Históricamente se conoce como el picnic macabro de 1910. El peor malestar corporal de sus vidas les llegó a todos al mismo tiempo. Sudoración fría, dolorosos vómitos con sangre, incapacidad para dar unos cuantos pasos sin sentir la urgente necesidad de ir apresurados al baño y, por último, un intenso color amarillo empezó a reemplazar la tez germana de la mayoría
Eran más de una veintena de alemanes, entre hombres, mujeres e infantes, quienes estaban padeciendo ese infierno gastrointestinal colectivo. Cuando vieron que su vida se desvanecía con gran velocidad, cada quien hizo lo que le pareció correcto: unos se quedaron en Toluca para atenderse con alguno de los médicos de la zona, otros aprovecharon sus tratos comerciales con el ferrocarril, engancharon unos vagones y salieron a toda velocidad a la Ciudad de México para ser atendidos en alguna clínica mejor equipada.
Qué hacían los alemanes en México
A la hora de mayor angustia y tensión por salvar la vida, los enfermos, así como sus familiares y empleados que los asistían en esos críticos momentos, supieron que, lo que fuera que les estuviera haciendo ese terrible mal, lo habían adquirido en la celebración de ese mismo día.
Dicho evento fue llevado a cabo en el Rancho de la Providencia, propiedad de la familia del suizo Santiago Graf, hombre que había fundado la Compañía Cervecera de Toluca y México S.A., y principal promotor de negocios alemanes en la región.
Vinos, cerveza, panes, postres de toda clase y, por supuesto, carnes formaron parte del banquete para la comunidad alemana en Toluca
Como siempre la historia tiene puntos ciegos, pues se desconoce si pasaron días o sólo unas cuantas horas para que los alemanes empezaran a morir; unos en Toluca, otros más en prominentes hospitales de la Ciudad de México; en total, fallecieron 34 alemanes. Paul y Elsa Graf, principales promotores del mortal festejo (su padre Santiago Graf había muerto unos seis años antes), también perecieron tras el banquete.
Ramón Pérez, un conocido cronista de la época, llamó a aquel evento el “picnic macabro de 1910”.
Como sucede en la actualidad, las muertes trágicas de los ricos y famosos captan de inmediato la atención del gran público ávido de conocer razones y detalles de los fallecimientos.
Tal vez haya sido por eso que las autoridades dijeron, sin mucha investigación, que los alemanes murieron de triquinosis, una enfermedad producida por la ingesta de carne de cerdo infestada de larvas y otros parásitos; sin embargo, después surgió otra versión de los hechos.
Una hipótesis
El día de la festividad alemana en Toluca se sirvieron, entre todos los manjares, chamorros de cerdo que fueron fritos en cazuelas de cobre que no habían pasado por un proceso de curación del metal, por eso la carne se contaminó de óxido de cobre, que es lo que habría dado muerte a los comensales. Sí, en realidad lo alemanes murieron envenenados, cuenta el cronista municipal Gerardo Novo Valencia.
¿Dónde quedaron sus restos?
Un obelisco en el panteón La Soledad de Toluca da cuenta de que todo lo narrado arriba en verdad pasó. Ahí fueron grabados los nombres de 14 de los alemanes muertos envenenados cuyas edades fluctuaron de entre dos y 50 años:
Luise, Minna y Otto Schulz
Margaret, Valentín, Yohann y Albert Lubitz
Paul y Elsa Graf
Emilie Schleiff
Dora Gundlach
Erna Habtmann
Heinbich Lapp
Catarina Burding
En ese mismo panteón yacen los restos de estas personas, se cree que el resto de fallecidos fueron sepultados en cementerios de la Ciudad de México, pero se desconoce la ubicación precisa.
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