jueves, 15 de mayo de 2014

Se presentará en Campana la obra “Las putas de San Julián”

De singular éxito en el Teatro Nacional Cervantes

Se presentará en Campana la obra “Las putas de San Julián”

Versión libre sobre episodio de “La Patagonia Rebelde”, de Osvaldo Bayer. Espectáculo declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación. Será los días sábado 17 y domingo 18, a las 19:30hs, en el Teatro Municipal “Pedro Barbero”, en el marco de la continuidad de la Agenda Cultural del mes de Mayo.


La Municipalidad de Campana, por intermedio de su Secretaría de Cultura y Educación, en la continuidad de la Agenda Cultural del mes de Mayo, anuncia la presentación en el Teatro “Pedro Barbero”, de la obra “Las putas de San Julián”, de Osvaldo Bayer.

El espectáculo, declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación, y para público mayor de 16 años, se presentará los días sábado 17 y domingo 18 de mayo, desde las 19:30 horas, con entradas gratuitas que se entregaron anticipadamente y que ya se encuentran agotadas por lo que la Sala del Teatro Municipal estará repleta.

El origen de la obra, está en un capítulo del libro “Los vengadores de la Patagonia trágica” luego llamado “La Patagonia rebelde” a partir de la película que lo popularizó, y narra la negativa de las pupilas de un prostíbulo a atender a miembros del Ejército que en 1921 masacraron a obreros en el entonces Territorio Nacional de Santa Cruz.

A modo de folletín con tangos de la época, la pieza se inicia con la aparición de Bayer, muy elegante y con sus 86 años a cuestas en su primera comparecencia en un escenario teatral: los aplausos son espontáneos, emocionados, de veneración.

Bayer cuenta que el episodio debía rematar la película filmada en 1974 por el director Héctor Olivera, pero que a pesar de estar por esos días bajo un gobierno elegido por las urnas, los militares metieron presión para que el hecho no llegase a la pantalla.

De a poco empieza a ser cortejado por una bellísima mujer (Laura Wich), que no es otra de las prostitutas sino la mismísima Muerte, un personaje con la que el escritor se ha cruzado muchas veces y con la que coquetea a lo largo de la obra.

La parte dramática destaca la relación doméstica de esas chicas en estado de prostitución con la madama del lugar y los humildes clientes, peones en estado de semiesclavitud que cada vez que cobran su sueldo buscan algo de compañía.

Pero ese régimen en verdad feudal en el que los terratenientes eran dueños de vidas y haciendas se vio conmovido con la llegada, hacia 1920, de obreros anarquistas polacos, españoles e italianos a los que Bayer viene homenajeando desde las páginas de sus libros y sus columnas periodísticas.

Con esos arribos la mansedumbre se transforma en luchas y la consiguiente represión a la que el autor no duda en adjudicarle verdugos: los patrones rurales, el Ejército representado por el teniente coronel Varela y el presidente de la Nación de esos años, a los que acusa de matanzas multitudinarias negadas por la historiografía liberal.

Frente a esa carnicería, reflejada en los diarios porteños de la época como hechos sucedidos en la enorme lejanía que significaba la Patagonia, las cinco mujeres del prostíbulo deciden realizar ante los asesinos una huelga sexual al mejor estilo de la que la Lisístrata de Aristófanes emprendía hace 25 siglos.

Son cinco las mujeres que reciben terribles torturas y vejaciones por la policía (Sergio Pascual e Hilario Lafitte), mientras que Alejandra Shanahan es la patrona del local, ansiosa de ganancias e inerte a toda ética.

Hay un interesante juego escénico en la introducción de dos personajes: Bayer a los 40 años (Pablo Palavecino) y a los 80 (Lucio Cerdá), que dialogan entre sí e incluso con el ser real al que están representando.

Ese juego de comedia, en el que el texto de Mosquera se nutre obviamente de sueños y confesiones del Bayer real, sirve para descomprimir las violentas escenas en que las mujeres son castigadas y en las que reivindican, como en “Fuenteovejuna”, la responsabilidad colectiva de su decisión.

Una de las grandes virtudes de la puesta -que contempla aquello del teatro como hecho fugaz, sobre todo porque se trabaja con alguien que algún día no estará- es dosificar la oscuridad de un sistema injusto con la poesía que entraña un pensamiento como el de Bayer, donde la poesía aparece con insistencia.

A los 86 años el hombre que ha estado en todas las luchas democráticas en la Argentina, Alemania y otros lugares, sigue reivindicando la educación democrática que le dieron sus padres y soñando con su Marlene (Dietrich), su ángel de la guarda elegido, ambos personajes a cargo de Analía Slonimsky.

El espectáculo va creciendo en intensidad y a medida que se acerca el final el espectador tiene que rendirse ante tanta sensibilidad -del personaje, del autor-director, del elenco- y el rescate de la ética como motor de la vida.

Producción TNC: Lucero Margulis. Fotografía: G. Gorrini y M. Cáceres. Diseño gráfico: Verónica Duh. Asistencia de dirección: Michelle Saffores. Banda de sonido: Agustín Demicheli. Coreografía: Mónica Soruco. Diseño de iluminación: David Seldes. Diseño de vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich.




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