viernes, 9 de abril de 2021

Las ‘prácticas médicas’ más inverosímiles de la historia


Por JOSEP FITA BARCELONA

Las ‘prácticas médicas’ más inverosímiles de la historia Es una obviedad. La medicina ha evolucionado con el paso de los siglos de manera exponencial. Esta es una de esas afirmaciones que, por sólida y evidente, deja poco margen al debate. Pero claro, si hoy hablamos de un progreso de dimensiones astronómicas en el campo de la investigación médica, quiere decir, de manera irremediable, que los estándares de calidad dejaban bastante que desear no hace muchos años atrás. Imagínense las prácticas médicas que uno puede encontrar si se remonta a épocas pretéritas. Efectivamente, son muchas las barbaridades que se han hecho en nombre de la medicina a lo largo de la historia. Algunas se perpetraron por desconocimiento, aunque de buena fe; otras, seguramente, por exceso de soberbia; y otras tantas por un afán puramente crematístico, aprovechándose de la desesperación de quien creía encontrarse a las puertas de la muerte. Los que siguen son algunos de los múltiples ejemplos de métodos extravagantes vinculados con la salud que se han llevado a cabo alguna vez con resultados más que cuestionables.

Sangrías
Esta práctica era muy común en los siglos XV, XVI y XVII y se usó hasta bien entrado el XIX. Consistía en extraer sangre de un paciente a través de un objeto punzante, agujas e incluso sanguijuelas. Lo que se pretendía era equilibrar los llamados por aquel entonces humores del cuerpo: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. Se creía que estos humores eran segregados por el corazón, el cerebro, el hígado y el bazo respectivamente. Aunque este procedimiento ya no se usa, por carecer de efectos curativos, sí que hoy en día hay personas que, mediante donaciones de sangre, siguen un tratamiento para disminuir este líquido de su cuerpo. Son pacientes que sufren poliglobulia, un trastorno que, a grandes rasgos, se podría definir como el aumento de glóbulos rojos y que puede ser motivado por diferentes causas.

Tratamiento con mercurio
Hoy en día, es de dominio público que el mercurio es tóxico. Pero siglos atrás este extremo se desconocía. Prueba de ello es que las sales hechas con este metal pesado se utilizaron para tratar la sífilis desde el siglo XV hasta el XIX. También se usaba como antiséptico para las heridas. “El tratamiento podía ser administrado vía bucal, rectal o a través de fricciones”, explica a La Vanguardia la doctora y egiptóloga Rosa Dinarès. “El ungüento fabricado con mercurio, zumo de limón, mantequilla de cerdo, ceniza y aceite se extendía siete veces [el siete es un número mágico] por todo el tronco”, agrega. Evidentemente, ni los egipcios, que tenían un amplio conocimiento de la anatomía humana, ni ninguna otro civilización conocían por aquel entonces lo perjudicial que podía resultar el uso de este elemento químico. “Es tóxico para el sistema nervioso y el inmunitario, para el aparato digestivo, la piel, los pulmones y los riñones”, asevera Dinarès. Los efectos secundarios pueden hacer acto de presencia en forma de temblores, insomnio, pérdida de memoria y alteraciones cognitivas y motoras.

Trepanaciones
Hay constancia de esta práctica, la trepanación, en el Neolítico. Consiste en agujerear el cráneo con un elemento punzante –o con cuchillos de metal cuando ya existían- para llegar hasta el cerebro. Con este método se pretendían curar desde migrañas hasta epilepsias o psicosis. En civilizaciones más antiguas, como la egipcia o la maya, “no se sabe con seguridad si la práctica consistía en una intervención quirúrgica o respondía sólo a un ritual”, señala Dinarès. El hecho de sufrir una trepanación no tenía por qué ser sinónimo de muerte. “Se han encontrado cráneos trepanados con signos de supervivencia. Lo demuestra el crecimiento de hueso nuevo alrededor del agujero de la trepanación”, subraya esta egiptóloga. Dicha práctica médica está hoy vigente. Por ejemplo, para drenar un hematoma. Es una técnica habitual de los neurocirujanos.

Lobotomías
Esta técnica consistía en practicar unas perforaciones en el cerebro para, posteriormente, introducir un instrumento afilado –un leucótomo- con el que se practicaba una incisión para cortar las conexiones entre los lóbulos frontales y el resto del cerebro. Con este método se pretendía curar personas que sufrían psicosis. Fue el neurólogo portugués Egas Moniz quien ideó esta técnica, adoptada por otros galenos posteriormente. En 1936, el neurólogo estadounidense Walter Freeman, que no era cirujano, llevó a cabo la primera lobotomía practicada en Estados Unidos. Más tarde divulgaría este procedimiento médico por el mundo entero.

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