domingo, 30 de marzo de 2008
sábado, 29 de marzo de 2008
Carta de María del Carmen Gonzales
A Isla Sola Producciones, les agradezco por teneme en cuenta, mandandome su pág web, la verdad que en la misma me informe de varios temas de nuestra ciudad como también de nuestro país hermano como es el Uruguay, lugar que no he tenido la suerte de conocerlo, es algo pendiente que me queda por hacer. En éste último tiempo he estado sin bailar tango y folclore, por tal razón los encuentros que teniamos antes, en distintos eventos no se produjeron. Mil felicitaciones por el programa, por la pag web y en especial por la placita que han inagurado y que en éstas fiestas pasadas tuvo el árbol de Navidad más lindo de nuestra ciudad.
Los saludo con mis más sinceros respeto MARIA DEL CARMEN GONZÁLEZ
martes, 25 de marzo de 2008
Carta de Favio Zerpa
SERGIO: Muchas gracias por darme las novedades sobre mi patria de siempre, porque me pongo al dia de noticias yoruguas, y es lindo noticiarse de mi hogar primigenio.
Siempre uno tiene el alma allí, aunque desde hace más de cincuenta años soy portevideano como dice mi amigazo, tambien portevideano, Horacio Ferrer, y que le hubiera gustado tanto aplicar al amigo-hermano Julio Sosa, aunque este fue mas porteño que el mejor de los porteños.
Le faltan noticias de los pichoneros, aunque a lo mejor mi viejo diario EL ECO ROSARINO no se adapta a la globalizacion,; aunque pienso que el legendario Estruch con toda seguridad lo haria porque siempre andaba sableando con el futuro.
Muy bueno tu blog, y siempre a tus ordenes Nuestra http://www.fabiozerpa.com/ a tu servicio.
Lo mejor. FABIO ZERPA
https://www.youtube.com/edit?video_id=a-y1R0GYnVE
Siempre uno tiene el alma allí, aunque desde hace más de cincuenta años soy portevideano como dice mi amigazo, tambien portevideano, Horacio Ferrer, y que le hubiera gustado tanto aplicar al amigo-hermano Julio Sosa, aunque este fue mas porteño que el mejor de los porteños.
Le faltan noticias de los pichoneros, aunque a lo mejor mi viejo diario EL ECO ROSARINO no se adapta a la globalizacion,; aunque pienso que el legendario Estruch con toda seguridad lo haria porque siempre andaba sableando con el futuro.
Muy bueno tu blog, y siempre a tus ordenes Nuestra http://www.fabiozerpa.com/ a tu servicio.
Lo mejor. FABIO ZERPA
https://www.youtube.com/edit?video_id=a-y1R0GYnVE
jueves, 20 de marzo de 2008
Queremos saber donde esta?
Lo que el Dr. Leonardo Lignazzi Sub. Secretario de Gobierno en ese momento muestra en la inauguración del Busto al Gral. Artigas, es una obra con la imagen del Gral. San Martín del artista Oriental Pablo Di Giovanni de Carmelo Uruguay, que el Pueblo enviara a sus hermanos Zarateños en señal de confraternidad ante un hecho histórico como lo fue ese día en la Plazoleta Uruguay de esta ciudad.
Nos causa particular intriga porque nunca estuvo junto a tantos presentes que lucieran en el hall de la secretaria, como integrantes de la Entidad Uruguaya en esta necesitamos saber el destino del mismo, dado que significa un claro gesto de un País Hermano en agradecimiento de quienes nos han recibido y permitido formar nuestro futuro en esta región.
Nos causa particular intriga porque nunca estuvo junto a tantos presentes que lucieran en el hall de la secretaria, como integrantes de la Entidad Uruguaya en esta necesitamos saber el destino del mismo, dado que significa un claro gesto de un País Hermano en agradecimiento de quienes nos han recibido y permitido formar nuestro futuro en esta región.
Sergio Yusef Neme
syusefneme@yahoo.com.ar
syusefneme@yahoo.com.ar
domingo, 9 de marzo de 2008
Cuando el Canciller LLambi gestiono la residencia a Wilson Ferreira Aldunate perseguido por la dictadura
Las relaciones con los países latinoamericanos
Las relaciones con Uruguay
Los desórdenes provocados por los manifestantes juveniles de izquierda durante la ceremonia de asunción del presidente Cámpora, el 25 de mayo de 1973, provocaron el retiro del presidente uruguayo, Juan María Bordaberry, quien había desembarcado en Buenos Aires. Este tema provocó las críticas de Benito Llambí a Cámpora. Mientras el último pareció no otorgarle demasiada importancia al hecho, Llambí exigió al flamante mandatario que el canciller Juan Carlos Puig presentara sus disculpas a las autoridades uruguayas.
Otro hecho que cabe citar durante el gobierno de Cámpora fue el diálogo telefónico con el presidente uruguayo, en el que el presidente argentino le comunicó a su par oriental la voluntad de continuar con la obra de Salto Grande.
Las relaciones con Uruguay
Los desórdenes provocados por los manifestantes juveniles de izquierda durante la ceremonia de asunción del presidente Cámpora, el 25 de mayo de 1973, provocaron el retiro del presidente uruguayo, Juan María Bordaberry, quien había desembarcado en Buenos Aires. Este tema provocó las críticas de Benito Llambí a Cámpora. Mientras el último pareció no otorgarle demasiada importancia al hecho, Llambí exigió al flamante mandatario que el canciller Juan Carlos Puig presentara sus disculpas a las autoridades uruguayas.
Otro hecho que cabe citar durante el gobierno de Cámpora fue el diálogo telefónico con el presidente uruguayo, en el que el presidente argentino le comunicó a su par oriental la voluntad de continuar con la obra de Salto Grande.
Como en el caso de Chile, un tema importante de la agenda con Uruguay fue el derecho de asilo otorgado por las autoridades argentinas a los exiliados orientales, especialmente después del golpe militar que le quitó la posibilidad de acceder a la presidencia a Wilson Ferreira Aldunate, dirigente del partido Nacional. El tema del asilo de Ferreira Aldunate en la Argentina era delicado, pues las autoridades de Buenos Aires no querían adoptar ningún paso que perturbara las negociaciones pendientes para la firma del tratado del Río de la Plata, que tuvo lugar en noviembre de 1973. Tras una consulta con Perón, el ministro del Interior Benito Llambí otorgó a Aldunate la residencia en la Argentina. Asimismo, el 13 de septiembre Llambí firmó la resolución 289, por la cual autorizó la permanencia en territorio argentino como asilados a los senadores uruguayos Enrique Erro y Zelman Michelini y al presidente de la Cámara de Diputados oriental, Héctor González Ruiz.
Nuevamente al igual que en los casos de Chile, Bolivia y Paraguay, el gobierno de Perón asumió una actitud pragmática y no intervencionista respecto de la violación a los derechos humanos por parte del régimen de Juan M. Bordaberry -aunque dicha política afectara eventualmente a residentes argentinos en territorio oriental-. También en el caso uruguayo se pudo observar el evidente contraste entre esta actitud del gobierno y la de abierto repudio a dicha política por parte de los legisladores argentinos, tanto del oficialismo como de la oposición. Ejemplo de la posición de los parlamentarios fue un proyecto de resolución de la Cámara de Diputados presentado en enero de 1974, donde los presidentes de los distintos bloques políticos de la Cámara Baja expresaban su preocupación por la situación de los presos políticos en territorio uruguayo, encarcelados sin juicio previo.
Pero, como en los casos de los otros países vecinos, Perón privilegió el equilibrio de poder y el pragmatismo económico por encima de las cuestiones éticas. Procuró limar viejas asperezas con las autoridades de Montevideo e inició las negociaciones tendientes a eliminar el viejo conflicto limítrofe en el Río de la Plata. Como resultado de estas gestiones, en noviembre de 1973 los cancilleres Alberto Vignes y Juan Carlos Blanco firmaron, en presencia de los presidentes Perón y Bordaberry, el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, cuya principal originalidad radica en que no establece límites en el río, sino un estatuto para el uso de sus aguas de acuerdo con una serie de parámetros.
Además del tratado firmado por Vignes y Blanco, los presidentes Perón y Bordaberry firmaron el Acta de Confraternidad Rioplatense, que enfatizaba la firma del tratado del Río de la Plata como “el punto de partida para una más estrecha cooperación en todos los campos”. Otros pasos importantes fueron la visita de Bordaberry a la Argentina en febrero de 1974, cuyos objetivos fueron ratificar con su colega Perón el tratado del Río de la Plata e impulsar la puesta en marcha de la represa hidroeléctrica de Salto Grande. Asimismo, cabe señalar que en mayo del mismo año, la Argentina firmó junto a Uruguay, Paraguay y Colombia un convenio destinado a la instrumentación de medidas conjuntas para la defensa del comercio de carnes frente a las restricciones comerciales de la Comunidad Europea.
Durante el gobierno de Isabel Perón se confirmó el acercamiento al régimen de Juan María Bordaberry iniciado por el presidente Perón. A mediados de julio de 1974, los cancilleres Alberto Vignes y Juan Carlos Blanco firmaron tres documentos que complementaban el tratado del Río de la Plata: el Estatuto de la Comisión Administrativa del Río de la Plata -que estableció el organismo binacional administrador, con sede en la isla Martín García-; el Estatuto de la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo -que estableció la Comisión respectiva, con sede en Montevideo-; y las Cartas Náuticas -que delimitaron la zona común de pesca-.
Otros acuerdos con Uruguay firmados durante la gestión del canciller Vignes fueron, en agosto de 1974, un convenio sobre transporte por agua en el Río de la Plata, que fijaba cupos de transporte de pasajeros y carga en forma equitativa para buques argentinos y uruguayos; dos acuerdos de concesión de una línea de créditos de la Argentina a Uruguay -uno para la adquisición de bienes de capital y otro para refinanciar las obras del puente Paysandú-Colón-; y un convenio entre las empresas estatales petroleras argentina y uruguaya, YPF y ANCAP. A esta lista se sumaron un Convenio de Seguridad Social entre ambos países, firmado en noviembre de 1974; el Estatuto del Río Uruguay, que consagraba el principio de consulta previa para toda obra referida a tramos compartidos, suscripto en febrero de 1975, y el Convenio ANCAP-YPF para prospección petrolífera en la cuenca de Santa Lucía, firmado en abril de dicho año.
Como ocurriera en los vínculos con Chile, se registraron casos de cooperación entre las fuerzas de seguridad argentinas y uruguayas, que fueron denunciados por los miembros del Parlamento argentino. Tales los casos de la expulsión de exiliados uruguayos del territorio argentino, que motivó el reclamo de un grupo de diputados pertenecientes al radicalismo alfonsinista, y del ex senador uruguayo Enrique Erro, que había gozado del derecho de asilo desde junio de 1973 y que fue detenido por las autoridades argentinas en mayo de 1975, provocando un pedido de esclarecimiento de causas por parte de los legisladores locales.
viernes, 7 de marzo de 2008
Descubren roedor de entre 2 y 4 millones de años
“Josephoartigasia monesi” es el nombre que se le dio al roedor gigante de entre dos y cuatro millones de años descubierto por un equipo de paleontólogos en Uruguay. Andrés Rinderknecht, del Museo de Historia Natural y Antropología, y Ernesto Blanco, del Instituto de Física, fueron quienes hallaron el cráneo fosilizado de este roedor, que habría tenido el tamaño de un automóvil. Se cree que pesaba de media a una tonelada y los especímenes mayores podían alcanzar las 2,5 toneladas. Habría pasado casi toda su vida semisumergido en agua para reducir el estrés provocado por su peso. Se piensa que debía medir unos 2 metros de largo y 1,5 de alto, y tendría unos incisivos de más de 30 centímetros, 10 de los cuales sobresaldrían de su boca. Estos tal vez se usaban para derribar árboles o pelear con animales de presa. Se alimentaría de plantas acuáticas y frutos, para lo que viviría en un bosque próximo al agua fresca. Conviviría con felinos y aves predadoras gigantes que no volaban, pero alcanzaban altas velocidades. El descubrimiento fue informado en la revista “Proceedings of the Royal Society B”.
A la memoria de Ruben Perez
La batuta de Rubén
Muchos Zarateños amanecieron este Lunes 18 de febrero de 2008,
tomando conocimiento que el famosos director de las bandas,
ya no estaba en esta vida.
RUBEN fue un gran músico, un gran maestro, un gran director,
un gran vecino y por sobre todo, una gran persona.
Fueron muchas salas, clubes, colegios, barrios, plazas y calles
que disfrutaron la variedad de un repertorio
que no estaba librado al azar.
Y los aplausos brotaban de todos los sectores y de todas las edades,
aprobando el espectáculo que brindaba con sus músicos.
Cuántas escuelas visitó para ofrecer un concierto o una clase,
cuántas entidades reclamaban su presencia sin hacerse rogar.
Con él estaba el respeto, la admiración y la amistad,
la disciplina, la responsabilidad y la bondad.
Pasaban los años, pero siempre había renovación,
cambiaban las modas y siempre la actualidad.
Su vida era la música, todos los ritmos, toda la variedad,
Aceptaba del público los pedidos, como aceptaba en la profesión los
desafíos.
Hoy se ha marchado a otros planos, y allí con muchos amigos
Formará bandas y orquestas, haciendo melodías celestiales sonar.
Seguro que estará alguien, esperándolo para el reencuentro,
ya lo vemos abrazado con Lito Lavenia, para recordar a
la Banda Municipal, y crear la Universal, con un repertorio
para todas las naciones, todos los idiomas, todos los colores.
Con su batuta, dirigió todo, parecía mágico, increíble,
pero no pudo dirigir su destino final, o tal vez si,
tal vez haya decidido dejarla para que otros la empuñen.
Y así pasó por nuestra comunidad, un grande pero con mucha
Humildad, un militante de la música, un militante de la cultura, y por
lo tanto, un militante de la vida.
Muchos Zarateños amanecieron este Lunes 18 de febrero de 2008,
tomando conocimiento que el famosos director de las bandas,
ya no estaba en esta vida.
RUBEN fue un gran músico, un gran maestro, un gran director,
un gran vecino y por sobre todo, una gran persona.
Fueron muchas salas, clubes, colegios, barrios, plazas y calles
que disfrutaron la variedad de un repertorio
que no estaba librado al azar.
Y los aplausos brotaban de todos los sectores y de todas las edades,
aprobando el espectáculo que brindaba con sus músicos.
Cuántas escuelas visitó para ofrecer un concierto o una clase,
cuántas entidades reclamaban su presencia sin hacerse rogar.
Con él estaba el respeto, la admiración y la amistad,
la disciplina, la responsabilidad y la bondad.
Pasaban los años, pero siempre había renovación,
cambiaban las modas y siempre la actualidad.
Su vida era la música, todos los ritmos, toda la variedad,
Aceptaba del público los pedidos, como aceptaba en la profesión los
desafíos.
Hoy se ha marchado a otros planos, y allí con muchos amigos
Formará bandas y orquestas, haciendo melodías celestiales sonar.
Seguro que estará alguien, esperándolo para el reencuentro,
ya lo vemos abrazado con Lito Lavenia, para recordar a
la Banda Municipal, y crear la Universal, con un repertorio
para todas las naciones, todos los idiomas, todos los colores.
Con su batuta, dirigió todo, parecía mágico, increíble,
pero no pudo dirigir su destino final, o tal vez si,
tal vez haya decidido dejarla para que otros la empuñen.
Y así pasó por nuestra comunidad, un grande pero con mucha
Humildad, un militante de la música, un militante de la cultura, y por
lo tanto, un militante de la vida.
¡ Hasta la próxima melodía, Maestro RUBEN PEREZ !
Zarateñamente: Miguel Angel LOPEZ U.
jueves, 6 de marzo de 2008
sábado, 1 de marzo de 2008
La traición a Rosas
Rosas marcha hacia el exilio
En el verano de 1852, el régimen de Rozas se derrumba en los campos de Caseros, mucho más rápidamente de lo supuesto por algunos observadores. Uno de ellos, ciertamente privilegiado, el representante del gobierno británico ante el de Buenos Aires, Robert Gore, nos ha dejado un detallado relato del desenlace de la batalla y del inmediatamente posterior refugio de Rosas en la legación inglesa En un informe fechado el 9 de febrero de 1852 y dirigido a su superior, el Ministro de Asuntos Exteriores, Lord Henry John Temple, vizconde de Palmerston, Gore señala:
Mi querido Lord,
No podía pensar, cuando zarpó el paquete en la tarde del 2 del presente, que al siguiente día terminaría el gobierno del general Rosas y su existencia política en este país. Por todas las circunstancias que he podido colegir, desde entonces, tanto él como su familia fueron mantenidos en la más completa ignorancia del poder, fuerza y recursos del ejército bajo el mando de Urquiza, pues ellos fueron animados por informes falsos, como para que creyesen que en el caso de una batalla, el general Rosas seguramente triunfaría.
En la tarde del 2 de febrero, el día anterior a la así denominada batalla- yo fui positivamente asegurado en la casa del gobernador que el general Benavídez, gobernador de la Provincia de San Juan, estaba en la retaguardia del ejército de Urquiza con 4.000 hombres y 8.000 caballos; y que Pedro Rosas se hallaba tras el ala derecha con 2.000 indios, de tal modo que, según esta cuenta, e1 ejército de Urquiza tenía 24.000 hombres, de los cuales 3.500 eran brasileros, 1.500 orientales, y los restantes correntinos, entrerrianos y bonaerenses y de las demás provincias, muy bien equipados y con excelente disciplina.
En la mañana del 3 de febrero, el ejército de Rosas consistía de 18.000 hombres, habiéndose reducido a este número por la dispersión de 7.000 hombres el 31 de enero. Este ejército, salvados 5.000, eran principalmente reclutas forzados al servicio. En realidad no hubo batalla, pues las tropas de Rosas arrojaron sus armas y huyeron, y -exceptuando la división Palermo- no fue más que una pequeña lucha, demostrado por el resultado, pues cayeron muertos tan solo 190 a 200 hombres, y hubo 43.000 hombres en el campo de batalla. La artillería de Rosas fue emplazada en una trinchera, y los cañones apuntaban al aire, de tal manera que los tiros sobrepasaban sin causar ningún dado. Casi todos los jefes en quienes Rosas confió se encuentran ahora al servicio. de Urquiza. Son las mismas personas a quienes a menudo escuché jurar devoción a la causa y persona del general Rozas. Nunca hubo hombre tan traicionado. El secretario confidencial que copiaba sus notas y despachos, nunca falló en enviar copias a Urquiza de todo lo que era interesante o le interesaba conocer a éste. Los jefes que mandaban la vanguardia de Rozas, se hallan ahora al frente de distritos. Nunca fue tan amplia la traición.
Relataré ahora a V. Señoría la fuga de Rosas y su familia. El día 3 de febrero estuve durante todo el tiempo completamente ocupado, concertando con mis colegas los mejores medios para proteger las vidas y propiedades de nuestros respectivos coacciónales. Al regresar a mi casa, a las 4 y media de la tarde, mi sirviente me informó que había admitido a una persona con uniforme de soldado común, pero que sospechaba ser el general Rosas, y que se hallaba reposando en mi lecho, muy exhausto por la fatiga y una herida que tenía en la mano, habiendo pedido que le dejasen recostar. Entré inmediatamente y hallé a Rosas en mi cama, cubierto con el humo y polvo de la batalla y sufriendo fatiga y hambre; mas, por otra parte, calmo y dueño de sí mismo. Díjome sonriendo "Es un hecho curioso que el caballo que doné a Mr. Southern para la reina Victoria salvó mi vida esta mañana, y ahora me encuentro bajo la protección de la bandera inglesa". Inmediatamente me dí cuenta que era necesario sacarle de mi cama y pasarlo a un buque de guerra, antes que se supiese o sospechase dónde estaba. Tenía poco tiempo disponible y debía emplear la mayor discreción posible, pues estaba por reunirme con los demás representantes, a las 6 pm., para ir al campo de Urquiza, a pedido del general Mansilla, jefe de la plaza, para ofrecer nuestros buenos oficios, 'a fin de convenir con aquel general la constitución de un gobierno para la ciudad, y yo no poseía medio alguno para hacer nada hasta mi regreso. Me ví, pues, obligado a dejar al general Rosas , habiendo ordenado su cena y baño, y que por ningún motivo se permitiese a ninguna persona entrar o salir de mi casa, hasta mi regreso.
. Al llegar los agentes extranjeros a Palermo encontramos la vanguardia del ejército de Urqúiza, entrando y adoptando sus medidas para pasar la noche, bajo el mando del general Galán, a quien hicimos conocer nuestra misión. Fuimos muy bien recibidos, y envió inmediatamente su edecán al campo de batalla donde se suponía que Urquiza pasaría la noche, para informarle del asunto que teníamos entre manos. Habiendo esperado hasta las 10 pm. sin recibir nuestra respuesta, pensé que era prudente excusarme con el coronel Galán, y regresar a Buenos Aires, pues no me quedaban más de cuatro horas para concebir y ejecutar un plan para embarcar al general Rozas y su familia. Llegué a la residencia del almirante Henderson, a las 11 y media, quien inmediatamente aceptó mi proposición, de embarcar al general Rozas y familia a bordo del Locust que se encontraba en el puerto, y despacharlo, al romper el día, a Montevideo, a alcanzar el paquete; y transferir a Rosas y familia al Centaur, no bien el Locust navegase por la rada exterior.
Pasé enseguida a mi casa, acompañado por su hija Manuelita, a quien confié mi plan e hicimos las preparaciones necesarias para el embarque, después de discutí un poco con el general Rosas, que deseaba permanecer en mi casa por 2 ó 3 días, a fin de arreglar sus asuntos, antes de dejar para siempre su país. Después de revestir al General Rosas con un gran capote y gorro de marino, a su hija como si fuese un joven, y a su hijo con mis ropas, y hallándose listo un bote en cierto lugar perteneciente a un bajel mercante, nos dirigirnos hacia él. Tuvimos que pasar por dos garitas de centinelas, y en ambas nos examinaron, pero se nos permitió pasar antes que se supiese o sospechase dónde estaba. Tenía poco tiempo disponible y debía emplear la mayor discreción posible, pues estaba por reunirme con los demás representantes, a las 6 pm., para ir al campo de Urquiza, a pedido de¡ general Mansilla, jefe de la plaza, para ofrecer nuestros buenos oficios, 'a fin de convenir con aquel general la constitución de un gobierno para la ciudad, y yo no poseía medio alguno para hacer nada hasta mi regreso. Me ví, pues, obligado a dejar al general Rosas, habiendo ordena- do su cena y, baño, y que por ningún motivo se permitiese a ninguna persona entrar o salir de mi casa, hasta mi regreso.
Al llegar los agentes extranjeros a Palermo encontramos la vanguardia, del ejército de Urquiza, entrando y adoptando sus medidas para pasar la noche, bajo el mando del general Galán, a quien hicimos conocer nuestra misión. Fuimos muy bien recibidos, y envió inmediatamente su edecán al campo de batalla donde se suponía que Urquiza pasaría la noche, para informarle del asunto que teníamos entre manos. Habiendo esperado hasta las 10 pm. sin recibir nuestra respuesta, pensé que era prudente excusarme con el 'coronel Galán, y regresar a Buenos Aires, pues no me que- daban más de cuatro horas para concebir y ejecutar un plan para embarcar al general Rozas y su familia. Llegué a la residencia del almirante Henderson, a las 11 y media, quien inmediatamente aceptó mi proposición, de embarcar al general Rozas y familia. a bordo del Locust que se encontraba en el puerto, y despacharlo, al romper el día, a Montevideo, a alcanzar el paquete; y transferir a Rosas y familia al Centaur, no bien el Locust navegase por la rada exterior.
Pasé enseguida a mi casa, acompañado por su hija Manuelita, a quien confié mi plan e hicimos las preparaciones necesarias para el embarque, después de discutí un poco con el general Rosas, que deseaba permanecer en mi casa por 2 ó 3 días, a fin de arreglar sus asuntos, antes de dejar para siempre su país. Después de revestir al General Rosas con un gran capote y gorro de marino, a su hija como si fuese un joven, y a su hijo con mis ropas, y hallándose listo un bote en cierto lugar perteneciente a un baje mercante, nos dirigimos hacia él. Tuvimos que pasar por dos garitas de centinelas, y en ambas nos examinaron, pero se nos permitió pasar al darme a conocer. Al llegar al río las aguas se hallaban muy bajas, y el grupo tuvo que caminar unas 400 yardas antes de llegar al bote. A las 3 pm. todos estaban a salvo, a bordo del Locust. A las 4.30 am. yo andaba camino a Palermo, nuevamente, acompañando una comisión de la ciudad, para entregarla al general conquistador. Aseguro a Ud. mi Lord, que experimenté un profundo alivio al ver al Locust salir del puerto, mientras yo cabalgaba hacia Palermo
No he de molestar más a V.S. con este asunto, que Usted conocerá por mis despachos, y que pertenece ahora a la historia.
Fui presentado al general Urquiza, quien hablóme acerca del general Rosas y dijo que éste había peleado bravamente, y que creía que había marchado hacia el Sud; composición de lugar que no me sentí inclinado a contradecir de ninguna manera.
Lamento decir que la excitación contra los agentes británicos, especialmente en contra mío, a causa de la fuga del general Rosas, fue principalmente manifestada por súbditos ingleses y franceses, que hicieron lo más para que mi posición se tornase tan difícil e incompatible como era posible. A Dios gracias, siento que no he hecho más que cumplir con mi deber como Agente Británico, y como un gentilhombre inglés. No hice más que lo que era dictado por la humanidad y principios honorables. Los he tratado con la mayor indiferencia, a pesar de las amenazas de que me arrojarían a la calle, y que en cierta ocasión se envió a un sujeto a medianoche para que, golpeando mi puerta, me notificase que debía visitar al Gobernador en la Fortaleza por un asunto urgente, rehusándose mi sirviente a permitirle la entrada en la casa, amenazó balearme si me encontraba afuera. Me he mostrado en todas partes a todas horas, como de costumbre, sin más que un pequeño bast6n corno único compañero; y confío que cuando mis compatriotas se encuentren más calmos, verán el error en que han estado.
Los dichos acerca de mí, aunque increíbles, fueron y son admitidos por algunos. Así por ejemplo, mi casamiento con Manuelita Rosas, traspasándoseme por el general la casa habitación de Rosas en la ciudad y Palermo, siendo reclamados por mí como propiedad británica. El recibo de 60.000 patacones, es decir alrededor de 12.000 libras, que el general Rosas me habría donado por haber salvado su vida. Tales fueron los informes, libremente repartidos, principalmente por súbditos británicos; personas estas que no tenían porqué quejarse de la conducta del general Rosas, pero ignorantes del sentimiento del honor que gobierna la mente de un gentilhombre.
El Centaur zarpó esta mañana a las 4 AM., para encontrarse con el Conflicto, vapor al que será trasladado el general Rosas y su familia, y que navegará con su más rápido andar posible, a fin de dar con el paquete en Pernambuco. Si fallase en esto, tienen orden de proceder con ellos hasta Inglaterra, lugar que el General Rosas ha fijado para su actual residencia.
El general Rosas me aseguró que no poseía un centavo fuera del país, pero que llevaba consigo, -una insignificancia-, alrededor de 720 onzas de 2.300 libras de nuestra moneda, y que si sus propiedades en este país, que son muy considerables, fuesen confiscadas, él y familia se arruinarían.
Public Record Office, Copia F.O. Tomado de Diego Luis Molinari, Prolegómenos de Caseros , Editorial Devenir, Bs. As., 1962.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
Mi querido Lord,
No podía pensar, cuando zarpó el paquete en la tarde del 2 del presente, que al siguiente día terminaría el gobierno del general Rosas y su existencia política en este país. Por todas las circunstancias que he podido colegir, desde entonces, tanto él como su familia fueron mantenidos en la más completa ignorancia del poder, fuerza y recursos del ejército bajo el mando de Urquiza, pues ellos fueron animados por informes falsos, como para que creyesen que en el caso de una batalla, el general Rosas seguramente triunfaría.
En la tarde del 2 de febrero, el día anterior a la así denominada batalla- yo fui positivamente asegurado en la casa del gobernador que el general Benavídez, gobernador de la Provincia de San Juan, estaba en la retaguardia del ejército de Urquiza con 4.000 hombres y 8.000 caballos; y que Pedro Rosas se hallaba tras el ala derecha con 2.000 indios, de tal modo que, según esta cuenta, e1 ejército de Urquiza tenía 24.000 hombres, de los cuales 3.500 eran brasileros, 1.500 orientales, y los restantes correntinos, entrerrianos y bonaerenses y de las demás provincias, muy bien equipados y con excelente disciplina.
En la mañana del 3 de febrero, el ejército de Rosas consistía de 18.000 hombres, habiéndose reducido a este número por la dispersión de 7.000 hombres el 31 de enero. Este ejército, salvados 5.000, eran principalmente reclutas forzados al servicio. En realidad no hubo batalla, pues las tropas de Rosas arrojaron sus armas y huyeron, y -exceptuando la división Palermo- no fue más que una pequeña lucha, demostrado por el resultado, pues cayeron muertos tan solo 190 a 200 hombres, y hubo 43.000 hombres en el campo de batalla. La artillería de Rosas fue emplazada en una trinchera, y los cañones apuntaban al aire, de tal manera que los tiros sobrepasaban sin causar ningún dado. Casi todos los jefes en quienes Rosas confió se encuentran ahora al servicio. de Urquiza. Son las mismas personas a quienes a menudo escuché jurar devoción a la causa y persona del general Rozas. Nunca hubo hombre tan traicionado. El secretario confidencial que copiaba sus notas y despachos, nunca falló en enviar copias a Urquiza de todo lo que era interesante o le interesaba conocer a éste. Los jefes que mandaban la vanguardia de Rozas, se hallan ahora al frente de distritos. Nunca fue tan amplia la traición.
Relataré ahora a V. Señoría la fuga de Rosas y su familia. El día 3 de febrero estuve durante todo el tiempo completamente ocupado, concertando con mis colegas los mejores medios para proteger las vidas y propiedades de nuestros respectivos coacciónales. Al regresar a mi casa, a las 4 y media de la tarde, mi sirviente me informó que había admitido a una persona con uniforme de soldado común, pero que sospechaba ser el general Rosas, y que se hallaba reposando en mi lecho, muy exhausto por la fatiga y una herida que tenía en la mano, habiendo pedido que le dejasen recostar. Entré inmediatamente y hallé a Rosas en mi cama, cubierto con el humo y polvo de la batalla y sufriendo fatiga y hambre; mas, por otra parte, calmo y dueño de sí mismo. Díjome sonriendo "Es un hecho curioso que el caballo que doné a Mr. Southern para la reina Victoria salvó mi vida esta mañana, y ahora me encuentro bajo la protección de la bandera inglesa". Inmediatamente me dí cuenta que era necesario sacarle de mi cama y pasarlo a un buque de guerra, antes que se supiese o sospechase dónde estaba. Tenía poco tiempo disponible y debía emplear la mayor discreción posible, pues estaba por reunirme con los demás representantes, a las 6 pm., para ir al campo de Urquiza, a pedido del general Mansilla, jefe de la plaza, para ofrecer nuestros buenos oficios, 'a fin de convenir con aquel general la constitución de un gobierno para la ciudad, y yo no poseía medio alguno para hacer nada hasta mi regreso. Me ví, pues, obligado a dejar al general Rosas , habiendo ordenado su cena y baño, y que por ningún motivo se permitiese a ninguna persona entrar o salir de mi casa, hasta mi regreso.
. Al llegar los agentes extranjeros a Palermo encontramos la vanguardia del ejército de Urqúiza, entrando y adoptando sus medidas para pasar la noche, bajo el mando del general Galán, a quien hicimos conocer nuestra misión. Fuimos muy bien recibidos, y envió inmediatamente su edecán al campo de batalla donde se suponía que Urquiza pasaría la noche, para informarle del asunto que teníamos entre manos. Habiendo esperado hasta las 10 pm. sin recibir nuestra respuesta, pensé que era prudente excusarme con el coronel Galán, y regresar a Buenos Aires, pues no me quedaban más de cuatro horas para concebir y ejecutar un plan para embarcar al general Rozas y su familia. Llegué a la residencia del almirante Henderson, a las 11 y media, quien inmediatamente aceptó mi proposición, de embarcar al general Rozas y familia a bordo del Locust que se encontraba en el puerto, y despacharlo, al romper el día, a Montevideo, a alcanzar el paquete; y transferir a Rosas y familia al Centaur, no bien el Locust navegase por la rada exterior.
Pasé enseguida a mi casa, acompañado por su hija Manuelita, a quien confié mi plan e hicimos las preparaciones necesarias para el embarque, después de discutí un poco con el general Rosas, que deseaba permanecer en mi casa por 2 ó 3 días, a fin de arreglar sus asuntos, antes de dejar para siempre su país. Después de revestir al General Rosas con un gran capote y gorro de marino, a su hija como si fuese un joven, y a su hijo con mis ropas, y hallándose listo un bote en cierto lugar perteneciente a un bajel mercante, nos dirigirnos hacia él. Tuvimos que pasar por dos garitas de centinelas, y en ambas nos examinaron, pero se nos permitió pasar antes que se supiese o sospechase dónde estaba. Tenía poco tiempo disponible y debía emplear la mayor discreción posible, pues estaba por reunirme con los demás representantes, a las 6 pm., para ir al campo de Urquiza, a pedido de¡ general Mansilla, jefe de la plaza, para ofrecer nuestros buenos oficios, 'a fin de convenir con aquel general la constitución de un gobierno para la ciudad, y yo no poseía medio alguno para hacer nada hasta mi regreso. Me ví, pues, obligado a dejar al general Rosas, habiendo ordena- do su cena y, baño, y que por ningún motivo se permitiese a ninguna persona entrar o salir de mi casa, hasta mi regreso.
Al llegar los agentes extranjeros a Palermo encontramos la vanguardia, del ejército de Urquiza, entrando y adoptando sus medidas para pasar la noche, bajo el mando del general Galán, a quien hicimos conocer nuestra misión. Fuimos muy bien recibidos, y envió inmediatamente su edecán al campo de batalla donde se suponía que Urquiza pasaría la noche, para informarle del asunto que teníamos entre manos. Habiendo esperado hasta las 10 pm. sin recibir nuestra respuesta, pensé que era prudente excusarme con el 'coronel Galán, y regresar a Buenos Aires, pues no me que- daban más de cuatro horas para concebir y ejecutar un plan para embarcar al general Rozas y su familia. Llegué a la residencia del almirante Henderson, a las 11 y media, quien inmediatamente aceptó mi proposición, de embarcar al general Rozas y familia. a bordo del Locust que se encontraba en el puerto, y despacharlo, al romper el día, a Montevideo, a alcanzar el paquete; y transferir a Rosas y familia al Centaur, no bien el Locust navegase por la rada exterior.
Pasé enseguida a mi casa, acompañado por su hija Manuelita, a quien confié mi plan e hicimos las preparaciones necesarias para el embarque, después de discutí un poco con el general Rosas, que deseaba permanecer en mi casa por 2 ó 3 días, a fin de arreglar sus asuntos, antes de dejar para siempre su país. Después de revestir al General Rosas con un gran capote y gorro de marino, a su hija como si fuese un joven, y a su hijo con mis ropas, y hallándose listo un bote en cierto lugar perteneciente a un baje mercante, nos dirigimos hacia él. Tuvimos que pasar por dos garitas de centinelas, y en ambas nos examinaron, pero se nos permitió pasar al darme a conocer. Al llegar al río las aguas se hallaban muy bajas, y el grupo tuvo que caminar unas 400 yardas antes de llegar al bote. A las 3 pm. todos estaban a salvo, a bordo del Locust. A las 4.30 am. yo andaba camino a Palermo, nuevamente, acompañando una comisión de la ciudad, para entregarla al general conquistador. Aseguro a Ud. mi Lord, que experimenté un profundo alivio al ver al Locust salir del puerto, mientras yo cabalgaba hacia Palermo
No he de molestar más a V.S. con este asunto, que Usted conocerá por mis despachos, y que pertenece ahora a la historia.
Fui presentado al general Urquiza, quien hablóme acerca del general Rosas y dijo que éste había peleado bravamente, y que creía que había marchado hacia el Sud; composición de lugar que no me sentí inclinado a contradecir de ninguna manera.
Lamento decir que la excitación contra los agentes británicos, especialmente en contra mío, a causa de la fuga del general Rosas, fue principalmente manifestada por súbditos ingleses y franceses, que hicieron lo más para que mi posición se tornase tan difícil e incompatible como era posible. A Dios gracias, siento que no he hecho más que cumplir con mi deber como Agente Británico, y como un gentilhombre inglés. No hice más que lo que era dictado por la humanidad y principios honorables. Los he tratado con la mayor indiferencia, a pesar de las amenazas de que me arrojarían a la calle, y que en cierta ocasión se envió a un sujeto a medianoche para que, golpeando mi puerta, me notificase que debía visitar al Gobernador en la Fortaleza por un asunto urgente, rehusándose mi sirviente a permitirle la entrada en la casa, amenazó balearme si me encontraba afuera. Me he mostrado en todas partes a todas horas, como de costumbre, sin más que un pequeño bast6n corno único compañero; y confío que cuando mis compatriotas se encuentren más calmos, verán el error en que han estado.
Los dichos acerca de mí, aunque increíbles, fueron y son admitidos por algunos. Así por ejemplo, mi casamiento con Manuelita Rosas, traspasándoseme por el general la casa habitación de Rosas en la ciudad y Palermo, siendo reclamados por mí como propiedad británica. El recibo de 60.000 patacones, es decir alrededor de 12.000 libras, que el general Rosas me habría donado por haber salvado su vida. Tales fueron los informes, libremente repartidos, principalmente por súbditos británicos; personas estas que no tenían porqué quejarse de la conducta del general Rosas, pero ignorantes del sentimiento del honor que gobierna la mente de un gentilhombre.
El Centaur zarpó esta mañana a las 4 AM., para encontrarse con el Conflicto, vapor al que será trasladado el general Rosas y su familia, y que navegará con su más rápido andar posible, a fin de dar con el paquete en Pernambuco. Si fallase en esto, tienen orden de proceder con ellos hasta Inglaterra, lugar que el General Rosas ha fijado para su actual residencia.
El general Rosas me aseguró que no poseía un centavo fuera del país, pero que llevaba consigo, -una insignificancia-, alrededor de 720 onzas de 2.300 libras de nuestra moneda, y que si sus propiedades en este país, que son muy considerables, fuesen confiscadas, él y familia se arruinarían.
Public Record Office, Copia F.O. Tomado de Diego Luis Molinari, Prolegómenos de Caseros , Editorial Devenir, Bs. As., 1962.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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