jueves, 16 de septiembre de 2021

Presidente, queda poco tiempo


El arzobispo de La Plata, de extrema confianza del papa Francisco, hizo llegar a LA NACION una crítica columna sobre las políticas sociales del gobierno de Alberto Fernández, el manejo de la pandemia y las elecciones primarias Por amor a esta Patria herida, muchos esperamos que el Presidente pueda revisar a tiempo su agenda de prioridades, para evitar una debacle que terminaría dañando todavía más a nuestro pueblo.

Lo hemos visto muy entretenido con el aborto, la marihuana y hasta la eutanasia, mientras los pobres y la clase media tenían otras hondas angustias que no obtenían respuesta. En los últimos meses se vio una potente avanzada para imponer un lenguaje “no binario” que en las inmensas barriadas a nadie parece interesarle. Quizás se quiere copiar la agenda del socialismo español, olvidando que aquí estamos en América Latina. Y para colmo en plena pandemia, donde las circunstancias reclaman ocuparse de otros asuntos más imperiosos. A fines del año pasado, mientras los países vecinos estaban comprando vacunas, aquí el Ministerio de Salud se apasionaba en plena campaña por el aborto. Al menos hay que reconocer que no era el momento justo ni era esa la necesidad más imperiosa.

 Muchas mujeres, a las que el gobierno creía responder, estaban viviendo al día, con sus familias despedazadas, sus hijos que habían abandonado el colegio y habían caído en la droga y la delincuencia, y con la plata valiendo cada día menos.

De este modo, la agenda social que podría haber caracterizado a este gobierno, quedó desdibujada, y así se dilapidó una gran oportunidad. No debería llamar la atención la fuerte abstención de gente que no se siente representada por otras opciones políticas pero que está demasiado indignada como para ir a votar. Es muy elocuente que en muchos barrios pobres la abstención llegó al 40%, aunque en realidad esta campaña con pocas propuestas reales y mucho eslogan no entusiasmó a nadie. El presidente todavía está a tiempo de dar prioridad a los grandes problemas sociales y de enfocarse mejor en la producción y en el trabajo, que es lo que uno puede escuchar como reclamos genuinos si está cerca del pueblo. Le conviene recordar que en las anteriores elecciones Mauricio Macri pudo recuperar en las generales muchos puntos que había perdido en las PASO. No lo logró por cautivar con propuestas inteligentes, sino por algo muy sencillo: un enorme esfuerzo de acercarse más a la gente y al menos escuchar los verdaderos reclamos.

De un estratega se espera la capacidad de leer en el momento histórico actual cuales son los verdaderos y más grandes reclamos del pueblo, al margen de los propios gustos. Pero a veces la política se confunde cuando cree que hablando de determinados temas responde a las expectativas de la sociedad, y en realidad solo está halagando a sectores minoritarios que tiene cerca. Eso no es el pueblo argentino, y los votos parecen demostrarlo. Sin embargo, algunos miembros del propio gobierno parecen pensar que la solución está en radicalizarse más, sin ver que eso sería acercarse más al abismo.

 ¿Quiénes no le perdonarían al Señor Presidente el mal paso de la fiestita de Olivos si lo hubieran sentido más cerca de sus reales problemas? El asunto es que trataba de “imbéciles” a quienes hacían lo mismo que él, así como cuando pedía un debate respetuoso sobre el aborto mientras llamaba “hipócritas” a los que pensaban distinto. Esa no es la imagen que muchos tenían cuando lo votaron. La mayoría lo votó por todo lo contrario, y la gente es demasiado sensible a ciertas cosas. Pero nuestro pueblo es generoso y es capaz de dar otra oportunidad a los que saben volver tras sus pasos y retomar el rumbo. Ojalá que así sea, para que se pueda reconstruir una economía que lleva varios años dañada y empecemos a resolver las dificultades de las grandes mayorías sufrientes. Ya hay mucha gente cansada de esperar.

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