domingo, 4 de julio de 2021

Rafaella Carrà, la italiana que pudo haber triunfado en Hollywood y conquistó Latinoamérica

 

Comenzó su carrera con 9 años y fue estrella de la RAI, Susana Giménez se inspiró en ella y los musicales con sus canciones siguen causando furor. Vida y obra de una estrella que cumplió 78 años y sigue más vigente que nunca Por Marianela Insua Escalante
Su apellido artístico es un homenaje al pintor italiano Carlo Carrà, líder del movimiento futurista, un adelantado que nació en el siglo XIX y murió pasando la mitad del XX. Raffaella María Roberta Pelloni, la Carrà, también ha atravesado dos siglos, incluso dos milenios, con sus canciones, con su look, con su mensaje de avanzada. Raffaella Carrà cumplió 78 años el 18 de junio y muchos más años de carrera y sigue siendo la italiana más fresca y divertida de todos los tiempos. 

 Mientras la Segunda Guerra Mundial hacía estragos en toda Europa, nació en Bolonia Raffaella. Hija de padres separados, criada muy cerca de su madre y de su abuela, supo desde pequeña que quería ser libre. Y ser artista era una manera de sacarse el corsé, de hacer lo que le daba más ganas: cantar y bailar. Los estudios de ballet clásico fueron la base de su pasión, pero no siguió avanzando ya que su primera profesora le sugirió que nunca iba a llegar a nada con esos tobillos tan finos que tenía. 

Y no, no era clásica, la pequeña italiana siempre fue moderna. Alejada del ballet, y apoyada por su madre incursionó en el teatro y tuvo sus primeros papeles. De adolescente, todavía morena -ya llegaría la melena dorada que la hizo famosa- siguió haciendo algunas comedias en teatro hasta que decidió que su destino estaba en América. Promediando la década del 60, la veinteañera Raffaella quiso seguir los pasos de otras italianas que habían logrado el éxito en los Estados Unidos, como Sofía Loren, por ejemplo, y se marchó a Hollywood para probar suerte en el cine. Instalada en Los Angeles, la italiana consiguió un papel en el filme El coronel Von Ryanal, junto a Frank Sinatra. 

En más de una ocasión la artista comentó que el astro había intentado seducirla, y que a ella no le disgustaba, pero que sí sentía desagrado por el entorno de él. Al poco tiempo, Sinatra se casó con Mia Farrow (duraron un par de años) y con el tiempo se empezó a hablar de sus contactos con la mafia. Seguramente aquel “entorno” del que sospechó Raffaella. La Carrà se sentía demasiado latina para gustarle al público norteamericano y apenas comenzaron los años 70 emprendió el regreso a su país. El cine no era su fuerte y después de pasar por la meca lo confirmó. 

La pantalla chica iba a ser su gran amor y el boleto de entrada a millones de hogares, a la popularidad inmediata, a ser adorada e imitada en su país y en el mundo. Con la vuelta a Europa también llegó el cambio de look: el rubio platinado llegó para quedarse y la convirtió en un icono. El año pasado, en un artículo publicado en el periódico británico The Guardian, se analizó el fenómeno Raffaella, como un huracán musical que arrasó en Europa como ningún otro. 

“Técnicamente hablando, Italia tenía cantantes vocalmente más fuertes como Mina, una virtuosa mezzosoprano y Milva, con su melena pelirroja y sus tendencias políticas, Patty Pravo, una contralto andrógina y Giuni Russo que sublimó la técnica operística en pop. Pero Carrà las ha superado a todas”, explicaba la nota y desarrollaba una teoría relacionada directamente con la televisión en las casas de familia, con la llegada al ama de casa que quería divertirse un rato, con los chicos que querían imitarla, con esa bocanada de aire fresco que siempre han sido sus shows. Físicamente Raffaella causaba revuelo con su pelo, sus movimientos y con su ropa. 

Fue una locura cuando apareció cantando el tema de apertura de Canzonissima, un programa de variedades musicales para toda la familia que era transmitido por la RAI (desde 1958 a 1974). Causó sensación con su voz y con su ombligo al aire, una transgresión total para la época… ¡Fue un escándalo!, Pero mientras en el Vaticano se horrorizaban, en España se desesperaban por tenerla en pantalla. Después de la dictadura franquista, Carrà desembarcó en Madrid con su programa La Hora de Raffaella que estuvo al aire entre 1975 y 1976. En 1978 volvió a Italia como presentadora del programa de variedades Ma Che Sera (Oh, qué noche). El programa abría con una canción que hablaba sin prejuicios de sexo: “Ma girando questa terra io mi sono convinta che non c’è odio non c’è guerra quando a letto l’amore c’è”, algo así como “Al viajar por este mundo, me convencí de que no hay guerra ni odio cuando las cosas están calientes en el dormitorio”. 

Aunque hoy parezca una letra simpática, en ese momento el mensaje era realmente transgresor. En 1983 llegó su gran hito televisivo, Pronto, Raffaella?, que llamó la atención sobre todo porque iba al mediodía, cuando hasta ese momento la programación de los canales de TV comenzaba recién por la tarde. Concursos telefónicos, sorteos, premios, el programa fue la base de tantos otros que vendrían después. En Argentina, Susana Giménez, otra actriz igual de rubia y de platinada, se inspiraría en el formato de la italiana y lanzaría en 1987 su también clásico Hola Susana. Lejos de negar el parecido, la diva argentina la homenajea siempre que puede. Raffaella ha dicho que no cree en el matrimonio, pero sí tuvo dos grandes amores. Primero fue Gianni Boncompagni con quien vivió en pareja por varios años y con el que compartió algunos de sus trabajos, ya que él fue autor de algunas de sus canciones y director de Pronto, Raffaella?, además de guionista en algunos otros de sus shows televisivos. Su otro gran amor es Sergio Japino, quien ha sido su coreógrafo. 

Con ninguno de los dos tuvo descendencia: “Me hubiera gustado tener un hijo, pero cuando lo intenté ya era tarde. El médico me dijo que no podía”, comentó en una entrevista con el diario español El País. El mensaje de Raffaella nunca tuvo límites: la libertad, la homosexualidad y el amor libre formaron parte de su repertorio alegre y súper bailable. En la misma entrevista con el diario español, la artista no dudó en declarar: “Libertad es la palabra para poder vivir. Por ejemplo, me alegra especialmente que en Italia se haya aprobado la ley civil de las uniones de los homosexuales. 

Estoy muy involucrada con este tema porque tiene que ver con la libertad de los individuos”. Esa manera de involucrarse la llevó a convertirse en un icono para la comunidad LGBT, y también el contenido de sus letras. Es el caso de “Lucas”, una canción que habla de un amor no correspondido: “Él era un chico de cabellos de oro. Yo le quería casi con locura. Le fui tan fiel como a nadie he sido. Y jamás supe qué le ha sucedido. Porque una tarde desde mi ventana. Le vi abrazado a un desconocido. No sé quién era, tal vez un viejo amigo…”. Transgresora, divertida, eterna, Raffaella no ha tenido todavía nadie que la reemplace, ni siquiera que se le parezca.

Quién era Graciela Cattarossi, la reconocida fotógrafa argentina que murió en el derrumbe de Miami: “La quería todo el mundo”

 

La mujer, de 48 años, vivía en el edificio de Surfside su hijita de 7 años, cuyos restos también fueron hallados por los rescatistas. La noche de la tragedia en el departamento estaban también sus padres y su hermana, que había viajado desde Buenos Aires para un encuentro familiar. Todos ellos permanecían desaparecidos
Graciela y su hija Stella “Es simplemente una persona maravillosa que siempre intenta hacer lo correcto”. Así describía Mariela Porras a su amiga Graciela Cattarossi (48), la fotógrafa que murió como consecuencia del derrumbe del edificio de Surfside, en la ciudad de Miami, ocurrido la semana pasada. Los restos de la mujer, que se convirtió en la primera víctima fatal de nacionalidad argentina de esta tragedia, fueron hallados por los rescatistas este sábado entre los escombros, al igual que pasó horas atrás con el cuerpo de su pequeña hija de 7 años, Stella. Cattarossi vivía con sus padres y su hija en el edificio. Apenas se enteró de lo ocurrido, Mariela se acercó a las inmediaciones del sitio de la tragedia para saber algo más de lo que había pasado pero no pudo averiguar mucho. 

Fue en ese momento que la mujer, preocupada, dialogó con algunos medios locales para contar quién es su amiga y, lo más importante, que estaba desesperada por encontrarlas a ella y a la nena de 7 años. Desde entonces pasaron más de siete días sin mayores novedades hasta que el jueves la historia de la familia Cattarossi tuvo un giro fatal. Stella, la hijita de Graciela, fue encontrada sin vida bajo los escombros en medio de los operativos de rescate, aunque con un detalle todavía más dramático: la persona que la encontró fue su propio padre, un oficial identificado como Enrique Arango que integra el cuerpo de Bomberos de Miami hace más de 10 años.

 Este sábado, su madre, que hasta el momento permanecía desaparecida, también fue identificada como uno de los dos cuerpos que habían sido recuperados el viernes. La otra víctima fatal era Gonzalo Torre, de 81 años, según informó la Policía de Miami. Nacida el 24 de febrero de 1973, Graciela se mudó a Estados Unidos hace varios años. De acuerdo con la cadena local WPLG, vivía con a su hija en uno de los cuartos del departamento 501 de las Champlain Towers South, en un lugar que compartía también con sus padres, Graciela Ponce de León (ex diplomática de nacionalidad uruguaya) y Gino Cattarossi. Estaba separada del padre de la nena. El paradero de los restantes integrantes de la familia es aún desconocido, junto con el de Andrea, una hermana de Graciela que es arquitecta de la localidad Pilar y que había viajado para visitarlos.

 El encuentro familiar se había dado, entre varios motivos, porque Gino iba a ser sometido a una cirugía en los próximos días. Mariela Porras, la amiga que hizo lo imposible por tener alguna novedad luego de la tragedia, la describió como “una talentosa fotógrafa” que estaba dedicada también a obtener una licencia para trabajar en el negocio de los bienes raíces. Sin embargo, no dudó en decir que su máxima devoción era Stella. Según se puede ver su página de internet y en su perfil de Instagram, Cattarossi efectivamente era una profesional de la fotografía reconocida por la calidad de su trabajo. Trabajó para importantes medios gráficos, como el New York Times y el Wall Street Journal Magazine, ambas publicaciones de prestigio en Estados Unidos. 

También para revistas locales como Vanity Fair and Travel and Leisure, una publicación de turismo. Incluso hizo trabajos para la American Way Magazine, la revista que se entrega a los pasajeros en los vuelos de American Airlines. Además colaboró con revistas de jardinería, del hogar y de cocina, como por ejemplo para la publicación Martha Stewart Living, de la empresaria, escritora y presentadora de televisión estadounidense Martha Stewart. Su reconocimiento fue tal, que el propio editor de Vanity Fair le envió una carta firmada por él en la que la agradecía por “sus gloriosas” fotografías. “Estoy enojada por lo que pasó. 

Puedes llamarlo una tragedia, pero para mí es pura negligencia”, dijo Porras al canal Local10, antes de conocer la triste noticia de que su amiga había muerto en el derrumbe. “Me duele el corazón pensar que les pasó esto. Lo siento tan profundamente por su familia. No puedo imaginarme sin saber dónde están. Le pido a Dios que algo suceda pronto“, dijo la amiga apenas había ocurrido la tragedia. Kathryn Rooney Vera, otra amiga de Graciela, también brindó detalles de la vida de la argentina y coincidió en afirmar el amor que siente por su Stella. Según consignó la agencia AP, Vera la describió como “trabajadora y como una hermosa persona que era querida por todo el mundo”. 

 Ambas intercambiaron mensajes de texto la noche del miércoles, apenas horas antes de que el edificio colapsara. La fotógrafa le hizo una sesión a Vera durante su cuarto embarazo hace algunos años y le entregó las imágenes como regalo para celebrar lo que creían que sería el último hijo de Vera. “Ella estaba feliz de saber que yo estaba embarazada de nuevo”, dijo Vera. Graciela también se había fotografiado a sí misma durante su embarazo de su pequeña hija. En su instagram la foto figura como “autorretrato”. En una entrevista con el diario Miami Herald, Kathryn dijo que Graciela era una mujer sana tanto física como emocionalmente.

 “Estaba en muy buena forma, jugaba al tenis y se esmeraba por criar a su hija de una manera holística y saludable”, afirmó. Además, aseguró que como inmigrante había abrazado y adoptado la cultura estadounidense: “Compartía nuestros valores y destacaba la importancia de la lucha por la libertad. Amaba la esencia de Estados Unidos”. “Estamos muy destrozados por lo que sucedió”, agregó. Ayuda para los sobrinos de Graciela Parte de la familia inició una campaña en el sitio GoFundMe para recaudar dinero y ayudar a los tres hijos de Andrea Cattarossi, la hermana de la fotógrafa. En la publicación, Nicole Mejias, hija de Marcelo Cattarossi, detalló lo ocurrido para pedir ayuda.

 “El jueves por la noche, Graciela y Gino Cattarossi dormían en su apacible condominio con vista al mar: padres y abuelos felices. En la otra habitación estaban Graciela y Stella Cattarossi, que han vivido allí con Gino y Graciela desde que nació Stella. De visita estaba la hermana de Graciela, Andrea, de Argentina. Todas ellos siguen desaparecidos debido al trágico derrumbe del edificio. Este GoFundMe ayudará a la familia Cattarossi inmediata a atravesar estos tiempos. Específicamente, a los tres hijos de Andrea, que ahora extrañan a su valiente madre”. Hasta el momento, recaudaron 26.348 dólares.

El escalofriante mensaje de los asesinos de los curas Palotinos: “Si escuchás cuetazos no salgas, vamos a reventar la casa de unos zurdos”

 

El 4 de julio de 1976, hace 45 años, tres sacerdotes y dos seminaristas fueron muertos a balazos en la iglesia de San Patricio en Buenos Aires. La brutalidad del crimen y los documentos desclasificados de las conversaciones sobre el tema que el embajador norteamericano tuvo con el canciller César Guzzetti y el dictador Jorge Rafael Videla tras los crímenes

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Foto forense de los sacerdotes masacrados. Al lado el poster de Mafalda señalando al bastón policial como "el palito de abollar ideologías" que dejaron los asesinos. A sus 16 años, Rolando Savino había visto poco de la vida. Y se iba a topar con la muerte. Como todos los domingos, aquel 4 de junio de 1976 llegó a la Iglesia San Patricio, en Echeverría y Estomba, barrio de Belgrano.

 Savino era el joven organista de la parroquia de los curas Palotinos, que lo esperaban siempre para la misa de las ocho de la mañana. Pero ese domingo no había nadie esperando a Savino. La iglesia estaba cerrada, todo estaba en silencio, incluido los feligreses tempraneros que se agolpaban a las puertas del templo. El chico decidió investigar por su cuenta. Trepó a una ventana trasera para buscar las llaves. Creyó que los curas se habían quedado dormidos, ¿los tres? Era raro. Gritó sus nombres, a los que sólo respondió en silencio Inca, la perra de uno de los curas. Savino trepó las escaleras hacia el dormitorio de los sacerdotes y lo que vio cambió su vida para siempre.

 Acribillados a balazos estaban los cuerpos de los tres pastores y de dos seminaristas: los padres Alfredo Leaden, de 57 años, Alfredo “Alfie” Kelly, de 43, Pedro Duffau, de 67 y dos seminaristas, Emilio Barletti, de 23 años y Salvador Barbeito, un gallego de Pontevedra, de 22 años, que había llegado a la argentina a los 3. Era una carnicería. Había huellas de balazos y sangre estampada en las paredes, el sitio había sido destrozado y muebles, libros y ropa habían sido arrojadas como por uns tempestad hacia los rincones. Sobre el cadáver de Barbeito, los asesinos habían dejado un poster famoso en la época: 

La inefable Mafalda señalaba el bastón de un policía y explicaba con candor; “¿Ven? Éste es el palito de abollar ideologías”. El episodio pasó al a historia como “La masacre de los palotinos”, una orden religiosa fundada por San Vicente Pallotti, fue consagrado por el papa Juan XXIII, dedicada a fomentar el apostolado de los laicos de la Iglesia, que estaba afincada en la parroquia San Patricio desde fines de los años 20 del siglo pasado. El crimen sigue impune. Sus autores nunca fueron identificados. 

La justicia de la época, a tres meses de desatada la última dictadura militar, hizo poco y nada por descubrir siquiera los móviles del asesinato. Pero existió siempre la certeza de que sacerdotes y seminaristas habían sido víctimas de una venganza policial amparada por grupos de tareas de las fuerzas armadas: el poster de Mafalda no era un gesto de humor de los criminales. Dos días antes del asesinato de los sacerdotes, había estallado una bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, en la calle Moreno casi esquina con San José, a cien metros del Departamento de Policía. Allí murieron 24 personas y otras 66 quedaron heridas. 

El atentado fue reivindicado por la guerrilla peronista Montoneros. Y en las paredes de la parroquia San Patricio, el chico Savino vio una leyenda que decía: “Por los camaradas dinamitados en Coordinación. Venceremos. Viva la Patria”. Tres días después de los asesinatos, el cardenal Juan Carlos Aramburu y el nuncio apostólico Pío Laghi se reunieron con la Junta Militar, el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti, para pedir explicaciones. Porque las primeras versiones dadas por las autoridades adjudicaban la masacre a “grupos subversivos”. En aquella reunión el gobierno llegó a admitir que podrían haber sido “grupos de tareas fuera de control”. 

 A un mes de la masacre, el 5 de julio, se concelebró una misa en memoria de los muertos en la iglesia de San Patricio a la que, además de tres mil fieles, asistieron altas autoridades militares. El padre Roberto Favre, en su sermón, dijo: “No puede haber voces discordantes en la reprobación de estos hechos. Tenemos necesidad de buscar más que nunca la justicia, la verdad y el amor para ponerlas al servicio de la paz. Hay que rogar a Dios no sólo por los muertos, sino también por las innumerables desapariciones que se conocen día a día...

 En este momento debemos reclamar a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad, que realicen todos los esfuerzos posibles para que se retorne al Estado de Derecho que requiere todo pueblo civilizado.” Entre quienes comulgaron, como si nada, estaba el general Carlos Guillermo Suárez Mason, jefe del Cuerpo de Ejército I: en su jurisdicción se había cometido el crimen. Y quien le administró el sacramento fue el nuncio Pío Laghi, de conducta ambigua durante aquellos años terribles. Laghi dijo luego a Robert Cox, director del “Buenos Aires Herald”: “Tuve que darle la hostia al general Suárez Mason. Puede imaginar lo que siento como cura... Sentí ganas de pegarle con el puño en la cara”. 

 El tiempo desnudó parte de la verdad que no pudo aclarar la Justicia. Los sacerdotes estaban bajo vigilancia dados los duros sermones del padre Kelly, que los feligreses de San Patricio juzgaban incendiarios. Kelly abogaba por la vigencia de los derechos humanos en aquellos días de secuestros y desapariciones. Algunos vecinos habían advertido, casi amenazado, al sacerdote para que cesara en su prédica a favor de los pobres y contra la injusticia. 

También fueron cuestionados ciertos cambio en las llamadas “actividades caritativas”, propuestos por los jóvenes seminaristas Barbeito y Barletti, este último, ligado a la prensa y propaganda de Montoneros. La noche de la matanza, se supo años después, un Peugeot estacionó en la esquina de la parroquia con hombres armados. Lo vieron desde la ventana de uno de los edificios de Estomba y La Pampa, unos muchachos que enseguida avisaron a la policía: uno de aquellos chicos era hijo del interventor militar en Neuquén, general José Andrés Martínez Waldner. Los policías que llegaron para saber qué pasaba, transmitieron una advertencia de los ocupantes del Peugeot al hijo del general: “Si escuchás unos cuetazos no salgás, porque vamos a reventar la casa de unos zurdos”. Las represalias por el atentado montonero a la Superintendencia de Seguridad Federal no cesaron. 

El 20 de agosto de 1976, treinta personas, veinte hombres y diez mujeres, fueron dinamitadas en Fátima, cerca de Pilar, provincia de Buenos Aires. La Justicia determinó que las víctimas presentaban orificios de bala, tenían las manos atadas y los ojos tapados, habían sido trasladados en un camión, ya muertos, y apilados en el lugar de la explosión. Sólo cinco de los muertos fueron identificados en ese momento y recién varios años después se pudo identificar a otras nueve o diez víctimas. Los investigadores presumen que, entre los restos no identificados estaban los del autor del atentado a la Superintendencia de Seguridad, de apellido Salgado. 

 Unos documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos muestran hoy que el caso de los sacerdotes palotinos y la posterior masacre de Pilar fueron motivo de atención por parte del entonces embajador en Buenos Aires, Robert Hill, un republicano ferviente y un anticomunista febril, que fue embajador en Madrid en los años de exilio de Juan Perón en la capital española. Cuando Perón regresó por primera vez a la Argentina, en noviembre de 1972, el gobierno de Richard Nixon movió a Hill de Madrid a Buenos Aires. 

 El 17 de septiembre de 1976, Hill conversó largamente con el canciller argentino, vicealmirante César Guzzetti, que meses antes, en Santiago de Chile, había mantenido una reunión a solas con el secretario de Estado, Henry Kissinger quien había aconsejado al gobierno argentino a través de su canciller a actuar con celeridad en la lucha antiguerrillera: “Hagan lo que tengan que hacer, pero háganlo rápido”, confió Guzzetti que le dijo Kissinger. El gobierno de Videla leyó en esa frase una luz verde para la represión ilegal. El embajador Hill envió a Washington un rico resumen de su charla con Guzzetti en el que revela que el canciller estuvo interesado en saber cuál era la impresión que existía en Estados Unidos -Hill regresaba de su país a Buenos Aires-, sobre el gobierno argentino. 

 “Le expliqué –dice Hill en su informe– que había mucha simpatía hacia el gobierno de Videla, pero que cuando actos como el asesinato de los sacerdotes el 4 de julio y el reciente asesinato masivo de Pilar permanecen impunes, resulta difícil para los amigos de Argentina argumentar que el Gobierno hace todo lo que debe para mantener la situación bajo control”. Hill revela que Guzzetti reaccionó con emoción al oír hablar de la matanza de Pilar. “Dijo que era una terrible desgracia para todo el Gobierno. Me aseguró que él, el almirante Massera, el presidente Videla y el resto de los miembros del Gobierno estaban indignados. 

Cuando le pregunté si los responsables iban a ser castigados, me dijo que era un asunto muy difícil para el presidente Videla llevar ante la Justicia a los responsables de estos y otros casos indignantes, hasta que hubiese consolidado su posición en el gobierno.” Guzzetti entonces, dio un espectacular salto a la ofensiva en su charla con el embajador Hill. Le dijo que le había sorprendido la preocupación del gobierno de Estados Unidos sobre los derechos humanos en Argentina, dado lo conversado con Kissinger en Santiago de Chile y su consejo de terminar con el problema terrorista tan pronto como sea posible. “Guzzetti dijo –revela Hill–que había informado de eso al residente Videla y al gabinete y que la impresión había sido que la primordial preocupación del gobierno de Estados Unidos no eran los derechos humanos, sino más bien que el gobierno argentino terminara lo antes posible (con el terrorismo). 

 Pero Hill frenó la ofensiva del canciller con una lógica de acero: “Repliqué que no veía ninguna inconsistencia en la posición del gobierno de Estados Unidos. Que el secretario (Kissinger) había señalado su esperanza de que Argentina resolvería el problema terrorista tan pronto como fuese posible, y que eso era compartido por la Embajada. Pero que ello no implicaba una actitud despreocupada hacia los derechos humanos. Que creíamos que el asesinato de los sacerdotes y el arrojar 47 cuerpos en las calles en un sólo día, no podía ser visto en el contexto de derrotar con rapidez al terrorismo; por el contrario, tales actos podrían ser probablemente contraproducentes. 

Lo que el gobierno de Estados Unidos esperaba era que el gobierno argentino pudiera pronto derrotar al terrorismo, sí, pero lo más cerca posible dentro de la ley. Dije que si se le había dado algún otro significado a los comentarios del Secretario, yo estaba seguro de que había sido una mala interpretación”. El 5 de mayo de 1977, Guzzetti fue víctima de un atentado de Montoneros. Mientras esperaba por unos estudios en una clínica, fue baleado en la cara y dado por muerto por sus atacantes. Las secuelas del ataque lo dejaron cuadripléjico y mudo. Fue operado en Estados Unidos. Murió en mayo de 1988. Cuatro días después de su entrevista con el canciller, el embajador Hill se entrevistó con el presidente Videla. Fue el 21 de septiembre de 1977 a las 11.15 de la mañana y durante una hora y media, lo que pareció sorprender al embajador, que lo hizo constar en su informe al Departamento de Estado enviado al día siguiente.

 No fue la única sorpresa de la mañana para Hill: Videla le revelaría que el gobierno argentino pensaba que parte de la Iglesia Católica del país estaba infiltrada por el marxismo. Fue Hill quien abrió la charla “y fui directo al asunto de los derechos humanos”. Le dijo a Videla, palabras más o menos, lo mismo que le había dicho a Guzzetti: que Estados Unidos veía con gran preocupación las violaciones a los derechos humanos en Argentina, que su gobierno, el de Videla, era visto con simpatía en Estados Unidos, que sabían las difíciles circunstancias en las que había llegado al poder y que comprendían la lucha a muerte que llevaban adelante contra la subversión de izquierda. Pero volvió a poner en debate el asesinato de los palotinos y la masacre de Pilar. 

 “Sin embargo –dijo Hill a Videla– hechos como el asesinato de los sacerdotes y los masacre en masa de Pilar dañaron seriamente la imagen de Argentina en Estados Unidos. Estamos seriamente preocupados por los derechos humanos no solo en Argentina, sino en el mundo, y ahora tenemos una legislación bajo la que ningún país que sea culpable de violaciones a los derechos humanos, puede ser seleccionado para cualquier forma de ayuda o asistencia económica o militar”. Videla le agradeció a Hill su franqueza y el voto afirmativo hacia la postura argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo. Le dijo también que estaba indignado por la matanza de Pilar que, de hecho, había sido una afrenta a su gobierno. Entonces, se dio un diálogo singular. Revela Hill en su informe a Kissinger: “Le pregunté entonces si se iban a imponer sanciones a los responsables de esos actos, demostrando así que su gobierno no los toleraba. Videla evitó responder. Sugerí que, en un análisis final, la mejor manera de proceder contra los terroristas era dentro de la ley. 

Y le pregunté por qué el gobierno argentino no usaba el sistema judicial para llevar a juicio a los miembros del anterior gobierno, en lugar de mantenerlos en prisión sin cargos. Videla no contestó ninguna pregunta; en cambio, se lanzó a una larga exposición sobre la difícil situación que había heredado su gobierno, La economía había estado en una situación crítica,(”Economy had been on the rocks” en el original) y el terrorismo desenfrenado. Además, dijo, Argentina estaba ahora en guerra con el comunismo internacional que, a través de su penetración en las escuelas e, incluso, en la Iglesia, había estado a punto de tener éxito”. El embajador Hill agrega un comentario inquietante a la explicación de Videla: “Aunque antes me había deplorado el asesinato en masa en Pilar, algunas de sus declaraciones posteriores sugirieron que veía los asesinatos de algunos izquierdistas objetivamente como una buena lección”.

 El comentario final de Hill sobre su charla con Videla fue igual de descorazonador: “Me fui del encuentro con Videla algo desanimado. Dijo que quería evitar problemas con nosotros, pero no dio ninguna indicación de que intentara moverse contra los elementos de las fuerzas de seguridad responsables de esos ultrajes y empezar así a controlar la situación. De hecho, es posible que no pueda hacer nada. Me fui con la fuerte impresión de que Videla no está a cargo. Y que él sabe que no lo está. Es probable que no se mueva contra los (miembros de su gobierno) de la línea dura. Es un hombre decente y bien intencionado, pero todo su estilo es de una extrema desconfianza y cautela. Es posible que se necesite más asertividad de la que él puede proporcionar, para controlar la situación de los derechos humanos”.

Cien años atrás: qué soñaban y cómo vivían los argentinos

 

“El mundo creía que éramos Gardel”; “mis padres hicieron la América, mis nietos quieren emigrar”; “aunque no se nacionalizó, mi padre era feliz en Argentina, le gustaba mucho”; “nunca pensaron en volver a Europa”
Por Claudia Peiró Camila Hernandez Otaño De los 8 millones y medio de habitantes que tenía la Argentina en 1921, casi dos millones eran extranjeros, un 23 por ciento. Luego de una pausa de 4 años provocada por la guerra (1914-18), el flujo de inmigrantes de ultramar hacia la prometedora nación sudamericana se reanudó rápidamente. 

 Ya en 1920, el saldo migratorio volvió a ser positivo, con casi 40.000 ingresos y en 1923 ascendió a 160.799 (Informe demográfico, Ministerio de Hacienda, 1956, citado por Francis Korn, en Buenos Aires: los huéspedes del 20, GEL, 1989). En su inmensa mayoría eran italianos y españoles, pero al puerto de Buenos Aires en aquellos años llegaban barcos de compañías inglesas, francesas, italianas, alemanas, holandesas, norteamericanas, noruegas, portuguesas y hasta japonesas, que traían su carga de mercancías pero también, sobre todo, de pasajeros, el grueso de ellos inmigrantes. Gracias al aporte migratorio, la Argentina se pobló: en un cuarto de siglo la población se duplicó, pasando de 3,6 millones en 1890 a 7,2 millones en 1914. 

El Estado argentino fomentaba la inmigración con leyes, propaganda y un hotel para alojarlos a su llegada, pero el país atraía en sí mismo por las posibilidades de ascenso social que ofrecía. Jens Petersen es un ejemplo del recorrido que como él hicieron miles. Nacido en 1902 en Dinamarca, con 19 años emigró hacia la Argentina. Atrás dejó una novia, Oda Nielsen, con la cual pensaba casarse apenas lograra establecerse. Cuando ella llegó a Buenos Aires, en 1924, Jens ya había podido comprar una casa en Liniers. Había castellanizado su nombre, ahora era Jaime. Sus dos hijos, Bent, nacido en 1930, e Inés Inge, en el 36, fueron profesionales universitarios. De su país, Jaime Petersen sólo trajo el título secundario bajo el brazo, pero hablaba alemán e inglés, algo usual en los daneses. Aprendió el oficio de administrador de empresas ejerciéndolo y fue contador de firmas importantes, como la óptica Catton y la confitería El Molino.

 “Teníamos un buen pasar -recuerda su hija, Inés Inge Petersen-, teníamos auto, la casa, comprada con un préstamo del Banco Holandés, teléfono, gas, éramos socios de Ferro, donde mi madre jugaba al tenis, veraneábamos en Necochea y mi hermano y yo fuimos a colegios privados”. Primero, a un colegio alemán, para seguir la tradición, pero cuando le tocó el turno a Inés, había estallado la guerra. Enojados con Alemania, Oda y Jaime pasaron a los hijos al Colegio Ward de Ramos Mejía, protestante. “Nuestros padres esperaban que ambos fuésemos a la universidad. Mi hermano fue ingeniero agrónomo, especialista en trigo, fue profesor en la UBA. Y yo médica”, cuenta Inés, que llegó a dirigir el hospital pediátrico de Resistencia (Chaco) y luego en Asunción organizó y administró una Escuela de Enfermería. 

La tercera generación Petersen, los nietos de Oda y Jaime, también son profesionales. Antonio Jurado y Dolores Jaime llegaron al país a mediados de los años 20 con sus seis hijos. Otros dos nacieron en Argentina, en Tres Arroyos. El matrimonio era oriundo de Villanueva, Málaga. Ambos tenían solamente estudios primarios. Dolores era costurera. “Emigraron en busca de un presente y futuro estable -dice su hijo, José Jurado Jaime, que nació en España justo antes de que sus padres se embarcasen hacia Buenos Aires-. La situación sociopolítica allá era caótica”.

 “Mi padre logró progresar, crió y alimentó a 10 personas, en casa jamás faltó comida, ni ropa. Los 8 hijos se formaron todos en oficios. La aspiración era conseguir un buen trabajo, y de lo que fuese”. Salvo durante la crisis del 30, cuando casi no había trabajo, se vivía con tranquilidad. LA ARGENTINA DE YRIGOYEN El año 1921 era el penúltimo de la primera presidencia Hipólito Yrigoyen. Su ascenso al poder, cinco años antes, en 1916, había significado una democratización de la Argentina, gracias a la Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio universal, secreto y obligatorio permitiendo el ascenso del radicalismo al poder luego de que Yrigoyen intentara varias veces la vía insurreccional. 

La ampliación de la representación política que significó la Ley Sáenz Peña se vio en buena medida impulsada por la inmigración y el consecuente crecimiento demográfico del país. Los hijos de los primeros inmigrantes, que la prosperidad había convertido en profesionales, comerciantes y artesanos prósperos o aspirantes a serlo, conformaban parte de la clientela de un partido que podía ser vehículo para la participación política de estos nuevos sectores sociales hasta entonces excluidos. 

 “El radicalismo sirvió de vínculo entre el pasado argentino y los productos del transplante inmigratorio, que por su conducto recibieron la savia espiritual de la nueva patria”, escribe, no sin poesía, Ernesto Palacio en su Historia de la Argentina. “(El radicalismo) expresaba un anhelo de vida legal y el goce de los derechos reconocidos en la letra y burlados en la práctica….”, agrega. Yrigoyen no defraudó esas expectativas de participación: para escándalo de cierta élite conservadora, incorporó a su gobierno a muchos elementos de esa pequeña burguesía con aspiraciones. 

 En 1922, terminaba su gestión con un alto índice de popularidad. Había hecho un gobierno reformista en lo social y nacionalista en lo económico e internacional. La libertad de prensa era total, al punto de permitir la injuria al Presidente, que hasta era tratado de “enfermo delirante” (citado por Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en la Argentina. La Bella Época). Aunque la atravesaban algunas grietas -rupturistas verus neutralistas (según la postura ante la guerra europe), Florida versus Boedo (en la literatura) y, en el seno mismo del oficialismo, personalistas versus antipersonalistas (o yrigoyenistas y anti-yrigoyenistas)-, la Argentina prosperaba y prometía y seguía atrayendo inmigrantes. 

 La economía crecía, la Universidad se reformaba y modernizaba y la Argentina pastoril se iba volviendo poco a poco agricultora, de la mano de la inmigración. Entre 1921 y 1929, llegaron 526. 638 inmigrantes (Informe de Estadística, Min de Agricultura, 1929, citado por Francis Korn, op.cit.). El 55 por ciento de estos recién llegados se declaraban agricultores. Pero la Argentina no atraía sólo a europeos expulsados de sus países por la falta de trabajo, el hambre o la guerra: emigrar hacia nuestro país representaba un ascenso social incluso para un ingeniero doctorado en Bolonia, la Harvard italiana, que tenía un prometedor empleo, como Enrique Petrella, nacido en el 1900 en la región de los Abruzos.

 “Mi padre se hizo amigo de Fermo Marelli, el nieto de Ercole Marelli, fundador de “Magneti Marelli”, una fábrica de productos de ingeniería que hoy es parte de FIAT -cuenta el ex Secretario de Relaciones Internacionales de la cancillería argentina, Fernando Petrella-. El ingresó en Marelli, pero para buscar nuevos horizontes vino a Argentina y llegó a Presidente de Marelli para Argentina y Uruguay y también fue presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Italiana”. “Recuerdo a mi padre siempre feliz con la Argentina de entonces y optimista sobre el país. Otras épocas, otra gente, otros códigos”. 

Fernando Petrella subraya que su padre fue un gran jinete y un gran esgrimista y que en su tiempo se ponía mucho énfasis en ese tipo de deportes, originados en actividades que el hombre debía conocer para sobrevivir: esgrima, tiro, vela y equitación. “La familia es en realidad originaria de un pueblo que se llama Petrella del Salto. Supongo que ahora les pagarían para que vayan a recuperar una casa. En aquel entonces, el mundo creía que éramos Gardel en realidad hasta no hace mucho lo seguía creyendo”. Entre 1857 y 1914 vinieron cerca de 6 millones de inmigrantes, de los cuales 3,3 millones se radicaron definitivamente en el país.

 La inmigración alcanzó su mayor ritmo entre 1880 y 1900, pero hacia 1921 seguía siendo elevada. Ana Obarrio nació en 1933. Su padre, Juan Obarrio, fue médico psiquiatra en el Hospital Rivadavia. Su madre, Matilde Senoraz, ama de casa. Como era bastante habitual en la época, fueron una familia numerosa: 10 hijos. “Mi padre era tenista. Me hizo jugar al tenis toda la vida. Los proyectos que tenían eran los referidos al trabajo y al estudio, en especial para los varones; tres de ellos lo lograron; para las mujeres, se trataba de ser buenas madres. 

Personalmente, tenía sueños de grandeza para la patria, los plasmé en mis hijos y nietos”. “¿Qué dirían mis padres de la situación actual?: nos alentarían a que sigamos luchando por una patria mejor. No se vayan, es lo que dirían”, sostiene Ana. El padre de Nelly Aguilera (87), Francisco Aguilera, nació en Granada y con apenas un mes de vida emigró hacia Argentina con su familia. Era el año 1907. Su madre, Ana Valfre, nació en Buenos Aires. Partieron por la difícil situación económica europea. Buscaban progresar en la Argentina, vinieron por la perspectiva de un futuro lleno de posibilidades. Apenas terminada la primaria, empezaron a trabajar. 

 Tuvieron dos hijos, Nelly, y su hermano. Ella quiso ser bioquímica pero no la dejaron estudiar. Ese lugar fue para su hermano, que finalmente no se recibió. Ella debía quedarse en la casa ayudando a su madre. “Mi madre estaba metida en los comercios de mi padre, tanto en la Capital, como en el hotel que tuvieron en el Delta de Tigre, aunque desde la cocina. La suya era una vida más tranquila y casera, dedicada al marido y a los hijos”. Su padre era muy trabajador, autoritario, su hobby era la caza. “Íbamos a misa, al cine, y al teatro. Salíamos poco a comer. Las vacaciones no existían. Recién cuando cumplí 20 años, salí de viaje por primera vez”. 

 Nelly se casó a los 20 años, tuvo un hijo, que es universitario. “Para mí fue un progreso. Mis padres hicieron la América; hoy mis nietos se quieren escapar porque están tristes con la Argentina. Espero que esto se resuelva”. Los Obarrio se criaron en San Isidro. En esos tiempos, los niños jugaban en la calle, al aire libre, muy sueltos. Para medir el abismo en materia de seguridad con la situación actual, baste saber que Inés Petersen hizo toda la primaria yendo sola a la escuela: cruzaba la avenida Rivadavia, que en ese tiempo tenía tranvía, tomaba el tren en Liniers y bajaba dos estaciones después, en Ramos Mejía, desde donde caminaba 5 cuadras hasta el Colegio Ward. 

 Muchas mujeres eran relegadas a un segundo plano respecto del varón, al que estaba reservado el estudio en primer lugar. Pero eso no era una regla absoluta. “Aunque mi madre tenía debilidad por mi hermano Bent, nos mandaba a los dos a lavar los platos: un día me tocaba a mí, el otro a él. En eso nos educaron igualitariamente. Le daban muchísima importancia a nuestra educación y promovieron que los dos fuésemos a la universidad”, cuenta Inés Petersen. Y agrega: “No les interesó la política, pero sí recuerdo que mi padre se enojaba mucho por las promesas incumplidas: lo ponía loco que el gobierno no honrara sus compromisos. La falta de palabra era algo inaceptable para él. 

Él creía en la palabra. La otra cosa que le molestaba era la inestabilidad; el cambio constante de reglas y de contexto. Pero nunca pensaron en regresar. A pesar de que no se habían nacionalizado y se seguían sintiendo dinamarqueses, Argentina era su hogar. Mi padre era feliz en Argentina, le gustaba mucho.” Los inmigrantes de ultramar, al igual que los migrantes del interior del país, llegaban a una ciudad que reflejaba sus altas aspiraciones en la estética urbana: florecían en Buenos Aires los palacetes y mansiones, todo se construía con espíritu de grandeza y pensando a largo plazo.

 Las familias pudientes pero también los gobiernos importaban arquitectos de Europa para replicar aquí los mejores edificios, jardines y monumentos. Residencias de estilo español, francés o italiano rivalizaban en buen gusto. Carlos Thays diseñaba el parque Tres de Febrero, popularizado como Palermo, uno de los más grandes del mundo, que poco tenía que envidiar al parisino Bois de Boulogne. Hasta las esculturas eran importadas, cuando no los mismos escultores; Auguste Rodin pasó una temporada en Buenos Aires a comienzos del siglo XX y varias de sus creaciones están diseminadas por la ciudad.. La Capital se ornamentaba también con los monumentos obsequiados para el Centenario por las distintas colectividades ya presentes en el país.

 Como lo escribió Mario Chiesa en un artículo reciente, “fueron incorporados al patrimonio cultural e histórico de la Nación Argentina, en 1910, el monumento de los franceses, en 1914, el de los suizos, en 1916, el de los británicos –la Torre de los Ingleses–, en 1918, el de los alemanes –la Fuente alemana–, en 1921, el de los italianos, o “Monumento a Colón”, y en 1927, el de los españoles”. Se miraba hacia Europa y se copiaba lo mejor: el Teatro Colón (1908), el Plaza Hotel (1909), la Casa Gath y Chaves, el Palacio del Congreso, la avenida de Mayo... 

 “La armónica belleza que le da realce está dada por la reglamentación que actualmente rige solo para esta gran arteria moderna, referida a la altura mínima de la edificación”, dice Francis Korn en el libro citado sobre la avenida de Mayo, comentario que destaca con más crueldad aún que el caos normativo actual en las construcciones resulta de la ausencia de toda aspiración de estética urbana. “Mi madre, Armida, nació en 1913. Mi familia materna, los Vannelli, eran originarios de la Toscana -dice Fernando Petrella-. Eran arquitectos y vinieron alrededor de 1870, después de Urquiza, para construir las estaciones de ferrocarril. Estaban muy orgullosos de Argentina y nunca pensaron en volver a Europa.

 En los años 40, 50, yo los escuchaba expresar una gran esperanza y el orgullo de haber venido a la Argentina. Se ve que eran bastante buenos como arquitectos porque hicieron la obra del Ministerio de Agricultura, también el Ministerio de Hacienda cuyas piezas de mármol aguantaron la metralla en el bombardeo del 16 de junio del 55. También hicieron parte del autódromo, y el barrio Evita de Saavedra. Uno de mis tíos, Fernando, medalla de oro de Arquitectura, la conoció a Evita y contaba que ella nunca le pidió cosas raras ni que se afiliara al partido ni nada, para trabajar”. ¿Qué pensarían de la arquitectura de hoy? 

“Es lo que siempre le digo a la gente de la Ciudad: tienen que ser más cuidadosos en los permisos de construcción, se nota un descuido en los frentes de las casas; o deberían darles facilidades impositivas a los que construyen para que preserven los frentes”, dice Petrella. La triste arquitectura de hoy, con sus fachadas sin alma, pretendidamente modernas y en realidad vacías de sentido, no es más que el reflejo estético de la declinación de la voluntad de ser de una clase dirigente incapaz de encender la imaginación de los argentinos porque carece de sueños y de proyectos.

sábado, 3 de julio de 2021

El valor de una madre embarazada por salvar a uno de sus hijos

Así reaccionan playistas que captan llegada de inmigrantes | Noticias Te...

Bajante del río Paraná: un viaje en el tiempo y una invitación al cuidad...

Canadiense que huyó de la ciudad por ola de calor: “Ví a mis mascotas arder vivas”

 Ashleigh Stewart 

 Incendios forestales en Canadá Las llamas de nueve pies de altura llegaban a la casa de Lytton de Pierre Quevillon cuando metió a sus dos perros en su camioneta, listo para huir de la ciudad. Corrió hacia adentro para rescatar a su gato, solo para regresar a su camioneta y encontrarlo ya envuelto en llamas. Sin más remedio que abandonar su vehículo en llamas y los perros dentro, Quevillon huyó de la ciudad a pie, con su gato en brazos. 

 "Corrí hacia la ciudad y el fuego me seguía", dice. "Y en unos 15 minutos, toda la ciudad se había ido". Abandonaron sus hogares Quevillon es uno de los aproximadamente mil residentes de Lytton, Columbia Británica, que se vieron obligados a dejar sus hogares y huir a las ciudades vecinas después de que los incendios arrasaron gran parte de la pequeña ciudad canadiense. El BC Coroners Service ha dicho que ha recibido informes de dos muertes relacionadas con el incendio, y muchas personas están desaparecidas.

 El incendio se produce días después de que la temperatura alcanzara los 121,1 ° F (49,5 ° C) en Lytton, el tercer día consecutivo en que se registró la temperatura más alta de todos los tiempos en Canadá. La casa de Quevillon fue una de las primeras en incendiarse el miércoles por la noche, después de que el alcalde de la ciudad emitiera una orden de evacuación inmediata. Un amigo lo había llamado para advertirle sobre el incendio que se avecinaba cuando se dispuso a salvar a sus mascotas, solo para verse obligado a escapar de la ciudad a pie con su gato. 

 "Ya ni siquiera podía ver mi camioneta, las llamas tenían nueve pies de altura. Así que corrí ”, dijo. “Todo el pueblo estaba en llamas, el fuego venía hacia mí. Luego, llegué al final de la ciudad y lo único que quedaba por arder era yo". Un conductor que pasaba recogió a Quevillon y lo llevó a una colina cercana, donde el fuego ya se había abierto paso. Pasó la noche “viendo arder la ciudad debajo de mí”. Fue un espectáculo difícil para el nativo de Vancouver, que se había mudado a la pequeña comunidad hace cuatro años para renovar la casa de un amigo, y nunca se fue. 

 Cerca de allí, Neil Dycke, de 72 años, había logrado subir la misma colina el jueves por la mañana temprano para escapar de las llamas. Se las había arreglado para reunir algunas pertenencias de su casa en Lytton antes de que se convirtiera en un infierno ardiente. En su mayoría había recogido fotografías. Dycke es un miembro de la comunidad desde hace mucho tiempo, y se mudó al cercano Spencer's Bridge en 1970 para trabajar como asistente de una estación de combustible, antes de mudarse a Lytton. Dijo que siempre había hecho calor en la zona, con veranos alrededor de los 40 grados centígrados, pero nada parecido a lo que había ocurrido este año.

 Era una noción similar con los incendios forestales; eran comunes, ya que la zona estaba muy seca, pero no así. Dycke amaba la ciudad porque era “tranquila”, todos se conocían y solía deleitarse hablando con los turistas que pasaban por Alaska y el norte de la Columbia Británica. Es por eso que verlo arder hasta el suelo había sido aún más devastador. Dycke pasó la noche del miércoles en Lytton, a pesar de la orden de evacuación del alcalde, ya que no pudo encontrar una salida. Dormía en la casa de un amigo que aún estaba intacta. 

 El jueves temprano, se dirigió a las colinas “Había cables eléctricos por todas partes. Me estaba arrastrando por debajo y por encima de ellos”, dijo, aún logrando sonreír al recordarlo. Al encontrarse en la colina, Quevillon y Dycke tomaron la camioneta de un amigo y viajaron juntos de pueblo en pueblo, tratando de encontrar refugio, antes de terminar en Chilliwack, 180 kilómetros al sur de Lytton, en un centro de evacuación temporal establecido en la ciudad. escuela secundaria.

 Luego, a Dycke se le asignó una habitación de hotel para quedarse durante cinco días, y Quevillon había decidido quedarse con amigos en un pueblo cercano, esperando el momento en que pudiera regresar a casa para inspeccionar los daños. “Quiero regresar y reconstruir en el momento en que digan que puedes regresar”, dice. “Aún no estamos seguros de si todos están bien allí. Estoy preocupado porque hay tanta gente mayor”. 

 Los evacuados de Lytton seguían llegando al centro de evacuación el viernes por la mañana, algunos con vehículos llenos de niños y mascotas, desesperados por un lugar donde quedarse. A los evacuados se les ofrecían habitaciones de hotel, sin embargo, debido a la cantidad de incendios forestales en el área y la falta de alojamiento, muchas ciudades ahora estaban llenas. Un residente de Lytton, que pidió no ser identificado, dijo que Chilliwack era la cuarta ciudad en la que había intentado encontrar alojamiento. 

Llegó a la ciudad a las 4 de la mañana del viernes y durmió con su esposa e hijos en su camioneta antes de dirigirse a la centro de evacuación. “Nos han llevado de pueblo en pueblo. Solo estoy tratando de ubicar a mi familia". La carretera ahora estaba cerrada a unos cinco kilómetros al sur de Lytton, mientras los bomberos luchaban por contener los incendios fuera de control. Helicópteros con cubos de agua vuelan constantemente hacia arriba y hacia abajo por el estrecho valle que conduce a la ciudad, recolectando agua para rociar las colinas humeantes. 

Los residentes de los pueblos de la región están listos y esperando dejar sus hogares en cualquier momento, ya que los incendios forestales cercanos aumentan de tamaño y amenazan a otras comunidades. Los incendios cerca de Kamloops, una ciudad más grande al norte de Lytton, forzaron la evacuación de docenas de casas el viernes por la noche. La casa de Karthryne Harry formaba parte de aproximadamente el 10 por ciento de Lytton que se salvó del incendio. Harry estaba dentro de su casa con su hija Brooklynn de cuatro años "haciendo sonar el aire acondicionado y la televisión" cuando sonaron las sirenas para advertir a los residentes del incendio. 

 “No escuchamos las sirenas, así que no sabíamos que la ciudad estaba en llamas. Salimos y todo este humo negro provenía de todos los productos químicos del hospital en llamas, los tanques de propano estaban explotando". Harry inmediatamente se puso a regar furiosamente el césped fuera de su casa, mientras ella luchaba por salvar la propiedad. Afortunadamente, el viento cambió y su casa se salvó, lo que permitió que madre e hija permanecieran en Lytton el miércoles por la noche, ya que Harry no tenía coche para salir de la ciudad. 

No había electricidad, Wi-Fi ni servicio de telefonía móvil. “Me quedé despierto toda la noche viendo arder la ciudad. Fue tan aterrador”, dijo ella. Al día siguiente, la hermana de Harry, Rainbow Acoby, llegó desde la cercana ciudad de Merritt para ayudar a su hermana. Pensando que los incendios se habían apagado, los hermanos se acomodaron para otra noche, con el objetivo de irse al día siguiente. “Estábamos recostados para irnos a la cama y nos enteramos de que nos habían evacuado y que el fuego había cruzado el río. Nos asustamos y nos subimos al coche".

 La familia llegó a Chilliwack a las 5:30 de la mañana del viernes, donde se unieron a otras 10 personas desplazadas de Lytton en Shxwha: y longhouse, un centro comunitario dirigido por una familia local de las Primeras Naciones. La casa comunal se abrió para proporcionar comida, ropa y colchones a quienes huían de los incendios forestales. Los voluntarios habían reunido camiones cargados de donaciones para enviar al norte a los bomberos evacuados y bomberos. Mesas llenas de ropa, artículos de tocador, comida, recipientes de comida para llevar de Tim Hortons y ropa estaban apiladas en las mesas del salón. 

 El viernes por la noche, las familias de Chilliwack y los evacuados por incendios se reunieron en la casa comunal para una noche de baile y canciones para ofrecer apoyo a los evacuados por incendios. Ron Prest, quien dirige la casa comunal con su familia, dijo que la noche tenía la intención de "levantar el ánimo de la gente" y era para "cualquiera que necesite estas oraciones".

 La casa comunal se estremeció con fuertes cánticos y bailes, mientras la audiencia se protegía del sofocante calor con ventiladores de mano, antes de que se llevaran mesas cargadas de comida para alimentar a la congregación. Prest dijo que esperaba que aparecieran más familias que huían de los incendios el viernes por la noche, ya que otros incendios forestales forzaron a los evacuados de Lytton, y a los nuevos evacuados, más lejos. “Estamos aquí para quien lo necesite. Tenemos camas y comida. Solo queremos cuidar de la comunidad".

La historia de la mascarilla: una barrera frente al contagio que ha evolucionado durante siglos

 

Por Marta Rodriguez Martinez
Policías en Seattle con máscaras hechas por la Cruz Roja, durante la pandemia de 1918. Diciembre de 1918.
 - Derechos de autor Wikimedia brote final de la peste negra, los médicos llevaban unas mascarillas que se alejaban mucho del imaginario actual. Con largos picos y lentes parecían cuervos. La alargada extremidad les permitía esconder dentro plantas aromáticas y mantener la distancia con el aliento de los enfermos. 

 Era mediados del siglo XVII y una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad hacía estragos en Europa. Y esta era una de las medidas adoptadas para evitar el contagio. Cuatro siglos adelante, el continente se vuelve a encontrar en proceso de desenmascarse. En España, el sábado se cumple una semana sin la obligatoriedad de portar las mascarillas en los espacios al aire libre. En Italia, esta medida se levantó el pasado lunes.

 Y en Francia, este acto de vuelta a la normalidad lleva vigente desde el pasado 17 de junio. Aunque se estén perdiendo de vista, el uso obligatorio de las mascarilla ha demostrado la facilidad con la que se adapta la humanidad. Pasaron de convertirse en un elemento poco habitual en las calles europeas, a un elemento omnipresente. Los datos así lo demuestran: según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de España (CIS), el 99,4% de los españoles la llevaba habitualmente. 

 Desde la peste negra hasta el coronavirus Las peculiares máscaras utilizadas durante la peste negra forman hoy parte del folclore del carnaval de Venecia, aunque nos permiten constatar que su uso no se ha extendido tan solo en la última pandemia, sino que han sido medida preventiva del contagio de epidemias desde el Medievo en Europa. "Aunque el uso generalizado del tapaboca nos parece una medida preventiva sin precedentes, fue indicado muchas veces en la historia cuando la situación sanitaria lo requería", explican a Euronews las historiadoras María y Laura Lara. "Las mascarillas, a menudo despreciadas y burladas, han evolucionado mucho con el paso del tiempo". Autoras de Los caballos amarillos: enfermedades que nadie vio venir, las historiadoras han buceado en los últimos siglos para hacer una retrospectiva del uso de la mascarilla y han averiguado que se remonta al menos al siglo VI a.C. Prueba de ello se refleja en las puertas de las tumbas persas, donde se encontraron imágenes de personas con telas sobre la boca.

 "Según Marco Polo, los sirvientes de la China del siglo XIII se cubrían la cara con bufandas tejidas", añade Laura Lara. "La idea era que el emperador no quería que su aliento afectara el olor y sabor de su comida". La letal peste negra, que mató al menos a 25 millones de personas entre 1347 y 1351, asentó el rol de la mascarilla como instrumento médico. "El símbolo de la plaga, esa siniestra imagen de individuo con máscara de pájaro que parecía la Sombra de la Muerte surgió en los últimos estertores del brote final, a mediados del siglo XVII", indican las hermanas Lara.

 Las historiadoras describen esta máscara como "sin duda la más extraña que la medicina haya inventado". "En forma de pico de pájaro, venía acompañada por gafas, un largo vestido de tela encerada, pantalones y guantes de cuero y un palo para tocar o alejar a los enfermos". El motivo de su particular estética: "algunos creían que la enfermedad se propagaba a través del aire envenenado o 'miasma', creando un desequilibrio en los fluidos corporales de una persona", señala Laura Lara. "Intentaban evitar que el aire fétido les llegara cubriéndose la cara o llevando ramilletes de olor dulce".

 El pico servía de espacio para colocar perfumes, especias y hierbas para contrarrestar el denominado "miasma". En el siglo XIX, se abandona la teoría de los miasmas, pero se refuerza la necesidad del uso de las mascarillas, con el descubrimiento del francés Louis Pasteur de la existencia de agentes infecciosos microscópicos. "Ante este cambio de paradigma, un médico alemán, Carl Flügge, demostró que estos nuevos microbios podían ser transmitidos de individuo a individuo incluso a distancia, a través de gotas posiblemente invisibles", explica la historiadora María Lara. "Como consecuencia, le pidió al profesor de cirugía Jan-Antoni Mikulicz Radecki diseñar una mascarilla para que los cirujanos eviten contaminar a sus pacientes". 

 Este entonces inventó una "venda bucal", señalan las historiadoras, que se parece mucho más a la mascarilla actual, puesto que se trata de una compresa de muselina, pero dejaba al aire libre la boca, ya que cubría tan solo la nariz y las fosas nasales. 'Usar una máscara y salvar su vida', el eslogan de la gripe española La consolidación del uso de la mascarilla llegó en el siglo XX, con la gripe de 1918, o comúnmente conocida como gripe española, porque España, neutral en la Primera Guerra Mundial, fue el primer país en informar sobre el brote. La pandemia dejó al menos 50 millones de muertos en todo el mundo y se cree que los desplazamientos y el hacinamiento a causa del fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) aceleraron el contagio. 

 "Las tropas apiñadas en vagones de tren y camiones se aseguraron de que la infección, altamente contagiosa, pasara de un hombre a otro", señalan las hermanas Lara. "Luego se extendió desde las estaciones de tren hasta el centro de las ciudades, y de allí a los suburbios y al campo". Las historiadoras explican que varias empresas, incluida la London General Omnibus Co, intentaron frenar la propagación de la infección "rociando una solución antigripal sobre trenes y autobuses y haciendo que sus empleados usaran tapabocas"

. Explican que las autoriades instaron a la gente común a 'usar una máscara y salvar su vida'", un eslogan que resuena con fuerza estos días, más de un siglo después. "Muchos se hicieron la suya con gasa o añadían gotas de desinfectante a artilugios que se ponían debajo de la nariz", añaden. De las vendimias de la gripe española a las cosechas del coronavirus: así rebrotan las pandemias ¿Cómo terminó la pandemia de la gripe española y qué lecciones podemos aprender de hace un siglo? 

Pocos años después, la Segunda Guerra Mundial estableció los patrones de su fabricación quirúrgica. "Se distinguieron entonces de los dispositivos de protección respiratoria como las mascarillas FFP2/KN95", señalan las historiadoras. También en el siglo XX, las mascarillas empezaron a ganar terreno como elemento protector frente a la contaminación atmostérica que se hacía cada vez más presente en las grandes urbes, dos siglos después del inicio de la Revolución Industrial. "En la década de 1930, las mascarillas 'anti-esmog' se volvieron tan de rigor en la cara como los sombreros de fieltro en la cabeza", señalan las hermanas Lara. 

 Las historiadoras señalan que el peor episodio de "esmog" del que se tiene constancia ocurrió en Londres en 1952: "entre el 5 y el 9 de diciembre al menos 4.000 personas murieron inmediatamente después, y se estima que otras 8.000 murieron en las siguientes semanas y meses". Pero su uso como protección ante la contaminación nunca se extendió tanto en Europa como en Asia. "Japón lleva décadas -incluso siglos- usando la mascarilla como un elemento de su vida diaria", señala Laura Lara. "Varios analistas señalan que el uso extendido de la mascarilla, que se ve en la sociedad japonesa desde hace décadas, es una de las razones detrás de la tasa baja de contagios y muertes por COVID-19". En Europa, hay una generación que recordará haber adquirido en 2021 el hábito de llevar mascarilla. Ahora habrá que ver qué marca deja este hábito en la larga historia de esta prenda.

Quedaron varados a 20 cuadras de la Argentina con sus hijas: “Ya no tenemos comida ni agua”

 

Lorena y José están estacionados en Uruguayana, a metros de Corrientes, esperando la autorización para ingresar. Salieron en 2019, y ya no tienen dinero para solventar el viaje. “Nos esperan con trabajo, no pedimos nada, solo cruzar... esto es una pesadilla”

 Por Camila Hernandez Otaño

José y Lorena dejaron su vida de Buenos Aires para recorrer Latinoamérica en motorhome José y Lorena dejaron su vida de Buenos Aires para recorrer Latinoamérica en motorhome Son una familia de seis, integrada por Jose, Lorena, Maite, Malen y dos perros y un gato intentando volver a casa. Están desde hace 15 días durmiendo en su motorhome en el paso fronterizo de entre Brasil y Argentina, en Uruguayana. No los dejan pasar. 

“Estamos a veinte cuadras de casa, ya no tenemos dinero, es una locura”, dice desesperada de bronca Lorena. La familia Fusca forma parte de un grupo de argentinos que llegó a la frontera terrestre luego de que el 31 de marzo el juez de Paso de los Libres, Corrientes, Gustavo Fresneda diera la orden al gobierno de Alberto Fernández para que habilitara el ingreso de más de ochenta argentinos que debieron pasar varias noches en un ómnibus en Uruguayana porque no los dejaban volver al país. José (48), y Lorena, Maite y Malena Fusca (7) salieron hace dos años de la argentina en pos de cumplir su sueño: recorrer latinoamérica en motorhome. 

Él renunció a una empresa de electricidad con retiro voluntario y ella como asistente terapéutica, con ese dinero y algunos ahorros compraron su colectivo que convirtieron en su hogar rutero, y un taxi que quedó en el país para afrontar los gastos de estar afuera. “Siempre fue nuestro plan salir a explorar el mundo. Conocer lugares, impregnarse de cultura y andar más livianos por la vida”, explica Lorena a Infobae. En total dieron la vuelta por todo el territorio argentino, Paraguay y Brasil. Todo lo que se generaba con el alquiler del taxi iba destinado a seguir viajando. “No necesitábamos mucho dinero para combustible y comer. Hacíamos changas para sumar algo”.

 Las hijas del matrimonio estaban anotadas en el programa de educación a distancia de Pernambuco, en el nordeste de Brasil. El estilo de vida nómade los hacia feliz. En medio estalló la pandemia, y el taxi quedó parado por las restricciones de circulación. A su vez, la licencia se venció. “Sin la fuente de ingreso fue difícil sobrevivir. Hacemos de todo: vendemos artesanías, comida, aprendi hacer trenzas. Llegó un punto que no pudimos más. Entonces decidimos emprender el regreso a casa”, cuenta Lorena. Eso fue hace un mes. Hace quince días que están varados en la frontera, en Uruguayana, a metros de Paso de los Libres, en Corrientes. 

“No nos dejan pasar. Estamos estacionados con otros camiones. Ni trabajar se puede acá, es un paso fronterizo, no hay movimiento. Nos da bronca porque estamos cerca de casa”, se lamenta Lorena. En Misiones una familia los espera con trabajo. “Una vez que pasamos el cruce podemos ir hasta allá Jose se va encargar de las tareas generales, yo de la cocina. Vamos, ganar algo de dinero para seguir hasta Buenos Aires”. Y sigue: “No pedimos ayuda económica, solo que nos abran la frontera...esto es una pesadilla”. Sin insumos Al ser una zona despoblada, y ya casi sin dinero, la familia está viviendo de donaciones. “Muchas veces los camioneros, que ya nos conocen, nos dejan comida, ellos van y vuelven al país. Agua potable nos brinda el gerente de la estación de servicio”. 

 Entre los requisitos para ingresar necesitan PCR negativo, que ya se les venció porque no les habilitan el cruce. “Ya firmamos hace siete días la declaración jurada que aceptamos todos los términos y condiciones”. Lorena se comunicó con el cónsul de Uruguayana (Ricardo Di Lelle) “Fue muy amable, y nos ofreció su respaldo. También nos pidió un poco más de tiempo de espera”. Fuentes del la diplomacia argentina le dijeron a Infobae que “es normal que la gente se enoje porque hay una medida administrativa que es el Decreto Presidencial que impide que los argentinos vuelvan al país por vía terrestre. Quienes autorizan volver son Migraciones y el Ministerio de Salud y solo por razones humanitarias”.

Murió Mircea Popescu, multimillonario en Bitcoin: ahora nadie sabe cómo acceder a los USD 2 mil millones que poseía en criptomonedas

 

Se ahogó la semana pasada cerca de Playa Hermosa, frente a Costa Rica. Expertos en la materia especulan que ese dinero podría perderse para siempre


Mircea Popescu, de 41 años, controvertido multimillonario de Bitcoin, murió repentinamente dejando una enorme fortuna en criptomonedas que podría estimarse en hasta 2 mil millones de dólares. 

 De acuerdo a lo que informó New York Post, expertos en la materia especulan que ese dinero podría perderse para siempre, una fortuna inaccesible por falta de claves. Popescu era conocido por estar entre los mayores poseedores individuales de Bitcoin en el mundo. Según consignaron medios locales, se ahogó la semana pasada cerca de Playa Hermosa, frente a Costa Rica, después de ir a nadar por la mañana.

 Según los informes, Popescu fue “arrastrado por la corriente y murió en el acto”. Desde entonces, su muerte ha sido confirmada por tres mujeres que, de acuerdo a las informaciones que circularon, eran cercanas a él, aunque otras han planteado dudas sobre su paradero. Su sitio web, que solía mantener activo, no se actualiza desde el 23 de junio, el día de su muerte reportada.

 Expertos estimaron que Popescu, una figura controvertida con “casos documentados de sexismo e intolerancia”, tenía al menos decenas de miles de bitcoins, y hasta otros se atreven a aventurar participaciones aún mayores. New York Post informó que aún no está claro quién -si es que alguien- tiene acceso a sus activos digitales, y los observadores de criptografía ya están especulando que la fortuna podría haberse perdido en un limbo. 

 Alexander Marder, analista de investigación de Crypto Briefing, afirmó en Twitter que los Bitcoins de Popescu pueden perderse para siempre, junto con los de John McAfee, el pionero del software antivirus que se ahorcó en una cárcel española la semana pasada. Por su parte, Anthony Pompliano, fundador de Pomp Investments y destacado Bitcoin Bull, dijo en un tuit que luego eliminó que la pérdida de las tenencias de Popescu podría beneficiar a otros poseedores actuales de la criptografía. “Mircea Popescu, un Bitcoin OG, falleció. 

Probablemente poseía bastante bitcoin“, dijo Pompliano el 27 de junio en el tuit eliminado. Y agregó: “Puede que nunca sepamos cuánto o si se pierden para siempre, pero me recuerda (lo que) dijo Satoshi: ‘Las monedas perdidas solo hacen que las monedas de los demás valgan un poco más. Piense en ello como una donación para todos‘”. Pompliano parecía estar haciendo referencia a una cita atribuida a Satoshi Nakamoto, el seudónimo utilizado por la persona o personas anónimas que desarrollaron Bitcoin.

viernes, 2 de julio de 2021

Derrumbe en Miami: uno de los rescatistas sacó el cuerpo de su hija de los escombros

 

Margarita Castro, miembro del equipo de rescatistas que trabajan en el condominio de Miami-Dade, contó cómo fue el hallazgo del cuerpo de una niña de 7 años entre los restos
Entre las dos nuevas muertes confirmadas hoy por la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, figura una niña de unos 7 años que es la hija de uno de los bomberos que trabajan en las tareas de rescate del edificio parcialmente derrumbado en Surfside (Miami-Dade).

 “Le puedo decir que fue él quien la bajó desde los escombros”, dijo su compañera rescatista Margarita Castro, antes de romper en llanto, visiblemente emocionada y con la fatiga del noveno día de búsqueda. Y agregó: “Todos estuvieron ahí con él. Es un momento, como se pueden imaginar, muy difícil. Es una niña de 7 años. Todos, el equipo de él y el equipo nuestro, estuvimos con él cuando bajó a su hija”. Castro es miembro del equipo de búsqueda y rescate y bombera de Miami-Dade, y hoy habló con los medios confirmando el terrible hallazgo.

 “Ya ha sido confirmado, pero no quiero dar mucho detalle. Es un bombero de la ciudad de Miami, no es de nuestro departamento. Le queremos rendir respetos a ese departamento, que ellos sean quienes dan la noticia de su propio bombero. Y de la forma que él quiera que esa noticias sea dada. Es su familia, es su momento”, añadió Castro a los medios. La bombera también se refirió al peso de la labor que están llevando adelante todos los equipos. “Los rescatistas, como se pueden imaginar, están cansados. Están emocionalmente cansados, físicamente cansados. 

Es una labor muy difícil, a mano, mucho tiempo, moviendo pedazos pequeños de escombros, moviendo pedazos más grandes para poder remover lo de la loma, viendo restos humanos, viendo víctimas...”, explicó. En la conferencia de prensa de más temprano, la alcaldesa Levine Cava mencionó el alto “costo humano” que está teniendo la operación entre los socorristas y pidió a todo el mundo tenerlos en sus pensamientos y oraciones.

 A día de hoy hay 20 personas muertas, 188 localizadas con vida, una cifra superior a la existente previamente, debido a la estricta verificación que se realiza constantemente, y 128 desaparecidas. Este jueves se reanudaron las tareas de búsqueda de víctimas tras 15 horas de interrupción, por miedo a posibles derrumbes en la parte que queda en pie del edificio Champlain Towers South, de 40 años de antigüedad y 136 apartamentos, de los cuales 55 se vinieron abajo

. Levine Cava indicó que los ingenieros están evaluando el impacto de la demolición de la parte del edificio aún en pie, pero hacerlo puede “llevar semanas”, y subrayó que los rescatistas están deseando empezar a expandir el área de búsqueda de posibles víctimas. A la inestabilidad del edificio se suma como motivo de preocupación la posible llegada del huracán Elsa al sur de Florida a comienzos de la semana próxima. Levine Cava instó a los habitantes de Miami-Dade a hacer planes para un posible impacto, como se están haciendo para el lugar donde se produjo el derrumbe el 24 de junio.

Las bacterias que pueden producir electricidad del aire

  • Redacción
  • BBC News Mundo
La idea de producir electricidad con el aire ya no pertenece al terreno de la ciencia ficción. Todavía no pueden explicar completamente el proceso, pero un grupo de investigadores de la Universidad de Massachusetts ha desarrollado una tecnología capaz de producir electricidad a partir del aire. Siempre que este contenga algo de humedad.

 La novedosa tecnología se basa en cables de proteínas de escala nanométrica producidos con el microbio Geobacter sulfurreducens, los que agrupados en forma de película pueden producir suficiente energía para alimentar una bombilla LED. 

 Y la conexión de varios dispositivos aumenta el voltaje de forma lineal, generando suficiente corriente para alimentar pequeños dispositivos electrónicos. 5 sorprendentes fuentes de energía limpia que tal vez no conocías "Aunque los investigadores no están seguros de cómo funcionan exactamente estos cables, 17 dispositivos unidos pueden generar 10 voltios, suficiente para alimentar un teléfono celular", afirma la revista Science en un reportaje sobre el tema. 

 "Encontramos que la fuerza impulsora detrás de esta generación de energía es un gradiente de humedad autosuficiente que se forma dentro de la película cuando la misma está expuesta a la humedad naturalmente presente en el aire", explicaron por su parte los investigadores en un estudio publicado este lunes en Nature.

En qué se diferencia el comunismo de China del que hubo en la Unión Soviética (y cuánto influyó en América Latina)

 

  • Gerardo Lissardy
  • BBC News Mundo



El 1 de octubre de 1949, Mao Tse Tung instauró la República Popular de China (RPC), sobre la base de las teorías de Marx y Lenin. Cuando Mijaíl Gorbachov visitó Pekín en mayo de 1989 para concretar la primera cumbre chino-soviética en 30 años, los dos mayores Estados comunistas del mundo enfrentaban encrucijadas históricas.

 En la plaza de Tiananmén de esa ciudad, estudiantes y trabajadores reclamaban reformas democráticas, en protestas descritas como el mayor desafío al Estado comunista en China desde la revolución de 1949. Gorbachov, por su lado, impulsaba transformaciones políticas y económicas en la Unión Soviética (URSS) que, de hecho, inspiraban a muchos de los manifestantes en Pekín. Sin embargo, pocos meses después ese mismo año, comenzaría el sorpresivo desplome de la URSS con la caída del Muro de Berlín que separaba al mundo entre Este y Oeste. 

 En cambio, el Partido Comunista Chino (PCCh) saldó sus divisiones internas sobre cómo responder a las protestas domésticas con un triunfo de su línea dura, y la consiguiente masacre de manifestantes en Tiananmén estremeció al mundo.

Segunda Guerra Mundial: la monja que salvó en secreto a 83 niños judíos de la persecución nazi

La hermana Denise Bergon se convirtió en la salvadora de muchas familias judías. Dos niñas judías de la región de Alsacia corrieron un gran peligro cuando Alemania invadió Francia hace 80 años. Mientras sus padres y hermana menor fueron capturados y asesinados, ellas sobrevivieron junto a decenas de niños judíos. 

 Y todo gracias a la valentía de una monja de un convento cerca de Toulouse. Hélène Bach tenía 12 años y jugaba en el jardín junto a Ida, su hermana pequeña. Entonces vieron cómo se acercaba rápido un camión militar. Las dos niñas y su madre abandonaron su casa en Lorena, al noreste de Francia, tras la invasión alemana en mayo de 1940. Se dirigieron hacia la "zona libre" en el sur del país. Para evitar que toda la familia fuese capturada, decidieron que el padre, Aron y la hija mayor, Annie, viajaran separados. Pero cuando Aron y Annie fueron arrestados en 1941 y llevados a un campo de detención cerca de Tours, la madre de Hélène rentó una casa en la zona.

 Allí se quedaron viviendo durante un año, hasta que llegó un vehículo con soldados alemanes. Hélène e Ida, de ocho años, corrieron a la cocina para avisar a su madre. "Mi madre nos dijo que huyéramos y nos escondiéramos en el bosque. Tomé la mano de mi hermana pequeña pero no quería venir conmigo. Quiso regresar con su madre. La dejé ir y volvió", dice Hélène. 1px transparent line Sola en el bosque, Hélène permaneció escondida hasta que todos se fueron. Entonces volvió a la casa y encontró algo de dinero que su madre dejó sobre la mesa. "Sabía que regresaría", dijo. Hélène se fue a la casa de unos amigos en la zona. Jamás volvió a ver a su madre y hermana pequeña. 

 La hermana mayor de Hélène, Annie, también logró escapar. Tras pasar un año en el campo de Tours, consiguió escabullirse entre las verjas y salir corriendo. Annie, de 16 años, viajó sola hasta la casa de su tía en Toulouse, pero ni siquiera allí estaba a salvo. La familia de su tía no estaba registrada como judía y podía hacerse pasar por católica, pero Annie no podía. Un día en otoño de 1942, la policía llamó a la puerta. Ordenaron que se les mostrara el libro de familia de todos. "La suerte de mi vida fue que Ida, mi prima, había ido a comprar el pan. Así que mi tía me presentó como Ida. 

Por eso a veces creo en los milagros", cuenta Annie. Poco después de la llegada de Annie a Toulouse, su tía recibió una carta de Hélène desde su escondite. Entonces coordinó su rescate. Así, una joven mujer de la Resistencia Francesa se presentó una noche en la casa donde Hélène se estaba quedando. "Dijo que venía a buscarme", recuerda. Para mostrar confianza, la mujer le enseñó una fotografía suya que su tía le había dado. Fue un viaje difícil. La mujer llevaba documentos falsos en que ambas eran descritas como estudiantes. Fueron detenidas e interrogadas en varias ocasiones. 

 Políticas antijudías El gobierno del mariscal Philippe Pétain, con sede en Vichy, aprobó leyes antijudías, permitió que los detenidos en Baden, Alsacia y Lorena fueran internados en su territorio y confiscó varias propiedades y negocios. El 23 de agosto de 1942, el arzobispo de Toulouse, Jules-Geraud Saliège, escribió una carta a sus clérigos pidiéndoles que la leyesen a sus congregaciones. "En nuestra diócesis han ocurrido escenas perturbadoras. 

Están separando familias y mandando a sus miembros a destinos desconocidos. Los judíos son hombres y mujeres, parte de la raza humana. Son nuestros hermanos. Un cristiano no puede olvidarse de eso", decía la carta. "Respuesta al llamado" La monja Denise Bergon atendió al llamado de Saliège. Esta joven era la madre superiora del Convento de Nuestra Señora de Massip en Capdenac, situado a 150 kilómetros del noreste de Toulouse. "Este llamado nos conmovió profundamente y tal emoción se apoderó de nuestros corazones. 

La respuesta favorable a esta carta fue testimonio de la fuerza de nuestra religión sobre cualquier raza o partido", escribió Bergon en 1946, tras terminar la guerra. "También fue un acto de patriotismo, ya que al defender a los oprimidos estábamos desafiando a los perseguidores", añadió. El convento gestionaba un internado y Bergon confiaba en que fuese posible esconder niños judíos entre sus alumnos católicos. Sin embargo, le preocupaba poner en peligro a las otras monjas y el acto de deshonestidad que supondría su idea. Pidió consejo al arzobispo Saliège y la respuesta fue clara: "Mintamos, hija mía, siempre y cuando salvemos vidas humanas". 83 niños judíos En el invierno de 1942, la hermana Bergon recogió a varios niños judíos que se escondían en los bosques y valles en las inmediaciones de su región.

 Mientras las tropas alemanas y fascistas intensificaron la búsqueda de judíos, el número de niños refugiados en el convento llegó a ascender a 83. Entre ellos se encontraba Annie, cuya tía consideró que allí estaría más segura que en Toulouse. Poco después, también llegó Hélène, acompañada por su guía de la Resistencia. "Al llegar, la hermana Bergon me llevó a una habitación e intentó hacerme sentir que mis padres seguían aquí. Se portó como si fuera mi madre", describe Hélène. Pero a la chica le pesaba mucho lo que había sucedido con Ida, su hermana pequeña. "Siempre pensaba que si mi hermana no me hubiera soltado la mano, ahora estaría en el convento conmigo", dice. Albert Seifer era otro de los niños de Alsacia que se refugió en el convento.

 "Estábamos rodeados por muros altos, como en un fuerte. Estábamos muy contentos. No sentimos la guerra a pesar de estar rodeados de peligro", cuenta Albert. Parientes y cuidadores enviaban s sus niños con dinero, joyas y otros bienes de valor para pagar por el refugio antes de intentar salir de Francia. La hermana Bergon registró cómo transcurrieron esos días. "Desde comienzos de 1944, la búsqueda de judíos se volvió más estrecha y numerosa. Nos llegaban solicitudes de refugio de todas partes. Recibimos cerca de 15 niñas pequeñas. Algunas de ellas consiguieron escapar milagrosamente de la persecución de la Gestapo", escribió en 1946. 

 "Se convirtieron en nuestros niños. Nos comprometimos a devolverlos a salvo a sus familias", añadió. Además de Bergon, las únicas personas que sabían la verdad sobre el origen de los niños eran la directora de la escuela, el capellán y otras dos hermanas. Las otras 11 monjas sabían que los niños eran refugiados de la región de Alsacia y Lorena, pero desconocían que eran judíos. Como los niños no estaban familiarizados con los ritos católicos, la forma que encontraron de no levantar sospechas fue haciéndose pasar por comunistas. "En el este de Francia había muchas ciudades industriales cuyos trabajadores eran comunistas. Hacíamos como que no sabíamos nada sobre religión", dijo Annie. Peligro extremo Mientras la guerra se alargaba, los niños corrían más peligro y esto preocupaba a la hermana Bergon. 

 "Aunque todos los documentos comprometedores y la joyería de las familias de los niños estaban escondidos en varias esquinas del convento, no nos sentíamos seguros. Así que una noche, mientras todos dormían, cavamos un agujero profundo en el jardín del convento y enterramos todo lo que pudiera ser comprometedor", escribió Bergon en su diario. Annie recuerda el día de 1944 en que abrió la puerta a un miembro de la Resistencia que se presentó en el convento con una advertencia. "Rápido, debo hablar con tu directora. ¡Es muy urgente!"

 El hombre contaba que el convento había sido denunciado, que se había corrido la voz de que ocultaba niños judíos. La hermana Bergon trazó un plan con la Resistencia, quien accedió a lanzar tiros de advertencia si el enemigo se acercaba. "Los niños dormirían emparejados: los mayores con los menores. A la primera detonación, se irían deprisa pero en silencio hacia los bosques y abandonarían la casa", apuntó Bergon en su diario. Pero pronto decidió esconder a los niños sin esperar a que llegaran los invasores. Un grupo, donde estaba Annie, fue llevado a la capilla. "El capellán era un hombre fuerte y podía levantar los bancos. Abrió una trampilla en el suelo y nos metieron allí", recuerda Annie. El agujero medía 2,5 metros de largo y tenía 1,5 metros de altura. 

 Allí se escondieron siete niños durante cinco días. No podían pararse o acostarse. Solo se les permitía salir por tiempos cortos, a primera hora de la mañana, para ejercitarse, comer, beber e ir al baño. Aquellos días bajo el suelomarcaron a Annie para siempre. Desde entonces no puede dormir sin un pequeña luz encendida. Hélène tuvo algo más de suerte y fue llevada a una casa con otra familia local. Las tropas alemanas no entraron en el convento, pero dejaron rastros de destrucción en las inmediaciones. "Encontramos miembros de la Resistencia muertos y abandonados en el camino", cuenta Annie. Como muestra de respeto, depositaron flores encima de los cadáveres. En junio de 1944, las tropas fascistas que rondaban el aire se desplazaron al norte para repeler los desembarcos de los Aliados en Normandía. 

 En el camino participaron en dos masacres para castigar a los lugareños por las actividades de la Resistencia en la zona. Una vez en Normandía, fueron aplastadas por la Segunda División Blindada de Estados Unidos. Perdieron 5.000 hombres, más de 200 tanques y otros vehículos de combate. Fin de la guerra Tras la liberación del sur de Francia en agosto de 1944, los niños judíos comenzaron a abandonar el convento. Albert Seifer se reunió con su familia, incluyendo su padre, quien logró regresar con vida del campo de concentración de Auschwitz. 

 Annie y Hélène no tuvieron tanta suerte. Su tía sobrevivió, pero sus padres e Ida, la hermana pequeña, fueron asesinados en Auschwitz. Annie se instaló en Toulouse, se casó, tuvo hijos y recientemente se convirtió en bisabuela. Todavía se reúne con Albert, ahora de 90 años. Hélène se casó y tuvo un hijo, instalándose en Richmond, al oeste de Londres. Con 94 y 90 años, las hermanas viajan entre Londres y Toulouse para verse tan a menudo como pueden. A ambas les entristeció despedirse de la hermana Bergon y la visitaron de forma regular el resto de su vida. Cuando los hijos de Annie eran pequeños, los llevaba a menudo consigo para recordarles esa etapa de la historia, lo que soportó el pueblo judío. La hermana Bergon permaneció en el convento y continuó trabajando hasta su muerte en 2006 a la edad de 94 años. 

Más adelante ayudó a niños desfavorecidos y luego a inmigrantes del norte de África. En 1980 recibió honores por parte del Centro Conmemorativo del Holocausto y fue nombrada como "Justa de la Naciones". Una calle lleva su nombre en Capdenac, pero aparte de eso, el único monumento de su hazaña se encuentra en los terrenos del convento. Este cedro fue plantado el 5 de abril de 1992 en memoria de la salvación de 83 niños judíos (de diciembre de 1942 a julio de 1944) por Denise Bergon (...) a petición de Monseñor Jules-Geraud Saliège, arzobispo de Toulouse", dice la conmemoración. Se encuentra cerca del lugar donde Bergon enterró las joyas, el dinero y los artículos valiosos que dejaron los padres, y que devolvió intactos después de la guerra para ayudar a las familias a comenzar de nuevo.

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El Consejo Asesor de Salud afirmó que bajaron los casos de Covid-19

 

En la mañana de hoy, el Consejo Asesor de Salud de Zárate brindó una nueva conferencia de prensa para actualizar a la comunidad respecto de la evolución de los casos de Covid-19 en el partido. El Dr. Daniel Mautisi manifestó: “En el día de hoy la incidencia de casos bajó a 0.84 dando una tasa total de 665. Se contabilizaron 59 nuevos casos positivos de Covid, siendo 54 de Zárate y 5 de Lima, dando un total de 898 casos activos y 346 fallecidos a la fecha. 

Desde que comenzó la pandemia se recuperaron en total 12.347 personas y se registraron 13.591 casos positivos en el partido de Zárate. La meseta que teníamos, esta semana fue en caída, fue hacia abajo. Estamos viendo que la vacunación empezó a dar resultados, sé que la segunda dosis es lo que va a dejarnos tranquilos a todos”. Con respecto a la ocupación de camas de terapia por Covid expresó que hay un total de 12 camas (2 en la Clínica del Carmen y 10 en el Hospital Zonal) dando un total de 47,83% de ocupación. Asimismo, el Dr. Mautisi explicó que, gracias a la campaña de vacunación en Zárate, al momento, se produjeron 39.371 aplicaciones de primeras dosis y 9.857 segundas dosis. 

“Se está vacunando un promedio de no menos de 600 a 850 personas” agregó. También contó que continúan los operativos de detección de casos en la ciudad: “Hasta el día de ayer se llevaron a cabo 32 operativos, de los cuales 25 de ellos fueron realizados por el Municipio y los 7 restantes por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. En los cuales se relevaron 2.247 domicilios. En los operativos se entrevistó un total de 846 vecinos para testeos, detectándose que 217 de ellas eran positivos, entre testeos rápidos y por criterios clínicos y epidemiológicos”. 

 Por último, el Dr. Ariel Braida contó que esta semana se realizaron modificaciones respecto a los requerimientos de los protocolos de viajeros internacionales, principalmente de aquellos que ingresan por terminales aeroportuarias. “El requerimiento actual es que el viajero, 72 hs. antes de ingresar al país, tenga una PCR negativa, y al momento de pisar nuestro suelo vuelvan a ser hisopados, y quienes tengan destino a la Provincia de Buenos Aires, se están destinando hoteles para que permanezcan cuatro días aislados en ese lugar. Llegado el día cuatro, se los vuelve a hisopar, y si dan negativo, vuelven a sus distritos, o sus ciudades. Hasta continuar la cuarentena hasta el día 7, que vuelve por cuarta vez a ser hisopado. Es muy importante, es un cambio de protocolo que está orientado al control y a la identificación esta variante Delta que nos tiene preocupados en este momento” explicó.

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