lunes, 12 de abril de 2021
La cadena infinita de sinsentidos que empuja a un país hacia el precipicio
Infobae. Ernesto Tenembaum
En la última semana, Boris Johnson anunció que el Reino Unido empezará a relajar el confinamiento que rige la vida de los ingleses desde fin del 2020. La mayoría de los negocios seguirán cerrados. La mayoría de los ciudadanos deberán permanecer en sus casas la mayor parte del tiempo. Pero ahora tendrán un pequeño alivio: podrán realizar actividades físicas al aire libre con un límite máximo de seis personas juntas. Ni siquiera eso está habilitado en Milán donde el confinamiento estricto rige desde noviembre, es decir, hace cinco meses. Pese a este esfuerzo extremo, que se lleva a cabo en países donde la democracia y la libertad tienen una tradición mucho más enraízada que en la Argentina, ninguno de ellos ha logrado evitar decenas de miles de muertos en el otoño e invierno europeos.
La Argentina ha puesto en marcha nuevas restricciones el jueves pasado. Comparadas con las que debieron soportar ingleses, franceses, españoles, alemanes o británicos, se trata de medidas casi cosméticas. Si se tiene en cuenta, una vez más, que ni siquiera esas restricciones alcanzaron para evitar una catástrofe histórica en Europa, basta aplicar el sentido común para concluir que las decisiones tomadas por el gobierno de Alberto Fernández tampoco alcanzarán en la Argentina. En ese sentido, el debate público debería ser orientado por dos preguntas sencillas. Las medidas, ¿llegan a tiempo o son tardías? ¿Son suficientes o demasiado laxas? O, más directamente: ¿no se deberían extremar las limitaciones de movimiento? Sin embargo, la principal crítica que recibieron es que son demasiado duras.
Esa dinámica tiene un costado patológico. Los datos públicos son estremecedores. En los últimos seis días murieron 250 argentinos en promedio diario. Y esos muertos son producto de los casos que se revelaron hace dos semanas, que eran la mitad de los actuales: no sería raro que en dos semanas se dupliquen. ¿Y en cuatro? ¿Y en ocho? El Gobierno toma medidas que, si se comparan con la experiencia europea, son contradictorias, limitadas, blandas. Aparece a la defensiva: contradictorio, dividido, incapaz de anticiparse a los sucesos, con dificultades evidentes para imponer sus criterios.
Pero cuando finalmente reacciona, gran parte del liderazgo opositor y una cantidad de colegas muy influyentes, le reprochan en tono altisonante y profético que se mete con la vida de los argentinos y que la sociedad debe resistir semejante atropello. Se multiplican los reportajes a dueños de restaurantes y se evitan las narraciones de los intensivistas. Son los mismos que gritarán “fracaso estrepitoso” cuando las cosas empeoren. No es necesario ser un experto para darse cuenta dónde depositará a la sociedad argentina esa pendiente.
Un ejemplo tremendo de todo esto es lo que ocurrió en Semana Santa. El gobernador bonaerense Axel Kicillof dijo el jueves que no está ocurriendo una ola de contagios sino un tsunami. Sin embargo, una semana antes, la conducción del país, y de las provincias, permitieron que millones de turistas se desplazarán por toda la Argentina sin ningún límite. No hay forma de unir de manera racional ese diagnóstico y la decisión que se tomó. Si no hay un tsunami, era lógico permitir lo que se permitió. En ese caso, Kicillof apenas habría incurrido en una exageración. Pero, si hay un tsunami, como lo sugieren los datos, el permiso a los turistas fue una decisión que causará mucho dolor y sufrimiento. ¿Cómo dejaron que la gente viaje por el país en medio de un “tsunami” de casos?
Tal vez un acercamiento más criterioso hubiera previsto las cosas. Había una posibilidad muy clara de que para Semana Santa los casos se dispararán. En ese caso, tal vez hubiera sido razonable destinar una porción del presupuesto para asistir al golpeado sector turístico en caso de ser necesario suspender los viajes de placer. Si los casos no despegaban, esos fondos se destinaban a otra cosa. Si ocurría lo que ocurrió, se suspendía todo y se atendía a los damnificados.
El Gobierno tiene en estas cosas una responsabilidad central porque ni siquiera dio la batalla. Pero esa responsabilidad no es solo suya. De haber tomado la decisión correcta, habría soportado una tormenta de críticas airadas, enardecidas, de un sector cada vez más influyente de la oposición y del mundo periodístico. Cualquier restricción, como las que han tomado las democracias más arraigadas del mundo, es denunciada como una violación a la libertad individual. El resultado está cantado. La ruleta rusa es un juego de azar: la bala puede salir o no después del disparo. Pero ninguna persona sana se arriesga a eso. El método que ha elegido la sociedad argentina para enfrentar la segunda ola se parece demasiado a la ruleta rusa.
Uno de los elementos inquietantes de este proceso es el lugar donde queda el presidente Alberto Fernández. Un año atrás, Fernández impuso un criterio que recibió una aprobación social abrumadora. Consultó a científicos de primer nivel, se reunió con los principales líderes de la oposición, dedicó un esfuerzo enorme a explicarle a la sociedad lo que estaba haciendo, construyó un discurso coherente y razonable. Frente a esos movimientos inteligentes y atinados, las críticas extremas parecían provenir de un grupo de personas resentidas y fanáticas.
Con el correr de los meses las cosas cambiaron. La ruptura con la oposición más razonable, los insultos repetidos, la absurda agenda judicial, el vacunagate, la preocupación por el cambio de humor social, el cansancio, fueron transformando la relación entre el presidente y la sociedad. Pero nada fue tan dañino como el proceso de desgaste al que fue sometido por la vicepresidenta Cristina Fernández. Las sucesivas humillaciones públicas, el respaldo de ella a funcionarios de segunda línea que lo desautorizaban, como Sergio Berni, las cartas, los pedidos de renuncia a ministros, los gritos, los faltazos a actos clave, todo eso fue debilitando la autoridad presidencial.
El hombre que anunció las medidas en el anochecer del miércoles no parecía el mismo que condujo al país en los comienzos de la pandemia. Solo, en la oscuridad de los jardines de Olivos, leyó un mensaje breve, no respondió preguntas de nadie. En ese proceso hay responsabilidades compartidas. Él tendrá las suyas. Pero, ¿realmente alguien puede sostener que el Frente de Todos sostuvo la autoridad de su presidente en este año larguísimo y difícil?
Así las cosas, no es difícil entender por qué a Fernández le cuesta imponer su criterio. Desde un lado, Horacio Rodríguez Larreta le discute en público la única medida significativa que anunció. Desde el otro, funcionarios claves de La Cámpora, como el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, y la titular del PAMI, Luana Volnovich, firman solicitadas con los dueños de las empresas de medicina prepaga, para pedirle -en público- que endurezca las medidas. Son códigos realmente extraños.
En el medio de una tragedia de dimensiones históricas, el Congreso aprueba por unanimidad una ley para repartir 60 mil millones de pesos entre personas que no son los que más los necesitan. Y el Gobierno se enreda en una pelea con las prepagas, que deriva en un conflicto con los trabajadores del sector: primero les ofrece 7 por ciento, luego nada, luego 3,5, y ahora, luego de 4 meses de desgaste, 10 por ciento. Y empiezan discusiones rarísimas sobre la fecha de elecciones. Y uno dice “imbéciles profundos”. Y otro llama a resistir medidas que no conoce. Y otro grita “mentes perversas”. Y otro barrabravas. Y otro dictador. Y otro dice que Macri debe ir preso. Y otro insulta al que dijo eso. Y otro amenaza a ese con “cagarlo a trompadas”. Y otro amenaza al anterior. Y así las cosas.
Un lugar común sostiene que los desafíos extremos sacan lo mejor y lo peor de las sociedades y de sus dirigentes. Lo mejor se pudo ver en aquellos conmovedores días del otoño del 2020. Tal vez la dirigencia pueda recorrer lo que pasó por entonces para encontrar un camino que se le escapó, justo en el momento en el que el virus ataca con más fuerza que nunca. O tal vez ya sea tarde.
Tiene 21 años, un accidente la dejó cuadripléjica, su hermano ofreció vender un riñón para pagar el tratamiento y juntó 3 millones de pesos
Infobae
El 25 de febrero de 2021, Nayla Zensich llegó a su casa de madrugada, justo cuando sus padres (Daniel y Solange) se estaban levantando para ir a hacerse un chequeo médico. Como nunca antes, ese jueves de verano, la joven de 21 años se ofreció a acompañarlos. Camino al Hospital Naval, Nayla bajó en la casa de su hermana mayor, en el barrio porteño de Mataderos, donde se quedó junto a sus sobrinos hasta que sus padres la pasaron a buscar una vez que finalizaron sus estudios clínicos.
“Subo al auto, me siento atrás, en el medio, me pongo el cinturón de seguridad, pero lo aflojo un poco y me acuesto. Quince cuadras después, dormía profundamente. De pronto me desperté con la sensación de que nos había chocado un tren”, recapitula Nayla. Lo que siguió fue una secuencia en cámara lenta acompañada por el sonido agudo de un “Piiiiiii”, que la aturdió.
“La vi a mi mamá que se golpeó la cabeza contra el vidrio y a mi papá, duro. Todo pasó en un segundo, pero me acuerdo de cada detalle. Nunca perdí el conocimiento”, explica Nayla y continúa con el relato. “Lo que pasó fue que estábamos cruzando la calle en una esquina donde no había semáforo y un colectivo nos chocó detrás de la rueda trasera, casi en el baúl, justo del lado en el que tenía apoyada la cabeza”, describe la joven, acerca del accidente automovilístico que marcó un antes y un después.
Nayla Zensich nació en Ezeiza, donde vive con sus padres y su hermano menor Guillermo, de 18. Hasta el 25 de febrero pasado, tenía una vida “activa”. Así la describe ella. Además de ir a la Facultad, donde cursa el tercer año de la carrera Nutrición, hacía ejercicio todos los días. “También, me gustaba sacar a pasear a mi perra, juntarme con mis amigas y salir a andar en rollers”, dice.
“PAPÁ, NO ME PUEDO MOVER”
“Nayla, ¿vos estás bien?”, le preguntó su papá. Ella le contestó que ‘Sí', pero hasta ese momento no se había movido. Cuando intentó hacerlo, dice, se dio cuenta de que no podía. “Mi cabeza mandaba la orden y mi cuerpo no respondía. Ahí me empecé a desesperar”, dice.
A pesar de los pedidos de Nayla para que la movieran de lugar (“Creía que si me cambiaban de postura el cuerpo iba a dejar de ‘pincharme’”), sus padres prefirieron no tocarla y llamaron al SAME. Aunque para ella la espera se hizo eterna, en quince minutos ya la estaban subiendo a una tabla inmovilizadora y colocándole un cuello ortopédico.
Del trayecto hacia el Hospital Piñero, donde la llevaron primero, Nayla recuerda el ida y vuelta con el médico que le iba examinando las piernas. “Por ejemplo, me tocaba el cuadricep derecho y me preguntaba si podía sentirlo. Me tocaba la rodilla y lo mismo. Ahí me di cuenta de que la sensibilidad la conservaba. El tema es que no podía moverme y había perdido la temperatura: del ombligo hasta la punta de los pies no siento ni frío ni calor”, cuenta la joven.
DEL DIAGNÓSTICO DEMOLEDOR A UN “MILAGRO”
Luego de varios estudios recibió el diagnóstico: una cuadriplejia ocasionada por la ruptura en una vértebra y una lesión medular.
“Los primeros tres días estuve en terapia intensiva sin moverme. Pensé que iba a quedar así para siempre, que no iba a volver a caminar”, apunta. Aunque habla con la voz firme y no escatima sonrisas, Nayla admite que tuvo varias crisis. “Al principio lloraba a cada rato. Cuando logré un poco de movilidad en las manos me pegaba en las piernas para moverlas, pero no podía. Creo que ese fue uno de los momentos en los que toqué fondo”, repasa.
Después de una segunda operación, sin embargo, comenzó a vislumbrar una luz al fondo del túnel. Fue luego de que los médicos del Hospital Naval le dijeran que, por su edad, tenía posibilidades de volver a caminar y mover los brazos, si hacía una buena rehabilitación.
Le recomendaron el Instituto FLENI. Pero cuando sus padres empezaron a averiguar, la obra social no lo tenía en cartilla. Pagarlo de forma privada costaba poco más de tres millones de pesos. Una cifra imposible para una familia de clase media, como los Zensich.
En esta parte de la historia cobra protagonismo Guillermo, el hermano menor de Nayla, a quien se le ocurrió hacer una “movida” en redes sociales.
“No sé de dónde sacó la idea, pero ofreció vender su riñón a cambio de dinero para pagar mi tratamiento. Publicó un video y una foto en Instagram, el caso se viralizó y la gente se solidarizó. Fue una locura: la primera noche ya habíamos juntado dos millones y medio de pesos”, cuenta Nayla y destaca el gesto de Coscu, un reconocido streamer argentino que realizó un vivo de cuatro horas, a beneficio, para ayudarla.
PEQUEÑOS GRANDES AVANCES
Con el dinero recaudado, el 22 de marzo, Nayla fue trasladada al FLENI, desde donde conversa con Infobae, acompañada por su papá. A partir de ese día su rehabilitación avanza sin prisa pero sin pausa.
“La idea es empezar a ganar fuerza y ganarle a la presión porque, al no tener movilidad, cuando me paran, se me baja la presión, me desplomo. Entonces lo que trabajamos en kinesiología es pararme, sentarme, pararme, sentarme. Para que la presión se vaya estabilizando”, explica Nayla que, a diario, comparte sus progresos en Instagram.
El apoyo incondicional de su familia y de su novio Matías, que se turnan para hacerle compañía (N. de la R. por protocolo solo puede estar acompañada por una persona) le dan fuerza. Desde que comenzó la rehabilitación, cada día es un volver a empezar. Al principio, cuenta Nayla, no podía lavarse dientes, sino que alguien tenía que hacerlo por ella. Ahora, gracias a una especie de “pinza” que le atan a la mano, lo hace sola.
De a poco, la joven de 21 años va ganando independencia y eso la motiva. Por más pequeño que sea, empezó a valorar cada movimiento. En los últimos días, por ejemplo, consiguió mover los dedos del pie derecho y eso la tiene contenta.
Los dedos de las manos, aunque un poco torpes, también. “Todavía no lo suficiente como para tipear en el celular”, bromea.
“Muchas veces me canso o extraño mi casa y después pienso: ‘Tengo que hacerlo por mí y por la gente que donó plata sin conocerme y me está apoyando’. Ahora que estoy acá, que es lo que yo quería, tengo que valorarlo”, dice Nayla y, antes de despedirse, pide agradecer al SAME, al Dr. Pedro Mallo del Hospital Naval, al Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea Asociación Mutual y a la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). A sus espaldas, sobre el respaldo de la cama, se lee un cartel que dice #TodosPorNay.
Un grupo de profesores de la UBA repudió la conferencia que dará Amado Boudou sobre “noticias falsas y guerra jurídica”
Infobae
El ex vicepresidente Amado Boudou tiene previsto exponer el próximo 3 de mayo sobre “noticias falsas y guerra jurídica” en un seminario optativo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se analiza de manera crítica el rol del periodismo en torno a los casos de corrupción durante los gobiernos kirchneristas.
En este marco, un grupo de profesores manifestó su rechazo a esta jornada académica y cuestionó los antecedentes de Boudou para encabezar una disertación. “Se observa con preocupación el silencio de las máximas autoridades de la UBA frente a este arrebato que se intenta consumar, instalando a un delincuente en sus aulas, en flagrante violación del artículo 19 de la Ley 22.207 de Educación Universitaria”, señalaron a través de un comunicado.
Según este colectivo, denominado “Profesores Republicanos”, la condena accesoria de inhabilitación en forma perpetua para ejercer cargos públicos, impuesta a raíz del caso Ciccone, le impide al ex funcionario desarrollar actividades académicas. “Admitirlo a ocupar un sitio en la UBA viola esa prohibición y hace incurrir en un delito a quienes lo propician”, destacaron.
Boudou será el protagonista de la cursada que se llevará bajo el nombre “Casos emblemáticos de noticias falsas y guerra jurídica”, en contexto del programa “El periodismo argentino en su laberinto: guerra mediática y jurídica, operaciones políticas, noticias falsas y otras delicias de la independencia”, que organizan los profesores Gustavo Bulla y Daniel Rosso.
Esta presentación coincidirá con la citación por parte del juez federal Ricardo Basílico, para una nueva audiencia para el próximo 14 de abril, a las 9.30, en la que se discutirá si seguirá en prisión domiciliaria o debe volver a cárcel.
En el seminario ya expusieron, entre otros, la titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño; y los periodistas Ari Lijalad, Cynthia García y Sandra Russo, entre otros dirigentes y personalidades afines al kirchnerismo.
En el comunicado, firmado por Alejandro Fargosi, Santiago Kovadloff, Miguel Wiñazki, entre más de 60 docentes, solicitan al rector de la UBA, Alberto Barbieri, “que emita un comunicado de repudio”, y que “requiera a la directora de la carrera de Ciencias de la Comunicación la inmediata anulación de la disertación que categóricamente cuestionamos y rechazamos”.
“El silencio de la UBA y de su Facultad de Derecho hará suponer una complicidad lamentable con quienes idearon esta acción de propaganda, propia de un populismo endémico y corrosivo que no se detiene siquiera ante los valores y las instituciones más sagradas de la Argentina”, indicaron.
El seminario optativo que dictan Bulla y Rosso tiene como objetivos que los estudiantes tengan una “mirada crítica sobre la actividad de los medios de comunicación y la profesión periodística”, así como tener “herramientas teórico-conceptuales para entender la complejidad del momento político actual”.
La invitación de la carrera de Comunicación de la UBA generó una fuerte discusión en las redes sociales, donde dirigentes de la oposición recordaron que el ex funcionario registra una condena a 5 años y 10 meses de prisión por haber cometido los delitos de cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública por la apropiación de la empresa Ciccone Calcográfica. Esa sentencia cuenta con el aval de la Corte Suprema de Justicia, cuyo fallo también había generado rechazo de un sector del Frente de Todos.
En la propuesta académica del curso, que consta de tres horas semanales, 45 horas totales, los docentes fundamentan: “Hace poco más de una década que el ejercicio periodístico en nuestro país y en buena parte de la Región, ha abandonado su tradicional impostura de independencia y objetividad. La actividad de los periodistas, especialmente en los medios de comunicación con posición dominante, cada vez se asemeja más a una actividad abiertamente político partidaria que a una profesional destinada a informar a los públicos, como durante décadas los propios involucrados se encargaron de proclamar como autopercepción”.
Boudou fue condenado en agosto de 2018 a cinco años y 10 meses de prisión por el caso Ciccone. La condena fue confirmada por Casación en julio de 2019. En agosto de 2020, el juez Daniel Obligado, como magistrado de ejecución en el Tribunal Oral Federal (TOF) 4 del ex vicepresidente, le otorgó la prisión domiciliaria por la situación de la pandemia. Según el magistrado, sus hijos –mellizos de dos años– estaban en una situación de vulnerabilidad ya que solo tenían a su madre y que la presencia del padre podía ayudar en esta situación.
Orgías, celebridades y secretos inconfesables: el apogeo y la caída del imperio de Madame Claude, la proxeneta más famosa del mundo
Infobae Sería 1962. En un palacio parisino se celebraba una fiesta en honor a Brigitte Bardot. Ministros, políticos, banqueros, escritores, actrices, damas de la sociedad giraban alrededor de la gran estrella, posiblemente la mujer más deseada del mundo. En el medio de lo más selecto de la sociedad francesa, caminaba otra mujer. De unos cuarenta años, bajita, con el pelo cuidado, joyas colgando de sus muñecas y su cuello y muy elegante (una descripción que se ajustaba a una gran parte de las presentes). Se movía por los márgenes del festejo. Hablaba con naturalidad y discreción con los personajes más importantes. No llamaba la atención. La esposa de un banquero, intrigada, quiso saber su nombre. Ella respondió. Fernande Grudet, dijo.
Varios minutos después el centro de la reunión se había desplazado hacia ella. Brigitte Bardot había quedado eclipsada. Alguien explicó (o reveló) que Fernande Grudet era Madame Claude, la madama más famosa del mundo. Todos, hombres y mujeres, quisieron escucharla, saber sus historias.
Madame Claude llegó a regentear más de 200 chicas que ejercían la prostitución. Dominó su negocio durante más de quince años. La lista de sus clientes exclusivos impresiona. John Fitzgerald Kennedy, los Rotschild, Marlon Brando, el Sha de Irán, Charles De Gaulle, George Pompidou, Porfirio Rubirosa, y muchísimos más personajes célebres e influyentes. En algún momento se decía que si un hombre adinerado y poderoso viajaba a París una de sus actividades inevitables era pasar por lo de Madame Claude.
Aunque en otro momento dijo que su paso por los lager se debió a su condición de judía.
Ninguno de esos antecedentes pudieron ser probados por su biógrafos. Algunos amigos dicen que tenía en su antebrazo el tatuaje con su número de detenida, pero otros lo desmienten.
Se supone que empezó a ejercer la prostitución a fines de la década del cuarenta. El salto hacia el regenteo de prostitutas se produjo en algún momento de la segunda mitad de la década del cincuenta. Fernande Grudet se había metamorfoseado en Madame Claude. En los años sesenta su plantel llegó a ser de casi 200 chicas.Allo, Oui? ese era su latiguillo, eso decía su voz profunda cada vez que atendía el teléfono para atender el pedido de un cliente. Les daría lo que ellos pretendían y más también. No se rechazaba ningún tipo de pedido. Nada lo consideraba una perversión, ni le importaba que dañara o pusiera en peligro a alguna de sus chicas. Al fin y al cabo, para Madame Claude todo tenía un precio. Y de ese precio a ella le correspondía un 30 %.
Mujeres de todo tipo. Pero siempre hermosísimas y elegantes. Una vez que decidía tomar a una, la llevaba a las mejores casas de moda de la ciudad, a la peluquería y les compraba productos cosméticos.
Dior, Chanel, doctores y estilistas que hacían que las chicas antes de empezar a trabajar ya estuvieran en deuda con ella, que su cuenta fuera negativa. Luego todos esos gastos los deducía de los ingresos de las chicas. Una vez cubiertos esos expendios previos, ella se quedaba con el 30% de lo recaudado.
Los problemas surgían cuando además de la tarifa acordada, sus chicas recibían algún regalo costoso. No era extraño que les dieran joyas, tapados de piel, dinero y hasta algún automóvil. Ella exigía su porcentaje aún de los regalos. Y si la liquidación no la convencía o se enteraba que el regalo había sido de un monto superior, la joven era despedida.
“Desde siempre los hombres han pagado por dos cosas. Por comida y por sexo. Y yo para la cocina nunca tuve facilidad” decía Madame Claude cuando le preguntaban por sus orígenes en el oficio.
Esa principio regía su negocio. Y ya que iba en busca de dinero, hizo foco en los que más tenían. Sostenía que lo que ofrecía no era sexo, era una experiencia.
Madame Claude, retirada, ya con su negocio desmantelado, disfrutaba de contar quienes habían sido sus clientes. Se regodeaba con el name-dropping. Cómo para no hacerlo. En la lista de clientes, además de los ya nombrados, estaban: Sinatra, Chagall, Picasso, Nelson Rockefeller, tres generaciones de la familia Getty, los Agnelli, Khadafi y muchas otras celebridades.
Podía narrar orgías con los dueños de la Fiat, sexo en aviones privados, pedidos de Aristóteles Onassis y María Callas que harían ruborizar a varios, pintores célebres que como agradecimiento por sus servicios le regalaban a las chicas dibujos originales valuados en decenas de miles de dólares, o las joyas y lingotes de oro que regularmente entregaba el Sha de Irán.
Pero su historia favorita era la de Kennedy.
La cuenta William Stadiem en su libro Madame Claude: her secret world of pleasure, privilige & power (este periodista norteamericano iba a ser el ghost writer de Claude para un libro en Estados Unidos pero ella regresó de improviso a Francia y el acuerdo editorial quedó en la nada; Stadiem publicó una biografía de ella muchos años después). Luego del desastre de Bahía de los Cochinos, el siguiente desafío internacional de Kennedy fue una cumbre en París. Eran sólo dos días, intensos. Con los franceses embobados con Jackie y su estilo. Las tratativas del momento de dispersión de John quedaron a cargo de Pierre Salinger, el secretario de prensa del presidente norteamericano, y fueron hechas con varias semanas de antelación. Durante el segundo día de la visita oficial, mientras Jackie tenía una actividad programada con André Malraux, Kennedy se escaparía para encontrarse con una de las chicas de la madama. Todo debía ser discreto, casi imperceptible.
La coartada sería una visita médica por sus dolores crónicos. A la hora señalada, Kennedy ingresó a un edificio que no tenía nada de lo distinguido que el presidente había imaginado. Hasta pensó que se habían excedido en eso de camuflar su presencia. Cuando subió al piso indicado y tocó el timbre, no se sabe quién fue el más sorprendido: si Kennedy o la señora de casi setenta años que lo vio tocando el timbre de su casa. Pidió perdón y siguió golpeando las puertas vecinas pero detrás de ninguna estaba su chica. Bajó y le contó a su cómplice, el doctor Jacobson, la situación. Cruzaron hacia un bar y desde un teléfono público (fue una odisea también conseguir monedas: un presidente no anda con cambio chico en el bolsillo), llamaron a Salinger que recién en ese momento se dio cuenta de su error. Había enviado al presidente al Boulevard de Courcelles en vez de a la rue de Courcelles. Kennedy llegó algo tarde pero al final se encontró con la joven que Madame Claude le había reservado. Ella en sus memorias afirma que Kennedy pidió una mujer igual a Jackie, su esposa. Joven, elegante, atractiva, de aspecto sereno. Y si se podía, vestida de la misma manera (Claude consiguió un vestido de Givenchy). Eso sí, el presidente hizo una última aclaración: “Como Jackie, pero más hot”.
Pese a su afición por remarcar que los grandes nombres de la época fueron sus clientes, siempre era elusiva cuando le preguntaban por la identidad de las chicas que trabajaban para ella. Se dice que luego de dejarla muchas fueron muy conocidas y que se convirtieron en modelos, actrices, esposas de millonarios y hasta alguna en princesa.
Por lo general eran aspirantes a modelos y actrices que no habían logrado triunfar o que mientras intentaban ascender se ponían a trabajar como prostitutas de lujo. Siempre tenía aspirantes a ingresar en su red. Y ella caminaba por la calle haciendo una especie de rastrillaje para descubrir a alguien más para sumar a su plantel.
Cualquier chica hermosa de entre 18 a 25 años que andaba por la calle era una potencial empleada. Para ella todas eran potenciales prostitutas. No concebía como alguien no se dedicara a su oficio. Para Claude el mundo se reducía a hombres ricos que buscaban sexo y a mujeres pobres que buscaban dinero. Todo pretendía verlo bajo ese prisma.
Las chicas que trabajaban para ella debían dar un servicio de excelencia. Claude creía que no había otro oficio en el que el cliché de “El cliente siempre tiene razón” fuera más aplicable. Había que satisfacer cada deseo, cada fantasía mientras se pagara la tarifa estipulada, aún cuando pusieran en riesgo la integridad física de las mujeres. A las integrantes de ese batallón de bellezas que se prostituían a un alto precio -en todo sentido- en su momento de apogeo se las conocía como las Claudettes.
Ser una Claudette no era sencillo. Debían pasar varias entrevistas personales ante la rígida Claude. Debían ser educadas, hablar con corrección, ser dóciles. También bellas y muy jóvenes. En su plantel había chicas de toda Europa. Ella, dicen, prefería a las escandinavas. Frías, obedientes, llamativas y calladas. Pero luego de que Claude las aprobara, antes de empezar a trabajar para ella debían superar otra prueba, la sexual. Tenía testers: dos amigos muy cercanos que se acostaban con las chicas y luego le pasaban un informe acerca de sus habilidades sexuales.
Claude conocía los secretos más íntimos de los hombres más poderosos e influyentes. Sabía quién era afecto al sadomasoquismo, quién era infiel, quién disfrutaba de una lluvia dorada o quién prefería ser sodomizado. Y eso, naturalmente, le daba poder.
No respondía al estereotipo de la madama, parecía una empresaria, una banquera, siempre entallada en un Chanel. Era una mujer dura, implacable. Acostumbrada a moverse en un mundo de hombres, a soportar presiones, a sojuzgar chicas. No le mostraba sus sentimientos a nadie. Ella prefería lucirse invicta, ocultar sus derrotas y caídas.
No se le conocieron amores públicos. Una amiga contó que una vez se vio desnuda ante el espejo y dijo: “Desagradable”. Para ella, la gente mayor de cuarenta años no debía tener sexo.
“Me pasé la vida ocupándome del placer de los otros”, decía. Pero alguien que la conoció bien declaró: “No tenía sentimientos. Para Claude las mujeres eran agujeros y los hombres billeteras”. En su juventud fue madre. A su hija la crió la madre de Claude, quien nunca logró reconstruir el vínculo con ninguna de las dos.
En su mundo se cruzaba lo sórdido con lo exclusivo, el lujo con las peores miserias. Para lo único que no había lugar en ese mundo era para el amor.
La policía a cambio de protección y de hacer la vista gorda ante su negocio, la utilizaba como informante. Los políticos se valían de ella para algunas operaciones y chantajes.
Pero con el triunfo de Valery Giscard D’Estaing en 1976 todo ese entramado de impunidad se derrumbó. La excusa fue, como suele pasar en estas ocasiones, la evasión impositiva. Madame Claude vio tambalear su negocio y empezó a ver la espalda de los hombres que antes se acercaban a ella. Sus apoyos se esfumaron. A punto de ser condenada escapó a Estados Unidos.
Allí en Los Ángeles su fama se mantenía intacta. Frecuentaba los mejores lugares, todos querían hablar con ella, conocer sus historias. En 1985 decidió volver a su país luego de fracasar en obtener la Green Card pese a que hasta tuvo un matrimonio de conveniencia con un empleado gay de su restaurante favorito, el más exclusivo de Hollywood. Luego de un paso de unos meses por Vanuatu, regresó a París. El juicio se reanudó y fue condenada a pagar una multa considerable y a cuatro meses de prisión. Al salir vivió en una casa en las afueras de París. Pero al poco tiempo volvió al negocio.
Ya no tenía bajo su poder cientos de chicas. Apenas una docena. Pero sus clientes ya no eran influyentes. Ella, tampoco. Era otra época. Tantos eran los cambios que la investigación policial en su contra en este caso fue conducida por una mujer. Y la acusación ya no era por un tema impositivo sino por proxenetismo. En Francia, la prostitución no tiene sanción penal, pero sí es perseguido quien explote a otros con ese fin. Una vez más regresó a prisión. Otra sanción leve de seis meses pero de cumplimiento efectivo. Todavía había quienes le temían a sus secretos.
Desde el principio del nuevo milenio vivió recluida en una mansión de la Costa Azul. Murió en diciembre de 2015. Tenía 92 años y sus años de esplendor habían quedado atrás hacía mucho tiempo.
domingo, 11 de abril de 2021
Los 180 kilómetros de agua más peligrosos del planeta: aquí nos jugamos la paz mundial
El confidencial
Los 180 kilómetros que separan la isla de Taiwán de China tienen corrientes tan peligrosas que cuando los chinos comenzaron a cruzar el estrecho a partir del siglo XVII decían: "Zarpan 10 personas, seis mueren en el camino, tres llegan a la orilla y solo una regresa". En pleno siglo XXI, la travesía física es más que segura para los viajeros. Pero esta franja de agua se ha convertido en una de esas inestables fronteras geopolíticas de las que depende la paz mundial. Puede que en el estrecho de Formosa no haya una tensión física, como en la famosa frontera de Panmunjom, en la península coreana, donde soldados norcoreanos, surcoreanos y estadounidenses frente a frente nos recuerdan la perenne posibilidad de un conflicto armado. Sin embargo, este accidente geográfico se ha convertido en el termómetro del nacionalismo chino y, a su vez, en la línea roja que Washington asegura no permitirá a Pekín cruzar.
Un punto que ambas potencias dejaron claro el pasado 18 de marzo, cuando el Estados Unidos de Joe Biden conoció cara a cara a la China de Xi Jinping en su primer encuentro de alto nivel en Alaska. Una reunión que mostró que las relaciones entre las dos grandes economías planetarias están bajo mínimos y no parece que vayan a mejorar en el futuro cercano. Con ambas potencias en actitud hostil, las miradas están puestas en Taiwán, un territorio con una superficie similar a la de Cataluña, pero tres veces más población (23 millones de habitantes en 36.000 kilómetros cuadrados).”Estamos profundamente preocupados por las acciones de China, incluyendo Xinjiang, Hong Kong, Taiwán, los ciberataques en EEUU y la coerción económica de nuestros aliados”, espetó el secretario de Estado, Antony Blinken. “Xinjiang, Tibet y Taiwán son parte inalienable del territorio chino. China se opone firmemente a la interferencia de EEUU en asuntos domésticos chinos (...) y responderemos con acciones firmes”, le respondió el director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores, Yang Jiechi.
Una historia de tensión
El reclamo de soberanía de la República Popular China sobre Taiwán se remonta a 1949 cuando, tras perder la Guerra Civil china frente a los comunistas de Mao Zedong, el nacionalista Chiang Kai-shek y sus seguidores del Kuomintang se refugiaron en la isla para mantener con vida la República de China. Durante más de dos décadas, mantuvo una tensa vecindad con la recién nacida República Popular China, con Pekín llamando a la 'liberación' de Taiwán y Taipéi insistiendo en la 'recuperación' del área continental con la ayuda de Estados Unidos. Ambos aseguraban representar a la verdadera China.
El general de cinco estrellas Douglas MacArthur —comandante supremo de las fuerzas aliadas en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y el militar más condecorado de la historia estadounidense— definió entonces a Taiwán como "el portaaviones insumergible" de Estados Unidos en Asia. Pero pese a las tensiones, nunca hubo una confrontación abierta más allá de varias escaramuzas en las islas Kinmen, controladas por Taipéi pero situadas a dos kilómetros del continente, en los años cincuenta.
A partir del proceso de reforma y apertura que inició China a finales de los años setenta y la llegada de la democracia a Taiwán en los ochenta, la crispación se suavizó y los intercambios se fueron recuperando poco a poco a ambos lados del estrecho. Se comenzó por lo más básico: conexiones postales, comerciales y de aviación. Estados Unidos cerró sus bases militares en la isla en 1979, cuando reconoció el Gobierno de Pekín. Las relaciones entre ambos territorios no se limitaron a lo comercial. En 1987, comenzaron las reuniones de familiares separados por el estrecho que en algunos casos llevaban décadas sin verse y empezó a existir turismo. En 2018, más de la mitad (54%) de los 737.000 taiwaneses que trabajaban fuera de la isla lo hacían en China (incluidos Hong Kong y Macao), según la Agencia Central de Noticias de Taiwán, mientras que al menos 12.000 alumnos taiwaneses cursaban estudios universitarios al otro lado del estrecho en 2019, según cifras oficiales.
A medida que tenía lugar una relativa "normalización" entre dos territorios que no se reconocen, se rebajaba la tensión política. Pekín dejó de tener como objetivo la liberación de Taiwán y lo cambió por una más cordial "reunificación pacífica". Ambas partes dejaron de invocar el uso de la fuerza para alcanzar sus objetivos, aunque se produjesen conflictos esporádicos en las aguas del estrecho.
Un paso atrás
Pero todos estos intercambios comerciales, culturales y personales son vulnerables a la tensiones políticas. Desde la llegada al poder en 2016 de la presidenta Tsai Ing-wen y su Partido Democrático Progresista, que defiende una identidad taiwanesa distinta de la china, las relaciones entre ambos lados del estrecho han empeorado significativamente.
Desde 2016, Taiwán ha comprado a Estados Unidos armamento por valor de 16.700 millones de dólares para contrarrestar la creciente superioridad militar china. Esto no sentó bien en Pekín, que contraatacó en 2019 restringiendo el turismo independiente que viaja desde el continente a la isla, obligando a contratar viajes en grupo. Esto supuso un duro golpe para el sector turístico taiwanés, ya que aproximadamente la mitad de los 2,7 millones de turistas continentales que visitaron Taiwán en 2018 viajó por su cuenta, según datos oficiales. En 2019, el presidente Xi Jinping afirmó que su objetivo es "crear una reunificación pacífica", para después agregar que "China se reserva la opción de contemplar todos los medios necesarios". En el caso de optar por el uso de la fuerza, la superioridad del Ejército de Liberación Popular chino parece incontestable. Más de un millón de soldados chinos contra 88.000 taiwaneses, 6.300 tanques contra 800, 56 submarinos contra dos, según datos del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Mientras, la tensión en el estrecho no ha parado de crecer. Desde 2018, buques de la marina estadounidense han atravesado el estrecho varias veces, irritando a Pekín, que a su vez ha mandado cazas chinos a sobrevolar el espacio aéreo de Taiwán en numerosas ocasiones. La clave de cualquier potencial conflicto sería saber hasta qué punto prestaría ayuda Estados Unidos a Taiwán y cuánto tardaría en llegar.
El cambio de la balanza
Fujian es la provincia más cercana a Taiwán, no solo geográficamente, sino también histórica, lingüística y culturalmente, hasta el punto de que una proporción significativa de los habitantes de Taiwán tiene antepasados en este territorio. Cuando Pekín estableció dos de sus nuevas zonas económicas especiales abiertas a la inversión foránea en la provincia de Fujian (Xiamen y Fuzhou), entre 1978 y 1984, los empresarios de Taiwán, camino en ese entonces de convertirse en uno de los tigres asiáticos, no dejaron pasar la oportunidad. Gracias a sus conexiones familiares, Fujian se convirtió en el principal destino de la inversión taiwanesa en el continente, que pasó en 10 años de 20 millones de dólares en 1986 a 40.000 millones en 1996.
En los años noventa, los taiwaneses que visitaban Fujian veían una provincia en plena expansión, con un crecimiento promedio superior al 14% durante esa década como muestra de la vertiginosa expansión económica y comercial de China. Con la incorporación de ambos países a la Organización Mundial del Comercio (OMC) —China en diciembre de 2001 y Taiwán en enero de 2002—, la cooperación económica a ambos lados del estrecho recibió un empujón. Según el Ministerio de Asuntos Económicos de la isla, se aprobó un volumen récord de inversión directa taiwanesa en China de 7.700 millones de dólares en 2003, cifra equivalente al 60% de toda la inversión exterior de Taiwán. Para cuando en 2009, durante el mandato del presidente Ma Ying-Jeou, se empezó a permitir la inversión del continente en Taiwán, Fujian ya no era el lugar pobre y atrasado que conocieron en los ochenta. De hecho, ese mismo año las autoridades de Fujian se fijaron como objetivo superar el PIB de Taiwán antes del año 2020, lo que consiguieron en 2019, según sus datos (que no coinciden con los oficiales de Taipéi). Un logro considerable teniendo en cuenta que, a comienzos de los ochenta, el PIB de Taiwán era 40 veces superior al de la provincia china.
Ahora son los empresarios de Fujian los que buscan oportunidades de inversión en la isla. En 2013, se aprobaron inversiones por 378 millones de dólares procedentes del China, según el Ministerio de Asuntos Económicos de la isla. De esas, casi un tercio (102 millones de dólares) procedía de Fujian. Sin embargo, Fujian también revela uno de los grandes desafíos de China. La provincia, con unos 15 millones de habitantes más que Taiwán, todavía tiene un largo camino que recorrer para igualar la renta per cápita de la isla que, con 30.000 dólares, casi cuadruplica los 7.600 dólares de Fujian.
"Las relaciones a través del estrecho de Taiwán son difíciles de comprender porque algunas partes insisten en puntos de vista irreconciliables", asegura Lan tras su experiencia viviendo en ambos territorios. Ahora espera que, al menos, ambas partes "se respeten". "Las huellas de la historia se aclararán y habrá un entorno más racional para hablar del futuro", asegura.
Warren Buffett explicó hace 37 años una verdad brutal que la mayoría de la gente nunca aprende
Infobae
“Esta es una historia sobre una verdad clave que Warren Buffett explicó hace años, y sobre la que reflexioné recientemente mientras revisaba mi libro electrónico gratuito, Warren Buffett predice el futuro” , asegura Bill Murphy, columnista de Inc.
La reflexión explica el valor increíblemente alto de una sola acción de la empresa de Buffett, Clase A de Berkshire, que ayer cerró en USD 400.000 la acción, lo que la convierte, con diferencia, en la de mayor precio que cotiza en bolsa.
¿Por qué las acciones de clase A de Berkshire son tan caras? (vale más que el precio medio de una vivienda unifamiliar en Estados Unidos, que era de USD 315.900 a finales de 2020)-
Es cierto que es una empresa legítimamente valiosa (aunque ni de lejos la más valiosa), pero la respuesta se encuentra en que Buffett se empeña en no dividir nunca las acciones. Pero, por qué es tan inflexible en este último punto.
Algo que Buffett escribió hace 37 años - en la carta a los accionistas que publicó en 1984- incluye una explicación interesante: “La clave de un precio racional de las acciones son los accionistas racionales. Queremos a aquellos que se consideren propietarios de empresas y que inviertan en ellas con la intención de quedarse mucho tiempo”. Y agregó: “Si dividiéramos las acciones o tomáramos otras medidas centradas en el precio de las acciones y no en el valor de la empresa, atraeríamos a una clase de compradores inferior a la clase de vendedores”.
La reflexión se basa en el valor intrínseco de la acción, pero también en cómo podría reaccionar la gente en función de su valor percibido.
Berkshire cotizaba a unos USD 1.300 por acción cuando Buffett escribió eso, así que, aunque era cara, quienes compraban acciones en 1984 podían permitirse el gasto. Eso ya no es exacto en lo que respecta a las acciones de clase A de Berkshire, pero en 1996, Buffett creó una segunda clase de acciones, la clase B de Berkshire, en parte para abordar esta cuestión. Esas acciones cotizan a un nivel mucho más realista: unos USD 266.
Para entender esto ahora, hay que tener en cuenta el grado de vinculación entre Buffett y Berkshire. Con más de 50 años al frente de la empresa, es el consejero delegado que más tiempo lleva en el S&P 500. De hecho, admitió que su sentido de autoestima está ligado al precio de las acciones de Berkshire. “Mi ego está envuelto en Berkshire. No hay duda de ello”, dijo a un periodista hace años, cuando Berkshire cotizaba a unos USD 3.900 por acción, y más tarde, a la biógrafa Alice Schroeder le reforzó la idea: “Puedo orientar toda mi vida por el precio de Berkshire”.
Está claro que Buffett ve el alto precio de las acciones como un activo de marketing que hay que aprovechar, no como un reto que hay que superar.
“Y, aunque casi nadie más se enfrenta al problema exacto que él tiene sobre el precio de las acciones, apuesto a que usted pasa mucho tiempo en su empresa pensando en los precios que debe cobrar por diversos productos y servicios. El precio puede reflejar el valor, pero también puede - probablemente más a menudo, si somos sinceros - reforzar la percepción del valor. Es una verdad brutal que mucha gente no acaba de entender”, analiza Murphy.
El autor da tres consejos a partir de la reflexión de Buffett:
1- Sea lo que sea que vendas, cuando pienses en el precio, imagina lo que pasa por la mente de un nuevo cliente potencial cuando se da cuenta de que eres la mitad de caro -o el doble- que un competidor.
2-Piensa en un autónomo que ofrece sus servicios a USD 35 la hora, sin saber nada más sobre él, está enviando una señal muy diferente a la de un competidor que vende sus servicios a 100 o 250 dólares la hora.
3- O bien, piensa en un fabricante que vende productos a USD 200 por artículo, en un mercado con competidores que venden a 150 y 250 dólares. Los clientes suponen, al menos al principio, que hay una diferencia de valor correspondiente. Pero es tan probable que la percepción del valor se derive del precio como que el precio se derive del valor real.
“Volviendo a Buffett, imagínese cómo los inversores ocasionales podrían verlo de manera diferente, si no fuera por el hecho de que su empresa ahora cotiza a aproximadamente 35.000 veces lo que hizo cuando la compró por primera vez en la década de 1960”, apunta Murphy.
Es que Berkshire, con un desdoblamiento de acciones -en el que cada una se vendiera por una milésima parte de su precio actual-, valdría exactamente lo mismo.
“Pero la gente no siempre es racional. Y, además, muchos de ellos no son muy buenos con las simples matemáticas”, agrega.
Eso es algo que hay que tener en cuenta cuando se piensa en el precio y el valor. Las partes interesadas racionales, como quería Buffett en 1984, pueden ser maravillosas, pero las conexiones emocionales pueden valer mucho más de lo que los números podrían sugerir.
En una carta abierta, científicos de todo el mundo rechazaron el informe de la OMS sobre el origen del COVID-19 y exigieron una nueva investigación
Inforbae
“El informe conjunto de China y la Organización Mundial de la Salud sobre el COVID-19 no aportó respuestas creíbles sobre cómo comenzó la pandemia, por lo que se requieren investigaciones más rigurosas, con o sin la participación de Pekín”, exigió un grupo de científicos e investigadores internacionales el miércoles.
El trabajo de los expertos de la Organización Mundial de la Salud, publicado la semana pasada, dice que la ruta de transmisión más probable del SARS-CoV-2 -el virus que causa el COVID-19- involucró a murciélagos y otros animales salvajes en China y el sureste de Asia. Descartó casi por completo la posibilidad de una filtración desde un laboratorio. Sin embargo, y advertido de que se multiplicarían las críticas, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, adelantó que son necesarias nuevas pesquisas y admitió que los investigadores no tuvieron acceso a todos los datos en bruto
En la carta abierta, los 24 científicos e investigadores de Europa, Estados Unidos, Australia y Japón, denunciaron que la misión de investigación de la OMS en Wuhan (Hubei), donde la enfermedad apareció por primera vez a finales de 2019, estuvo indebidamente influenciada por factores políticos.
Para Jamie Metzl, el investigador del Atlantic Council que escribió la carta, la OMS ha hecho concesiones para obtener un mínimo de cooperación de las autoridades chinas.
En el texto, los expertos afirman que las conclusiones del estudio se basan en investigaciones chinas inéditas, mientras que los registros críticos y las muestras biológicas “permanecen inaccesibles”.
“El mundo podría tener que volver al ‘Plan B’ y realizar una investigación de la manera más sistemática posible sin la participación de Pekín. China tiene bases de datos de los virus que tenían, hay notas de laboratorio del trabajo que se estaba haciendo, hay todo tipo de científicos que están haciendo el trabajo y no tenemos acceso a esos recursos ni a esas personas”, reveló Metzl.
El grupo de científicos busca una nueva investigación que incluya a expertos en bioseguridad y bioprotección.
La comisión podría involucrar a la OMS o a un esfuerzo multinacional independiente para establecer un proceso diferente para explorar los inicios de la pandemia y sus orígenes en China.
Metzl dijo que los renovados llamamientos a una investigación más exhaustiva reflejaban la necesidad de un mayor control y restricciones sobre los virus que pueden estudiarse en los laboratorios de todo el mundo. “No se trata de una lucha contra China”, insitió Metzl
Y advirtió que uno de los requerimientos es sustituir el poder de veto de cualquier gobierno sobre la composición del equipo de expertos internacionales por una disposición que exija que las decisiones finales sobre la composición del grupo de expertos internacionales sean tomadas por el Consejo Ejecutivo de la OMS.
Además, exigen una selección transparente del equipo de expertos que cuenten con un mandato oficial que permita solicitar un acceso total a todos los lugares, registros y muestras de interés, y a entrevistar a las personas pertinentes “sin la presencia de las autoridades gubernamentales y con la ayuda de traductores proporcionados por la OMS”.
También, piden que se establezca un sistema de denuncia seguro que permita a los científicos en China y en otros países compartir información relevante sin temor a represalias.
El régimen chino siempre ha descartado la teoría de la “fuga de laboratorio” y exige que las investigaciones se centren ahora en otros países. Los medios estatales chinos han avanzado la hipótesis de que el Covid llegó a Wuhan a través de alimentos congelados importados del extranjero.
Sin embargo, además de los científicos, varios gobiernos han acusado a Tedros de encubrir los errores de Pekín en las primeras fases de la pandemia. Argumentan que la OMS retrasó la declaración de transmisibilidad del virus entre humanos. Además, denuncian que la organización internacional no insistió en que sus expertos acudieran a Wuhan al principio de la crisis sanitaria.
Si bien, el ex presidente norteamericano Donald Trump fue uno de los más críticos con la OMS y con China, la actual Administración Biden también expresó sus dudas sobre el informe y anunció que expertos de ese país revisarán el documento con el fin de garantizar que la investigación sea independiente y sólida. “Hemos sido claros en que nos enfocamos en una investigación independiente y técnicamente sólida, y una vez que esto sea revisado, tendremos una evaluación sobre los pasos a seguir”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki.
“Tenemos preocupaciones reales sobre la metodología y el proceso usados para este informe, incluyendo el hecho de que el Gobierno de Beijing aparentemente ayudó a redactarlo”, advirtió el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.
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