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martes, 29 de junio de 2021

110 segundos para morir: la agonía de los tres astronautas de la Soyuz 11 cuando supieron que no iban a regresar vivos

 

Hace 50 años, la tragedia sacudió la carrera espacial en la Unión Soviética. La nave, tripulada por Vladislav Vólkov, Gueorgui Dobrovolski y Viktor Patsáyev, había partido el 6 de junio de 1971 con la misión de vivir la primera experiencia de vida humana prolongada en el espacio y volver para contarlo. Pero nada salió como lo planeado. Cuando aterrizaron, los tres estaban muertos Por Alberto Amato
Cuando abrieron la cápsula espacial, los tres cosmonautas estaban muertos. Un escape de aire los había asfixiado con extraordinaria rapidez y precisión. No vestían traje espacial, que les hubiera salvado la vida, porque el experimento también consistía en saber qué pasaba con los astronautas que viajaban al espacio sin protección y sin oxígeno de emergencia Los tripulantes de Soyuz 11 se acoplaron a Salyut 1 el 7 de junio y de modo automático.

 La pieza rebelde que antes se deformaba, resistió y la primera parte de la hazaña estuvo cumplida. Los tres entraron a Salyut 1, encendieron el sistema de regeneración de aire y cambiaron un par de ventiladores que funcionaban a regañadientes. De inmediato sintieron un penetrante olor a humo y desde tierra se les aconsejó pasar esa primera noche en la nave espacial y no en la estación. Al día siguiente, el aire de Salyut era normal, los cosmonautas entraron como a casa, hicieron un par de maniobras de corrección orbital y orientaron los paneles de la estación hacia el Sol. En la Tierra, la prensa del mundo destacaba una nueva hazaña de la astronáutica soviética. Sin embargo, a bordo de Salyut las cosas no iban bien. 

Vólkov, Dobrovolski y Patsáyev no siguieron el programa de entrenamiento imprescindible para paliar los efectos de la falta de gravedad. De modo que el 9 de junio, por el sistema de televisión que enlazaba a la estación con el centro de control, se les “recordó” la necesidad de realizar esos ejercicios, con el abanico de matices que el régimen soviético adjudicaba a la palabra “recordar”. Pero el reto sirvió de poco. Lo que en el control del a misión sabían, y el resto del mundo ignoraba, es que las relaciones entre los cosmonautas eran pésimas.

 El comandante, Dobrovolski, de 43 años con una enorme responsabilidad a cargo, entraba en fricciones constantes con Vólkov, un ingeniero de vuelos de 35 años que ya había participado de otra misión espacial, sentía que debía comandar esta y que, en cambio, había sido desplazado por un astronauta mayor, pero novato si se hubiese tenido en cuenta su propia experiencia. A las discusiones constantes entre los dos pilotos se sumaron algunos hechos extraños: el 16 de junio, un misterioso incendio en la estación Salyut 1 casi provoca una evacuación de emergencia. 

Y luego hubo algunas discusiones fuertes entre Dobrovolski y Vólkov por la avería del telescopio principal, con una tapa que funcionaba, como todo en aquella experiencia espacial, a tropezones. La misión se acortó. Para frenar ese clima de trinchera, las autoridades ordenaron el regreso de la Soyuz 11 el 30 de junio, cuando la fecha inicial del retorno estaba prevista para el 7 de julio, un mes después del lanzamiento.

 Mientras, se adelantaba la partida de la Soyuz 12 para el 20 de julio. Todo no dejaba de estar teñido de un irónico fatalismo porque Soyuz, en ruso, significa unión. Y si algo no había en aquella tripulación, era unión. El principio de incendio en la estación espacial, y el peligro que implicaba, pareció haber serenado en parte los levantiscos ánimos de los cosmonautas. Lucharon juntos para controlar el fuego, apagaron el generador principal de oxígeno, conectaron el secundario, cambiaron los filtros del generador apagado y volvieron a encenderlo después de seis horas de peligro. 

El riesgo pareció unir a los astronautas. En los días siguientes, no hubo más incidentes, ni técnicos, ni humanos. Patsáyeb, otro ingeniero de vuelos de 38 años, hasta se dio el gusto de plantar algunas semillas en Salyut para dar origen al primer jardín espacial de la humanidad. La única preocupación pasó a ser el estado físico de los astronautas. El 20 de junio evaluaron desde el control en tierra que la capacidad pulmonar de los tripulantes de la Soyuz 11 había disminuido en un treinta y tres por ciento y que los trajes Penguin de entrenamiento no funcionaban bien. Igual, los responsables de la misión decidieron el regreso de la Soyuz para que aterrizara entre el 27 y el 30 de junio porque había un récord a batir, el de permanencia en el espacio, que se cumplía, y se cumplió, el 25 de junio. Desde el 26 en adelante, todo se ciñó a los preparativos para el regreso a la Tierra.

 La decisión de que los cosmonautas de la Soyuz 11 no llevaran trajes espaciales se debió, únicamente, a los desmedidos e innecesarios riesgos que adoptaron los directores del programa espacial de la URSS. Los pesados trajes habituales reducían la posibilidad de enviar al espacio a más de dos astronautas. En lugar de rediseñar las naves, decidieron eliminar los trajes, proveedores de oxígeno en caso de emergencia, entre otras cualidades. La medida se había adoptado ya con éxito en las misiones Vosdoj y por primera vez se extendía al programa Soyuz. 

Le medida tuvo sus detractores, entre ellos el jefe de la Comisión de Industria Militar, Leonid Smirnov, el diseñador del sistema de control ambiental, Illiá Lavrov y Nikolai Kamanin, jefe del cuerpo de cosmonautas soviéticos. Todos exigían que la tripulación de la Soyuz 11 llevara máscaras de oxígeno, vitales para el retorno a la Tierra. Perdieron la batalla y los tripulantes de Soyuz 11 viajaron sin máscaras y con trajes de entrenamiento. El 29 de junio los tres cosmonautas dejaron la estación espacial Salyut 1 y se metieron en la nave Soyuz 11 para regresar a Tierra. 

Al cerrar la escotilla un sensor dictaminó que el cierre no era hermético. Desde el control de la misión aconsejaron repetir la operación, pero recién después de varios intentos el sensor dejó de lanzar su bip de advertencia. La Soyuz se separó de Salyut e inició su descenso. Hubo tiempo incluso para una broma. El control en tierra advirtió a los pilotos que, dada su condición física y la pérdida de masa muscular por la ingravidez, no intentaran ponerse de pie al llegar a la Tierra: tendrían que ser cargados en brazos, como bebés. El comandante Dobrovolsky soltó: “Nos vamos a sentar y a dejar que ustedes hagan todo el trabajo”. Todo sucedió, casi, según los planes. 

La Soyuz reingresó a la atmósfera y, a siete mil metros del suelo los paracaídas se abrieron y la nave se balanceó con elegante lentitud hacia el territorio que es hoy Kasajistán. A sólo seis metros del suelo dos poderosos cohetes retropropulsores hicieron que la Soyuz se apoyara en tierra como una pluma. El equipo de rescate hizo entonces lo que había pensado el comandante Dobrovolski: abrió la escotilla para alzar a los cosmonautas como a tres bebés, para llevarlos a los helicópteros y a la gloria. Pero los tres estaban muertos. 

 Empezó entonces una batalla desesperada por intentar volverlos a la vida: respiración boca a boca, masaje cardíaco, una batería inútil de recursos médicos en el árido suelo kazajo: los astronautas estaban muertos desde hacía media hora. Los pequeños, aunque potentes, dispositivos explosivos que habían detonado en el espacio para separar la Soyuz de la Salyut, habían abierto dos pequeñas válvulas de un milímetro de diámetro, diseñadas para que no se abrieran jamás juntas. 

Pero sí se abrieron, con seis segundos de diferencia. El preciado aire dentro de la Soyuz empezó a escapar. Y empezó también la agonía de los tres cosmonautas. Hasta entonces, todo marchaba normal dada la misión, a los tumbos y con buena suerte. En el momento de la separación de la nave con la estación espacial, las pulsaciones de los astronautas era normal: el comandante Dobrovolski estaba en 80 por minuto, Patsáyev en 100 y Vólkov en 120. 

Los tres se dieron cuenta de inmediato de la fuga de aire gracias al sonido que producía el escape, y sus pulsaciones se dispararon: los electrocardiogramas de Dobrovolski dicen que había pasado de 100 a 114 y las de Vólkov de 120 a 180. Apagaron el sistema de radio para localizar la fuente del sonido y el sitio de la pérdida. La encontraron en la válvula ubicada sobre el asiento de Patsáyev. 

Las medidas de emergencia decían que, en veinte segundos, la pérdida debía estar controlada, pero en los entrenamientos los cosmonautas tardaban entre treinta y cuarenta segundos. La demora habría sido nada, si los cosmonautas hubiesen vestido un traje espacial que les proveyera el oxígeno faltante. Pero no, no lo tenían. Las posteriores investigaciones calcularon que veinte segundos después de iniciada la pérdida, la presión en el interior de la nave había caído tanto que los astronautas debían estar ya inconscientes. 

A los cincuenta segundos, las pulsaciones de Pátsayev habían caído a 42 por minuto. A los ciento diez segundos, los corazones de los tres tripulantes se habían detenido. La tragedia de Soyuz hizo que, en adelante, todos los astronautas soviéticos llevaran trajes espaciales durante el despegue y aterrizaje de sus naves. Para evitar tragedias similares se instaló una unidad de control de fugas de aire, lo que disminuyó el espacio en la cápsula y obligó a tripulaciones de dos pilotos. 

Para volver a la tripulación de tres astronautas, hubo que rediseñar las naves Soyuz que no regresaron al espacio hasta 1973. El nuevo modelo, la Soyuz T, recién se lanzó en 1980. La estación Salyut 1 ya no pudo recibir más astronautas, incluso para que le suministraran combustible y el 11 de octubre fue destruida en una entrada controlada a la atmósfera. Dobrovolski, Patsáyev y Vólkov fueron declarados héroes nacionales de la URSS. Después de un funeral de Estado, fueron enterrados en el Kremlin.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Hoy Homenaje a la creación del plan MEVIR



GRACIAS !!! Cecilia Gallinal por esta invitación la cual me honra ante la dimensión de aquel gran hombre que fuera tu papá, creador de este proyecto tan importante para los habitantes del campo....
La Presidencia de la Cámara de Senadores, tiene el honor de invitar a usted a la Sesión del Cuerpo que tendrá lugar el día miércoles 2 de agosto, a las 9.45 horas, en la que se realizará un homenaje por los 50 años de la creación del Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR).
Palacio Legislativo R.S.V.P.
Acceso: Puerta de Cámara de Senadores 2924 1783

Biografía[editar]
Alberto Gallinal fue el cuarto hijo de Alejandro Gallinal y de Elena Heber Jackson. Nació en la Quinta de Larrañaga el 4 de noviembre de 1909 y fue bautizado el día 10 en la capilla Jackson. Sus padrinos fueron Rafael Gallinal y su señora, Polonia Risso. Se educó en el Colegio Seminario de Montevideo, de los padres jesuitas.1​ En 1929 se graduó de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de la Repúblicapero, más que la profesión universitaria, sintió desde muy joven la atracción por la campaña y las tareas agropecuarias, actividad a la que dedicó la mayor parte de su vida.
El 22 de febrero de 1935 se casó, también en la capilla Jackson, con Elvira Algorta Scremini, hija de Enrique Algorta Camusso, administrador de la estancia familiar San Pedro de Timote. En su luna de miel dieron la vuelta al mundo, visitando aquellos países donde la técnica agropecuaria había alcanzado su máximo desarrollo: Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Tuvieron nueve hijos.
Falleció en el Sanatorio Americano de Montevideo a los 84 años de edad luego de una larga y penosa enfermedad. Sus restos fueron inhumados con honores de Ministro de Estado en el Cementerio Central de Montevideo.
Actividad empresarial[editar]
Administró las estancias pertenecientes a su familia denominadas Monzón-Heber y Santa Elena durante cinco años. A la muerte de Enrique Algorta pasó a administrar todos los campos de sus padres y se trasladó a vivir a San Pedro de Timote en el departamento de Florida.
En 1934 ingresó a la Asociación Rural del Uruguay como Director de Registros Genealógicos. En 1935 fue fundador de la Sociedad de Criadores de Corriedale del Uruguay e integró la primera comisión directiva. En 1941 fue uno de los fundadores de la Sociedad de Caballos Criollos. En 1942 integró la Comisión de lucha contra la sarna y presidió la Asociación Rural de Reboledo. En 1946 fue fundador de la Sociedad de Criadores de Hereford, siendo más tarde jurado en Dublín, Estados Unidos de América, Palermo, Brasil y Uruguay.
En 1947 integró la Comisión Honoraria de lucha contra la fiebre aftosa. Ese mismo año el gobierno lo designó para integrar la Misión que viajó a Gran Bretaña para financiar las deudas contraídas durante la Segunda Guerra Mundial. Como resultado, el 31 de diciembre de 1948 el parlamento aprobó los proyectos para la adquisición de los ferrocarriles extranjeros, cobrando así parte de la deuda de 17 millones de libras esterlinas que el Reino Unido tenía con Uruguay debido a las compras realizadas durante la guerra.
En 1948 fue Presidente de la Asociación Rural de Florida. En 1951 presidió la Sociedad de Mejoramiento de Praderas. Entre 1956 y 1959 fue presidente de la Asociación Rural del Uruguay. En 1959 fundó Agromax, una empresa destinada a la producción de fertilizantesorgánicos. Realizó giras, tanto en Uruguay como Argentina, para la difusión de los principios de la agricultura biológica.
En 1963 presidió el Congreso Mundial de Hereford en Kansas City. En 1975 creó la Fundación Maderera de Cerro Colorado.
Actividad política[editar]
En las elecciones generales de 1950 fue electo Intendente Municipal del Departamento de Florida por el Partido Nacional. En 1956 fue co fundador de la Unión Blanca Democrática (UBD). En 1958 fue candidato del Partido Nacional, por la Unión Blanca Democrática, para el Consejo Nacional de Gobierno, no siendo electo.
En 1964 fue cofundador, junto a Javier Barrios Amorín del Movimiento Nacional de Rocha. En 1966 fue candidato a la presidencia de la República del Partido Nacional, por el Movimiento Nacional de Rocha.
En 1980 apoyó la papeleta por el "SI" a la reforma constitucional que impulsaba la dictadura militar gobernante.
En 1982 encabezó el sector "Libertad y Servicio" en las elecciones internas convocadas por el gobierno cívico-militar, un grupo que cuestionaba el liderazgo de Wilson Ferreira Aldunate.2​
En las elecciones generales de Uruguay de 1984 apoyó la candidatura de Dardo Ortiz a la presidencia de la República.
Actividad filantrópica[editar]
En 1955 donó el obelisco de Casupá (Florida) que se inauguró un 18 de julio.
En 1959 se produjeron grandes inundaciones en todo el país e integró entonces la Comisión de Damnificados por las inundaciones, que se ocupó de reconstruir vías de comunicación, pueblos y viviendas afectadas.
En 1961 fue presidente de la Comisión Bicentenario de Artigas que, al cumplirse el bicentenario del nacimiento de José Gervasio Artigas, tuvo a su cargo la edificación de nuevos locales para escuelas rurales. Como resultado de esta acción, a lo largo de 11 años se construyeron 228 edificios, según un módulo arquitectónico característico.3​
Entre 1958 y 1964 presidió el Instituto Cultural Anglo-Uruguayo e impulsó la construcción del nuevo edificio de la calle San José. En 1962 fue presidente de la Comisión pro remodelación de la maternidad del Hospital Pereira Rossell. En 1965 integró como presidente la Comisión pro-remodelación del Hospital Maciel que se ocupó de la ampliación y remodelación del histórico hospital.
En 1967 impulsó la creación del Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR), que contó con el apoyo del entonces presidente Óscar Diego Gestido. MEVIR es una persona pública no estatal creada el 26 de diciembre de 1967 por el artículo 473 de la Ley Nº 13.640 y que, bajo el lema "para ver llover de adentro sin mojarse", ha realizado intensa labor en su área. Como homenaje, se ha propuesto que MEVIR sea designado con su nombre.4​
En 1975 presidió la Comisión Festivales de Opera y en 1982 apoyó la campaña de ayuda al pueblo polaco.
Financió diversas obras en la localidad de Cerro Colorado en Florida: el Cementerio (1946), la Comisaría (1950), las casas para los jubilados de San Pedro de Timote (1954), el carillón de veintitrés campanas de la torre de la Casa Comunal (1962), el Teatro de Verano (1962) y la Casa Comunal (1966).5

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