martes, 13 de abril de 2021

Norte uruguayo en el 1800

 En el escenario de los verdes paisajes del Norte uruguayo en los que pacíficas ovejas alternan hoy con plantíos, bosques y molinos de viento, hace 200 años malones indígenas atemorizaban a la sociedad colonial, raptando mujeres a las que obligaban a convivir con ellos en condiciones de esclavitud. Francisca Elena Correa, viuda, de cuarenta años, fue raptada en abril o mayo de 1800. Al ver que los indios se llevaban a su hija herida, Francisca Elena decidió acompañarla y aceptar la vida que los "infieles" quisieran darle, a cambio de poder cuidar a la niña. 

El parte que recoge las declaraciones de Francisca Elena sobre estos sucesos dice lo siguiente: "Habiendo avanzado los infieles a la casa de la que declara, y quitándoles la hija, habiéndola herido de un flechazo, quiso la declarante entregarse a los bárbaros por no abandonar a su amada hija y verla de la suerte que la llevaban". Permaneció con su hija en una toldería a orillas del arroyo Sopas donde se encontró con María Isabel Franco, otra joven blanca cautiva que había visto asesinar a su marido en el momento del rapto y que sería rescatada tiempo después. (Fragmentos de una nota sobre las cautivas, mujeres raptadas, sometidas y esclavizadas por los charrúas).

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