lunes, 29 de marzo de 2021

Carlos Maslatón y la crisis que viene: el inminente y apocalíptico pronóstico del influencer financiero más polémico

 


“Liberal manchesteriano de derecha, vanguardia del anticomunismo. Abogado. Analista técnico de mercados financieros. Bitcoinero”, así se presenta Carlos Maslatón en Twitter. La red social del pájaro azul es donde más le gusta moverse a este polémico influencer: un océano virtual en el que tiene 97.300 seguidores, muchos de los cuales son además detractores. “Soy el capitalismo”, cierra, pretenciosa e irónica, su bio tuitera. En una larga charla con Infobae, Maslatón puso sobre la mesa sus predicciones financieras y reiteró conceptos polémicos: desde denostar las cuarentenas, hasta dudar del propio covid-19; pasando por el precio del Bitcoin dentro de dos años y los detalles de una inminente crisis que llegará, asegura, dentro de siete meses. Coincide con Cristina Kirchner con que no hay que pagarle al FMI y se pone en la vereda de enfrente de otros liberales lanzados a la política, como Javier Milei y José Luis Espert. “Fui político en los 80, hasta principios de los 90. Luego me dediqué a la predicción financiera y participé en distintas empresas que fusionaron las finanzas con el mundo online. Después, cripto. Soy abogado y tengo mentalidad política. Escribo sobre política por pura diversión y por la necesidad de manifestarme. Opino de mercados, de tendencias, de historia. Opino de todo”, se autodefine este ex concejal de la Ucedé y ex ejecutivo de Patagon, la primera empresa de finanzas online de la Argentina. Es, además, quien masificó el término “barrani” para describir a la economía en negro del país y está por lanzar una compañía de intermediación y un fondo cripto internacional.

— Fue anticuarentena. 

¿Es antivacuna también? — Creo que no sirve para nada. El que se la quiera dar porque se siente seguro... Hay mucho de montaje político en esto. En Chile hay muchas vacunas y al final los casos siguen igual. Hay que aprender a convivir con la enfermedad. Acá se falsifican los datos, le ponen coronavirus a cosas que no son coronavirus. — Fue muy criticado durante la cuarentena por ir a restaurantes cuando no se podía y ostentar grandes tickets. — Fue una protesta contra el Gobierno. Para mí es muy importante salir y cada uno gasta como quiere. El Gobierno me decía que me quedara encerrado y yo me sentía directamente en un campo de concentración. Entonces lo que hice fue violar esta normativa y desarrollar una red clandestina de restaurantes sin identificar nunca a ninguno. Iba con amigos y después publicaba la cuenta “100% barrani”

— Ese fue otro de sus “hits”... — Barrani es negro. Los judíos de Siria, de Alepo y de Damasco, usamos la palabra barrani –o barraní, en realidad– para hablar de algo que es negro, lo que no está registrado por el Gobierno ni los impuestos. ¿Está bien no pagar impuestos? Depende. En Argentina es correcto evadir impuestos porque el Estado te quita todo, no tiene límites. Entonces, digo sin ningún problema: “Esto es 100% barrani”.

— ¿Está llamando, o siendo parte, directamente, de una rebelión fiscal — Es una rebelión fiscal del consumidor. Al que vende le digo “ni se te ocurra darme factura”. Se puede hacer una gran discusión impositiva para ponerle los números correctos a los impuestos: 20% de presión tributaria sobre el PBI. Si quieren 100% o más, o que pague varias veces lo mismo, me escapo por algún lado. Es la vida contra la muerte, la libertad contra la esclavitud. Las críticas sobre que gasto mucho en restaurantes son un disparate: Argentina en dólares no es nada, no existe. Con lo que hice muestro que los precios en moneda real son muy baratos. No es exhibición económica, es una muestra concreta de cómo está la economía de un país.

— Hace pocos días, pronosticó en Twitter una crisis económica inminente, en siete meses. — Sí, pero lo vengo diciendo hace muchos años. En noviembre de 2017, Argentina llegó al tope de la recuperación de la etapa duhaldista, kirchnerista y macrista, una recuperación de los mercados y de la economía con un par de bajas en 2009 y 2012. Cuando llegamos a ese punto dije que venía la caída final de Argentina. Una caída que, cíclicamente, lleva varias décadas. Estamos por cumplir un ciclo de 55 años descendentes. Es la parte final de la caída, pero es la última caída. Después del desastre viene un país para arriba que va a recuperarse fuertemente. También dije que en esta clase de procesos descendentes al final siempre cambia el gobierno.— ¿En qué se basa su análisis técnico de esa supuesta caída? — Divido esta caída de 55 años en siete bloques. Estamos en la última parte del séptimo. La decadencia argentina comienza en junio del 66, con Onganía. Tiene una primera fase de caída hasta en el 75. En el 75 hay una recuperación hasta el 80. Es el último tramo de Isabel y los primeros años del Proceso, régimen que yo repudio de punta a punta, pero estoy analizando lo que pasó, no lo que me gusta o no a mí. En los 80 hubo una caída monumental y luego una gran recuperación del 90 al 98. La única vez que Argentina ascendió en el último más de medio siglo. Después, vino una fase durísima, del 98 al 2002; la recuperación del 2002 al 2017 y ahora viene lo último. No vamos a Venezuela, vamos para el lado contrario. Este gobierno, de una u otra manera, o el que lo siga, va a hacer las cosas correctamente a consecuencia del rebote. Soy muy pesimista para los próximos siete meses. Mis estimaciones dan que el mínimo argentino va a ser en octubre... pero lo vengo diciendo desde el 2015. Lo que marco como piso en octubre es un análisis técnico, en base a elementos y psicología de los mercados. No pretendo tener razón, es mi opinión técnica. Los fundamentos que hoy no se ven van a aparecer: lo muestran los gráficos. La reversión va a llegar. Además, a mayor escepticismo, más confianza en mi propio análisis: así funciona el análisis de mercado, por contra consenso. La recuperación argentina viene de la fuerza del mercado y de la sociedad; la política, que es retaguardia y no vanguardia, se incorpora después.

— ¿Ese colapso que describe de qué manera se manifestaría? — La caída del precio de las empresas es el mejor elemento para ver los ciclos de la economía. El market cap de las empresas es ínfimo en este momento. No estamos en los niveles del año 2002, pero va en caída y la baja no terminó. Si se toman los máximos del 2017, la caída a este momento es del 90-95 por ciento. El problema es que puede llegar al 98 por ciento. Y cuando eso sucede, es el final. El otro elemento es la deuda pública argentina. El arreglo de deuda que hicieron en agosto/septiembre del año pasado fue inútil porque fue parcial. No sirve para nada. Estamos en rendimiento de los bonos en el mercado secundario superiores a los del inicio del gobierno de Fernández. No sirve hacer arreglos de deuda parciales y hay que borrarse la idea de que lo del FMI es intocable. Esto es intocable hasta que un día es tocable. Hasta que alguien enfrente al FMI y le diga “ustedes dieron esto a sabiendas de que no se podía pagar”.

— Está en línea con Cristina Kirchner, quien dijo el miércoles pasado que Argentina no puede pagarle al Fondo. — Sí, lo que dice Cristina Kirchner es correcto, pero yo lo dije antes que ella.—

¿No hay que negociar con el FMI? — Si una cosa buena hizo el ex presidente Kirchner fue romper con el FMI. ¿Cómo diablos Macri volvió al Fondo Monetario? Pensó que tenía una “bala de plata”, pero cuando vas al Fondo Monetario sacás patente de fundido. No es algo bueno. Y además, si encima usas los fondos para sostener el tipo de cambio... bueno, maldita la hora en que eso pasó. Hay una manía argentina por controlar los precios, el tipo de cambio. A la moneda hay que dejarla flotar. Se endeudan, ponen la deuda al costado y se olvidan. Desde Cavallo hablamos de sector público no financiero, sector público financiero. Es un engaño. Es como que yo tenga una empresa y diga “debo un montón de plata, pero está todo bárbaro”.

— ¿La soja y el precio de los commodities en números muy altos no va a ayudar al Gobierno? — El mercado de cereales mundial está para arriba. Aún no estamos en máximos y los próximos años serán en alza para los commodities. Pero es la primera vez en la historia de los mercados financieros argentinos que hay una divergencia entre subida de commodities que favorecen al país y a las finanzas públicas, contra el valor de las empresas y los bonos. Nunca pasó eso. La soja no está salvando al Gobierno. Evidentemente, no lo está haciendo. “Soy muy pesimista para los próximos siete meses. Mis estimaciones dan que el mínimo argentino va a ser en octubre”

— ¿Que opina de la alianza Vamos, un sector que en principio reúne a políticos como López Murphy, Milei, Espert? — No hay tal espacio. Se sacaron una foto. No hay internas ni PASO programadas y López Murphy quiere que el PRO le abra su lista. No me gusta esa alianza. El 20% del país piensa más o menos como yo, pero no existe una formulación partidaria. Ni siquiera hay partido. No hay nadie que quiera hacer un partido único liberal donde convivan liberales, conservadores, nacionales; lo que pasa con el Partido Republicano, en EEUU, o el Partido Conservador inglés. Muchos ven a la política como algo transitorio y hacen el negocio de la campaña. Lamentablemente, en el sector liberal hay mucho de eso.

— Hablemos de Bitcoin. ¿Cómo explicaría el mundo cripto para alguien que no sabe nada del tema? — Es una moneda privada y descentralizada que tiene un programa de emisión preestablecido desde que se creó el primer Bitcoin, hace ya 12 años. Desde ese primer momento se sabe que habrá en total 21 millones de unidades y nada más. Es el único sistema monetario que tiene predefinido el máximo. Los gobiernos emiten lo que se les da la gana, falsifican todo el papel moneda que quieren e inventan depósitos bancarios para que haya liquidez. Eso generó Bitcoin, un sistema monetario de oferta escasa cuyo precio tiende a subir. Ahora cuesta USD 53.000 por unidad, hace 4 años estaba en 500 dólares. Subió 100 veces. Y en 2009 valía 1 centavo de dólar. “Si se toman los máximos del 2017, la caída a este momento es del 90-95 por ciento. El problema es que puede llegar al 98. Y cuando eso sucede esos son los finales”

— ¿Recomienda comprar? — Es el producto financiero más exitoso de la historia. El que más se valorizó en 500 años de capitalismo financiero. Recomendación es una palabra complicada. Como abogado no recomiendo ni asesoro, opino. Creo que va a subir pero la decisión es personal. El riesgo es del inversor.

— ¿Tiene muchos Bitcoins? — Cada vez que me preguntan eso digo hago una pregunta: ¿Sabés quién soy yo? Y respondo “Soy Satoshi Nakamoto [por el supuesto creador anónimo de la criptomoneda estrella]”. Entonces tengo un montón de bitcoins guardado.

— ¿Hay que regularlo? — ¿Pueden los estados regularlo? No pueden.— ¿Por qué?

— No tienen cómo. Es un proceso que está fuera de su control. Cómo van a regular algo que ya está creado, que ya tiene un sistema de emisión que nadie puede adulterar. Ni siquiera pueden modificar la circulación del Bitcoin entre las personas. Es un invento tan espectacular que los Estados no lo pueden pudrir. Si quieren regularlo hay un solo punto que pueden tocar: la relación que hay entre la moneda fiduciaria a nivel transferencia bancaria y el Bitcoin. Pero el mundo cripto ya lo superó: encajonó en un banco dólares y contra eso emite una moneda cripto que representa un dólar y se llama Tether. Y hacen circular esa moneda por la blockchain y nadie se entera de nada. Es lo mismo que una caja de conversión tipo la convertibilidad argentina de los años 90: por cada dólar que entra se emite un Tether, por cada dólar que sale se incinera un Tether. Hoy hay unos 45.000 millones de esos dólares que circulan por el mundo.

— Otro escenario: se reúne el G7, o Estados Unidos y la Unión Europea y deciden prohibir las criptomonedas. — No pueden. Es como prohibir el sol, o la Luna. Está armado para que no lo puedan tocar. Y nadie lo pudo voltear hasta ahora. Quisieron, pero fue imposible. Es el triunfo del pueblo, de los pueblos libres del mundo contra la intervención del Estado y contra un montón de hechos monetarios que ocurrieron en el siglo XX, como la terminación de las convertibilidades en el año 1934 y su suspensión definitiva en 1971, los acuerdos de Basilea, todas las medidas ridículas contra el lavado de dinero que no sirven para nada. No queremos que se acaben los bancos, ni que se acabe la falsificación monetaria. Que sigan, que emitan moneda para pagar o subsidiar lo que quieran. Mejor para nosotros, peor para ellos. Lo nuestro sube y lo de ellos cae todos los días.

“Muchos ven la política como algo transitorio y hacen el negocio de la campaña. Lamentablemente, en el sector liberal hay mucho de eso” — ¿Qué dice su análisis matemático con respecto al precio que va a tener el Bitcoin en el futuro? — El Bitcoin ha tenido varios ciclos. Un movimiento que fue de 1 centavo hasta 1.163 dólares, entre 2009 y 2013. Después vino una caída a 152 dólares hasta 2015 y una subida de USD 19.666 a finales de 2017. Cayó a USD 3.123 unos meses después y ahora estamos viendo un movimiento que va a ser de la misma magnitud que el alza de 2017. Las subidas se calculan logarítmicamente, no aritméticamente. Dentro de tres años, o dos años y medio, un Bitcoin valdrá 399.750 dólares. Pero va a haber un hecho espectacular cuando llegue a USD 95.000, que puede ser este año o el que viene, cuando el market cap, o el valor de todos los Bitcoins circulantes, va a ser igual a todos los dólares físicos que hay en el mundo.

— Para cerrar y volviendo al contexto argentino. ¿Más allá de su pronóstico apocalíptico para los próximos meses, es optimista? — Totalmente. Banquemos esta última etapa de caída que el futuro va a ser espectacular.

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