viernes, 2 de abril de 2021

DONDE TODO COMENZÓ.

 


En la mañana de hoy estuvimos conociendo lo que fuese la Estancia de Teodosio De La Quintana, dónde Artigas emprendió su viaje para sumarse a la Revolución Oriental. En 1811 José Gervasio Artigas servía como segundo comandante interino de Colonia del Sacramento, bajo el mando del brigadier Vicente María de Muesas; constantemente había tensiones y encontronazos entre Artigas y de Muesas. Artigas era un prestigio elevado como militar y caudillo, conocedor de cada rincón de la campaña oriental, respetado y temido. Un hecho menor encendió la chispa revolucionaria, la soldadesca de Artigas fue acusada por Muesas de ingresar a un huerto y tomar algunas frutas. Llamado por el gobernador, fue observado por la conducta de sus subalternos y al parecer bastó que fuera agraviado de palabra por su jefe para decidir la deserción. 

En la oscura noche del 15 de febrero de 1811 Artigas cruzo el portón de campo de la Ciudadela acompañado por el cura párroco José María Enriquez De la Peña, el teniente Rafael Ortiguera y un grupo de soldados. Ocultos por las sombras se dirigen a la quinta de Juan del águila, quien les proporciona unos caballos con los que se ponen inmediatamente distancia no solo de Colonia, sino también del servicio de la corona de España. A unos 30 kilómetros al norte de la ciudad el Río San Juan - a la altura del Paso Antolín - se encuentra bordeado de un espesor monte indígena que da paso a una amplia cerrillada de piedras que se extiende hacia el lugar conocido como Cerro de las Armas. En esta zona, don Teodosio De la Quintana, el hacendado más rico de la región, tenía su estancia, una extensa porción de tierra que llegaba hasta las puntas del Arroyo San Luis.

No ajeno al devenir de los hechos, con las primeras luces del alba, el ladrido de los perros le advirtieron de una presencia ajena a la peonada. Desde la espesura del monte salta la presencia de José Gervasio Artigas y sus hombres. Artigas, amablemente recibido en la Estancia Grande, es ayudado por Teodosio De La Quintana, quien le proporciona una cincuentena de pesos fuertes en oro, caballos, y una escolta bien montada compuesta de cerca de diez negros armados de trabucos y machetes, par que acompañasen al caudillo. 

Una hora y media más tarde, Artigas emprendía la marcha hacia Soriano para presentar, como lo hizo más tarde, su espada a favor de la causa americanista frente a la Junta de Buenos Aires. Así comenzaba a gestarse la historia grande de nuestra patria. Gracias a Williams que me acerco esta historia y me acompaño hasta al lugar y a los propietarios por permitirnos ingresar y compartirnos su tiempo. Muy pronto anunciaremos algún proyecto relacionado con esta historia.


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