La famosa Casona Bignone es parte del patrimonio cultural de ese partido del norte del conurbano. Allí vivieron hasta 1946 los Bignone. Emilia, hija de Santiago y Josefina -que sufrió un desprendimiento de retina que la dejó sin visión- heredó la mansión y la cedió al municipio, que la convirtió en un centro de rehabilitación para trastornos visuales autor
Por
Camila Hernandez Otaño
17 de Abril de 2021
cotano@infobae.com
Imposible no detenerse a contemplar su belleza. La columnas italianas, los arcos romanos, las molduras en cada rincón o el piso de damero. Todo eso forma parte del estilo ecléctico de la famosa Casona Bignone, uno de los íconos de Vicente Lopez construido a principios del siglo XX.
Sobre la calle Martín J. Haedo, rodeando la manzana en un amplio terreno de tres mil metros cuadrados, las antiguas acacias acompañan el esplendor del antiguo edificio. Allí, además, vivió durante casi dos décadas la familia Bignone.
Santiago Bignone era un terrateniente de origen español. Casado con Doña Josefina Colmegna, eligieron instalarse en las afueras de la ciudad. Solo tuvieron una hija, Emilia Angela, que en 1946 decidió donar ese patrimonio a la Municipalidad de Vicente López.
Material histórico de la casona donde residió la familia Bignone
Material histórico de la casona donde residió la familia Bignone
Poco se conoce sobre esta familia, lo que hace aún más interesante a su historia. “Es una de las tantas familias que no tenía actividad comunitaria pero dejo este importante legado”, resalta a Infobae Cristina Mirabelli, historiadora de Vicente López.
Su colega Guillermo López, que integra el Centro de Investigación Histórica del Municipio, le costó reconstruir más datos sobre la mujer. Según pudo documentar, en el plano de 1911 ya figura la Casona, que pertenecía a la familia Cesaretti. En el catastro figura como chalet de Emilia Cesaretti. Más tarde, José Antonio Agustín Basso, de 59 años, soltero, de profesión rentista, adquiere la propiedad.
“El 27 de mayo de 1926, Basso vende la propiedad a Don Pascual Innaco, casado, comerciante, italiano. El precio del inmueble se fija en cuarenta y siete mil pesos en moneda nacional”, destaca.
Finalmente, el 17 de Enero de 1930, la propiedad es adquirida por Don Enrique Ángel Bignone, que luego pasa por sucesión a Emilia Ángela Bignone el 11 de Abril de 1946.
Una imagen del parque y, al fondo, la magnífica Casona Bignone.
Una imagen del parque y, al fondo, la magnífica Casona Bignone.
Con la muerte de sus padres, Emilia quiso dejar un importante legado en el barrio que los acogió, pero con dos condiciones: uno que se debía conservar la estructura original de la vivienda y el otro, que en el predio debería funcionar una residencia para señoritas ciegas.
Josefina tenía una discapacidad visual ocasionada por un traumático desprendimiento de retina, que le fue imposibilitando realizar tareas diarias. Emilia Ángela cuidó a su madre hasta que esta falleció. “El objetivo de construir un instituto en homenaje a su madre. Es por eso que el lugar lleva el nombre de Josefina Colmegna de Bignone”.
El legado
En mayo del año 2000 se promulga la ordenanza del Concejo Deliberante de Vicente López donde se determina que funcione un centro de rehabilitación de trastornos visuales, talleres para personas ciegas o baja visión y el consejo municipal para la integración de personas con discapacidad, de esta manera Vicente López es el único municipio de la provincia de Buenos Aires que cuenta con un instituto municipal de estas características.
El Instituto Bignone comienza a ser un ícono de la provincia por su propuesta para disminuidos visuales, creando la primera biblioteca parlante que lleva el nombre de “Jorge Luis Borges” respetando y cumpliendo con el legado histórico, social y cultural de la donación.
La increíble casona perteneció a la familia Bignone, y hoy es el primer centro de rehabilitación de la provincia para personas con trastornos visuales
La increíble casona perteneció a la familia Bignone, y hoy es el primer centro de rehabilitación de la provincia para personas con trastornos visuales
En ese espacio por donde pasó gran parte de su vida la familia Bignone, hoy se realizan talleres de tango, cerámica, teatro, lectura vivencial, braille, teatro leído, y un taller de orientación y movilidad para pacientes con baja visión y ciegos.
Eso no es todo: se dictan actividades como expresión corporal y danzoterapia, ajedrez, informática para ciegos (con teclados adaptados y programas sonoros), informática para baja visión y la innovadora biblioteca sonora.
Actualmente, y pese a la pandemia, se atienden las consultas oftalmológicas y rehabilitación, los talleres tienen modalidad online y presencial.
La Puesta en valor del Patrimonio Cultural
En el año 2012 se iniciaron los estudios de situación edilicia que concluyen en un plan integral de rehabilitación y puesta en valor, cuyo eje central fue la mejora y la consolidación de sus partes y el estilo arquitectónico, con la consigna principal de conservar la esencia.
Uno de los salones de la mansión, puesto en valor.
Uno de los salones de la mansión, puesto en valor.
En los últimos meses culminaron las obras de remodelación total, restaurando las fachadas, los revoques, las molduras, se hizo una reparación de las ventanas y celosías existentes, carpinterías nuevas, pintura, iluminación y ampliación de un sector del edificio buscando reconstruir el lenguaje y los ornamentos arquitectónicos propios de la fachada original.
Toda la instalación eléctrica es nueva, incluyendo la provisión de artefactos y el cableado para datos según las nuevas necesidades de los talleres que se dictan allí.
En el interior del edificio se colocaron solados nuevos de mosaico granítico compacto, cielorrasos suspendidos y aplicados de yeso y se ampliaron todos los sectores de circulación para que sea cómoda y fluida para personas con movilidad reducida.
Cuenta con una nueva sala para el taller de cerámica y de pintura con equipamiento, núcleos de servicio y áreas de guardado.
Uno de los sectores nuevos del instituto
Uno de los sectores nuevos del instituto
Los baños de hombres y de mujeres se remodelaron por completo, se agregó uno para personas con movilidad reducida, conformando así un núcleo de servicios unificado.
La intervención se completó con mobiliario y cortinas nuevas; y en los muros bajo reja, sobre las líneas municipales de ambos accesos al predio, se repararon los revoques en mal estado y se remplazaron las baldosas de las veredas de la calle Haedo y de Melo.
Además se construyó un Salón de Usos Múltiples, logrando un espacio fluido en una planta libre, que no condiciona los usos y se expande hacia el parque arbolado. Con ello, la puesta en valor de este Instituto de rehabilitación para personas con discapacidad visual, ya sea baja visión o ceguera, permite un mayor desarrollo a los pacientes. Tal como lo deseó Emilia Bignone.
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