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domingo, 21 de diciembre de 2008

METEORITOS GIGANTES...




El meteorito El Chaco, de 37 toneladas, fue descubierto en 1972.
Misterio en Mendoza
miércoles, 09 de abril de 2008
La caída, el domingo por la noche, de un objeto que podría ser un meteorito en el centro este de Entre Ríos, ha llevado a muchos a preguntarse qué es lo que lo diferencia de un meteoro, de una estrella fugaz o de un bólido. En realidad son lo mismo, pero sólo uno de ellos es el único capaz de impactar: la estrella fugaz es una pequeña pieza de materia interplanetaria luminosa, que se mueve en el cielo, como podría hacerlo un satélite, y que en segundos se pierde en el espacio, a veces produciendo una estela o algunas chispas; y un bólido es una estrella fugaz que dura minutos. Ambos son meteoroides, es decir, son partículas de tamaño menor que no han entrado a la atmósfera terrestre. Cuando lo hace, y siempre que sea luminoso y visible a simple vista, se le llama meteoro (del griego meteoron, "fenómeno en el cielo"); y recién cuando choca contra la superficie terrestre, pasa a ser un meteorito. Al impactar contra la atmósfera, el meteoro es frenado rápidamente, por lo que pierde una gran cantidad de energía que se expresa como calor, de ahí que generalmente se evapora. Pero si es de gran tamaño, es posible que su núcleo sobreviva e impacte sobre la Tierra, a una velocidad de entre 500 y 60.000 kilómetros por hora, convirtiéndose en meteorito. Los meteoros y meteoritos pueden provenir del desprendimiento de algún cometa, del choque de algún meteoro con la Luna o Marte, y especialmente, del cinturón de asteroides que se encuentra entre las órbitas de Júpiter y Saturno. Hay diferentes tipos de meteoritos: algunos son rocosos, otros ferrosos y, a veces, son condritas carbonáceas. El ranking El mayor meteorito que se ha encontrado es el Hoba, de 60 toneladas de hierro; el mayor meteorito rocoso pesa cerca de una tonelada; y la condrita carbonácea Allende, conformada por una serie de trozos, totaliza cerca de 5 toneladas. Entre los más famosos se encuentran el Allan Hills 84001, de origen marciano; el Cabo York, uno de los más grandes del mundo; el Ensisheim, el más viejo, cuya caída fue fechada en 1492; el Heat Shield Rock, encontrado en Marte; y El Chaco, por detrás del Hoba, el segundo de mayor masa conocido hasta ahora y con marca en nuestro país. Pero se conocen cráteres que corresponden a cuerpos mucho mayores: uno de ellos es el de Arizona, Estados Unidos, de 1.280 metros de diámetro y 180 metros de profundidad, que se formó hace miles de años por un meteorito de unas 250.000 toneladas de peso y 70 metros de diámetro, que cayó a casi 60.000 kilómetros por hora. Hasta finales del siglo XIX, sólo se habían hallado algunos cientos de meteoritos, 80% de ellos de consistencia metálica o pedregosos-metálicos. Pero ahora, en las colecciones del mundo, hay más de 30.000; de ellos, los primeros 200 fueron hallados por el pionero Harvey H. Nininger en los grandes llanos de los Estados Unidos, entre 1920 y 1950. Entre 1912 y 1964 algunos meteoritos fueron encontrados en la Antártida, pero la búsqueda se intensificó y para 1974, un equipo japonés llegó a recuperar allí unos 700. Los rastreos efectuados más tarde en distintos sectores antárticos por equipos norteamericanos, europeos y chinos, produjeron en conjunto más de 23.000 meteoritos clasificados, sin contar los millares que aún no se han detallado. La desaparición de los dinosaurios y, en general, la extinción masiva del Cretácico-terciario, es atribuida por muchos científicos a un gran impacto de meteorito. Un caso famoso es el supuesto meteorito de Chinguetti, que se presume dio origen a una montaña de hierro en África. Sin embargo, las únicas fatalidades conocidas hasta ahora por el impacto son la de un perro egipcio, muerto en 1911; y el que sufrió Ana Hodges, en 1954, en Sylacauga, Alabama, Estados Unidos, cuando una piedra condrita de 4 kilos cayó sobre el techo de su casa y le produjo contusiones graves. Búsqueda en Entre Ríos Miembros de la AEA (Asociación Entrerriana de Astronomía) habrían encontrado rocas cuyo origen se presume meteorítico. Se trata de una pieza del tamaño de un puño que pesa aproximadamente 700 g y 4 a 5 piedras pequeñas de unos 3 cm. Todas respondieron positivamente a la imantación y presentan el típico color negruzco producto del calentamiento de estos objetos en la medida que descienden en la atmósfera y son calentados por la fricción. AEA y Agencia Télam

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