Durante la exposición, el presidente, remarcó el resumen que presentó la historiadora Araceli Bellota, y sostuvo, que, “a manera de homenaje de aquellos luchadores, debemos ser solidarios, repensar la historia y privilegiar el sistema de producción local, como lo hicieron en ese entonces, frente a quienes querían imponer un libre comercio con un sistema de imposición.
Pelearon por sus derechos, y nosotros debemos reflejarnos en ellos para seguir construyendo una Argentina que sigue reivindicando la soberanía de Malvinas, pero también otras soberanías, como las del desarrollo, la cultural, la tecnológica, la científica y la alimenticia. Ser soberanos es no depender de otros, y desarrollarnos nosotros mismos como sociedad”.
También agradeció a todos los que siguen luchando en este tiempo de pandemia, como, a los “médicos y médicas, las fuerzas armadas y de seguridad, que están en la primera línea de la batalla, y trabajando por otros argentinos que los necesitan más que nunca en todos los rincones de nuestro suelo”, añadió Fernández.
Una gesta patriótica
En donde la geografía del lugar y el río Paraná hacen una vuelta extraña, el 20 de noviembre de 1845 se libró la batalla, entre las fuerzas lideradas por general Lucio N. Mansilla, que respondían al gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas y la coalición anglofrancesa que bloqueó el puerto de Buenos Aires, con la intención de establecer relaciones comerciales directas desde el litoral con Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.
Las tropas combinadas anglo-francesas navegaban las aguas del río Paraná a inicios de noviembre de 1845. La escuadra se conformaba por 11 buques de guerra (embarcaciones blindadas y con armas de fuego rápido, la maquinaria bélica más avanzada de aquella época).
En esta parte el ancho del río es de solo 700 metros y la navegación se torna difícil. Mansilla dispuso tres cadenas metálicas gruesas que suspendían sobre 24 botes y que iban de un lado al otro del río, el propósito era evitar el avance de la flota enemiga.
Quedó claro que era imposible navegar los ríos interiores sin tener autorización de la Confederación Argentina. Allí, los bravos hombres comandados por Mansilla dieron una prueba alta de patriotismo y valor, y si bien hubo varias víctimas, el pabellón celeste y blanco fue defendido con gran valentía.
La batalla, fue una victoria diplomática para la Confederación Argentina. La flota de Gran Bretaña, se retiró en 1847, y, la de Francia, un año después. En 1974 se declaró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional y desde 2010 es feriado nacional.
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