Un equipo de investigadores, que excavaban una red de cuevas en el Peñón de Gibraltar, descubrieron una nueva cámara que estuvo sellada durante al menos 40.000 años, y que podría ayudar a resolver los enigmas sobre la cultura y las costumbres de los neandertales que ocuparon la zona durante más de mil siglos. En 2012, los arqueólogos comenzaron a examinar la cueva de Vanguard, que forma parte del complejo de la cueva de Gorham, considerada como uno de los últimos lugares habitados por los neandertales, para determinar sus verdaderas dimensiones y comprobar si contenía algunos pasajes y cámaras ocultas que habían sido taponados por la arena.
El mes pasado, el equipo dirigido por el profesor Clive Finlayson, un biólogo evolutivo que ejerce como director del Museo Nacional de Gibraltar, se topó con una abertura en el sedimento, que ensancharon y atravesaron agachados. Este pasadizo los condujo hasta un espacio de 13 metros, donde las estalactitas colgaban del techo de la cueva y las paredes rotas de la roca sugerían que un antiguo terremoto había causado enormes daños.
“Es toda una cámara entera. En cierto modo, es casi como descubrir la tumba de Tutankamón porque entras en un espacio en el que nadie estuvo en 40.000 años. Es extraordinariamente asombroso”, indicó Finlayson al periódico The Guardian.
En la superficie de la nueva cámara, los expertos encontraron los huesos de la pata de un lince, vértebras de una hiena y el resto del ala de un buitre. “Algo arrastró las cosas hasta allí hace mucho tiempo. También hemos encontrado seis o siete ejemplos de marcas de garras arañadas en las paredes de la cueva. Normalmente se asocia ese tipo de marcas de garras con los osos, y tenemos restos de osos en la cueva, pero me parecen un poco pequeños. Me pregunto si el lince, cuyo fémur encontramos estuvo arañando las paredes”, manifestó Finlayson.
Aunque los huesos no mostraron cortes ni marcas consistentes con la intervención humana, son interesantes en sí mismos. Además, el equipo encontró un enorme caparazón de ballena de perro (una especie de caracol marino) que plantea algunas increíbles posibilidades.
“Esa parte de la cueva está probablemente a 20 metros por encima del nivel del mar en la actualidad, así que está claro que alguien subió allí en algún momento hace más de 40.000 años. Eso ya es un indicio de que hubo presencia de individuos allí arriba”, aseguró el científico.
En otros lugares de las cuevas, el equipo recuperó diversas pruebas de la ocupación por parte de los neandertales, desde fogones y herramientas de piedra hasta restos de animales despedazados, como ciervos rojos, cabras salvajes, focas y delfines. “Una de las cosas que hemos encontrado en muchos niveles de esta cueva es una clara evidencia de ocupación: fogatas y restos de comida”, detalló Finlayson.
Hace cuatro años, los investigadores habían encontrado un diente de leche de un niño neandertal de cuatro años en una zona frecuentada por hienas. “Seguimos buscando allí, pero no hubo ocupación por parte de los neandertales en ese nivel, así que sospechamos que las hienas tomaron al niño, lo mataron y lo arrastraron hacia el fondo de la cueva. Estamos buscando más evidencias para ver si hay otros restos del mismo niño”, dijo el biólogo evolutivo.
El equipo de especialistas conserva las esperanzas de que su excavación hacia abajo desde el vértice de la cueva pueda conducirlos hasta cámaras laterales e incluso hacia otro lugar de entierro. “Lo que no hemos encontrado es dónde enterraban a sus muertos. Una cámara en el fondo de una cueva podría ser bastante sugerente.
Es una especulación total, pero uno no enterraría a sus familiares en la cocina o en el comedor”, expresó Finlayson.
En las próximas semanas, los arqueólogos explorarán y excavarán más profundo en la cueva porque consideran que la nueva zona descubierta podría aportar valiosas pistas sobre la existencia y la vida en sociedad de los neandertales costeros y mediterráneos.
“Estas cuevas nos proporcionaron una gran cantidad de información sobre el comportamiento de estas personas. Y lejos de la antigua visión de seres brutos y simiescos, nos estamos dando cuenta de que en todos los aspectos eran humanos, y capaces de realizar la mayoría de las actividades que los humanos modernos son capaces de hacer. Incluso sabemos que intercambiaban genes”, dijo Finlayson.
Para el biólogo evolutivo, la búsqueda se encuentra más allá del descubrimiento de esqueletos: se trata de averiguar quiénes eran los neandertales, cómo vivían, cómo murieron y cómo sobrevivieron. “Me enorgullece decir que me hice un examen genético y que tengo un dos coma algo de ADN neandertal. Podría decirse que nunca se extinguieron porque todavía hay un poco de ellos en nosotros”, concluyó.