Por Cinthia Ruth Nahuel Ríos es argentino, tiene 38 años y vive desde hace cinco años en Finlandia, el país que fue elegido por la ONU como el “más feliz del mundo” por cuarto año consecutivo. A diferencia de lo que la mayoría cree, el “World Happiness Report 2020” no evalúa cómo se sienten sus habitantes sino que analiza diferentes variables relacionadas con la economía, la sociedad y la calidad de vida, que para este argentino distan mucho de lo que significa para él la palabra felicidad. “Lo de la felicidad es un concepto, un título entre comillas. Ellos miden el confort y los ingresos per cápita que tiene la gente, el desarrollo del PBI, la falta de corrupción, el índice de pobreza, la seguridad y el prestigio que tienen los políticos”, explicó Nahuel a Infobae.
“Si miramos todo eso hasta te puedo decir que es el mejor país de Europa para vivir, pero tiene otros aspectos relacionados con lo emocional y lo mental que no lo hace tan amigable para los extranjeros”, advirtió.
Si bien describió a la sociedad finlandesa como respetuosa de las normas y muy trabajadora, aseguró que “la gente es bastante cerrada y tímida para entablar una relación y no suele hacerse tiempo para fomentar la vida social”. De hecho, Nahuel muy rara vez participa de reuniones, como solía hacerlo cuando vivía en Buenos Aires. “A ellos les gusta la soledad y el silencio”, remarcó.
“Eso no quiere decir que sean inaccesibles, pero no son de invitarte a comer a la casa. Y a veces uno extraña esas juntadas. Jamás te van a participar de un cumpleaños y son reticentes a que los saludes en la calle. Se hacen los que no te ven, te evaden. Pero también tienen eso de que cuando te hacés amigo de uno, es una amistad para siempre”, remarcó Nahuel, quien supo rodearse de amigos latinos y europeos para hacer más llevadera la vida en ese país nórdico.
Más allá de que los finlandeses tienen una reputación de poco expresivos y muy solitarios, Nahuel destaca el alto nivel de vida, el correcto funcionamiento de los servicios públicos, la solidaridad entre la gente y la lucha contra la desigualdad. “Acá no hay pobres, todos somos clase media.
No vas a encontrar a nadie que no llegue a fin de mes. La gente no se hace problema por esa cuestión”, comparó Nahuel con respecto a lo que sucede en nuestro país.
Incluso, recordó a modo de anécdota que cuando encontró un smartphone en el tren, su esposa le sugirió que lo llevara a una oficina estatal donde se depositan los objetos perdidos porque la gente suele acudir allí cuando extravía sus pertenencias. “Ella me dijo ‘dejalo encendido porque seguro el dueño te va a llamar’ y así sucedió. Le pasé mi dirección y lo vino a buscar”, relató sorprendido ya que se trataba de un costoso iPhone de más de mil euros.
“Finlandia tiene un montón de aspectos positivos.
Es 10 puntos en la parte económica y en la educación cívica pero es muy duro en la parte emocional y mental. Acá, el clima no es muy amigable para los extranjeros”, advirtió al recordar que le costó un año adaptarse a los inviernos de -30ºC y pasar meses sin poder ver la luz solar.
“De diciembre a enero, cuando entramos al invierno, tenemos entre dos y tres horas de luz solar por día. Después de las 3 de la tarde es como si fueran las 11 de la noche”, ejemplificó Nahuel. Y por el contrario, en verano, “a las 2 de la mañana seguís viendo el cielo con claridad como si fuese pleno día, es un atardecer eterno”.
Sin embargo, aclaró que eso sucede en la ciudad de Helsinki, donde él reside junto a su pareja Katri, “porque si te vas bien al norte podés estar viviendo tres meses en plena oscuridad y tres en plena claridad”.
“Mi primer año fue terrible. No tenía fuerza y me descomponía frecuentemente por la falta de luz. Cuando viví las Noches Blancas por primera vez perdí la noción de todo. Acá necesitás de esas cortinas blackout porque tanta luz no te deja dormir”, señaló al contar su experiencia.
La depresión que atravesó Nahuel por la falta de luz solar llegó a tal punto que tuvo que hacer terapia. “No estaba acostumbrado a la falta de vitamina D en mi cuerpo. De hecho, cuando el médico que me atendió me preguntó de dónde era me dijo que me tranquilizara porque era normal lo que me estaba pasando ya que mi piel estaba acostumbrada a recibir los rayos del sol constantemente”, recordó.
De todas maneras, contó que le encanta disfrutar de los dos principales atractivos turísticos naturales que radican en disfrutar de las Noches Blancas y contemplar las auroras boreales en la región ártica de Laponia.
Finlandia es un país ideal para los amantes de la naturaleza ya que las dos terceras partes de su territorio se componen de bosques, la proporción más alta de entre todos los países del mundo. También posee una gran cantidad de lagos, a los que se puede ir de pesca en verano o a patinar en invierno.
En enero, cayeron cantidades récord de nieve en Helsinki y la ciudad se tiñó completamente de blanco. Por lo general, marzo es muy frío; y a partir de abril la nieve comienza a disiparse, que es cuando los días arrancan a ser un poco más largos y la gente empieza a disfrutar del aire libre.
“En esta época del año hace -1 grado, nieva bastante y a las 2 de la tarde ya es de noche. El sol se asoma apenas un ratito y después el cielo se pone gris. Son tres meses así”, describió Nahuel, sumado a que Finlandia decretó hace dos semanas una cuarentena más estricta con el cierre de comercios no esenciales y las fronteras con Estonia (donde los contagios subieron considerablemente y la situación sanitaria está casi colapsada).
De todas maneras, Nahuel insiste en que la sociedad finlandesa no sintió un cambio sustancial en su modo de vida en pandemia con respecto al esparcimiento y las salidas familiares porque “van del trabajo a su casa”.
Y agregó: “En líneas generales te puedo asegurar que cuando llegué en el 2016 también sentía que vivía en pandemia porque Finlandia es un país que está hecho para vivir adentro de las casas por el clima”.
Hoy, la rutina de Nahuel consiste en ir a trabajar en la oficina de correos estatal por la mañana y estudiar finés por la tarde. En su tiempo libre, se dedica a subir contenido a las redes sociales de LandingDos, donde junto a su pareja muestran cómo se vive en “países extremos por su clima y su vegetación” y cuentan sus experiencias como viajeros.
“Aunque no lo creas superé mis miedos gracias a la genialidad de mi mujer que me propuso viajar para escapar del invierno finlandés. No fue por la terapia”, reflexionó el joven ya que en ese país la estructura laboral le permite a los trabajadores tomarse más tiempo de descanso.
“Acá si trabajás un año ya tenés un mes de vacaciones y encima te dan dos semanas más para que te tomes durante el invierno. Así que los empleados como yo tienen un mes y medio de vacaciones”, detalló.
Desde que Nahuel y Katri dejaron Buenos Aires solo volvieron una vez y notaron varios cambios en la economía.
“Cuando me fui de Argentina estaban los billetes de 100 pesos y cuando volví, en 2018, me encontré con los billetes de 1.000 pesos”, remarcó en referencia a la escalada inflacionaria. “Llevé 400 euros para 20 días y no me alcanzó. No es que me iba a comer a Puerto Madero, eh. Vi todo muy caro. Fue un gran impacto”, recordó.
Pero más allá de la estabilidad laboral y la alta calidad de vida que tienen en Finlandia ambos sueñan con volver a la Argentina y vivir acá una nueva aventura. “Si vos le preguntás a mi mujer qué prefiere, si Finlandia o Argentina, te dice Argentina. ‘El buen clima y el sol que hay allá no lo cambio por nada’, me dice”, admitió Nahuel a pesar de vivir en el país más feliz del mundo.