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miércoles, 1 de abril de 2015

Macri y Scioli, por la polarización



Por Joaquin Morales Sola


Se conocen desde hace treinta años. Los dos son hijos de empresarios. Fueron reconocidos popularmente por su afición al deporte antes que por la vocación política. Mauricio Macri yDaniel Scioli (el orden puede cambiar, según las encuestas) están cerca de cumplir un viejo sueño: competir entre ellos por la presidencia de la Nación. Hay otra coincidencia entre los dos: ninguno lo quiere a Sergio Massa, que trata de mantener con respirador artificial un triple empate que parece diluirse.

Tanto Macri como Scioli deben todavía, sin embargo, superar varios obstáculos para alcanzar una clara polarización electoral.

Macri tiene un problema que Scioli no tiene: aquél enfrentará una elección clave en su propio distrito antes de los comicios presidenciales. A su vez, Scioli necesita de la voluntad de una persona, Cristina Kirchner, para ser candidato presidencial. Jamás romperá con la Presidenta. Punto final para una historia de rumores. Macri es más independiente; requiere sólo de su suerte y de su arte. El problema de Macri no consiste en ganar la Capital. La ganará, según todas las encuestas, en un distrito en el que él mismo cuenta con más del 70 por ciento de imagen positiva. Su dilema es otro: ahora necesita ganar con Horacio Rodríguez Larreta, por quien el viernes se volcó decididamente. Descartó todos los consejos que recibió para no poner en riesgo su carrera presidencial.

Gabriela Michetti (a quien Macri sigue llamando "mi hermana") no le asegura lo que él considera primordial: la continuidad de la gestión. A las quejas de Michetti, Macri le responde que fue ella la que hizo uso y abuso de la antigua complicidad con él para competir con Rodríguez Larreta. La novedad, de todos modos, es que ambas candidaturas porteñas están empatadas para las internas de dentro de un mes. En cualquier caso, Macri ganará, pero ganará más si el vencedor fuera Rodríguez Larreta, según lo explicitó él mismo. La discordia macrista estalló en un momento inoportuno: ningún encuestador descarta un triunfo en la primera vuelta de Pro en la Capital, cosa que no ocurrió nunca.

El proyecto presidencial de Macri debe superar un conflicto más grande que esa pelea entre vecinos: el acuerdo con los radicales de Córdoba. En esa provincia, se sembró la semilla del acuerdo nacional del radicalismo con Pro y sus principales dirigentes, sobre todo Oscar Aguad, enhebraron relaciones personales e ideológicas con Macri. El problema radical es que el intendente de Córdoba, Ramón Mestre, no resigna su aspiración a ser candidato a gobernador, sitio que Macri siempre le reservó a Aguad. Todos los asesores políticos de los radicales les aconsejaron a éstos que escondieran las peleas internas porque esos revolcones les hacen daño frente al electorado independiente. Pero ni la posibilidad del poder fascina tanto a los radicales como la lucha entre radicales.

Harto de tantas disputas cordobesas, Macri nombró a un candidato propio a gobernador. Fue una presión más que una decisión: ni los radicales ni Pro podrían acceder a la gobernación de Córdoba si fueran divididos. Aun juntos tendrían por delante un serio desafío: el delasotismo gobierna esa provincia desde hace 15 años. Aguad y Luis Juez, el otro aliado de Macri, decidieron permanecer en el acuerdo con Pro bajo cualquier circunstancia. Mestre pidió una nueva encuesta para decidir qué hará. El viernes, Macri y Aguad confiaban en que el conflicto se superará en las próximas semanas.

De todos modos, el caso de Córdoba es también una señal del precio que Macri podría pagar por su acuerdo nacional con los radicales. Esperaba que Ernesto Sanz le abriera las puertas a una nueva generación de radicales, pero aparecieron los mismos de siempre. Macri no está dispuesto a presidir un eventual gobierno con los radicales pidiéndole trozos del poder del Estado. "No soy un vendedor de pizza", suele decir Macri. Tiene la formación de un empresario, para quien los equipos valen por lo que son y no por lo que representan. El jefe es uno para él, siempre, y eso lo demostró en el gobierno de la Capital, donde la disciplina política también existe. ¿Nombrará a radicales en ese potencial gobierno? Claro que sí, pero los elegirá él de acuerdo con la competencia y la identificación con cierta noción de país. Al revés de la Alianza de 1999, que fue una coalición desde el principio, esta vez se trata de una competencia interna entre varios partidos. Gobernará el que gane.

Scioli tiene clara una sola cosa: nunca se enfrentará con Cristina Kirchner. Deben descartarse, por lo tanto, las versiones sobre un supuesto deslizamiento del gobernador hacia fuera del arco cristinista para pelear la candidatura con Massa. "No voy a tirar a la basura 12 años de mi vida", responde cuando le preguntan sobre esos rumores. El riesgo más serio de Scioli es que Cristina Kirchner termine levantando la mano de Florencio Randazzo como candidato suyo en las internas abiertas de agosto. Randazzo ha crecido en las encuestas, aunque todavía no está cerca de Scioli. El 50 por ciento del kirchnerismo asegura en las encuestas que votará en esas elecciones primarias al candidato que apoye la Presidenta.

El kirchnerismo, que se diferencia y se confunde con el peronismo, retiene casi el 30 por ciento del voto del electorado nacional. Incluso, en la Capital es el segundo partido más votado, aunque muy lejos del primero, Pro. Scioli cree que él es el único que representa la permanencia y el cambio al mismo tiempo. ¿Quiere la sociedad un gobierno dialoguista y consensual? "Bien. Yo he sido dialoguista y consensual cuando nadie lo era", dice Scioli.

Cristina va y viene. Lo pone en el freezer unos días, pero luego lo saca y lo coloca en el horno también por unos días, hasta que lo devuelve al freezer. Así es la vida de Scioli, pero así fue desde el amanecer del kirchnerismo en 2003. Digan lo que digan, no hay argumento teórico contra la prueba práctica: sigue conservando casi el 30 por ciento de intención de voto presidencial. "Uno o dos puntos arriba o abajo de Mauricio", aclara siempre.

¿Y si Cristina le impusiera a Axel Kicillof como candidato a vicepresidente? Scioli tiene un mecanismo de autoayuda infalible: nunca se adelanta a los problemas, aunque éstos le llegan invariablemente. "A mí nadie me dijo nunca nada sobre eso", se ataja. Pero, en el fondo, quisiera que Macri le ofreciera la candidatura vicepresidencial a Carlos Reutemann, la adquisición política y personal más importante que hizo el líder de Pro. Scioli imagina, aunque jamás lo dice, que la fórmula kirchnerista debería tener, en tal caso, la envergadura de su oponente. Adiós a Kicillof y a los muchachos de La Cámpora. Macri no habló todavía con Reutemann, pero supone que éste preferirá renovar su banca de senador. Supone, nada más.

Macri y Scioli han llegado a una coincidencia implícita: ninguno habla nunca de Massa. Ignorarlo es condenarlo a estar fuera del campo de juego. Lo están logrando, aún en las encuestas más generosas con Massa. En estas mediciones, el ex alcalde de Tigre está estancado o en declive desde noviembre del año pasado, mientras Scioli conservó su potencial y los números de Macri se duplicaron. Massa tuvo deserciones importantes, cometió errores inexplicables (como apoyar en Santa Fe a un enemigo de Reutemann, que ahuyentó a éste del massismo) y, encima, carece del atril oficial que los otros tienen como jefes de gobiernos locales. Massa necesita una buena noticia, urgente, para reinstalar con claridad el triple empate que se le va de las manos.

Massa carece hasta de la tragedia que potencia una vida política. Los otros la tienen. Scioli perdió un brazo en un accidente. Macri fue secuestrado en 1991 por una banda de comisarios delincuentes. El drama personal los hizo famosos antes de que fueran famosos. La política también amasa la suerte con la tragedia.

jueves, 12 de febrero de 2015

La encuesta que alegra a Macri y preocupa a Scioli


Por luis Majul
Una encuesta privada y confidencial puso en estado de alerta a la presidenta Cristina Fernández y a Daniel Scioli, el candidato del Frente para la Victoria con más chances de sucederla.

Es la misma encuesta que llenó de alegría a Mauricio Macri y le dio satisfacción al líder del Frente Renovador, Sergio Massa. Fue encargada a una de las tres consultoras más importantes del país y fue realizada horas después de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Contiene información comparativa desde febrero del año pasado hasta ahora. Se aclara que las preguntas fueron realizadas a través de dos sistemas telefónicos diferentes. Uno se denomina Computer Assisted Telephonic Interviewing (CATI) y consiste en preguntas telefónicas dirigidas por una persona que repregunta y va orientando a quien contesta. El otro es el archiconocido y engorroso paquete de preguntas de una máquina de voz y sus siglas son IVR. El primer sistema (CATI) tiene más posibilidad de chequeo y rechequeo. Por lo tanto resulta más confiable.

La alerta oficial se debe a que, ante la pregunta "A quién votaría para presidente si las elecciones fueran hoy", Macri aparece, por primera vez, liderando la encuesta con 26 puntos, seguido por Massa con 22 y por Scioli, con 19. Sin embargo, se trata de contestaciones obtenidas por medio del método IVR. Al gobernador podrían tranquilizarlo con la explicación de que sigue primero, con 28 puntos, a 4 de Massa y de Macri, cuando las preguntas las formula un entrevistador "en vivo". Pero, para poner las cosas en contexto, la verdad es que después de la muerte de Nisman, y según este trabajo que la encuestadora no hizo para ser publicado, Macri sube dos puntos, Massa crece un punto y Scioli desciende cinco. Y, para colmo, en los escenarios de segunda vuelta, el gobernador pierde con Massa 42 a 29, pero también con Macri 42 a 31. La euforia del equipo del jefe de gobierno de la ciudad se basa en que el ingeniero, además, aparece superando a Massa en una hipotética segunda vuelta, 38 a 28, aunque esta pregunta podría ser considerada un tanto abstracta si uno se atiene a los cambios de escenario que en la Argentina suceden cada cinco minutos.

El otro dato que está llenando de preocupación al presidenciable Scioli es el crecimiento en 4 puntos de la respuesta "cambiaría la mayoría de las cosas" que hizo este gobierno. En diciembre era de 31 puntos y después de Nisman subió a 34. Al mismo tiempo, el porcentaje de quienes preferirían continuar con la mayoría de las cosas bajó de 26 a 20 puntos. ¿Está creciendo de manera persistente el deseo de cambio rotundo por encima del de "continuidad con cambio" o el de "continuidad sin cambios"? Es demasiado temprano para asegurarlo de manera rotunda, porque no aparecen enormes subas y bajas entre una línea y la otra. Y porque, más allá del enorme impacto inicial que produjo la muerte de Nisman, ningún encuestador serio se atreve a pronosticar que el enojo o la indignación contra el Gobierno podrá mantenerse en estos niveles durante mucho tiempo.

Los mismos consultores que entregaron el trabajo explicaron a su cliente que los porcentajes de intención de voto a presidente no pueden ser tomados como una verdad revelada si se lo preguntan a través de la máquina de voz grabada. También le aclararon que la opinión pública argentina está cada vez más "latinoamericanizada" y que a la mayoría le importan muy poco los temas vinculados con las "instituciones" y la defensa de "la República". Que siguen primero en el ranking de preocupaciones la inseguridad, el trabajo, la inflación, mucho más atrás la corrupción, y que el caso Nisman terminará diluyéndose entre otras urgencias más personales.

Sin embargo, el especialista recomendó también leer con cuidado la tendencia de intención de voto de los tres presidenciables desde febrero de 2014 hasta ahora, con respuestas logradas por el sistema CATI. En ellas, Macri pasa de 17 a 24 puntos; Massa, de 35 a 27, y Scioli se mantiene en un promedio de 26, entre los 24 puntos obtenidos en febrero del año pasado y los 27 que logra en enero de este año.

"Yo me prepararía para un escenario de triple empate hasta unos días antes de las PASO en agosto", los aconsejó.

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