jueves, 9 de septiembre de 2021

Fue a una cena sin su billetera y cambió para siempre la forma de pagar: así surgieron las tarjetas de crédito

 



Fue a una cena sin su billetera y cambió para siempre la forma de pagar: así surgieron las tarjetas de crédito Ruben Ramallo lun, 6 de septiembre de 2021 4:37 p. m. Las tarjetas de crédito forman parte de la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo, pero lo que no se sabe es que recién tomaron real impulso en la década del 60. 

 El primer antepasado de las tarjetas de crédito como las conocemos en la actualidad se remonta a principios del siglo XX, pues en 1914 la empresa Western Union fue la pionera en lanzar una especie de "carnet" para sus clientes más selectos, que no sólo les permitía acceder a un trato preferente, sino a una línea de crédito sin cargo. Años más tarde, hacia fines de los años 20, numerosas empresas del rubro petrolero y hotelero retomaron la idea, pero solo se aceptaban en sus propios establecimientos, como un método para atraer clientes y facilitar los pagos. 

 En 1924 la General Petroleum Corporation emite su primer tarjeta de crédito para la compra de gasolina, y en 1929, la American Telephone & Telegraph emite la tarjeta Bell. Pasó el tiempo y recién en 1946 se lanzó la primera tarjeta de crédito emitida por un banco, el Flatbush National Bank of Brooklyn, a través del programa "Charge-It", por el cual sus clientes compraban en determinados comercios, cuyos propietarios depositaban los comprobantes de venta en sus cuentas y el banco se encargaba de cobrarles a los clientes. Cuatro años más tarde, en 1950, se lanzó la primera tarjeta que se podía utilizar en más de un lugar y, a partir de ese momento, todo cambió. 

Fue cuando una marca poco conocida lanzó una tarjeta destinada al pago de cuentas de restaurantes que estuvieran afiliados al club. El olvido más lucrativo Su creador fue Frank McNamara, a quien la idea se le ocurrió en 1949, como consecuencia de lo que le sucedió en una cena en el restaurante Major’s Cabin Grill de Nueva York. McNamara, que era ejecutivo de la Hamilton Credit Corporation, cenaba con su abogado Ralph Sneider y Alfred Bloomingdale, nieto del fundador de la tienda que lleva su nombre. En la cena hablaron de los problemas financieros de un cliente de McNamara, por haber cedido sus tarjetas de diferentes comercios a varios conocidos con problemas económicos que no pudieron pagarlas, y ahora no podía hacer frente a sus deudas.

 Casualidades de la vida, esa noche McNamara se había olvidado el dinero en casa, por lo que tuvo que llamar a su esposa para que le llevara la billetera y poder pagar la cuenta. Fruto de la charla y de su olvido, comenzó a pensar la forma de crear alguna alternativa que suplantara al efectivo. Algunos meses después regresó al restaurant y pagó la factura con un cartoncito emitido por la recientemente fundada Diners Club, convirtiéndola así en la primera tarjeta de consumo de uso generalizado. 

 Al principio tuvo poca repercusión, pues sólo 14 restaurantes neoyorquinos se adhirieron, y la poseían apenas 200 personas, la mayoría amigos y conocidos. Sin embargo, en pocos meses más de 20.000 personas la utilizaban y el número de establecimientos que la aceptaban crecía exponencialmente. El modelo de negocio se basaba en hacer de intermediario entre el establecimiento, al que se le cobraba una comisión por transacción y el cliente, que pagaba un "fee" por mantenimiento de 3 dólares anuales. 

 Explota el negocio El modelo de negocios fue copiado de inmediato por varias entidades financieras, pero la eclosión de las tarjetas de crédito fue recién en 1958, cuando casi en forma simultánea surgieron varias de ellas. Tal fue el caso de la Bank AmeriCard, la tarjeta de crédito del Bank of América, que primero se limitó a California pero luego, ya en 1965, se extendió a todos los EE.UU. como consecuencia de la asociación de varios bancos de distintos estados. 

Fue entonces cuando se le cambió el nombre por Visa. Primera versión de Visa Uno de sus grandes impulsores fue Joe Williams, gerente de la entidad, quien distribuyó más de 60.000 tarjetas de crédito entre los habitantes de la ciudad de Fresno, en California. Tanto éxito tuvo que en el segundo año de tenerlas, la gente ya se gastaba 60 millones de dólares con sus tarjetas.

 Casi en simultáneo otro grupo de entidades de todo el país se unió para formar Master Charge, que luego pasaría a llamarse MasterCard. Su crecimiento también fue exponencial, y para finales de la década, más de 1.400 bancos ofrecían una u otra tarjeta en Estados Unidos y también habían dado el salto a Europa. Fue precisamente a partir de una iniciativa de esta última que se introdujo la posibilidad de no tener que pagar todas las facturas a su vencimiento. Si bien esto conllevaba el riesgo de acumular cargos financieros, les daba a los clientes una mayor flexibilidad en la administración de su dinero. 

 Ese mismo año también se sumó al mercado American Express, que lanzó la primera tarjeta de este material tal como la se la conoce ahora, ya que al comienzo estaba fabricada de papel, pero ya en 1959 cambió definitivamente. Amex, en sus primeras versiones De hecho fue entonces cuando comenzó a hablarse de "dinero de plástico", que ya sustituía el dinero tradicional en restaurantes, tiendas, aeropuertos, estaciones, hoteles… Cabe apuntar que esta compañía ya tenía una larga historia en lo que hace al movimiento de "dinero a distancia", que se remonta al año 1850 cuando comenzó a competir con el Servicio Postal de los Estados Unidos. Pasó el tiempo y en 1882 introdujo los giros postales y años más tarde inventó los cheques de viajero. 

 Finalmente, entre los miles de historias asociadas a las tarjetas de crédito, una de las más curiosas es la del californiano Walter Cavanagh, quien en 1986 poseía una colección conformada por más mil doscientas, todas a su nombre, lo que le permitió acceder al Libro Guiness. Fue por eso que sus vecinos de Santa Clara lo llaman "Mister Plástico Fantástico".

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