Perros que ladran todo el día o que causan temor, ruidos que molestan, disputas por espacios de estacionamiento, filtraciones de humedad, basura acumulada, raíces que levantan veredas, humo y olores indeseados… Son problemas cotidianos que desgastan la convivencia e incrementan el malestar entre vecinos o instituciones. Por ello, su solución tiene un valor sumamente importante.
Y para llegar a ese acuerdo, sin la necesidad de judicializar el problema en cuestión, en nuestra ciudad funciona el Centro de Mediación Comunitaria, que depende de la Secretaría de Seguridad y Prevención del Municipio y funciona en Jacob 662, de lunes a viernes de 8 a 14 horas.
Desde que se implementó la mediación comunitaria ya se intervino en más de 200 casos de forma gratuita, autocompositiva y voluntaria. Para iniciarla no se necesita el patrocinio de profesionales de la abogacía.
Es un proceso de diálogo entre dos o más personas o instituciones afectadas por una problemática, guiado por la figura del mediador, en la búsqueda de una solución consensuada de la controversia que los afecta evitando llegar a instancias de violencia y de Justicia.
Su objetivo es que las partes enfrentadas encuentren en la Mediación Comunitaria “un espacio de diálogo” y también la ayuda gratuita de “un profesional neutral” que pueda facilitar la comunicación entre las partes y proponer caminos de solución.
“Si la mediación comunitaria resulta exitosa y las partes alcanzan un acuerdo, la mediadora define un seguimiento del cumplimiento del pacto, quedando a disposición de las partes para responder consultas o inquietudes”, indicó la subsecretaria de Prevención y Relaciones con la Comunidad, Romina Buzzini.
Y valoró como “muy positivo” a este servicio ya que “más allá de la disputa que se trate, el punto de partida es que las dos partes buscan resolver un conflicto. El objetivo de la mediación es evitar el enfrentamiento y encontrar de forma conjunta una la solución”.