Semáforo epidemiológico, Biocombustibles, Ministerio Público Fiscal y reforma de la Justicia, son algunos de las iniciativas giradas por el Ejecutivo que aún no logran avanzar David Cayón Por David Cayón 13 de Junio de 2021
La Casa Rosada no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso y eso es cada vez más palpable. En la Cámara de Diputados cuenta con más apoyo que en la de Senadores a pesar de que en esta última la coalición tiene quiorum propio. El problema es a quién responde.
La falta de legisladores que acaten más a la Casa Rosada que a los otros sectores de la coalición de gobierno -el Frente Renovador de Sergio Massa y el kirchnerismo de Cristina Kirchner-, sumado a la escasez de consenso con el bloque opositor mayoritario de Juntos por el Cambio, está haciendo cada vez más dificultosa la aprobación de algunas de las leyes que surgen del Ejecutivo.
La última discusión que la Casa Rosada esperó hasta último momento pero que aún no pudo sortear es el de la “ley pandemia”. El proyecto cuenta con media sanción de la Cámara de Senadores de la Nación y establece un semáforo epidemiológico por el que los distritos pueden abrir o cerrar las actividades. Pero el dato más importante es que delega en los ejecutivos provinciales y, si estos no responden en el Ejecutivo nacional, la autoridad para establecer cierres de actividades y de circulación frente a una suba de los casos de contagios de COVID-19.
En la Casa Rosada esperaban tener para este fin de semana la ley aprobada y, de esa manera, evitar que el Presidente firme un nuevo decreto. Sin embargo, el bloque del Frente de Todos no logró juntar los votos, por lo que ahora habrá que esperar como mínimo dos semanas para poder llevar la ley al recinto de Diputados.
Otra norma que no logra avanzar es la reforma de la Justicia. En este punto no sólo que no logra el apoyo de los bloques opositores sino que en el Congreso no se observa mucha voluntad de algunos diputados oficialistas. “Esta bastante verde la posibilidad de avanzar. Muchos entienden que es una discusión que les queda lejos a las provincias y que está más entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires.
Puede ser que alguna provincia tenga una fiscalía nueva, pero hay juzgados en donde no hay jueces nombrados desde hace años por lo que la creación de una fiscalía poco les interesa”, explicó a Infobae un diputado del oficialismo que participa de las comisiones en donde se discute.
La norma tiene media sanción desde finales de agosto de 2020. En ese momento, el kirchnerismo hizo valer su mayoría en la Cámara alta y la propuesta del Gobierno fue aprobada por 40 votos afirmativos del Frente de Todos y sus aliados contra 26 votos negativos de la bancada opositora de Juntos por el Cambio, que mantuvo sus cuestionamientos, pese al cambio introducido a último momento, por considerar que la reforma “no era prioritaria” en medio de la pandemia de coronavirus.
La iniciativa, que ahora está paralizada en la Cámara de Diputados, crea un nuevo fuero penal federal y más juzgados, fiscalías y cámaras de apelaciones en siete provincias con la meta puesta en fortalecer el sistema de justicia.
Algo similar sucede con la reforma del Ministerio Público Fiscal, aunque en este caso son más palpable las diferencias que existe entre la Casa Rosada y el Senado de la Nación, en donde la voz de mando es la de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Alberto Fernández propuso a Daniel Rafecas para ocupar el cargo de jefe de los fiscales pero chocó de frente con la oposición de Juntos por el Cambio y del kirchnerismo en el Senado.
El pliego lleva más de un año esperando ser tratado y no hubo muchas chances de que avance.
Con el paso de los meses el kirchnerismo decidió no sólo no apoyar a Rafecas -con la excusa de no contar con los votos de Juntos por el Cambio- sino avanzar con una reforma del Ministerio Público Fiscal mucho más profunda.
Así fue que a finales de noviembre de 2020 la Cámara de Senadores aprobó, y giró a Diputados, un proyecto que le introduce varios cambios a la Ley del Ministerio Público Fiscal, entre los que se destacan que la elección del jefe de los fiscales sea por mayoría absoluta de la Cámara alta, en vez de por los dos tercios de los presentes, y establece una reducción del período de mandato a cinco años, reelegible por un lustro.
Esta decisión tuvo dos reacciones.
Una de la oposición que, frente a la posibilidad del cambio en la forma de la elección del jefe de los fiscales (el kirchnerismo lo podría hacer sin necesidad de contar con los votos de la oposición), modificó su estrategia y salió a apoyar públicamente a Rafecas. Pero ya era tarde.
El 19 de mayo de 2021 el oficialismo obtuvo dictamen en la comisión de la Cámara de Diputados en un encuentro cargado de cruces y chicanas y se suponía que iba a avanzar con fuerza para llevar la norma al hemiciclo.
Sin embargo, otra vez, entre propios y ajenos, el proyecto sigue sin obtener los 129 votos necesarios.
Pero quizás el ejemplo más claro de todas las idas y vueltas que tiene el oficialismo en el Congreso no es que quince días más tarde de reglamentar una ley que envió la Casa Rosada el oficialismo representado en Sergio Massa y Máximo Kirchner presente una nueva que lo modifica -Monotributo-, sino que un proyecto de ley que llega a Diputados con media sanción del Senado, es decir, con la aprobación de Cristina Kirchner, se encuentra con el freno y un nuevo proyecto de Máximo Kirchner.
Ese es el caso de la Ley de Biocombustibles que llegó con media sanción de Senadores el 30 de octubre de 2020 y en Diputados chocó con una inicitava diferente del jefe del bloque del Frente de Todos, Máximo Kirchner, que, gracias al apoyo de dos diputados radicales y otros dos macritas, el pasado 18 de mayo obtuvo dictamen favorable pero que aún no llegó al recinto.
Los diferentes sectores de la coalición de gobierno juegan su partida en el Congreso. No es sólo la disputa entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. En varias ocasiones, la discusión entre La Campora, el peronismo, el massismo y la Casa Rosada termina siendo una complicación mayor que la complejidad de no contar con quorum propio.
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