De singular éxito en
el Teatro Nacional Cervantes
Se presentará en Campana la obra
“Las putas de San Julián”
Versión libre sobre episodio de “La Patagonia Rebelde”,
de Osvaldo Bayer. Espectáculo declarado de Interés Cultural por la Secretaría
de Cultura de la Nación. Será los días sábado 17 y domingo
18, a las 19:30hs, en el Teatro Municipal “Pedro Barbero”, en el marco de la
continuidad de la Agenda Cultural del mes de Mayo.
La Municipalidad de
Campana, por intermedio de su Secretaría de Cultura y Educación, en la
continuidad de la Agenda Cultural del mes de Mayo, anuncia la presentación en
el Teatro “Pedro Barbero”, de la obra “Las putas de San Julián”, de Osvaldo
Bayer.
El espectáculo,
declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación, y para
público mayor de 16 años, se presentará los días sábado 17 y domingo 18 de
mayo, desde las 19:30 horas, con entradas gratuitas que se entregaron
anticipadamente y que ya se encuentran agotadas por lo que la Sala del Teatro
Municipal estará repleta.
El origen de la
obra, está en un capítulo del libro “Los vengadores de la Patagonia trágica”
luego llamado “La Patagonia rebelde” a partir de la película que lo popularizó,
y narra la negativa de las pupilas de un prostíbulo a atender a miembros del
Ejército que en 1921 masacraron a obreros en el entonces Territorio Nacional de
Santa Cruz.
A modo de folletín
con tangos de la época, la pieza se inicia con la aparición de Bayer, muy
elegante y con sus 86 años a cuestas en su primera comparecencia en un
escenario teatral: los aplausos son espontáneos, emocionados, de veneración.
Bayer cuenta que el
episodio debía rematar la película filmada en 1974 por el director Héctor
Olivera, pero que a pesar de estar por esos días bajo un gobierno elegido por las
urnas, los militares metieron presión para que el hecho no llegase a la
pantalla.
De a poco empieza a
ser cortejado por una bellísima mujer (Laura Wich), que no es otra de las
prostitutas sino la mismísima Muerte, un personaje con la que el escritor se ha
cruzado muchas veces y con la que coquetea a lo largo de la obra.
La parte dramática
destaca la relación doméstica de esas chicas en estado de prostitución con la
madama del lugar y los humildes clientes, peones en estado de semiesclavitud
que cada vez que cobran su sueldo buscan algo de compañía.
Pero ese régimen en
verdad feudal en el que los terratenientes eran dueños de vidas y haciendas se
vio conmovido con la llegada, hacia 1920, de obreros anarquistas polacos,
españoles e italianos a los que Bayer viene homenajeando desde las páginas de
sus libros y sus columnas periodísticas.
Con esos arribos la
mansedumbre se transforma en luchas y la consiguiente represión a la que el
autor no duda en adjudicarle verdugos: los patrones rurales, el Ejército representado
por el teniente coronel Varela y el presidente de la Nación de esos años, a los
que acusa de matanzas multitudinarias negadas por la historiografía liberal.
Frente a esa
carnicería, reflejada en los diarios porteños de la época como hechos sucedidos
en la enorme lejanía que significaba la Patagonia, las cinco mujeres del
prostíbulo deciden realizar ante los asesinos una huelga sexual al mejor estilo
de la que la Lisístrata de Aristófanes emprendía hace 25 siglos.
Son cinco las mujeres
que reciben terribles torturas y vejaciones por la policía (Sergio Pascual e
Hilario Lafitte), mientras que Alejandra Shanahan es la patrona del local,
ansiosa de ganancias e inerte a toda ética.
Hay un interesante
juego escénico en la introducción de dos personajes: Bayer a los 40 años (Pablo
Palavecino) y a los 80 (Lucio Cerdá), que dialogan entre sí e incluso con el
ser real al que están representando.
Ese juego de
comedia, en el que el texto de Mosquera se nutre obviamente de sueños y
confesiones del Bayer real, sirve para descomprimir las violentas escenas en
que las mujeres son castigadas y en las que reivindican, como en
“Fuenteovejuna”, la responsabilidad colectiva de su decisión.
Una de las grandes
virtudes de la puesta -que contempla aquello del teatro como hecho fugaz, sobre
todo porque se trabaja con alguien que algún día no estará- es dosificar la
oscuridad de un sistema injusto con la poesía que entraña un pensamiento como
el de Bayer, donde la poesía aparece con insistencia.
A los 86 años el
hombre que ha estado en todas las luchas democráticas en la Argentina, Alemania
y otros lugares, sigue reivindicando la educación democrática que le dieron sus
padres y soñando con su Marlene (Dietrich), su ángel de la guarda elegido,
ambos personajes a cargo de Analía Slonimsky.
El espectáculo va
creciendo en intensidad y a medida que se acerca el final el espectador tiene
que rendirse ante tanta sensibilidad -del personaje, del autor-director, del
elenco- y el rescate de la ética como motor de la vida.
Producción TNC:
Lucero Margulis. Fotografía: G. Gorrini y M. Cáceres. Diseño gráfico: Verónica
Duh. Asistencia de dirección: Michelle Saffores. Banda de sonido: Agustín
Demicheli. Coreografía: Mónica Soruco. Diseño de iluminación: David Seldes.
Diseño de vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich.
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