Marcos Aguinis: Nos hemos resignado a las mentiras
5 de marzo de 2014Uno de los fiscales más valientes, lúcidos y honestos que ha producido la Argentina se llama Julio César Strassera. Se desempeñó con sobriedad en el juicio a las Juntas y mantiene una impecable
A Strassera no le tembló la voz cuando se refirió a Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto. “Lo de Hebe no me sorprendió, pero lo de Carlotto sí.” También fue durísimo con la designación de César Milani como jefe del Ejército. “Hoy, hay militares presos por mucho menos de lo que se le atribuye a Milani”, dijo. Incluyó, en el tenebroso mapa, a la Justicia. “Se quiere colonizar el Poder Judicial para garantizar impunidad futura; esta gente teme que si viene un gobierno decente va a tener que responder ante la Justicia.”
La machacona y desvergonzada propaganda ha impuesto en amplias franjas sociales una visión errónea. Los autodenominados protectores del pueblo parecen ser, en gran medida y según revelan las investigaciones periodísticas y judiciales, saqueadores de la riqueza nacional. La debida transparencia inherente a una democracia verdadera es encubrimiento tenaz y hasta burlón. La República es desguazada sin clemencia delante de nuestros ojos. Día tras día. Con mentiras al galope.
Es curioso que muchos jefes de Estado -que sí son democráticos porque no han arrodillado al Congreso, ni a la Justicia, ni muchos medios de prensa, ni descalifican las voces opositoras, ni echan la culpa de su ineficiencia a diversos factores sociales- sigan rindiendo culto al patriarca de Cuba o al circense presidente Maduro. ¿Cobardía ante la mentira de que ellos (nada menos que ellos) son el progreso? También se suponía que Stalin y Mao eran el progreso, pero el genuino progreso empezó a crecer de forma notable tras su muerte.
En la Argentina nos hemos resignado a la mentira. No se explicaría si no que durante tantos años una institución oficial como el Indec arrojase estadísticas falsificadas con alevosía. No se toleraría la mentira de que Fútbol para Todos existe para elevar el deporte, sino para inyectar una alta dosis de propaganda goebbeliana. No se aceptaría que la Presidenta diga que usa la cadena oficial porque los medios independientes no difunden los éxitos de su gestión, ya que su gestión dispone de una extensa, oceánica y abrumadora red de medios que sólo se dedica a ensalzarla. No se impediría la impresión de billetes de quinientos o mil pesos para que sigamos con la mentirosa ilusión de que la inflación es inexistente. No se habría dicho que la inseguridad es sólo una sensación. Una mentira tras otra. O encima de otra. O dentro de otra. Incesantes. Selváticas. Por eso los cañonazos del fiscal Strassera funcionan como un oportuno reflector. Muestran que nuestro jardín de las mentiras está impregnado de un veneno al que, tarde o temprano, lograremos erradicar.
Marcos Aguinis
@AguinisMarcos
Médico psiquiatra
Escritor y ministro de la Cultura en el primer gobierno de Argentina después de salir de las dictaduras militares