el contenido. Pero por sobre todo me agradó porque no atacó a la prensa ni a los periodistas ni denunció ningún plan mediático maligno o la existencia de una conspiración contra él y su gobierno. Los periodistas brillamos por la ausencia. ¡Notable! Tampoco salió a darle palos a la Justicia, a los jueces, al fiscal de Corte ni a los fiscales (las vedettes de estos tiempos) y lo mismo respecto al Poder Legislativo a cuyo juicio se sometió y ante el cuál, por tratarse del poder en el que todos los ciudadanos están representados, rindió cuentas. Informó, fue conciliador, agradecido y diría que humilde.
La respuesta del Frente Amplio fue de otro tono. Creo que no le hizo bien a su propia imagen. Fue un error me parece (Lacalle debe haber subido algún puntito más). No ganan credibilidad aunque disparen perdigonadas de soluciones de todo tipo, como lo vienen haciendo. Recuerdan al ginecólogo aquel que le anunciaba a la futura mama que tendría una nena y si se daba quedaba como un brujo, pero, si no -"le erró doctor"- sacaba un papelito del bolsillo y -"fíjese lo que anoté: varón". En su mayoría los dirigentes del Frente reconocieron el buen manejo de la pandemia -" en los primeros meses"- y después críticas. Hubieran adelantado algunos casilleros -pienso- si al mismo tiempo hubieran asumido que las soluciones que reclamó el Frente iban por otro lado bien distinto.
Pero si el informe Lacalle Pou resalta incluso por la actitud de sus críticos, si lo comparamos con el de Alberto Fernández del día anterior ante el Congreso argentino, se va por las nubes.
El tono engreído y sobrador de AF no alcanzó para disimular quién le indicó lo que tenía que decir. A los jueces les dio como en bolsa. Los puteó sin lastima (y horas después Cristina F. los reputeó; se ve que no quedó conforme con lo de Alberto). El mandatario en la línea progresista y socialista de Maduro, Ortega, Lula, Correa, además de kirchnerista, habló de un complot mediático y contra la prensa y los periodistas y dale que te dale con la judicialización de la política.
Como diciendo que la vicepresidenta es "perseguida" por la justicia: está involucrada en 9 juicios por corrupción. Muy gracioso esto de la judicialización: en el mismo discurso dijo que iban a presentar una querella criminal contra Macri con el ánimo de cargarle todo y meterlo preso. Lo que son los progre.
Cristina a su vez despotricando muy fuera de sí contra los jueces dijo que "el sistema que está podrido y perverso... es necesario corregirlo entre todos".
Ella podría dar una gran mano: someterse a los interrogatorios de la justicia, explicar cómo fue que se hicieron multimillonarios en dólares en tan poco tiempo y llegado el caso confesar.
Otra noticia que tiene su que ver: hay 329 candidatos al Nobel de la Paz. Entre ellos Trump y Alberto Fernández, aunque usted no lo crea. Es una oportunidad; los lacallistas podrían presentar la candidatura del Presidente: a esos dos les gana con la fusta bajo el brazo. La mala noticia es que el plazo venció el 31 de enero. Hay que esperar y ver cómo le va en este año.
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