Es verano y a tono con las vacaciones, MIRADAS HACIA EL PASADO ZARATEÑO
propone, a través de las imágenes, viajar a nuestro pasado y conocer cómo y
dónde pasaban el verano los zarateños en la primera mitad del Siglo XX.
Imágenes de picnics en la isla y en el campo, paseos y baños en el río Paraná
de las Palmas, el Club Náutico Zárate, el Balneario Municipal, la pileta de
Defensores, la fuente de la Plaza Italia nos hablan de las costumbres de nuestros
vecinos en aquellos tiempos
LOS VERANOS
DE ANTAÑO
“Para veraneos, los de antes, entonces se descansaba,
se respiraba aire puro, se gozaba de sedante silencio, se comía natural, aunque
en exceso, se gastaba poco y se disfrutaba mucho.
Las vacaciones estivales de antaño, aunque modestas y
rodeadas de precariedad, eran gratificantes, la temporada comenzaba el 8 de
diciembre cuando los franciscanos bendecían las aguas del río y los bañistas
acampaban en sus orillas; cuando los árboles comenzaban a amarillear se apagaba
el veraneo, los baúles se llenaban de recuerdos y se emprendía el regreso”
Así
caracterizaba los veranos de nuestros padres y abuelos la revista TODO ES
HISTORIA, en su número 319, en el artículo titulado: “AQUELLOS VERANEOS DE
NUESTROS MAYORES”.
Zárate siempre fue caluroso, no es una cuestión del
cambio climático global que sí trajo aparejado veranos más largos. La elevada
humedad ambiental, típica de la llanura pampeana cercana a los ríos, siempre
facilitó la poca diferencia térmica y las temperaturas elevadas durante el
solsticio estival.
¿Cómo paliaban el calor los zarateños en la primera
mitad del Siglo XX? La mayoría solo con baños domésticos de agua fría; aquellos
que tenían un poco más de tiempo, y cierta osadía para su época, hacían en
principio una escapada de unas horas en el día al natural refrigerio del
pueblo: el Río Paraná de las Palmas que desempeñó,
desde entonces, un rol fundamental en la evolución de nuestra comunidad, no
solo desde el punto de vista económico sino también como lugar de descanso y
paseo.
EI 15 de marzo de 1908 se realizó el primer
viaje entre la estación Zárate - Bajo y la estación Ibicuy de Entre Ríos,
atravesando el Paraná de las Palmas, en el ferry-boat “Lucía Carbó”. Este sistema multimodal de integración regional posibilitó la
vinculación entre los países limítrofes, la Mesopotamia y Buenos Aires
imprimiendo, al mismo tiempo, un notable impulso a la industria y al comercio
local. Las embarcaciones que efectuaban el transporte de cargas y pasajeros
entre los puertos de Zárate e Ibicuy, recorriendo diariamente una distancia de
82 kilómetros, posibilitaron, además, a las familias zarateñas la realización
de excursiones y picnics en las islas, muy frecuentes en la época estival.
Picnic
efectuado por el Centro Recreativo “Ferroviarios Unidos”, el 11 de febrero de
1923
Paseo a
Ibicuy en el ferry-boat “Lucía Carbó”. Año 1912
Picnics familiares
Desde 1928, la ciudad contó con el Club Náutico
Zárate, que no hizo más que ordenar lo que se practicaba de antaño: darse un
chapuzón en las aguas marrones, pero aún más o menos limpias, del caudaloso
Paraná de Las Palmas; además se practicaba el remo y la natación y los socios
disfrutaban los paseos en “La Popota”, como lo reflejan
estas viejas fotografías.
Década de 1930. Socios en el Club Náutico Zárate
Frente del
Club Náutico Zárate que ya en la década de 1940 contaba con más de dos mil
asociados
Club Náutico
Zárate. Año 1930
Instalaciones
del Club Náutico Zárate en la segunda mitad del Siglo XX
Con el tiempo, se sumaron a esta oferta de
equipamiento estival el Balneario Municipal y la Avda. Costanera -una obra
significativa iniciada durante la gestión del intendente Don Pedro Guerci en la
década de 1930- los paseos a la isla en la balsa -servicio habilitado en 1937-
y ya a partir de 1945 la pileta de natación del Club Defensores Unidos; los
niños disfrutaban también en la fuente de la Plaza Italia remodelada por esos
años.
La balsa arribando al
Puerto de Zárate y la pileta del Club Defensores Unidos inaugurada el 29 de
diciembre de 1945
Disfrutando
el verano en la fuente de la Plaza Italia. Décadas de 1950 y 1960
Algunas familias
podían retirarse al elegante balneario de Mar del Plata, por entonces accesible
a las clases altas, o bien a las saludables sierras de Córdoba y Tandil
prefiriendo, algunas veces, el solariego y pacífico descanso estival en la
estancia.
En estos casos el veraneo se iniciaba
con el viaje, una representación del mundo moderno, y era un verdadero generador
de expectativas y deseos y de curiosidad por experimentar novedades, el confort
y la modernidad. Se generó una cultura de la playa que comprendió pare el caso
de nuestra costa atlántica primero la contemplación y apropiación del paisaje
costero y luego la incorporación de los baños marítimos todo ello combinado con
una intensa vida social
Veraneo de familias zarateñas. Playa y baños marítimos
en la costa atlántica argentna
Familia
Guerci paseando por la vieja rambla marplatense en 1936
En las noches
estivales llegaba el paseo por las calles Justa lima de Atucha y 19 de Marzo o
bien era costumbre permanecer “tomando el fresco” en las veredas repletas de
sillas, en amable conversación con los vecinos y hasta altas horas.
Los sábados eran
frecuentes las animadas fiestas en los clubes sociales y deportivos y las
tertulias danzantes que la revista Deporte y Cultura -dirigida por A. Millán
Ramos (h)- comentaba en sus ediciones semanales. En el ejemplar N° 40, de fecha
6 de febrero de 1941, dice en relación a la Tertulia del Argentino T.C.: “El sábado se vistió de fiesta la pista al
aire libre de esta entidad, la cual contó con la presencia de numerosas
familias de los asociados y simpatizantes. El baile transcurrió así dentro de
un ambiente magnífico, pues la juventud consiguió divertirse, realzando con su
gracia el colorido y la armonía de un ambiente propicio para esta clase de
fiestas. La orquesta del señor Víctor García y sus muchachos completó la
agradable nota de la noche, bailándose con mucho entusiasmo hasta las primeras
horas del domingo.”
Con este
recorrido por la galería de fotografías históricas de nuestro archivo esperamos
haber despertado gratos recuerdos en los mayores que disfrutaron esos veranos y,
al mismo tiempo, posibilitar a las nuevas generaciones el conocimiento de los
sitios y costumbres de los zarateños en las temporadas estivales de antaño.
Arq. Silvia Irene Baccino
Fuente consultada:
“El
Museo y sus diez años” 1991/2001. Editado por la Asociación Amigos del
Museo de Zárate. Setiembre 2001
Asociación Amigos del Museo de Zárate
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