Creo que las sociedades están en permanente movimiento, pero no siempre avanzan. La piedra en el camino sigue siendo el discurso hegemónico, una treta alimentada desde el poder que convierte al que piensa distinto en un sujeto descartable, en el mejor de los casos y en un enemigo a destruir, en el peor. Hoy vivimos bajo reino de la “Obediencia debida “figura en la cual el individuo no responde por sus actos ya que obedece el mandato de una jerarquía militar, política, religiosa…… Debemos poner punto final a esta fábrica de acólitos porque la solución a los problemas de un país siempre viene de la mano de todos y no de los que manejan el $ de los contribuyentes. Estamos estancados porque hay mucha gente que no comprende que el avance de las sociedades está ligado a la suma de todos los disensos. y será administrando sabiamente nuestras diferencias que llegaremos al punto medio en el que estaremos todos representados.
La Obedecía debida atesta el mundo de seres “políticamente correctos” que nunca serán buenos timoneles porque confunden civismo con servilismo. Yo les recuerdo a mis conciudadanos que esta forma de manejarse es más fácil de descubrir en ciertas actividades. La cultura, la política y el periodismo dan a sus protagonistas una exposición mediática que nos permite saber cuan independientes son. También les recuerdo que sus actividades están sostenidas por la voluntad del ciudadano y decir BASTA es una buena herramienta de resistencia pacífica. Cuando algún actor social expuesto pretenda “vendernos” algo mediocre, apologético o que viole la moral que nos hemos dado como grupo social, debemos decir BASTA. El veto ciudadano en la mejor arma para que volvamos a tener el mando en esta sociedad que olvidó que el poder debe venir de la mano del deber y la responsabilidad.
No hay que olvidar el papel que deberían jugar organizaciones como las que luchan contra la violencia de género o que trabajan en nombre de los DDHH. Nunca como en estos tiempos vi a estos colectivos tan ausentes y selectivos a la hora del reclamo. Y lo afirmo como mujer liberal que siempre adhirió a toda manifestación en contra de la violación a los derechos fundamentales y a cualquier tipo de violencia, inclusive la de género. Hoy me pregunto por qué estamos tan solos a la hora de reclamar el DERECHO de los enfermos a recibir su medicación de un Estado que les niega medicamentos mientras gasta nuestros dineros en trivialidades. También aguardo que los colectivos femeninos se expresen sobre la violencia ejercida sobre una mujer mayor al burlarse públicamente de la expresión de su dolor ante la muerte de su esposo. Porque eso también es violencia de género, como es una aberrante violación de los DDHH el manejo que del tema medicamentos hace hoy el Estado uruguayo. El sábado murió el niño Agustín Cal. Nadie dijo nada. El cupletista que agrede cada noche públicamente a una mujer en su dolor fue convocado (¿contratado?) para actuar en un acto contra de la violencia de género. Solo falta que sienten al General Galtieri en el Instituto de DDHH. Llegó la hora de decir BASTA.
Mercedes Vigil