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domingo, 1 de agosto de 2021

La juventud cubana toma la palabra

 




Piensa que en escenarios de alta conflictividad como el actual, “las identidades políticas funcionan como aglutinante” y, en ese sentido, las protestas “fueron una especie de vitrina”. “Hemos visto jóvenes detenidas que se definen como disidentes y opositoras; jóvenes detenidos que se definen como comunistas y socialistas; grupos de jóvenes que se han posicionado apegados al llamado del Gobierno y que también se califican como socialistas; otros colectivos que han hecho un acompañamiento crítico, pero mostrando su oposición al bloqueo y al anexionismo; y jóvenes que se identifican abiertamente como anticomunistas, opuestos al socialismo”. 

Sin olvidar, por supuesto, el grupo (mayoritario y silencioso) que no participó en las manifestaciones. Protestas en Cuba: las cosas por su nombre Cubanos en España: preocupación y esperanza ante las protestas en la isla Pero ¿qué siente y opina hoy la juventud, más allá de las protestas? ¿Cuál es su nivel de compromiso y su posición ante el cambio? ¿Son los jóvenes la clave de la evolución, o de la fractura, en el futuro? Todas estas preguntas han saltado con fuerza a la palestra estos días, y no solo es evidente la preocupación en medios intelectuales y académicos, también en las alturas políticas. 

No es casualidad que el pasado 26 de julio, fecha del asalto al cuartel Moncada, efeméride revolucionaria por excelencia, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en vez de ofrecer un discurso solemne se presentara ante las cámaras rodeado de un grupo de muchachos haciendo trabajo voluntario. Uno de cada tres cubanos nació después de la desaparición del campo socialista. Lleva la crisis del Periodo Especial marcada a fuego en el occipital. 

“Los sectores más jóvenes no tienen memoria de las etapas iniciales y más exitosas en política social del proceso. A ellos, la épica revolucionaria, las evidentes transformaciones y los beneficios de las primeras décadas no les dicen nada. Han conocido los últimos treinta años, con la secuela de pobreza, aumento sostenido de la desigualdad, proyectos de vida fallidos y expectativa por el éxodo a edades cada vez más tempranas”, asegura la historiadora Alina López, coordinadora general del portal de análisis La Joven Cuba. 

Es uno de los medios digitales más interesantes en este momento. Desde sus páginas se promovió hace algunos meses una dura carta abierta al presidente norteamericano Joe Biden para pedirle que ponga fin de una vez al embargo económico, como mejor modo de contribuir a una solución en Cuba, y del mismo modo han criticado abiertamente al Gobierno por demorar los cambios económicos estructurales que el país necesita y rechazar el diálogo con los jóvenes tras las protestas de un grupo de artistas el 27 de noviembre pasado. Jóvenes prenden las antorchas durante la inauguración del festival de cine en Gibara al oriente de de la isla, en julio del 2018. Jóvenes prenden las antorchas durante la inauguración del festival de cine en Gibara al oriente de de la isla, en julio del 2018. 

ELIANA APONTE “Los jóvenes necesitan cambios y no ven que en su país se les ofrezcan. En Cuba se abusa de la expresión «diálogo generacional». Esta concibe a los jóvenes como pasivos espectadores que tienen por encomienda salvaguardar un estado de cosas. Pues ya han dejado muy claro que no aceptan esta posición subordinada”, asegura López, que ha pedido por activa y por pasiva abrir espacios inclusivos de participación política, o atenerse a las consecuencias. Para hablar de estos temas y de lo sucedido el 11-J, un grupo de universitarios, representantes de diversas sensibilidades, acepta reunirse en territorio neutral, en una casa frente al mar. Todos declaran al empezar su amor por Cuba y hablan con el corazón en la mano, unos en contra, otros menos y algunos a favor, pero todos prefirieren no dar sus apellidos ni hacerse fotos, lo cual es revelador. 

Nada más iniciarse la conversación, Juan, en primer año de una carrera de humanidades, se declara “dentro-centrista”. A su juicio, hay dos criterios para definir la posición política en Cuba hoy en día: el primero es si te consideras “fuera” o “dentro” del proceso. “Es decir, si piensas que la revolución puede reformarse desde dentro y dar lugar a un socialismo verdadero y democrático, o los que se sienten fuera y piensan que esto es imposible, incluso hay quienes creen que indeseable”. El otro criterio “es la disposición de escuchar a los que piensan distinto e intentar que todos o casi todos puedan formar parte del proyecto futuro de nación”. Esto, dice, separa el campo político entre “extremistas y tolerantes (o centristas)”. Entonces, hay cuatro grupos: “Dentro-extremistas (principalmente el Gobierno); dentro-centristas (por ejemplo, Silvio Rodríguez, Julio César Guanche, Ailynn Torres y otros intelectuales críticos, pero comprometidos hasta cierto punto); fuera-centristas (los miembros del 27-N, e intelectuales que quieren una democracia representativa pero sus formas los llevan a dialogar con los demás actores y a estar en contra del bloqueo y otras injerencias externas); y por último fuera-extremistas (la ultraderecha de Miami, grupos que apoyan el bloqueo y la intervención)”. El análisis de este chaval de 19 años impacta por su madurez: “Lo ideal sería una alianza entre los centristas, pero el poder está en los extremos”. 

 Abierto el debate, los argumentos van cayendo de ambos lados. La mayoría, incluso el que más defiende la posición oficial y achaca gran parte de los males actuales al recrudecimiento del embargo norteamericano, coincide en que el país necesita cambios económicos urgentes. “Si no hay cambios reales, que alivien la vida de la gente y generen esperanzas, los jóvenes se seguirán marchando y las protestas se reproducirán”, dice uno de los moderados, que desearía que “el Gobierno se iluminara, reaccionara e iniciara una transición real desde arriba”. “Es el único modo”, opina, “pues el descontento y la presión popular no es suficiente para provocar los cambios necesarios si no hay voluntad política en el poder”. Salta como un tigre Julián: “No basta con cambios económicos, hay que democratizar este país y abrir verdaderos espacios de participación, y eso aquí nunca lo van a hacer”.

 La cosa se enciende, y la palabra que más se repite es “esperanza”. “Si no hay un proyecto de país mejor, y seguridad de que si te quedas en Cuba vas a tener un desarrollo profesional y un nivel de vida digno, la situación se deteriorará cada vez más, seguiremos sin esperanza”. Habla el que con más convicción defiende el sistema, y dice que sí la hay. “Hacen falta cambios, es verdad, pero hace falta también que nos quiten el bloqueo de una vez. Y en momentos como estos, cuando está en juego la estabilidad del país, el centrismo a mí me da urticaria: no estoy de acuerdo con echar todo por la borda, hay que defender lo que tenemos”, asegura el muchachón, que explica que su padre es hijo de campesinos pobrísimos y que lo que pudo lograr es “gracias a esto”. 

 Llega el pie a tierra en la voz de la única chica del grupo, que aclara que esta reunión solo representa diferentes modos de pensar de una minoría que puede considerarse privilegiada, que tiene acceso a la universidad y un cierto horizonte –”hacernos profesionales y, si este país no se arregla, largarnos”-, pero cuenta que en su barrio, en un arrabal de La Habana, no hay opciones. Los vecinos de su edad, dice, solo piensan en cosas muy concretas que les afectan, “en que se le está cayendo el techo de la casa, en que no hay comida, ni medicinas para sus padres, en que no tiene dólares para comprar en las nuevas tiendas, y que sufren colas y apagones insoportables. 

Como es obvio, en los lugares más empobrecidos, o en el campo, los jóvenes no están en nuestra discusión de si el Gobierno debe abrir espacios políticos, sino en resolver sus necesidades inmediatas, que son muchas”. Surgen entonces varios asuntos, y los análisis (ahí va el resumen) son todos interesantes: - La generación de sus padres y abuelos, aun viviendo mal, tiene cierto “apego emocional” y vínculos que hacen difícil la ruptura. Los jóvenes, no. 

Uno cuenta que el 11 de julio su madre, que piensa como él, no lo dejó salir. - Los padres han ido cambiando. Antes no les entendían. Hoy, aunque los quieren proteger, están “orgullosos” de ellos. Alguien saca el tema de la cantante Daymé Arocena, de 22 años, que al calor de los acontecimientos grabó un tema llamado Todo por ti, muy crítico con el Gobierno. Escribió en Facebook que su gran dolor era que su padre no le comprendiera y se peleara con ella. Los chicos buscan la respuesta del papá en las redes -ya funciona internet-.

 Dice el señor: “Mi niña, yo solo te puedo decir que estoy muy orgulloso de ti y la valentía con que siempre has asumido todos los retos y proyectos que te ha tocado vivir. Yo como tu padre siempre te voy a apoyar y soy de los que creo que son ustedes los jóvenes los que van a conseguir el cambio, porque no tienen ningún compromiso con el pasado y sí el deber con el futuro”. - Hay consenso entre ellos en que, si EE UU de veras quisiera ayudar a una evolución no traumática, debería “eliminar el bloqueo cuanto antes”. Pero, dicen, como esta es una variable que no depende de Cuba, las autoridades debieran focalizarse en hacer los cambios internos que saben que tienen que hacer, no en echarle la culpa de todo a EE UU. - Hay consenso en que las protestas “marcan un antes y un después”. También de que “no son suficientes”. 

“No hay una organización ni líderes capaces de transformar el descontento popular en motor de un cambio, si las autoridades no quieren”, dicen los centristas. Y añaden: “Pero si el Gobierno no actúa decididamente, al final esa organización aparecerá”. - Sobre si está en manos de las autoridades reconducir la situación, hay muchas discrepancias. “Si actúan con inteligencia y hacen verdaderos cambios aperturistas que mejoren la vida de la gente, no transformaciones cosméticas, pueden”, dice uno. “No bastan medidas económicas de alivio, hacen falta cambios políticos también”, le responden. Un tercero dice que “la pelota está en el lado del Gobierno. Tienen una gran oportunidad si la saben aprovechar”. 

La chica se ríe. Cae la noche en la casa frente al mar y sigue la discusión, y mientras en el apartamento de Carlos su abuela sigue en modo Good Bye Lenin, hablan los expertos. Tanto la historiadora (Alina López) como la psicóloga (Ailynn Torres) coinciden en que la juventud es clave en el futuro. La población cubana es de 11 millones de personas, y más del 35% son jóvenes. Según datos oficiales, en la isla hay más de un millón de graduados universitarios, y en estos momentos la matrícula en los cursos de enseñanza superior alcanza las 250.000 personas.

 ELIANA APONTE “Desde antes de las protestas hemos visto que los jóvenes han ido buscando espacios de participación y desbordando los espacios de lo político institucional”, señala Torres. Recuerda cómo ha ido creciendo la voz de los grupos feministas, antirracistas, de defensores de los animales (que se manifestaron en abril de 2019) o de los activistas por los derechos LGTBI (que se manifestaron sin permiso del Gobierno en mayo de ese mismo año). Desde La Joven Cuba, dice Alina López: “La tesis de que la escasez de alimentos y medicinas y las dificultades en la generación eléctrica fueron decisivas en la actitud de los manifestantes del 11 de julio, obvia las demandas políticas que indudablemente también explican el estallido social”.

 Y considera que “es imposible conseguir transformaciones reales en la esfera económica y social sin formular asimismo cambios políticos”. Hace unos días, la revista Alma Mater, la voz institucional de la Federación de Estudiantes Universitarios, publicó un artículo con entrevistas a cinco jóvenes que sí quisieron dar sus nombres y apellidos. Algunos eran muy críticos, tanto o más que los de la casa de Miramar. Otro hito, expresión del nuevo momento. Qué pasará finalmente, nadie lo sabe. Pero sí que los jóvenes cubanos han cambiado y que hay que contar con ellos.

martes, 20 de julio de 2021

Filtran imágenes del verdadero recibimiento a Canel en San Antonio de lo que no te cuentan....

 

 La historia favorece a quienes la cuentan, parafraseando a un dicho popular. Así ocurrió con la visita del designado gobernante Miguel Díaz-Canel a la ciudad de San Antonio de los Baños, el domingo cuando estallaron las protestas en Cuba. Primero, los medios de prensa del régimen compartieron fotos de su visita, que fue cortísima ya que al poco tiempo salió en cadena nacional desde una oficina cerrada, dando un discurso de incitación al odio. 

 Ahora se ha filtrado a las redes sociales un video que muestra el verdadero recibimiento que tuvo Canel en San Antonio: “Canel… sing-ao, no te vayas, sing-ao”, se oye en la grabación donde cientos de personas molestas hasta intentan arrojarle pomos vacíos. 

 Los ciudadanos salieron a las calles espontáneamente y de manera pacífica, la respuesta del Estado en el poder, generó más disturbios. Luego de regresar de San Antonio, el gobernante designado autorizó el uso de la fuerza contra todo aquel que estuviera en la calle en la jornada de levantamiento popular en Cuba.

 “Tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres y estamos dispuestos a todo”, señaló el domingo. “La orden de combate está dada. A la calle los revolucionarios”, dijo durante la intervención que transmitió de manera íntegra la televisión cubana tras interrumpir la programación. 

 El artista Javier Bobadilla analizó en su perfil en Facebook , su comportamiento: “No me importa que DC (Díaz-Canel) “se quede sin recursos en su reducido arsenal y pierda los estribos, y convoque a la guerra civil y aliente la violencia. Espera que el "pueblo" lo defienda. Su discurso fue el de un hombre acorralado, sudando por cada poro y apelando al fraticidio. Dio luz verde a la violencia civil. Habló de estar preparado para lo que sea”.

jueves, 17 de junio de 2021

El Gobierno ve con preocupación el aumento de protestas y las vincula con intenciones electorales de varios sectores

 

Los movimientos sociales, la Izquierda y grupos autoconvocados ponen en jaque el manejo de la calle. Aunque buscan contenerlos con planes y mayores erogaciones de fondos, acusan motivos políticos detrás de las marchas
Por Brenda Struminger 17 de Junio de 2021 bstruminger@infobae.com Mientras aflojan las restricciones a la circulación a partir de la merma de casos de coronavirus, el flanco de “la calle”, que se mantuvo bajo control el último mes, vuelve a imponerse entre las preocupaciones del Gobierno. 

Nuevas manifestaciones surgieron con fuerza la semana pasada, y para mañana se espera una gran protesta de movimientos sociales críticos del oficialismo y de la izquierda, que se organizaron a pesar de los aumentos en las erogaciones sociales de parte del Ministerio de Desarrollo Social. En la Casa Rosada sospechan de las “intenciones políticas” detrás de las marchas y apuntan a grupos “chicos”, a la izquierda, y a Libres del Sur, por la alianza con el espacio peronista opositor de Florencio Randazzo. 

 El viernes de la semana pasada, una manifestación impulsada por el Plenario del Sindicalismo Combativo, agrupamiento gremial afín al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), provocó un conflicto en el Puente Pueyrredón que derivó en incidentes. Mientras que grupos de izquierda hicieron colapsar el centro porteño cuando llegaron de a miles con bombos y altoparlantes hasta la Plaza de Mayo. Una semana después, se esperan nuevas movilizaciones, que según pudo saber Infobae, fueron gestadas en el bloque piquetero. “Casi 20 meses de Gobierno y sigue creciendo la pobreza. 

En el sexto mes del año, segundo año del mandato de Alberto Fernández, han quedado más claro que nunca sus prioridades”, reza el comunicado del Polo Obrero con la convocatoria a cortes y movilizaciones de mañana. “Nos están complicando los grupos chicos, con los que hay poco diálogo porque no están organizados. También la izquierda, y sobre todo, Libres del Sur, que sí son grandes y acaban de pactar con (Florencio) Randazzo”, dijo un hombre cercano al Presidente. 

Se refirió así al acuerdo que cerraron semanas atrás la organización que conduce Humberto Tumini -y que tiene alta fuerza de movilización- con el ex ministro de Transporte y eventual candidato a diputado, que busca disputarle poder al Frente de Todos en la Provincia. Desde el Ministerio de Desarrollo Social, que conduce Daniel Arroyo, anunciaron ayer un bono de 6000 pesos para los beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo; hace un mes aumentaron los montos de la Tarjeta Alimentar, y aseguran que la cantidad de personas que asisten a comedores comunitarios se mantiene estable, en 10 millones de personas.

 “Tenemos diálogo permanente con todos, y consideramos que algunos reclamos tienen sentido, pero hay que cuidarnos y ser cuidadosos en este contexto de pandemia”, dijo una alta fuente de Desarrollo Social, en referencia a los contagios en las marchas. En Libres del Sur y la izquierda aseguran que esas erogaciones son insuficientes, despotrican contra la tarjeta Alimentar, y piden más planes y mayores montos. A diferencia del diagnóstico en el ministerio de Arroyo, aseguran que la situación social empeoró en las últimas semanas. “Lo que otorgan no es suficiente, la gente está cada vez peor en los barrios y muchos se cayeron de clase social”, dicen cerca de Tumini, donde bregan por la reinstauración del Ingreso Federal de Emergencia (IFE) que el Gobierno implementó el año pasado y que llegó a alcanzar a 8 millones de personas. En la Nación insisten hace meses en que esos reclamos no son viables y están firmes en que no se volverá al IFE. Aseguran que hubo respuestas a las necesidades sociales a través de los aumentos en la Asignación Universal por Hijo y el incremento y la ampliación del Plan Potenciar Trabajo, además de la ampliación del Repro2, entre otros programas.

 De todas formas, según pudo saber Infobae, se evalúa la implementación de una nueva política de asistencia social, que podría tomar la forma de un “salario universal” o “ingreso universal”, para contener a los sectores medios bajos y bajos. En el Gobierno hay voces, especialmente del ala kirchnerista, que indican que los programas basados en la entrega de alimentos no son suficientes y que a veces pueden resultar contraproducentes.

 “Hay un sector que está necesitado, pero no está acostumbrado a recibir comida, y la ve como una derrota. Estamos buscando otras forma de darles una respuesta”, dijeron las fuentes. El plan de implementar un salario universal había sonado con fuerza en Balcarce 50 a mediados del año pasado, pero finalmente fue descartado por la inversión que representaba en un contexto de ajuste fiscal. Ahora, con la versatilidad que se introdujo en las cuentas públicas, vuelve a tomar protagonismo, y se transforma en una opción viable. 

La medida había sido propuesta desde distintos sectores del Frente de Todos. Uno de ellos fue el Movimiento de Trabajadores Excluidos, de Juan Grabois y otro Camino Popular, del director del Banco Nación, Claudio Lozano. Ahora podría lanzarse, aunque los detalles aún son una incógnita. Problemas paralelos Mientras tanto, otro tipo de movilizaciones complican al Gobierno: las de los grupos anticuarentena -se vieron con preocupación las que tuvieron lugar en Córdoba el último feriado-, y las de sectores empresarios y agropecuarios que se manifiestan de manera puntual en las visitas del Presidente a las provincias. El martes hubo una marcha del sector ganadero en Pergamino, a donde tenía planeado ir Alberto Fernández junto a su ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. A último momento, el primer mandatario canceló su visita. En su entorno aseguraron que no fue por la protesta sino por motivos de “agenda” en la Casa Rosada. Al día siguiente, miércoles, en Salta, empresarios gastronómicos y ciudadanos autoconvocados, enojados por el freno de sus actividades, salieron con cacerolas y bocinazos a rechazar la visita del Presidente, que había llegado para participar de la vigilia por el 200 aniversario de la muerte del general Martín Guemes. 

 Hace más de un mes funciona en la Casa Rosada una “mesa de crisis” interministerial creada para coordinar esfuerzos entre los ministerios de Seguridad, Defensa, Desarrollo Social, la jefatura de Gabinete, y referentes sociales afines al Gobierno. Desde allí vienen siguiéndose de manera semanal estos episodios y pensándose formas para desactivarlos. Algunos fueron contenidos, pero siguen produciéndose focos de conflicto, en especial con la reactivación de la circulación, y en el marco de la crisis en el año electoral.

 El funcionamiento de esa mesa fue puesto en cuestionamiento en los últimos días por referentes del Gobierno. “Hay una cuestión de inteligencia, de poder cuidar al Presidente, de elegir a dónde va y de protegerlo que no está funcionando”, sostuvo un importante dirigente del entorno de Alberto Fernández. Y adelantó que se piensa en medidas para evitar “malos momentos” por protestas contra la gestión nacional que opacan las visitas presidenciales. El antecedente más grave ocurrió en marzo, con la apedreada que recibió la camioneta del jefe del Estado en Lago Puelo, en Chubut. Desde entonces hubo cambio en los protocolos de seguridad presidencial, pero en el oficialismo creen que durante la campaña deberán reforzarse los métodos de protección e inteligencia previa, en un contexto de irritabilidad política y social.

martes, 15 de junio de 2021

Los líderes de las protestas en Colombia anuncian la suspensión temporal de las movilizaciones

 

Los representantes de las centrales obreras aseguran que lo hacen para evitar más asesinatos de jóvenes a manos de la policía y evitar que, por las aglomeraciones, se agudice la pandemia
CATALINA OQUENDO Bogotá - 15 JUN 2021 - 15:02 GMT-3 Una manifestación contra el Gobierno colombiano, en Cali, el pasado 13 de junio.

 Una manifestación contra el Gobierno colombiano, en Cali, el pasado 13 de junio.LUIS ROBAYO / AFP Tras 49 días de movilizaciones en Colombia, el comité nacional del paro- que aglutina a las centrales obreras- anunció un cambio de estrategia en las protestas contra el Gobierno de Iván Duque. Los líderes sindicales han decidido suspender temporalmente las marchas que convocaban cada miércoles en todo el país desde el 28 de abril. 

“Eso no significa que la movilización social se pare en Colombia, esta va a continuar porque las causas que la generaron se mantienen vigentes”, aseguró Francisco Maltés, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en una esperada rueda de prensa tras varios días de deliberaciones. La crítica creciente a los bloqueos que impactan la economía del país; las aglomeraciones en el pico más agresivo de la pandemia; y la falta de consensos con el Gobierno, condujeron a esta interrupción de unas movilizaciones, que ya venían menguadas. “Se trata de salvar vidas en dos direcciones”, dijo Percy Oyola, presidente de la Confederación General del Trabajo. 

El líder sindical aseguró que, de un lado, no hay garantías para el ejercicio de la protesta y esto ha generado asesinatos de jóvenes; por el otro, esperan que la interrupción de las marchas evite el crecimiento de la pandemia, que está alcanzando récord de muertes en las últimas semanas. MÁS INFORMACIÓN La Comisión Interamericana de Derechos Humanos evalúa en Colombia si hubo abusos al contener las protestas La sombra del paramilitarismo planea sobre las protestas de Colombia La muerte de jóvenes y la violencia policial han estado en el centro del estallido social. 

“No queremos que sigan matando jóvenes en las protestas”, agregó Oyola, y recordó el homicidio de Junior Jein, un reconocido músico y líder social asesinado en Cali el fin de semana a manos de civiles armados. De acuerdo con Human Rights Watch (HRW) se han documentado 34 muertes en el contexto de las manifestaciones y al menos 20 fueron a manos de policías. 

Una cifra similar admite la canciller Marta Lucía Ramírez quien habló de 21 investigaciones por homicidios contra manifestantes durante su viaje a Ginebra (Suiza) para reunirse con la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachellet. En total, hay 170 investigaciones disciplinarias contra agentes por abuso policial. La decisión del comité acaba, al menos de manera formal, el paro, aunque no necesariamente las protestas locales que se despertaron en ciudades como Cali, Medellín o Bogotá. 

En varios puntos hoy llamados de resistencia, miles de jóvenes que no se sienten representados por los líderes sindicales, siguen manifestándose contra el gobierno y se han organizado en asambleas populares pero en algunos casos han levantado las barricadas y bloqueos que obstruían el paso de los vecinos.

 Los bloqueos de vías fueron justamente las medidas más criticadas en el país. La muerte de dos bebés en ambulancias a las que les impidieron el paso; las pérdidas económicas que el Ejecutivo calcula en 3.300 millones de dólares, fueron debilitando el apoyo a las protestas. El Ministerio de Defensa asegura que han desbloqueado 1.119 vías y aún persisten 15 en Valle del Cauca, Norte de Santander y algunas zonas de Bogotá. El comité del paro estuvo sentado a la mesa con delegados del Gobierno para discutir un pliego de peticiones de seis puntos: una renta básica de un salario mínimo durante siete meses para seis millones de personas; matrícula cero durante cinco años para los estudiantes universitarios, entre otras. 

Sin embargo, el Gobierno exigía el levantamiento de los bloqueos como línea roja, mientras los delegados sindicales pedían garantías para la protesta y que el Ejecutivo condenara la violencia policial. “La respuesta al pliego de emergencia ha sido la represión y brutalidad policial que llevó a que muchísimos países del mundo condenaran el exceso de la fuerza pública contra los manifestantes”, aseguró Maltés, que señaló como victoria el retiro de la reforma tributaria y la dimisión del Ministro de Hacienda y la Canciller. 

 Después de fallidas conversaciones, el comité del paro anuncia ahora que presentará su pliego de peticiones por la vía de proyectos de Ley en el Congreso. Harán un diálogo con distintos sectores y se apoyarán en la academia para hacerlos y el próximo 20 de julio, cuando inicie una nueva legislatura, harán una movilización para presentarlos. “Aspiramos a que los congresistas no les fallen a los colombianos así como les ha fallado el presidente Duque”, agregó el líder de la Central Unitaria de Trabajadores.

martes, 8 de junio de 2021

Sigue el escándalo en Formosa: detuvieron a un empresario gastronómico y buscan casa por casa a otros que reclamaron ayer frente a la gobernación

 

Marcelo Ocampo quedó detenido en las últimas horas. “Estoy esperando en el restaurante que me vengan a buscar”, aseguró a Infobae el gastronómico Patricio Evans, quien intentó entregar ayer un petitorio a la administración de Gildo Insfrán
“Desde ese momento nos estigmatizaron como los barderos. Yo no tengo ninguna militancia política de ningún tipo, lo único que quiero es trabajar. A muchos de la asociación de gastronómicos, que integro, los amenazaron e intimidaron. Ayer no nos dejaban entrar a presentar la nota, es muy loco. Nos cerraron la puerta en la cara, pero finalmente logramos que la sellen. 

Luego se sumaron algunos comerciantes de otros rubros y en ese contexto se dio el tema de la camioneta”, aseguró Evans. “A Marcelo lo llevaron a la comisaría 8, que es semirrural, a 10 kilómetros de la ciudad, en Nueva Formosa. Le pusieron un candado a la reja y hay infantería afuera porque hay gente que se está movilizando. Él está incomunicado, es la misma causa en la que estoy yo y nos imputan por intimidación, incitar a cometer delito y lesiones. 

Todo por el tema de ayer”, explicó Evans. “Lo estaban esperando afuera de la casa. Ahí me enteré que estoy con pedido de captura, que mis abogados vieron online, y ya presentaron la eximición de prisión. También están en esa situación, Pablo Siddig, que es quien se tiró ayer arriba de la camioneta, y Gabriela Padrón, que tiene locales de ropa. Acá si alzás la voz te llevan puesto. 

Te intiman por tener un foco quemado o vender papas fritas, es una locura. Nos acusan de estar politizados y nada que ver. El año pasado, a mí y mi padre nos golpearon adentro del hotel. Es inhumano lo que está pasando en la provincia”, afirmó Evans, visiblemente nervioso por la situación. Como se mencionó, ayer el ministro de la Comunidad, a cargo de la cartera de Desarrollo Humano de Formosa, Aníbal Gómez, avanzó con su camioneta en medio de una protesta contra las restricciones provinciales. Un comerciante terminó sobre el capot del vehículo que seguía avanzando hasta que se detuvo. Todo sucedió en las inmediaciones de la Casa de Gobierno provincial y quedó registrado por las cámaras de las otras personas que protestaban en el lugar.

 Cerca del mediodía de este lunes, el Comité de COVID-19 de Formosa se reunió en la Casa de Gobierno, como lo hace diariamente, para analizar las estadísticas epidemiológicas y definir las restricciones para la provincia. En la puerta del edificio se autoconvocó un grupo de comerciantes que por las medidas adoptadas por el gobierno de Insfrán no pueden abrir sus locales. Muchos de ellos están sin trabajar desde marzo del año pasado. 

 Cuando Gómez se retiró de la reunión, a bordo de su camioneta, uno de los manifestantes, Pablo Siddig, referente de Comerciantes Unidos Formoseños según el diario local El Comercial, le gritó: “Bajá a hablar con la gente”. El funcionario no respondió al reclamo. Por el contrario, aceleró su vehículo en dirección contraria al sentido de la calle José María Uriburu de la capital provincial. 

Como consecuencia, el hombre quedó apoyado sobre el capot y quedó allí, mientras el vehículo avanzaba varios metros. Siddig terminó golpeado en su pierna derecha. “Nos están pasando por encima, literalmente. No doy más, esto te da mucha impotencia. Encima que me chocan, me quieren llevar detenido”, exclamó el hombre tras el hecho. Las cámaras de los otros manifestantes también registraron la represión de la policía local a los manifestantes para que despejaran la vía y permitieran circular al funcionario. Gómez finalmente huyó a contramano.

jueves, 6 de mayo de 2021

La represión de las protestas sella el divorcio de Duque con los jóvenes

 

Una encuesta muestra que el 74% de los ciudadanos entre los 18 y los 25 años tienen una imagen desfavorable del presidente de Colombia




Bogotá - 06 MAY 2021 - 04:35 GMT-3 Los jóvenes de Colombia están en la primera línea de las protestas contra el Gobierno de Iván Duque que han desatado enfrentamientos con la fuerza pública en las calles. Son esos manifestantes los que han arrinconado al Ejecutivo, al punto de forzarlo a retirar la fallida propuesta de reforma tributaria que detonó las movilizaciones. 

También son los jóvenes los que han puesto los 24 muertos que se cuentan hasta este miércoles, cuando se cumple una semana de marchas en el marco del llamado paro nacional, en medio de confusos episodios de brutalidad policial que han sido condenados por los organismos internacionales. : A riot police officer shoots towards protesters at Bolivar Square during national strike on May 05, 2021 in Bogota, Colombia.. (Photo by Guillermo Legaria/Getty Images) Fotogalería: 

Colombia, sumergida en las protestas y el abuso policial “Nos están matando” es una de las frases que más se repiten en las pancartas de las movilizaciones que han ocurrido en Colombia durante el mandato de Duque, que atraviesa una pronunciada crisis de popularidad. Antes, ese lema se refería principalmente al incesante asesinato de líderes sociales en lugares apartados del país, pero ahora también recoge a los jóvenes de las ciudades y los numerosos episodios de exceso de uso de la fuerza en el marco de las protestas. “Yo quiero estudiar para cambiar la sociedad”, es otro de los cánticos más repetidos. MÁS INFORMACIÓN “Si así son las marchantes, qué rico echarles gases”: cómo acosan los policías a las mujeres que protestan en Colombia Iván Duque tiende la mano a los manifestantes para frenar la violencia en las calles de Colombia Los manifestantes se han volcado a las calles a pesar de que el país atraviesa el peor momento de la pandemia y una tercera ola de contagios con los hospitales cerca del colapso. “Hay gente muriendo de hambre, no es solamente por covid … La peor pandemia es el racismo”, señaló a este periódico Isamari Quito, una estudiante de Derecho de 20 años vinculada a organizaciones del “pueblo negro”, en medio de las primeras marchas en Bogotá. “Básicamente esto es una cacería”, valora Luna Giraldo Gallego, estudiante universitaria en la ciudad de Manizales, que ha salido a marchar todos los días desde el 28 de abril y ha inhalado en más de una ocasión los gases lacrimógenos del Escuadrón Móvil Antidisturbios, el Esmad. En vídeo, declaraciones del presidente colombiano, Iván Duque.PRESIDENCIA DE COLOMBIA Las encuestas coinciden en que Duque ha perdido decididamente el favor de los jóvenes. El 74 % de los consultados entre 18 y 25 años tenía una imagen desfavorable del mandatario en una reciente medición de la firma Cifras y Conceptos. A sus 44 años, Duque es el presidente más joven en la historia reciente de Colombia y, aunque llegó al poder con 42 años recién cumplidos, siempre ha exhibido, desde la propia campaña, sus credenciales conservadoras. 

Esa paradoja ha planeado durante todo su mandato, y lo ha hecho, una vez más, durante esta semana de zozobra. Aunque el Gobierno se abrió a un proceso de diálogo político en busca de una nueva reforma consensuada, la movilización no amaina, y los jóvenes son un componente central del cóctel de descontento que cerca al Ejecutivo del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por Álvaro Uribe. El expresidente ha defendido que policías y militares tienen derecho a usar las armas en las protestas. “Con los que hay que dialogar es con los que están en las calles, que son los jóvenes, quienes en su mayoría ni estudian ni trabajan. Jóvenes que sienten con dolor que no tienen futuro y que no se les está escuchando”, declaró este miércoles la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, al aludir al difícil proceso que ha echado a andar el Gobierno nacional. La noche de enfrentamientos en la capital dejó casi un centenar de heridos, y durante las movilizaciones de la jornada un grupo de encapuchados tumbó las vallas de seguridad que rodean el Capitolio, en la plaza de Bolívar. Algunos congresistas fueron evacuados de manera preventiva. 

La semana de protestas y disturbios en distintas ciudades ha dejado 24 muertos, según la Defensoría del Pueblo, que también ha publicado un listado con decenas de desaparecidos, mientras Human Rights Watch ha recibido denuncias sobre 31 muertes. “Uno siente que este Gobierno, a pesar de que está en cabeza del presidente más joven de la historia, insiste en ideas absolutamente vencidas, caducas, que están mandadas a recoger”, expresa Jennifer Pedraza, de 25 años, representante estudiantil de la Universidad Nacional y miembro del Comité del Paro, que agrupa a las organizaciones que convocan las manifestaciones. Anticipa que, a pesar de que hayan retirado la reforma tributaria, la movilización continuará para exigir que el Ejecutivo garantice el derecho constitucional a la protesta y desmilitarice las ciudades. “Salir a marchar con este Gobierno ha sido una actividad de alto riesgo”, se lamenta. La población colombiana en general, y los jóvenes en particular, asegura, están esperando un cambio. “Llevamos años de gobiernos represivos, con un paradigma demasiado ortodoxo de la economía. Eso no nos ha hecho a las generaciones actuales la vida más fácil sino cada vez más y más difícil”. Los une el desencanto, el rechazo a la clase política y un profundo malestar frente al Gobierno. En la oleada de protestas que ya habían sacudido al país a finales de 2019, los jóvenes de universidades públicas y privadas fueron destacados protagonistas. 

Con su acción colectiva, los estudiantes “lograron una tarea titánica en un país en donde el cinismo y el escepticismo son la norma: lograron inspirarnos”, escribe la politóloga e internacionalista Sandra Borda en Parar para avanzar, su libro sobre el movimiento estudiantil. Pero la actual oleada de movilizaciones marca diferencias. La pandemia y los confinamientos han contribuido al aumento de la desigualdad y han hecho más difícil acceder a la educación, la salud, e inclusive, la manutención, con protestas sociales muy difíciles de controlar. Son manifestaciones más espontáneas y emocionales, menos controladas por organizaciones –sindicales o estudiantiles– y potencialmente, como se ha visto en los últimos días en ciudades como Bogotá o Cali, más violentas. Muchos de estos jóvenes no están integrados ni en el sistema educativo ni en el laboral. Sus familias están marginadas, sin redes de apoyo. “Esta es una manifestación por la supervivencia. 

Son jóvenes que están mucho más en el límite, y por la naturaleza de los barrios que habitan, tienen una relación fatal con la fuerza pública”, valora Borda. El diálogo que convoca el Ejecutivo de Duque presenta problemas difíciles de superar con respecto a estos jóvenes, entre ellos la represión de las fuerzas de seguridad. “No puedes convocar a la gente que asesinas en la calle a que se siente a conversar. Ahí hay un problema de credibilidad enorme”.

sábado, 12 de agosto de 2017

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