jueves, 27 de marzo de 2014

Orgia de turistas en Machu Pichu ...


Orgía en las ruinas incas: sexo, drogas y descontrol en Perú

Unos 60 turistas fueron detenidos en el Parque Arqueológico de Sacsayhuamán por "protagonizar escandalosas y frenéticas fiestas"

Los turistas de distintas nacionalidades, en su mayoría israelíes, fueron arrestados en viviendas ubicadas en el en el sector de Mulluqocha del Parque Arqueológico de Sacsayhuamán. La Dirección de Cultura de Cusco informó que los descubrieron "cuando se escuchó música estridente y gritos destemplados".
Según difundió el diario peruano El Comercio, los detenidos se encontraban en cuatro viviendas realizando actos calificados como "bochornosos" por el organismo estatal.  La emisora RPP Noticias detalló que los extranjeros "se estaban drogando, bebiendo alcohol y participando en orgías". Esos inmuebles de adobe habían sido construidos de forma clandestina, por lo que se dispuso su demolición.
"En una de las viviendas, que cuenta con sótano, se halló 21 piezas de cerámica inca que probablemente fueron desenterradas durante la construcción del inmueble", reveló Marco Marcés Pareja, subdirector de Patrimonio Cultural y Defensa del Patrimonio.
Este no es el único episodio con extranjeros osados en las ruinas peruanas. Días atrás, turistas canadienses fueronarrestados por desnudarse en el Machu Picchu. La Dirección de Cultura, advirtió que no se tolerarán estas actitudes.
"Cualquier acto irrespetuoso, obsceno o irreverente a la sacralidad del sitio patrimonial será severamente sancionado con la inmediata expulsión del lugar, reportando el hecho a la Embajada del infractor", rezan los carteles que están por todas partes en las ruinas. De hecho, la leyenda también tiene una versión en inglés.

Se han demorado en gritar “Cubanos Go Home” dice la Hija de Fidel




Hija de Fidel Castro les canta la verdad a los venezolanos: Se han demorado en gritar “Cubanos Go Home”


Alina Fernández Revuelta, hija del dictador Fidel Castro, exiliada en Francia, les canta la pura verdad a los Venezolanos.
El grito provoca una emoción agridulce, no puedo definirla. “Cubanos Go Home”, es el clamor de las calles venezolanas en estos días. Pero ese grito, que es el de los jóvenes de hoy, tenía que haber sido el de sus abuelos, sus padres y maestros, tenía que haber sido el de los jóvenes de ayer. Los estudiantes que están protestando hoy, están pagando la confusión, el desinterés o la ignorancia de las generaciones que los precedieron, reseña Aqui y Ahora.
Alina Fernandez Revuelta hija de Fidel Castro
Los muchachos que están echando este pulso desigual, tan indefensos, tan desconocedores de la crueldad y la irreverencia de su adversario (su propio gobierno), no votaron para elegir como presidente a Hugo Chávez. Fueron sus abuelos, sus padres o maestros quienes lo hicieron. Ellos son los que tenían que haber gritado, hace muchos años, “Cubanos, Go Home”. Porque los cubanos no están en Venezuela desde 1999. Están ahí desde los años 60, lo sabemos por innumerables testimonios de exguerrilleros como Américo Martin, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Lo sabemos por Douglas Bravo, quien dirigía por entonces a una agrupación guerrillera diferente. Martin viajó a Cuba en cuanto triunfó la revolución para reunirse con los hermanos Castro, que con su habitual estrategia, deben haberlo convencido de unirse a Douglas Bravo.
Es sabido que Fidel Castro ha seguido la misma pauta con todas las agrupaciones guerrilleras de América Latina. Una oposición coherente y cohesionada es lo que siempre ha exigido Cuba a cambio de apoyo subversivo. Venezuela tenia, pues, su propia guerrilla. De alguna manera, Martin y Bravo acabaron en simbiosis. Así se unieron el MIR y el Partido de la Revolución Venezolana para conformar el Frente de Liberación Nacional (FALN-FLN).
Ya sé que los nombres y las siglas le añaden densidad a la anécdota, pero es imposible ignorar esta fusión, que fue la condición que impuso Castro a cambio de su ayuda. Martin, Bravo y otros guerrilleros de aquel entonces se han cansado de hacer estas denuncias. Pero los conversos nunca han inspirado confianza: dos procastristas que cambian de opinión y bando, han tropezado el resto de sus vidas con oídos sordos. Debe ser por eso que tanta gente votó por Chávez, por no creer en la sinceridad de los conversos. ¿Será que se olvidaron de su propia historia esos que lo eligieron? Veo a esos niños sentados en las calles y me pregunto: ¿Quiénes son los verdaderos responsables?
Posiblemente los abuelos, padres o maestros de estos adolescentes en las calles, además de olvidarse del FALN-FLN, tampoco oyeron hablar jamás de un tal Arnaldo Ochoa. Y si lo oyeron mencionar alguna vez, probablemente fue cuando lo fusilaron en Cuba, un día cualquiera de julio de 1989. Sin embargo, cuando Martin y Bravo se pusieron de acuerdo, ya hacía meses que Ochoa, por ese entonces todavía capitán, estaba operando en Venezuela. Se dice que allí fue su bautismo de fuego. En todo caso, su primera intervención armada fue la tristemente célebre emboscada de Cerro Atascadero. Al año siguiente, en 1967, estaba al frente de la segunda emboscada a efectivos del ejército, en el Mortero.
El capitán Ochoa regresó a la isla cubierto en honores. Gracias a sus andanzas haciendo la guerra por el mundo, fue ascendido a general y Héroe de la República de Cuba. Para ir a dar frente a un pelotón de fusilamiento acusado de narcotraficante. ¿Nadie se enteró en Venezuela?
De manera que desde hace muchos años, desde hace exactamente 50 años, había que haber gritado en Venezuela, “Cubanos Go Home”. No estamos en el negocio de buscar culpables, ni somos detectives de la historia reciente de América Latina, pero, ¿nadie sabía? ¿Nadie escuchaba? Por lo visto ni el propio ejército venezolano sabía lo que se estaba gestando en sus entrañas. Porque ya en 1982, Hugo Chávez había creado el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200. ¡Chávez si sabía! Adiestró a esa especie de ejército paralelo personal, hasta que 10 años más tarde le dio un golpe de estado al presidente Carlos Andrés Pérez. El presidente salvó el pellejo de milagro y pudo alertar al pueblo desde el canal Venevisión. Así que los abuelos, los padres y maestros, sabían muy bien lo que estaba pasando. Pero no deben tener mucha memoria cuando eligieron presidente al mismísimo general golpista, solo siete años después. Hugo Chávez Frías fue elegido democráticamente en 1999. Con todo el aparato de inteligencia cubano a sus espaldas, que está allí desde que él tenía 12 años y que convirtió en su criatura desde la década de los 80.

¿De veras que nadie sabía nada? Los hermanos venezolanos se han demorado medio siglo en gritar “Cubanos Go Home”

(*) Muchos venezolanos consideraron “nota” conocer, ser amigo, traer a su casa, a un exguerrillero, o a un dirigente de izquierda. Los veían como abnegados Robin Hood, altruistas, desprendidos, románticos. Admiraban a todo lo cubano de la isla y despreciaban a los de la península adyacente. Veían al asesino tirano Castro como el David que se le plantó al Goliat EE.UU. El resentimiento iberoamericano eterno con los EE.UU. los hacía -los hace- tomar partido automáticamente por el supuesto David. Calificarse de izquierda siempre fue motivo de orgullo, y de derecha o conservador, un baldón. En la universidad echaban su voto por algún partido de izquierda. Sus opiniones siempre eran -son- de izquierda (economía, visión del mundo, de la sociedad, de la religión, de la educación, de todo). Mil curas incluidos. Ahora la están pagando muy caro. Pero ni esto los hará entender.
“Los estudiantes que están protestando hoy, están pagando la confusión, el desinterés o la ignorancia de las generaciones que los precedieron”, Alina Fernández Revuelta.

Dolina reconoce el ESTADO LIBERAL

La confesión brutal de un intelectual orgánico


DOLINA
Alejandro Dolina es lo que Antonio Gramsci definiría como un intelectual orgánico, es decir, alguien que gotea sin descanso un mantra incansable cuyo objetivo final es el cambio del sentido común medio de la gente.
El marxista italiano creía (con razón) que una vez cambiado ese eje de pensamiento colectivo no haría falta la violencia para imponer el comunismo: la gente lo pediría voluntariamente.
Se trataba de una apuesta cultural. Gramsci tenía muchas diferencias metodológicas con los que creían que el componente de la violencia física era una parte necesaria del proceso para imponer la dictadura del proletariado. Los llamaba “bestias”. Y proponía otros caminos: la conquista mental del núcleo medio de la sociedad; llegar allí por la explotación de los medios de comunicación, del cine, del arte, de la poesía, del periodismo… Conquistado ese terreno, la violencia sería innecesaria.
Alejandro Dolina es un trabajador indefinible. No es un periodista, pero trabaja en los medios desde hace muchos años; no es un poeta, pero escribe por aquí y por allá y ha ganado fama de decidor ocurrente; no es un intelectual, pero retuerce su lenguaje atinadamente y, si no lo es, lo parece; no es un escritor pero ha publicado obras; no es un actor, pero más de uno diría que es un “artista”, como mi abuelo definía a la farándula y a los que salían en las revistas.
Eso es un intelectual orgánico: un hombre que no encuadra en ninguna de las definiciones tradicionales pero que comunica permanentemente, que tiene espacios, que es consultado. Hoy diríamos, “que tiene aire”.
Muy bien, este personaje, Alejandro Dolina, acaba de decir en un de estos programas que también son toda una definición de la época (se los llama “programas de panelistas”, porque ya no son de “chimentos”, porque han dejado de hablar meramente de la farándula y se han metido con la política, con la economía y con la inseguridad, mezclando la inflación con Nazarena Vélez, y el pago del cupón del PBI con Maradona,  con la misma facilidad que cualquiera de nosotros se cambia de camisa) que “para los que quieran un Estado liberal en donde se pueda prosperar libremente…” El tono de la frase caía hacía el final de las palabras como dando a entender que los que quieren eso, bueno, allá ellos… Y continuó, “pero los que queremos un Estado que intervenga en la economía, que vigile y que controle…” Esta vez, en lugar de caer, el tono se encendía hacia el final de la frase, como enfatizando que allí estaba la razón, que ése era el modelo de la verdad, que lo otro era una mácula minoritaria del pensamiento que podían llegar a sostener algunos alienados, pero para los que querían la “normalidad”, bueno, era el gobierno de la Sra de Kirchner el que los estaba representando.
Se trató de un vómito. Dolina, acelerado por la propia dinámica desordenada de esos programas (el conductor de éste en particular tiene un bate de béisbol para amenazar con poner orden a la fuerza cuando todo se desmadra en una cadena incompresinble de gritos, todos mezclados) expresó de modo dramático una verdad que muchos otros, más pícaros que él, ocultan y disimulan.
El intelectual mató al orgánico. El sentido común de las premisas racionalistas siguió el orden lógico que la política oculta, porque si todos actuaran sobre la base de ese tipo de sincericidio, la gente se daría cuenta y su negocio se les acabaría.
¿Cuál fue la confesión brutal de Dolina? ¿qué dijo -evidentemente sin darse cuenta, sin advertir que el fragor de su discusión lo estaba llevando a admitir, efectivamente, el corazón del problema, el núcleo final que distingue las concepciones en pugna- que nadie advirtió lo suficientemente rápido como para poner de relieve que allí, en esa frase, quedaba demostrado cuál es la verdad de lo que se estaba discutiendo?
Lo que Dolina dijo fue que en un Estado “liberal” SE PUEDE PROSPERAR LIBREMENTE y que en un Estado intervencionista EL GOBIERNO DECIDE QUIEN Y CUANTO PROSPERA. Esta es la confesión más clara y absoluta proveniente de un defensor del intervencionismo del Estado  -que por lo menos yo he escuchado- en el sentido de que lo que este tipo de concepción se propone es que la gente NO PROSPERE LIBREMENTE.
Es, en el mejor de los casos, la confesión más cruel de la predilección por la pobreza y de la preferencia por la miseria igualitaria. Y, en el peor de los casos, la admisión de que se está a favor de un régimen corrupto que encumbre a una casta verdaderamente desigual (a la que no le falta nada, que viste la mejor ropa, que come en los mejores lugares, que viaja, que tiene su vida arreglada) para que desde las Altas Torres disponga quién progresa y quién no, hasta dónde se es pobre y hasta qué nivel dejaran prosperar a los demás.
Y Dolina tiene razón. Es exactamente así. De lo que se discute (o de lo que se debería discutir) es si queremos un “Estado en donde se pueda prosperar libremente” (no lo digo yo, lo dice Dolina) o si queremos un Estado en donde la prosperidad esté limitada por la casta del poder a la que le conviene mantener pauperizadas a amplias franjas sociales para ir allí a hacer demagogia populista y conservar de ese modo el poder a través de una democracia deficitaria.
Esa es toda la discusión: la construcción de un “Estado liberal” (como lo llamó Dolina) en donde todos puedan prosperar libremente y en dónde el techo de la prosperidad esté marcado por los esfuerzos que cada uno esté dispuesto a hacer, por la inventiva, por la creatividad, por la búsqueda constante de una felicidad que, mientras se busca, crea riqueza interdependiente; o, al contrario, el establecimiento de un Estado autoritario en donde los límites a la vida de cada uno los defina una superestructura que desde la comodidad de sus cargos nos convenza de que su intervención es en pos de la igualdad y de la redistribución del ingreso.
Nunca antes en un medio masivo de comunicación había escuchado yo una síntesis tan clara y tan bestial de lo que no puede tomarse de otro modo como no sea una confesión. Quien decía que en un “Estado liberal” se puede “prosperar libremente”, no era un defensor del Estado liberal, era un intelectual orgánico del intervencionismo autoritario. Era él quien tácitamente confesaba que el Estado colectivista llena de trabas la vida para que la gente no prospere. Y eso deja al desnudo por qué para esa concepción la prosperidad individual es un enemigo: si la gente pudiera prosperar individualmente, POR SUS PROPIOS MEDIOS, esa casta se volvería en gran medida inútil. O no “inútil” en los términos en que podría interpretarse la palabra “inútil”, pero si reducida a los verdaderos límites de los cuales nunca debieron salir: unos simples administradores de los dineros públicos (que sobradamente importante debería ser esa misión), inquilinos temporarios de un poder que la gente común les endosa para poder ocuparse de los más importantes quehaceres de su vida privada y responsables por el manejo limpio y transparente de la administración común. Pero punto. Esa, ni más -pero tampoco menos-, debería ser su misión. Ni salvadores de la Patria, ni mucho menos la Patria misma, ni fundadores de ninguna era, ni protectores de nadie, ni acreedores de ninguna idolatría.
Para el colectivismo es fundamental hacer como que ayuda a los que menos tienen, pero “hasta ahí”, no sea cosa que salgan de la pobreza y de la dependencia realmente y los pierda como carne de cañón electoral: los mejoro hasta donde valoren esa mejora como algo que depende de mi voluntad dárselo, pero no los mejoro al punto de perderlos como zombies prestadores de votos.
¿Quién puede defender una indignidad semejante?, ¿quién puede perfeccionar la hipocresía al punto de llegar a ponerle un pie deliberado en la cabeza del crecimiento de la gente, porque si la deja crecer a lo mejor los pierde como masa electoral? ¿quién puede hacer semejante cálculo político?
Obviamente un beneficiado groso. Un participante de la primera fila de los presupuestos públicos, un militante a sueldo. Pero Dolina no es eso. Dolina es, probablemente, un convencido inocente de que la intervención dosificada del gobierno puede contribuir a la constitución de una sociedad más feliz. Dolina carece de la picardía del beneficiado directo. Es un instrumento, una herramienta, un engranaje que la maquinaria usa para seguir el camino gramsciano de cambiar “el sentido común colectivo”
En ese oceáno de inocencia se le escapó un exabrupto. Pero su incontinencia dejó expuestas,  quizás como nunca antes, las verdaderas disyuntivas entre las que la sociedad argentina debería elegir.

Mato a su amiga por el faceebok


Adolescente mató a su amiga por una traición en Facebook

La mexicana Anel Baéz, de 16 años, fue hallada en su dormitorio con al menos 65 puñaladas en el cuerpo. Se trató de una venganza por la publicación de fotos en la red social

La joven Erandy Elizabeth había amenazado en redes sociales a su compañera, lanzando mensajes como: "Puede que parezca muy calmada, pero en mi cabeza,  te he matado al menos tres veces"  y "Voy a sepultarte antes de que pase este año".
Según el diario Excelsior, amigas de la víctima contaron que hacía un tiempo que no se hablaban y que el pasado miércoles 19 de marzo, sabiendo que estaría sola, Erandy había acudido a la casa de Anel con dos helados en la mano. Anel la invitó a su subir a su habitación y Erandy pidió permiso para ir al baño, pero fue a la cocina y regresó con un cuchillo en la mano.
Fue capturada cuando acudió al funeral de Anel. En su declaración ministerial, la detenida aseguró que el principal motivo fue una venganza, porque la víctima subió a Facebook  fotos donde ambas aparecían desnudas.


El procurador de Justicia mexicano, Marco Antonio Higuera, confirmó que una compañera de escuela es culpable de la muerte. Y agregó: "Si fuera mayor de edad, hablaríamos de un homicidio agravado, donde se sancionaría con pena de prisión. Aquí hablamos de internamiento y lo máximo que puede estar internada es siete años".
Los familiares y amigos realizaron una marcha para exigir un castigo más severo contra Erandy Elizabeth. En octubre de 2012, Anel había subido una foto a su cuenta de Facebook donde decía que "amaba" a su amiga.

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