Por Leopoldo Amondarain - Convencional del Partido Nacional
En el amanecer del 97, patriotas blancos exiliados en Buenos Aires se organizaron para cruzar el río y sumarse a la Revolución del "vecino alzado" como le gustaba llamarse a Aparicio Saravia. Eran 22 hombres que partían en armas hacia la patria con el fin de ir sumando en cada pueblo o rancho a los gauchos que "engolillados" con la divisa "Defensores de las Leyes" engrosaban filas para librar su tierra del vasallaje infame. Se eligió como jefe al coronel Diego Lamas.
Militar de carrera en escuelas militares argentinas, ayudante de campo de la Comandancia General en la campaña del desierto, donde adquirió experiencia y prestigio por su coraje y dones de mando expuestos. Seguro que de proseguir en filas argentinas, tenía un muy próximo generalato. Prefirió en cambio pedir la "baja" para integrar en su patria la gesta libertadora.
Junto a Luis A. de Herrera, Duvimioso Terra, Luis Pastoriza, Juan Loaces, G. Funes y otros grandes pensaba cruzar el territorio en donde el grueso del ejército patrio nacionalista presumiblemente los esperaban. Nunca faltan traidores y un caudillito norteño Manuel Núñez, celoso de los mandos elegidos, presumiblemente los denunció al gobierno colorado. Batlle de inmediato mandó al general Villar y al coronel Segundo Flores (hijo del general Añamembuí) en su persecución y exterminio. Era una tropa profesionalmente entrenada y fuertemente armada.
Los inspiraba la más absoluta confianza de triunfo a sabiendas de las limitaciones de "medios" bélicos que los blancos tenían y hasta una marcha triunfal para festejos a la vuelta, con bombos y fanfarrias llevaban.
La que sería "Tres Arboles". Esto, sin perjuicio del número mayor ostensible de hombres de "línea" sobre gente de campo cuya fuerza y experiencia sólo se basaba en el amor a la patria y a la libertad, como fueron los hombres con los que contaba Diego Lamas.
Es obvio que subestimaron a Lamas. Eligió el sitio apropiado, un "paso" por donde se cruzaba el arroyo Tres Arboles, en un lugar donde la espesura del monte facilitaba la ubicación correcta y eficaz del ejército nacionalista que, aunque mucho más limitado en número, lo suplía con la sorpresa. De soberbios presuntos triunfadores, el "savalaje" colorado se transformó en derrotados ignominiosos.
El triunfo de Diego Lamas fue avasallante siendo famosa la carta del general Villar a Batlle, donde caballerosamente, justo es consignar, admite que de ir a buscar la gloria y el triunfo fue sorprendido por los blancos y hasta buscó la muerte a la que tampoco pudo acceder como era su deseo para evitar la vergüenza. Pero lo más significativo, sin perjuicio del éxito y gloria militar, en sí, Tres Arboles representó el coraje, sacrificio y entrega de los hombre de un Partido que basaron sus luchas y ambiciones en el logro de libertades, vigencia de la Ley y la moral administrativa acabando con los despojos y arbitrariedades electorales de uso común colorado de la época.
Fue justamente la prueba que no se luchó por el mero uso abusivo del poder sino que todas esas luchas se inspiraron en el logro de las libertades públicas y justicia social.
Son las bases en la que se inspira y basa la grandeza de las colectividades políticas y su permanencia en el tiempo. Diego Lamas le tocó y cumplió con largueza, el cuidar en la ocasión de esos hermosos principios legados del libertador Manuel Oribe y que nos ayuda a preservar ese sentimiento emocional tan propio de los blancos. Es de esperar que hoy,17 de marzo, los blancos que podamos lleguemos al Cementerio Central al pie de su tumba gloriosa, pongamos cada uno un clavel blanco como símbolo de respeto y unción a un grande, Cr. Diego Lamas, en su gesta muy blanca del arroyo Tres Arboles.
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